Un nuevo ciclo político: oportunidades y amenazas para los trabajadores
Hemos sostenido que, en término de
análisis histórico, a partir de marzo 2010 se habría iniciado una
coyuntura larga que terminaría en vísperas de las elecciones
municipales, momento en que las “oposiciones políticas” estaban
obligadas a resolver su respaldo a candidaturas a alcaldes competitivas o
testimoniales, es decir, a unirse y al menos esconder sus diferencias o
no tener opciones reales de elegir alcaldes y concejales.
Así ocurrió, la oposición con presencia parlamentaria se unió tras
candidatos únicos y dos listas a concejales (PDC-PS y PPD-PRSD-PC). Se
levantaron también alternativas que no pretendieron resultados
efectivos, salvo las situaciones de candidatos con fuerte arraigo local,
que provenían mayoritariamente de rompimientos con la Concertación.
Optaron por diferenciarse y plantar banderas propias el PRO, el PRI,
Igualdad, MAS y Humanistas y algunos grupos regionalistas (llegaron a
sumar poco más del 16 % del electorado que votó).
Esa coyuntura larga a la que aludimos (treinta y dos meses con el
ejecutivo en poder de la derecha), incorporó entre sus antecedentes dos
datos inexistentes en los análisis previos. La impensada capacidad de
Piñera y su gobierno para auto dañarse y perder el afecto del público
y la cuantía y profundidad de los movimientos sociales, en especial el
estudiantil, que crecieron aprovechando esa tremenda inhabilidad para
gobernar y sentir, al mismo tiempo, las voces del descontento popular.
¿Cuál es el saldo de ese periodo que se terminó el domingo 28 de noviembre del 2012?
En términos de tendencias podríamos sacar las siguientes
conclusiones, que surgen de los propios votos (y peso relativo de cada
grupo político), y los movimientos de los actores en la arena política.
1. La mayor votación la saca la abstención. Ese 60 %, que es
asimétrico según tipo de comuna, calidad de la propuesta y grado de
disputa de los contendores, tiene orígenes diversos. Un primer
componente surge de los errores del Servel; inclusión en el padrón de
los chilenos que están en el extranjero y de fallecidos (se ha calculado
que sumarían alrededor de 800 mil personas), además de los atrasos en
la información, cambios en los locales de votación y otros problemas
prácticos que surgieron con el estreno del nuevo padrón y de la
voluntariedad del voto. El segundo subconjunto es militante,
antisistémico y contrario al binominal, asume que existe una crisis
profunda de representación y prefiere que la clase política jubile o
tenga un fin peor. El tercer grupo es más variopinto y corresponde a
quienes ocasionalmente no tienen interés (elección que no es reñida en
su comuna, la oferta política no les atrae), otros no se interesaran,
más permanentemente, en ejercer este derecho cuando deja de ser deber
(voto voluntario), aportando con porcentajes de abstención importantes
que nos acercan a la mayoría de los países que no tienen la
obligatoriedad de votar.
Ahora el chantaje político será el “desalojo de la derecha”. Esta extorsión admite otras variantes con también nefastos resultados para los intereses populares. Una de ellas es la cesión de liderazgo, largamente analizada respecto del periodo mencionado. El pueblo y sus organizaciones abandonan la acción directa y “ceden” su representación en los parlamentarios, el Ejecutivo y los partidos políticos (en realidad sus cúpulas). En el mundo social se requirió “paz social”. Es conocido el rol “pacificador” que jugo la CUT y sus principales líderes históricos en esa etapa.
2. La principal fuerza política derrotada es la coalición de derecha.
El cinco a cero de que hablan analistas supone una derrota de
proporciones. Menos alcaldes, menos concejales, menos votos en alcaldes,
menos votos en concejales y menor población total gobernada así lo
prueban. Otra óptica de análisis, inventada días antes de las elecciones
por “expertos” de este sector también resultó un fiasco porque el
gobierno y la derecha fueron también derrotados si se seleccionan
comunas más importantes, al perder lugares emblemáticos como Santiago,
Providencia y Concepción.
3. La vencedora, entre ese 40 % que votó (a no olvidarlo, es un 40 %
de votantes), es la Concertación. Ello incluye el aporte del Partido
Comunista, pero esto no es un dato tan nuevo, porque ya hubo pacto por
omisión en 2008. Lo ocurrido repone a la Concertación como actor
político en el terreno de la representación legítima, donde se resuelve
con el voto, sin que implique su plena validación social y política.
Esta reposición en el escenario político, con menor esfuerzo interno del
que hubieran deseado, se debe a tres factores sencillos de identificar;
i. Los sectores que mayoritariamente la rechazan no votaron, ii. Su
adversario principal (el bloque en el gobierno) fue derrotado por sus
méritos propios y, iii. La existencia de un “ángel tutelar”
incombustible a los ataques, que le reportó parte importante del apoyo
conseguido y si no ahí estaban los diputados DC que se negaban a
levantar precandidato presidencial de sus filas ante la alternativa de
la presidenta Bachelet.
4. El Partido Comunista no ha cosechado suficiente respaldo de los
movimientos sociales. Si bien aumentó su presencia en la región
metropolitana respecto de alcaldes (Recoleta y Pedro Aguirre Cerda), en
Concejales mejoró poco más de un punto (6,5), lo que le permite un
espacio respetable en la Neoconcertación pero muy lejos de la función de
soporte de gobernabilidad que imaginaron en el probable gobierno de MB.
Su tercer lugar en la Fech apoya esta afirmación que se busca
contrarrestar con el fuerte posicionamiento de Bárbara Figueroa,
presidenta de la CUT, con un padrón electoral que se cuestionó
fuertemente.
5. Las actuales fuerzas extraparlamentarias no constituyen un frente
común y es muy difícil que puedan organizar una entidad política
compartida. A MEO le fue sorprendente bien con sus siete alcaldes, pero
su respaldo situado en el Norte tiene explicaciones especificas. Algo
parecido ocurre con el PRI. Los demás grupos no alcanzan notoriedad y
pareciera, al menos el MAS de Navarro y los dos diputados del PRI, que
retornaran ahora a una Nueva Concertación (o, perdón, a una Nueva
Mayoría Popular o Convergencia Opositora, como les gusta llamarla a
algunos).
6. Los núcleos que han derivado del mundo social y que hoy no
participan del actual sistema de partidos estuvieron ausentes en las
recientes elecciones, salvo quienes llamaron a no votar y los que
respaldaron la candidatura de la nueva alcaldesa de Providencia, cuyo
líder solicita espacio en las fuerzas opositoras para ser incluido en
las primarias para diputados. Está pendiente entonces el desenlace
político de estos grupos autonómicos. No es probable que confluyan en un
espacio único por surgir de familias ideológicas diferentes y aún de
puntos de partida carentes de andamiaje político o ideológico.
Transición en el inicio de un nuevo ciclo
Si revisamos con cuidado las conclusiones previas, deberíamos aceptar
que no existe un reordenamiento profundo del cuadro político y que los
problemas de representación política persisten.
¿Deberíamos esperar entonces que las cosas cambien durante 2013 y que
en las próximas elecciones legislativas y presidenciales tengamos una
nueva oferta política?
La respuesta es no. En las presidenciales parece estar todo dicho.
Las (os) candidatas (os) se acercan al punto de largada con escasos
márgenes de sorpresa. En las legislativas habrá un poco más de
movimiento, pero dentro de las mismas camadas. Aportaran en una cierta
renovación de rostros las decisiones individuales de no repostular de
ciertos honorables. Les honran por cierto, pero no alteran la realidad
de que se distribuyen el botín al interior de clubes exclusivos. Las
primarias abiertas, solicitadas por externos como Jackson, podría
también significar un pequeño airecillo de renovación, pero no más que
eso.
¿Cómo resolver entonces esta asimetría entre la curva de preferencias
políticas de los votantes (y los no votantes) y las ofertas políticas
existentes?
Existen dos líneas de respuestas casi obvias. La primera se concentra
en las reformas institucionales y en su desarrollo llega hasta la
Asamblea Constituyente, pasando por el término del Binominal. La segunda
convoca a levantar nuevas respuestas políticas y aún, nuevas
organizaciones políticas, contestando al modelo de crecimiento en curso
desde múltiples ángulos; la ética de la desigualdad, el despilfarro de
recursos no renovables a que daría origen el mercado, la ineficacia e
ineficiencia en la distribución de recursos que provoca el mercado y las
lógicas neoliberales de desarrollo, el daño a los ecosistemas y los
desequilibrios en el planeta que están provocando las actuales formas
de organización económico-sociales de la humanidad, los dispares rangos
de participación y poder de los ciudadanos versus el que detentan y usan
conglomerados como las grandes empresas y sus influencias
metastásicas en las decisiones económicas, política, de justicia,
culturales, militares, etc.
En este nuevo ciclo político deberán resolverse las dos preguntas que
planteamos. También existe la probabilidad de que en los cinco años que
vienen sólo se acumule más ira, sin que haya salidas a una crisis que
todavía no esté madura y que el control lo retengan los actuales
incumbentes, en chileno, la actual clase política más un pequeño número
de recién llegados.
Oportunidades y amenazas para los trabajadores
Empecemos por las amenazas. La principal es la
cooptación del movimiento sindical (con las dificultades que tiene este
concepto), por parte de la oposición política y su candidatura única.
Esta cooptación sería una subordinación parecida a la que los sindicatos
y el movimiento popular vivieron en 1989-1993. En la época se justificó
por la amenaza golpista. Ahora el chantaje político será el “desalojo
de la derecha”. Esta extorsión admite otras variantes con también
nefastos resultados para los intereses populares. Una de ellas es la
cesión de liderazgo, largamente analizada respecto del periodo
mencionado. El pueblo y sus organizaciones abandonan la acción directa y
“ceden” su representación en los parlamentarios, el Ejecutivo y los
partidos políticos (en realidad sus cúpulas). En el mundo social se
requirió “paz social”. Es conocido el rol “pacificador” que jugo la CUT y
sus principales líderes históricos en esa etapa.
Las oportunidades requieren tomarse sin autorización alguna. Existe
la viabilidad de permear los programas políticos, por convicción u
oportunismo. En el campo de los movimientos sociales sería deseable la
confluencia de plataformas para solicitar a las candidaturas un
pronunciamiento explícito. En relación a grandes organizaciones
sindicales sectoriales, se debe abrir espacio para el levantamiento de
programas político-sociales renovados con la experiencia de 2011 y 2012 y
que contando con respaldos amplios en las bases, puedan ser negociados
con quienes aspiran a gobernar Chile.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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