lunes, 7 de mayo de 2012

Oficialismo reconoce mejor coordinación "técnico-política" Comité político de La Moneda busca consolidar su “segundo aire” con el ajuste tributario

El punto político que se anotó el Gobierno al lograr alinear al oficialismo tras el anuncio tributario hace diez días, determinó su rumbo para seguir las negociaciones con el Congreso. Una coordinación y disposición al diálogo de los ministros políticos poco conocida en la era piñerista, que ha permitido limar las asperezas que generan los puntos clave del ajuste y sortear las debilidades de algunos de los principales negociadores como la falta de manejo político del ministro de Hacienda, Felipe Larraín.

La Moneda tiene cifradas sus expectativas en que el ajuste tributario les permita marcar un punto de inflexión a su favor, para revertir, en un año de elecciones, las magras cifras de apoyo ciudadano y críticas que han sido la tónica de los dos primeros años de la administración piñerista. Por ello, desde la cadena nacional del jueves 26 en que el Presidente dio a conocer los aspectos centrales de la reforma, se ha monitoreado —por el Ejecutivo— el impacto de los anuncios.
Si bien las cifras se mantienen en reserva, incluso para la propia Alianza, desde Palacio aseguran —y así se lo comentan a sus parlamentarios— que los sondeos reflejan un escenario favorable, con cifras azules y que la gente lo que más valora es que los recursos que se obtendrán sean destinados íntegramente a educación. Eso sí, quizás como parche antes de la herida, lamentan que este tema no se alcanzó a registrar —para subir el respaldo al Gobierno— en las cifras de la encuesta Adimark que se dará a conocer hoy lunes.

Las duplas

La prioridad puesta en la reforma tributaria quedó en evidencia en el despliegue de contactos, reuniones, exposiciones y gestiones del Gobierno la semana pasada. En todos estuvo el ministro de Hacienda, eso sí, siempre acompañado por alguno de sus pares del comité político, Andrés Chadwick o Cristián Larroulet.
En la Alianza aseguran que ha sido un acierto flanquear a Larraín con alguno de los ministros de La Moneda, porque a diferencia de cómo el Gobierno ha enfrentado otros proyectos emblemáticos, al fin —destacan— se evidencia una “necesaria, buena y efectiva coordinación técnico-política”.
Ello ha permitido avanzar en forma paralela en los aspectos más específicos del tema tributario, así como el Ejecutivo —agregan— se ha dado el tiempo de escuchar y tomar nota de las opiniones.
Los reconocimientos a este “segundo aire” del comité político mitigan las aprensiones que habían en el oficialismo en cuanto a que Larraín lideraba solo las negociaciones, ya que es sabido y reconocido que “es uno de los Ministros de Hacienda menos político” de las últimas dos décadas.
Desde la oposición, con quienes el Ejecutivo ya ha tenido algunas conversaciones, precisan que el ministro Larraín “se ha visto incómodo”, que es evidente que “se le impuso esta reforma”, que tiene que llevar adelante temas de los cuales no está convencido y que fueron incorporados por presiones políticas, como fue el caso de los combustibles.
Si bien las cifras se mantienen en reserva, incluso para la propia Alianza, desde Palacio aseguran —y así se lo comentan a sus parlamentarios— que los sondeos reflejan un escenario favorable, con cifras azules y que la gente lo que más valora es que los recursos que se obtendrán sean destinados íntegramente a educación.
Es que el perfil del ministro de Hacienda es particular. No tiene agenda propia de aspiraciones electorales y detenta una escasa habilidad para navegar en las aguas políticas, según coinciden en el oficialismo y la oposición. Sin embargo, tiene una cercanía con el Presidente Piñera que le permite ser siempre escuchado —como pocos en el Gobierno— por el mandatario.
Así, en la Alianza dicen que el ministro Larraín estuvo en todas las reuniones claves que se hicieron para alinear al sector tras la reforma: aquella en la casa del Presidente Piñera la noche del miércoles 25 de abril con las directivas de la UDI y RN. En esta cita finalmente el gremialismo se alineó con los alumnos, una vez que lograron la rebaja a los combustibles que pedían y en toda la rotativa de conversaciones de los días previos al anuncio tributario. Eso sí, aseguran que en dichas ocasiones ha sido “cero aporte en términos políticos”, que Larraín “sólo se concentra en lo técnico” y que a pesar que en esta enmienda debería ser el protagonista, su rol ha sido “de asesor en las sombras”.
Incluso, en Palacio reconocen en privado que el “verdadero” ministro de Hacienda es el Presidente Piñera y que así lo demostró, una vez más, al cotejar hasta el más mínimo detalle de los anuncios tributarios.

La sombra

El ministro de Hacienda, responsable de la sanidad y equilibrio de las arcas fiscales, no es de las figuras más populares, ya que sus criterios económicos muchas veces no coinciden con los tiempos y necesidades políticas. Pero a diferencia de Larraín, otros han manejado mejor ambos temas, como lo fue Andrés Velasco. Este, si bien fue duramente criticado por la Concertación, terminó el gobierno de Michelle Bachelet con casi un 70% de aprobación ciudadana y varios pensando en él como una posible carta presidencial, candidatura que está impulsando hoy.
Larraín no desata pasiones. En la Adimark de marzo, bajó su evaluación positiva a un 55%, por el alza en los precios de los alimentos, combustibles y transporte, y en el último sondeo de CEP de enero, el 60% desaprobaba la forma en que el Presidente “y su equipo económico” estaban manejando la economía.
Nadie le discute a Larraín sus innumerables pergaminos de Economista UC y de Harvard, premiado y distinguido varias veces por publicaciones especializadas del país y la región. Sin embargo, le ha pesado su falta de experiencia política y el estar siempre “eclipsado” por Piñera en sus funciones.
En todo caso, se le reconoce que en privado goza de una importante influencia con el mandatario, que éste invariablemente lo escucha, que es “uno de los ministros con más manija en el Gobierno”, que “no responde a presiones de los partidos” y que es casi una suerte de vicepresidente “tapado”, ya que tiene más poder del que demuestra y que a menos que Piñera diga lo contrario, se hace lo que él ordena.

FUENTE:EL MOSTRADOR

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