viernes, 25 de mayo de 2012

La pregunta es quiénes estarán en el primer anillo de poder con el que gobernará la ex Presidenta El conflicto en sordina del bacheletismo que desnudó la jugada de Escalona contra Enrique Correa

Influencia. Eso es lo que está en la trastienda de la arremetida pública que hizo el presidente del Senado contra el ex ministro. Porque si Bachelet regresa necesitará de un nuevo pacto político y social que implica articular redes con el empresariado, los medios y todos los resortes del establishment. Posición que busca desesperadamente Escalona, presentándose como el militante número uno del partido del orden. Algo muy apreciado en la elite.

La arremetida oficialista contra la imagen de la ex Presidenta Michelle Bachelet por su responsabilidad política en las decisiones tomadas la noche del 27/F, tuvo en la oposición una externalidad positiva: aglutinar y alinear las fuerzas tras la defensa pública de la ex Mandataria. Sin embargo, de paso ha dejado en evidencia la punta del iceberg de una pugna en distintos círculos cercanos a Bachelet por quedarse con el rol de articulador de las huestes y el factótum capaz de garantizar el orden. Detrás de eso, está la pregunta de quiénes serán los elegidos para ser los influyentes en un gobierno que, ella sabe, necesitará de un nuevo pacto social y político para no naufragar.
“Yo no sé a título de qué Enrique Correa viene a dar consejos. Yo creo que aquí el único que ha sobrerreaccionado ha sido él”, sentenció el presidente del Senado, Camilo Escalona, el miércoles en una entrevista. El “arañazo” al ex ministro, lobbysta y dueño de Imaginacción Consultores no fue gratuito, aunque el senador socialista salió rápidamente a desmentir, vía carta pública, las interpretaciones sobre su papel en las negociaciones para calmar los ánimos en el Congreso: “Lo que se jugaba era la capacidad del Parlamento, y por su importancia, del sistema político en su conjunto, de no seguir automenoscabándose y perdiendo prestigio ante la ciudadanía”, reza la misiva.
Para la soterrada pugna Correa-Escalona hay más de una explicación y también versiones distintas de cuál de los dos influyó más realmente en la Concertación a la hora de evitar que el Congreso Pleno se convirtiera en un campo de batalla, transmitido en directo por radio y televisión.
Eso sí, todas las versiones coinciden en un punto: la mala relación que ambos han tenido históricamente. Cabe recordar que por más críticas que se le hagan a Escalona se le reconoce ser un PS de cepa, original, de la vertiente de Clodomiro Almeyda, un “político profesional”, un hombre de Estado a estas alturas, que ha construido un liderazgo —con altos y momentos de derrotas amargas— que lo ha instalado como una de las figuras más fuertes del partido. Por otro lado, la privatización de Correa después de su rol en el gobierno de Patricio Aylwin, con su marcado acento en el lobby, lo llevó incluso a renunciar el 2004 a su militancia socialista, debido a las críticas que llovían por su cabildeo a favor de las empresas mineras y su rechazo al proyecto del royalty minero que se discutía en esos momentos. De hecho, pasaron cinco años para que el ex ministro volviera, en septiembre del 2009, formalmente a la tienda de calle París, paradójicamente, cuando Escalona aún dirigía el partido.
La distancia entre ambos tiene otros elementos, que vienen de ese tiempo, como el hecho que Correa es el mentor y eterno financista del díscolo diputado PS, Marcelo Díaz, quien ya en esa época generaba más de un dolor de cabeza a la dirigencia socialista.

Las gestiones por el 27/F

Con todo, al parecer, la rayada de cancha de Escalona a Correa hace dos días tiene razones más profundas. Ad portas del mensaje presidencial del 21 de mayo, la semana pasada el escenario político estaba en llamas con la oposición poniendo en jaque el desarrollo de la cuenta anual del Presidente, Sebastián Piñera.
Otros —más críticos del senador— ven simplemente el nerviosismo de Escalona, pues dicen que Bachelet sabe que los partidos, sus dirigentes y las instituciones —el Congreso el más de todos— están muy débiles. Por tanto, puede abrir el juego y llamar a otras cartas y actores a gobernar con ella y con eso rebarajar el naipe del poder en la centro izquierda.
Precisamente en esos mismos días, trascendió que el propio Correa había contactado a varios parlamentarios del PS y el PPD, conocidos bacheletistas, para advertir que la línea que se estaba adoptando en la Concertación —congelar relaciones con el Gobierno, amenazar la sesión del 21 y abandonar la comisión investigadora del 27/F— perjudicaba a la ex Mandataria y la estrategia de minimizar el tema, diseñada por él para blindarla. En resumen, que se estaba, erróneamente, sobrerreaccionando.
Por petición del ex jefe de gabinete de Bachelet, Rodrigo Peñailillo, la consultora de Correa es la que asesora política y comunicacionalmente a la cuestionada ex directora de la ONEMI, Carmen Fernández y al ex subsecretario del Interior, Patricio Rosende, en el juicio oral que ambos enfrentan por el 27/F. Y lo hace de manera gratuita.
Estos trascendidos de las gestiones de Correa para apaciguar los ánimos, fueron vistos como una señal política de que él es quien juega de articulador del orden. No son pocos quienes en el socialismo miran con sospecha este intento de Correa, porque dado que su “negocio” es la influencia política, instalarse como el hombre clave, sólo acrecienta —precisan— esa influencia de la cual vive su empresa. La molestia pasa, entonces, porque ven un intento por sacar ventaja política en esta vuelta.

El puente de plata

Como contraparte, cuando el 21 de mayo todo se desarrolló a la altura de lo que las instituciones republicanas demandaban, Escalona salió “consagrado” como el estadista de la oposición, ya que se difundió latamente que él había sido el operador del llamado al orden opositor. Fue el propio Piñera, junto a figuras como la ministra Evelyn Matthei, quienes le agradecieron al presidente del Senado el papel que jugó al respecto.
Precisamente, ese punto sería una de las razones de fondo del conflicto con Correa, quien ostenta vínculos poderosos con la derecha, los diarios del establishment y el empresariado, una de las debilidades hasta ahora de Escalona, que justamente intentó subsanar dando señales a ese mundo con sus apariciones en El Mercurio y La Tercera esta semana.
Para un sector del PS, Escalona busca instalarse como puente de plata con los poderes de la derecha y lo obtenido con el 21 de mayo contribuye a ello. Pero en esto, al parecer, Correa le lleva ventaja. Es sabido que varios empresarios —algunos dueños de medios y otros ligados a la Sofofa—, han expresado en privado que ven con buenos ojos el retorno de Bachelet, asumiendo que ella es la única con el peso político para articular el nuevo pacto que requiere la sociedad chilena. Un mensaje que han mandado a Nueva York a través del mismo Correa así como del ex asesor de Lagos, Ernesto Ottone.
Otros —más críticos del senador— ven simplemente el nerviosismo de Escalona, pues dicen que Bachelet sabe que los partidos, sus dirigentes y las instituciones —el Congreso el más de todos— están muy débiles. Por tanto, puede abrir el juego y llamar a otras cartas y actores a gobernar con ella y con eso rebarajar el naipe del poder en la centro izquierda. “La Presidenta sabe que hoy la sociedad chilena es mucho más compleja y a una parte de ella (Bachelet) le agrada la idea del poder ciudadano”, sostienen.
Sin embargo —afirman— tampoco hay que desconocer de que “Bachelet aprecia y se siente cómoda con todo el Khmer Rouge (su círculo de colaboradores ex RDA), porque ahí tiene afectos e historia, y esa es una ventaja de Escalona”.

¿El Insulza de Bachelet?

Si algo ha caracterizado a Escalona en su trayectoria es que se le reconoce como un “político profesional”, brillante en la estrategia y el análisis, un muy buen negociador y muy cercano a Bachelet. No hay que olvidar el nivel de influencia que tuvo durante los cuatro años de su administración, la que primero ostentó sin contrapesos y luego compartió cuando otros grupos, encarnados en Pérez Yoma, entraron al gabinete. Escalona siempre jugó un rol clave para mantener alineadas las huestes socialistas, para muchos, una lealtad que le salió cara, ya que quedó instalado públicamente como un operador político, con un alto nivel de rechazo ciudadano.
Muchos de los consultados para esta nota no dudan en apostar a que “quiere ser el Insulza de Bachelet”, que “está apuntando a ser el ministro del Interior”, que “quiere ser el gran articulador” y observan, en el socialismo, que el papel que está jugando es similar al que cumplió Pablo Longueira ante el gobierno de Ricardo Lagos en sus primeros años: ser el puente, ordenar las filas, dar garantías, asegurar gobernabilidad en momentos clave.
Las teorías sobre el factótum se alimentan con el incierto escenario electoral que enfrenta Escalona el 2013 para su reelección como senador por Puerto Montt, pues sus posibilidades están en jaque. Ahora también tienen interés en su escaño el diputado PS Fidel Espinoza y del edil Rabindranath Quinteros, con quienes debería dirimirse en una primaria. Esto, ya que su plan b —postular al Senado por Antofagasta—, quedó descartado, pues ahí competirá Edmundo Pérez Yoma.

FUENTE:EL MOSTRADOR

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