La semilla certificada de Monsanto que arruinó a un agricultor
Una semilla
híbrida de un tipo de melón comprada por un agricultor sería la ruina de
su vida. Producida por Seminis/Monsanto, la cosecha fue un desastre.
“Lo que ocurre hoy es que los campesinos hemos perdido nuestras semillas
originales y estamos obligados a comprarle a Monsanto”- sostiene. A la
par el Estado, a través de Indap y Prodesal amarra las semillas a
plaguicidas.
Expectación existe entre los agricultores de la Asociación Gremial BioBio Orgánico por el fallo que debe dictar la Corte de Apelaciones de Chillán en la demanda interpuesta por el socio de esa entidad gremial, José Riquelme, contra la transnacional Monsanto. Riquelme compró semilla híbrida de un tipo de melón llamado Braco
para hacer el negocio de su vida: exportar a Francia. Pero se arruinó
porque le pasaron gato por liebre: de las 50 mil semillas compradas, la
inmensa mayoría era de variedades no exportables.
“He recibido llamados
solidarios desde distintas regiones desde que se conoció mi demanda, y
me alegra porque yo quiero que todos los campesinos chilenos sepan que
no pueden confiar en Monsanto. Esta empresa en el
juicio desconoce su responsabilidad porque yo no le compré directamente a
ellos sino a su distribuidora. ¡Eso es absurdo! Todos los agricultores
que compran semilla ‘mejorada’ o certificada lo hacen a distribuidoras,
confiando en la marca de esas semillas, que en este caso es de
Seminis/Monsanto”, comenta José Riquelme.
No resulta sorprendente el fallo de primera instancia a favor de Monsanto, dada la existencia del poderoso lobby a favor de ChileBio,
que preside esa transnacional. La entidad empresarial agrupa a los
productores de semillas y agroquímicos en el país. Andrés Allamand,
Longueira y otros políticos presionan a nivel de parlamento y gobierno para apoyar leyes que favorecen a estas empresas, tales como el proyecto de ley de introducción de transgénicos o el proyecto que deroga la actual Ley de Semillas y que posibilitaría la promulgación del convenio UPOV 91
sobre patentes de semillas híbridas y transgénicas. ChileBio además
busca influir en políticas públicas relacionadas con la ciencia, a
través de sus convenios con universidades y científicos locales.
¿Por qué demandó usted a Monsanto?
- Para dejar
constancia que hoy miles de agricultores no tienen seguridad de lo que
están sembrando y pueden tener graves problemas si compran semillas de
hortaliza o fruta de Seminis/Monsanto. En esta temporada, le ocurrió algo así a un productor de Coihueco, que sembró zanahorias de la variedad Abaco y crecieron otras variedades diferentes.
Según el presidente de la Asociación Gremial BioBio Orgánico, Guillermo Riveros, se trata de una “conducta reiterada de esta empresa. Y Monsanto apenas
resarce el costo de la semilla. Todos los agricultores deberían tener
la certeza de que lo que están comprando corresponde a lo que necesitan.
Si esto le pasara a Monsanto con un agricultor de
un país del norte global, el trato sería otro. Nos están dando un trato
de país tercermundista. Los controles de calidad en este caso no los
aplican, no les importa. Yo vi el fruto de
esa semilla que plantó Riquelme y era muy diferente al Braco. Lo
ocurrido es un llamado a que los agricultores defiendan sus derechos si
les pasa algo similar”.
Riquelme, coincide:
“Si los afectados son pequeños agricultores, apenas les devuelven lo que
pagaron por semilla. Pero si son empresas grandes que pueden ir a
juicio, asumen otra actitud y pagan también por el daño”.
LA BATALLA LEGAL CONTRA MONSANTO
La demanda de José Riquelme fue interpuesta en 2009 contra la transnacional semillera y la firma comercial Mahuida Ñuble, distribuidora local de semillas Seminis/Monsanto.
En octubre de 2004, José Riquelme invirtió tres millones de pesos en
las semillas de la variedad híbrida de melón Braco. Perdió en primera
instancia su batalla legal para recuperar su patrimonio y su reputación.
En enero de 2013 la jueza Claudia Arenas,del Segundo Juzgado de Letras de Chillán,
salvó a Monsanto “por improcedencia de la acción de la manera que se
planteó”, según la sentencia. En la causa rol C-148-2009 eximió a
Riquelme del pago de las costas reconociendo que tenía razones de sobra para demandar a la transnacional
En el juicio declararon como testigos los agricultores Fernando Toro R, José Arnoldo Ferrada y Guillermo
Riveros. Todos coincidieron en señalar que los melones producidos y
vistos por ellos en el predio, no correspondían a la variedad Braco y
habían sido comprados en la comercial Mahuida, distribuidora oficial de
Seminis/Monsanto.
UNA JUEZA PRO MONSANTO
Mahuida Ñuble, la distribuidora que vendió la semilla de mala calidad, representada
por Rodrigo Quezada Valdebenito, nunca compareció como demandada. La
sentencia afirma: “la causa se tramitó en rebeldía de la demandada
Sociedad Comercial Insumos y Productos Agropecuarios Mahuida Ltda.”.
Pero la jueza Arenas nada hizo al respecto. Para Guillermo Riveros “la empresa Mahuida debería
haberse sumado a la demanda de José Riquelme. Su no comparecencia
indica duda sobre su rol, o bien que hay pagos que les están haciendo
para que no hable”.
Por su parte, Riquelme
considera insólito que Monsanto, que en enero de 2005 adquirió Semillas
Seminis, haya sostenido en la corte que no es parte del contrato
firmado por Riquelme con esa distribuidora de su semilla, y desconocido
su vínculo con Mahuida. Porque Monsanto Chile es la continuadora legal –
tiene el mismo rut- de la empresa Semillas Seminis. “Si yo le compro un
vehículo Chevrolet a una distribuidora, el fabricante es el que
responde por las fallas, en este caso tiene que ser igual”, sostiene
Riquelme.
Desde 2005, Monsanto/Seminis
sacó de su catálogo la variedad Braco. Reconoció de forma implícita que
el híbrido llamado Braco no era homogéneo y estable, requisitos que
son necesarios para registrar (patentar) una variedad frutal según los
convenios internacionales, y así poder cobrar por la semilla certificada
y registrada, la millonaria suma.
Hay muchos ejemplos a
nivel global de las consecuencias que para pequeños agricultores ha
tenido estar cerca de Monsanto, que los lleva a juicio por producir sin
pagarle royalties por sus semillas transgénicas. Aunque los cultivos
transgénicos de Monsanto son los responsables de contaminar los
cultivos convencionales, convirtiéndolos en transgénicos, como la
semilla transgénica está patentada, en los países europeos y de América
del Norte, regidos por el Convenio UPOV 91, Monsanto puede demandar por no pago del derecho de royalty.
PAGO DE PATENTES Y USO DE HERBICIDAS
Hasta el año 2007, esta transnacional había entablado demandas por no pago de patentes contra 57 agricultores por
un monto total de US$21.583,431, según datos del Center for Food Safety
de Estados Unidos. Este año la Corte Suprema de Estados Unidos acaba de
fallar a favor de Monsanto en una causa similar.
Los monocultivos de
maíz y soya transgénicos, con uso intensivo de herbicidas venenosos como
el Roundup, contaminan la tierra y el agua, causan malformaciones
congénitas y enfermedades crónicas a las familias que viven cerca de las
plantaciones. Así van imponiendo un tipo de agricultura tecnificada sin
agricultores, obligados a emigrar.
El Tribunal de los Pueblos
enjuició y condenó a Monsanto y otras transnacionales productoras de
plaguicidas y semillas, por violaciones a los derechos humanos de los
campesinos y campesinas, en un juicio llevado adelante en India en 2012,
con testigos de cargo de Asia y América Latina Sin embargo esta
corporación, que controla el mercado global de semillas híbridas y
transgénicas, se ha jactado este año de alcanzar las mayores ganancias
de su historia.
EL CONTROL DE LA SEMILLA
El agricultor chillanejo José Riquelme reitera que “yo demandé a
Monsanto pensando en todos los agricultores. Lo que ocurre hoy es que
los campesinos hemos perdido nuestras semillas originales y estamos
obligados a comprarle a Monsanto (Seminis). Yo sé que si siembro
melón Cantalupo, que es una variedad de acá, nuestra, voy a cosechar
melón cantalupo. En cambio si siembro un híbrido de Monsanto, no sé si
la variedad va a ser la que dice el envase. La empresa no se
responsabiliza por los resultados de las semillas que vende”.
Interrogamos al
dirigente gremial de BioBio Orgánico para clarificar con qué tipo de
semilla están produciendo hoy la pequeña agricultura campesina en Chile y
el grado de dependencia que existe respecto de los proveedores. Riveros
explica: “La mayoría de los productores de cultivos convencionales,
antes guardaban su propia semilla. Pero hace ya décadas que el Estado, a
través de Indap, y los Prodesal, los organismos que tienen como misión
apoyar la agricultura familiar campesina, le indican al productor qué
semilla tiene que comprar, dónde y a qué precio. Indap los subsidia pero
los ‘amarra’ al paquete tecnológico, o sea a la semilla híbrida
(“mejorada”), que va acompañada de un plaguicida para el plan de manejo que el agricultor tiene que cumplir“.
¿Y cómo obtienen semilla los productores orgánicos y los agroecológicos?
- En el caso de los
agricultores orgánicos, desconozco estadísticas. Hay un porcentaje alto
que guarda la semilla, pero no estoy en condiciones de cuantificar. Los
productores agroecológicos, que no tienen monocultivos, guardan e
intercambian semillas; se hacen nexos entre regiones, y se mantiene así
la semilla tradicional. No existe un recuento oficial de estas
prácticas. En el caso de los productores orgánicos, la mayoría produce
frutales por tanto no se les presenta habitualmente el problema de la
semilla. En el caso de las hortalizas orgánicas, tienen que producir sus
propias semillas o comprarlas con autorización de una empresa
certificadora, que exige que sean orgánicas, es decir no pueden haber
sido tratadas con fungicidas. Si un agricultor orgánico hubiera comprado
una semilla desinfectada con sustancias químicas, eso se considera un
retroceso y él entraría a una etapa de transición, vuelve al año cero y
tiene que esperar 3 años para que la producción derivada de ese tipo de
semilla pueda volver a ser certificada como orgánica.
¿Cuáles son los riesgos de este control de la semilla por una transnacional?
- El hecho de tener en
una sola mano cerca del 93% de la semilla mundial hace que la
alimentación humana en general pase a estar en peligro de dependencia.
La alimentación debería ser asegurada para la totalidad de la población y
no estar en manos de una transnacional que mañana puede manejar
financieramente todo y ordenar qué tenemos que comer. Hay una falta de
libertad y un riesgo para la salud derivado de ese control de los
alimentos. Este es un problema global de los que vivimos en este
planeta. Hay un manejo unilateral de los alimentos, los sistemas productivos y el futuro, protegido
por un sistema globalizado en que los países no tienen mucho que decir,
ya que las decisiones las toman órganos como el Banco Mundial y la
Organización Mundial del Comercio.
Después de su fracaso
productivo con Monsanto, José Riquelme opina: “Lo mejor sería que el
campesino tuviera y reprodujera su propia semilla. Así se gastaría menos
y tendría mejor salud, no dependeríamos de las empresas ni de los
fármacos. Para tener buena salud hay que tener sobre todo una
alimentación sana. Necesitamos un gobierno que apoye una agricultura
libre de químicos y transgénicos. Las prácticas de Monsanto ponen en
peligro la seguridad alimentaria, ya que si en un año ellos vendieran
semilla defectuosa de una misma hortaliza a todos los productores, habrá
cero producción de ese alimento, habría que importarlo, y eso va a
repercutir en el precio de esa hortaliza y finalmente en el bolsillo de
los consumidores. Los chilenos que no puedan comprar ese producto por su
precio, van a tener problemas nutricionales serios. La falta de
zanahoria en la dieta, por ejemplo, tiene consecuencias en la salud de
las personas, y lo mismo ocurre con otras verduras”.
EL SAG Y LOS TRANSGÉNICOS
Guillermo Riveros
tiene una preocupación adicional: “Quizás incluso si alguien compra a
Seminis/Monsanto semillas híbridas de maíz, raps, soya, remolacha o
zapallo, esas semillas podría venir contaminada con transgénicos de esos
cultivos, sembrados para exportación de semilla en Chile. Y otra fuente
de posible contaminación son las siembras experimentales de nuevos
transgénicos de distintas especies que muchas veces no son informadas
oportunamente. No sabemos en esta temporada qué se está sembrando, nos
enteramos después, con los hechos consumados. Al enterarnos que a
comienzos de mayo una partida de maíz exportada desde Chile a Alemania fue devuelta por estar contaminada con maíz transgénico de Monsanto,
vemos que SAG deja mucho que desear. Al problema de calidad en el que
se centra la demanda de nuestro asociado, se suma el riesgo de
contaminación por transgénicos. SAG no está protegiendo la semilla
convencional. No sabemos si esa falta de control es generalizada y si
fuera así, los cultivos orgánicos, agroecológicos y convencionales de maíz,
soya, raps, remolacha, zapallo o cártamo, especies de las cuales ya hay
cultivos transgénicos en Chile, así como los cultivos de los parientes
silvestres de esas especies, podrían estar siendo contaminados por las
variedades transgénicas mencionadas”.
¿Y cuál es la salida a este cuadro tan amenazador?
- Organizarse para
levantar el tema de la soberanía alimentaria, del derecho que tenemos
los pueblos y los y las ciudadan@s a decidir qué alimentos vamos a
producir, y cómo lo vamos a producir, de acuerdo a nuestra cultura y
necesidades. Si no queremos que el mundo reviente, la soberanía alimentaria debe ser
un tema a discutir por los pueblos, desde las comunidades hasta las
instituciones y entidades del Estado. Tiene que haber regulaciones
adecuadas, hay que hacerle un párele a la desregulación y el Estado debe
tener una voluntad de cambio, porque con la alimentación no se juega.
El poder de la gente tiene que emerger desde la base para garantizar que
nuestra semilla y nuestros alimentos se protejan de manera real sin
importar las presiones que ejerzan Monsanto y las transnacionales”.
UN AGRICULTOR CON TRADICIÓN FAMILIAR
José Riquelme (52
años) es casado, y tiene una hija de nueve años, Florencia. Es el
tercero de diez hermanos, y su padre era hortalicero. En la familia
sembraban cebolla, maíz y remolacha. Cuatro años después de su fallido
debut como exportador de melón Braco, está plantando cebollas cuyos
plantines vende a otros productores quienes –lamenta- no son orgánicos.
“El Estado debería comprar nuestra producción, asegurar que los niños de
las escuelas abastecidas por JUNAEB y los hospitales, tengan alimentos
sanos, tendríamos alimentos más saludables y habría en consecuencia
menos problemas en salud pública,” opina.
Riquelme se convirtió a la agricultura orgánica en los años 90, después de ser hospitalizado por intoxicación aguda con el insecticida clorpirifos,
que aplicaba a sus cultivos. Se capacitó en producción agroecológica y
desde entonces ha participado en diversas giras tecnológicas a Holanda,
Alemania y Cuba. El año 2004 vivió la experiencia de la Feria Orgánica de Tokio BioFach y su futuro como exportador de productos sanos, parecía asegurado.
DICOM Y UN PADRE ARRUINADO
Con su hija Florencia recién nacida, el año 2004, después de la fallida cosecha José Riquelme se vio de pronto en el registro
de DICOM, con cheques protestados, e incapacitado de continuar
trabajando como productor agrícola. Por eso en la demanda solicita
indemnizaciones por daño emergente, lucro cesante y daño moral, por un
total de $170 millones de pesos.
En años anteriores el agricultor había exportado cebolla y
zapallo orgánicos. Se había comprometido a exportar 12 mil cajas de
melones verdes Braco (piel de sapo) a Alroprim, una sociedad comercial
de Perpignan, Francia. Pronto vio que la mayoría de los melones no eran
Braco.
En marzo de 2005 Rubén
Albornoz, gerente comercial regional de Seminis, y José Miguel
González, genetista de esa empresa, visitaron la plantación ubicada en
Las Coles, cerca de Chillán, a pedido de Riquelme, constatando lo
ocurrido. El agricultor presentó como prueba al tribunal, el “acuerdo y
finiquito” por 15 mil dólares presentado por Albornoz luego de la
visita, que no fue firmado por el afectado por insuficiente. Seminis
reconoció la oferta en un juicio criminal previo que se hizo en 2007
sólo para probar los hechos.
Además del gasto en
las semillas, Riquelme había invertido en arriendo del predio y de un
packing; en riego por goteo, mulch, guano rojo, control biológico de
malezas y mano de obra. Un informe técnico cifra las pérdidas en 70
millones de pesos con 98% de falla de la variedad Braco. La empresa
francesa le había notificado que la pérdida ocasionada por el no envío
de los melones alcanzaba a 120 mil euros.
LECCIONES APRENDIDAS
“Chile debería ser
orgánico 100%, y sacaría los mejores precios por su producción de
alimentos. La agricultura tradicional no puede ser agricultura
extensiva, no puede competir en ese terreno. Hay que producir alimentos
de calidad, libres de químicos y transgénicos. Para salir de la pobreza,
un pueblo debe dedicarse a resolver su alimentación. Si no lo tiene
resuelto, no puede llegar a ser desarrollado”, sostiene Riquelme, que ha
seguido autocapacitándose en métodos de producción agroecológicos que no dañan al medio ambiente.
Su desastre fue con
semillas híbridas, pero él también sabe que Monsanto produce además
semillas transgénicas. Y destaca que el investigador francés Gilles Séralini
ha hecho estudios que muestran lo que pasa con las semillas
transgénicas que vende Monsanto: las ratas hembras alimentadas con maíz
transgénico y Roundup mueren un
año antes que las alimentadas con maíz convencional. Afirma: “Si hay
dudas en estos productos, deberían abstenerse de autorizarlos. El efecto
tiene que ver tanto con la transgenia y los cambios de ADN que se
producen en la planta, como con el herbicida Roundup. En los cultivos
transgénicos los químicos siempre van de la mano con la semilla
manipulada genéticamente, se vende el paquete completo”.
¿Cree que la justicia chilena puede actuar sin dejarse amedrentar por Monsanto?
- Tengo muchas dudas.
En otros países es evidente el tremendo poder que tiene esta
transnacional. Cuando se toman acciones en su contra, amenaza con
retirar sus productos del mercado, como lo ha hecho en Argentina por el
problema de los royalties, o en Brasil. En Estados Unidos logra hacer
leyes que le favorecen directamente.
Lucía Sepúlveda
El Ciudadano
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