“La sociedad de la postdictadura no ha estado desideologizada”
El sociólogo Ivan Pincheira nos
cuenta por qué la seguridad ciudadana, entrega de bonos y encuestas de
Felicidad son claves para el neoliberalismo. Frente a las subjetividades
que oscilan entre el miedo a la delincuencia y la gestión de las
emociones, el investigador apuesta por “la posibilidad de constituir
nuevas subjetividades que se abren las posibilidades de transformación
del modelo”.
El paso del tiempo permite ajustar la
perspectiva para intentar explicar los profundos cambios en la sociedad
chilena que provocó el neoliberalismo aplicado en Chile, ya sea por la
dictadura de Pinochet o los gobiernos de la Concertación (incluido el de
Sebastián Piñera). Hoy el ensayo del modelo económico mentado por
Milton Friedman y sus secuaces chilenos está siendo revisado desde
diversas disciplinas.
Una contribución a este abrir de ojos es
dada por Ivan Pincheira Torres, sociólogo, Doctor en Estudios
Americanos e Investigador del Departamento de Sociología de la
Universidad de Chile. Dedicado en el último tiempo a analizar la
incorporación de los ámbitos emotivos en la gestión de los gobierno
postdictadura, como el índice de Felicidad medido en la reciente
encuesta Casen, Pincheira sospecha que la gestión de las emociones
apunta a garantizar la adhesión ciudadana al neoliberalismo, modelo que
“tiene el imperativo, antes que producir cosas, de producir sujetos”.
Además, Pincheira da luces sobre la
articulación entre la seducción de la promesa de felicidad con el
disciplinamiento que generan los discursos del miedo a la delincuencia;
hace un análisis de la transición y la lógica que argumentaba que un
exceso de democracia significa un déficit en la gobernabilidad,
horizonte normativo de la postdictadura; y explica porqué la política de
entrega de bonos en educación o en vísperas de procesos eleccionarios,
están al centro de la modalidad de gobierno neoliberal.
¿Cómo los ‘gestores’ de la transición vieron a los movimientos sociales?
- Los gestores de la transición no
concibieron ninguna forma de incluir la participación de los movimientos
sociales en el periodo que se iniciaba. Un factor determinante de dicho
proceso de exclusión lo constituyen los denominados discursos
transitológicos. Tal como fue conceptualizado por las ciencias sociales
chilenas de los años 80’: la transición a la democracia constituye un
escenario apto para los partidos, no para los movimientos sociales. Es
así que estos discursos legitimarán las acciones gubernamentales que,
justificándose en el temor a la inestabilidad social, irán evacuando del
espacio público a las prácticas de acción colectiva vigentes en los
inicios del periodo de la transición.
¿Qué espacio se dio a la sociedad civil desde esta lógica?
- El proceso de la transición no
reconoció ninguna forma de participación política que no estuviese
supeditada a la institucionalidad del sistema partidista. En definitiva,
negó capacidad de acción política por parte de la sociedad civil.
Siendo partícipes de este proceso, ya sea, producto de la rigidez de
sus marcos teóricos o por sus particulares visiones políticas o,
directamente, por el compromiso doctrinal con los gobiernos que se
iniciaban, cualquiera sea el caso, desde estas lecturas transitológicas
no se consideró dar continuidad a las experiencias organizativas aún
existentes al término de la dictadura.
LA ‘GOBERNABILIDAD’
Un concepto repetido es el de la
‘gobernabilidad’, una obsesión de Ricardo Lagos ¿Podrías hacernos una
breve genealogía del termino?
- Originalmente ligada a los círculos
conservadores norteamericanos, este concepto aparece por primera vez en
la ciencia política en 1975 en una publicación de la ‘Comisión
Trilateral’. En el documento titulado “Informe sobre la gobernabilidad
de las democracias”, se plantea un serio cuestionamiento a las
aspiraciones democráticas de los movimientos sociales. De esta forma las
movilizaciones sociales de ahora en adelante serán vistas como signo de
una crisis de los instrumentos de autoridad, así, la participación
ciudadana se vio como peligrosa, particularmente en países
subdesarrollados como el nuestro. En definitiva, y como indicará la
comisión trilateral: un exceso de democracia significa un déficit en la
gobernabilidad.
¿Cómo se expresó este miedo al exceso de democracia?
- La importación del concepto de
gobernabilidad a Latinoamérica se produce hacia finales de los años
80’, precisamente en el momento cuando se buscaba, por un lado, evitar
la regresión a gobiernos autoritarios y, por otro, avanzar en la
consolidación de sistemas democráticos. En este contexto, para el caso
chileno, al igual que en el caso de las teorías de la transición, el
concepto de gobernabilidad desempeñará un papel relevante en la
conformación de la política de los consensos. En este sentido,
proporcionando el sustrato ideológico a los gobiernos de la
Postdictadura, desde las doctrinas de la gobernabilidad, por ejemplo, se
le atribuirán cualidades estabilizadoras al, intrínsicamente
excluyente, sistema electoral binominal. De igual manera, la
desmovilización de la ciudadanía será vista positivamente como la
des-ideologización de la sociedad.
Tal como lo entendía el ex ministro
Edgardo Boeninger, exponente de la doctrina de la gobernabilidad, el
respeto a la Constitución 1980 garantizaría la estabilidad política
necesaria para asegurar el desarrollo económico; todo lo cual redundaría
en la paz social. Sin embargo, hoy día la doctrina de la gobernabilidad
ha sido fuertemente cuestionada. Así, por ejemplo, el también ex
ministro Ricardo Solari, a propósito de las movilizaciones
estudiantiles del 2011, sostendrá que el paradigma de la gobernabilidad,
que fuera el horizonte normativo de la Postdictadura, se encuentra hoy
en día en jaque.
Con todo, la doctrina de la
gobernabilidad ha sido superada por los acontecimientos protagonizados
por las mismas organizaciones sociales a las que, tan decididamente, se
les intentó invisibilizar. Ciertamente la noción de gobernabilidad puede
ser objeto de redefiniciones, sin embargo, lo que resulte de ese
proceso de revisión será algo muy distinto de lo que dicha doctrina ha
sido hasta ahora.
¿Qué implicancias tenemos hoy del proceso de desideologización de la sociedad aplicada en los 90?
- Durante los 90’ siempre hubo
ideologías circulando. Allí tenemos los discursos transitológicos y los
de la gobernabilidad que, tal como ha quedado en evidencia, son
construcciones ideológicas que responderán a una determinada matriz de
sentido; desde la cual, en último término, se planteó la necesidad de
excluir a las organizaciones de la sociedad civil del pacto de la
transición. La sociedad Postdictadura no ha estado desideologizada. Por
el contrario, todos hemos sido constantemente estimulados en adscribir
unos determinados puntos de vistas; siempre acordes con la reproducción
de la institucionalidad política diseñada en dictadura y, así también,
del modelo económico neoliberal.
DE LA SEGURIDAD NACIONAL A LA SEGURIDAD CIUDADANA
¿Nos podrías explicar el paso de las doctrinas de seguridad nacional a las de seguridad ciudadana?
- Siendo parte del imaginario social del
Chile de la Postdictadura, será recurrente la criminalización de las
expresiones de protesta. Los antecedentes de estos discursos
criminalizadores podemos ubicarlos en los tiempos del gobierno militar.
En el marco de la vigencia de la doctrina de la seguridad nacional,
bajo la lógica del enemigo interno, será recurrente la utilización de
las categorías de terrorista o de subversivo para referir a los
integrantes de las organizaciones sociales que, en última instancia,
obligarán a poner fin a la dictadura.
Hay un cambio en la noción de ‘enemigo interno’ a partir de los ’90…
- La lógica criminalizadora no
concluirá. A partir de los 90’, dando cuenta de una nueva definición de
enemigo interno, se transitará desde la doctrina de la seguridad
nacional a la doctrina de la seguridad ciudadana. Constantemente
difundida por los medios de comunicación, la seguridad ciudadana será
una noción fundante del modelo de control social de la Postdictadura. En
estas circunstancias, al igual que en el tratamiento dispensado al tema
de la delincuencia, polarizando a la sociedad entre los buenos y los
malos, evitando abordar las causas estructurales que condicionan su
emergencia, a través de los discursos de la seguridad ciudadana se
buscará, hasta hoy día, vincular las prácticas movimentista al delito y a
la violencia.
¿Cuál es la constante entre ambas?
- De manera similar a lo ocurrido en el
caso del concepto de seguridad nacional, desde un comienzo la noción de
seguridad ciudadana será utilizada para criminalizar las acciones de
protesta. Cada vez que las organizaciones sociales han ocupado los
espacios públicos para hacer manifiestas sus propuestas y demandas,
desde las esferas de gobierno se buscará vincular dichas expresiones al
plano de lo delictivo. Negando los contenidos elaborados desde las
organizaciones sociales, evitando discutir los condicionantes
estructurales que motivan el surgimiento de las acciones de protesta, en
sintonía con los discursos de la seguridad ciudadana se intentará
reducir las manifestaciones sociales al ámbito del desorden público.
Será en este contexto que se implementarán medidas tales como la Ley
Hinzpeter que busca penalizar las manifestaciones sociales; la cual ya
fue aprobada por, fíjate bien, la comisión de Seguridad Ciudadana de la
Cámara de Diputados.
En definitiva, en el tránsito de la
doctrina de la seguridad nacional a la doctrina de la seguridad
ciudadana, lo que surge como una constante es la utilización del miedo
por parte de las agencias de gobierno. Esta conclusión no es ninguna
novedad dentro de las ciencias sociales chilenas. Así, pues, al
describir los procesos sociales de los 90’, Robert Lechner, quien fuera
director del PNUD, constatará la existencia de campañas del miedo que
buscan instrumentalizar y apropiarse de los temores para disciplinar a
las personas.
LA FELICIDAD DE LA POBLACIÓN COMO OBJETIVO POLÍTICO
¿Por qué consideraste que la felicidad es un tema a analizar?
- Al igual que en el caso del miedo,
aunque remita a una manifestación emotiva diametralmente opuesta, la
felicidad también será objeto de gestión gubernamental. La búsqueda de
la felicidad es una de las mayores búsquedas del ser humano y también
puede serlo de un país; éstas parecieran ser las premisas a partir de
las cuales dicha emoción ha llegado a constituirse en una de las
principales metas a alcanzar por los actuales programas de gobierno.
Esto es lo que se logra advertir a partir del interés demostrado por el
ex presidente francés Nicolás Zarkozy, o el actual primer ministro
británico David Cameron, así también organismos como la OCDE y la propia
ONU, en orden a disponer de instrumentos estadísticos que permitan
conocer los niveles de felicidad de la población.
¿Cuál es la importancia de analizar la felicidad en la actual gestión gubernamental?
- Tal como se ha planteado desde
distintas instancias gubernativas, y al igual como se sostendrá desde
el gobierno chileno de Sebastian Piñera, a partir de los niveles de
bienestar subjetivo, satisfacción o felicidad declarados por las
personas en áreas tales como, por ejemplo, salud, educación, vivienda o
familia, se procederá al redireccionamiento de la política pública
estatal. De esta forma, más allá de discutir la validez de estas
mediciones de felicidad, lo que interesa destacar es la incorporación
de los ámbitos emotivos dentro de la esfera de los problemas de
gobierno. Dicho de otro modo, junto a los aspectos estructurales, los
aspectos subjetivos de las personas se constituyen en un reconocido
objeto de gestión gubernamental. En definitiva, lo que constatamos es
que a través de la gestión de los procesos emotivos se persigue generar
las condiciones propicias que aseguren escenarios de gobernabilidad,
todo ello tendiente a la reproducción de un determinado modelo de
sociedad. En nuestro caso, el modelo de sociedad neoliberal.
¿Cómo se complementan hoy en la
actual gestión de gobierno neoliberal las prácticas estatales con las
acciones de los grupos económicos privados?
- Lo primero es comprender que el
término gobierno no está restringido solamente a la acción estatal, más
bien refiere a todos los esfuerzos, incluso los desplegados desde las
redes de comercio, que buscan gestionar la conducta de los individuos.
La noción de gobierno, entonces, hace referencia a los esfuerzos
desplegados desde distintos ámbitos que buscan conducir las conductas
de las personas. De este modo, en los actuales regímenes neoliberales de
gobierno, se hace patente la integración existente entre las acciones
estatales y las acciones emprendidas por los grupos económicos privados.
En este contexto, a través de
estratégicas acciones de marketing que actuarán en función del
posicionamiento de una imagen de marca, desde las prácticas
empresariales se buscará intervenir en las conductas de las personas a
través de la gestión de las emociones. Dentro de este orden de cosas,
será precisamente la felicidad una de las principales emociones
movilizadas por la operaciones de marketing; todo ello con el objetivo
de persuadir a los consumidores en sus opciones de compras. A
este respecto vasta ver la serie de anuncios publicitario estructurado a
partir del concepto de felicidad. Un ejemplo gráfico lo representa el
Instituto Coca-Cola de la felicidad.
LOS BONOS COMO POLÍTICA
¿Es la entrega de bonos (voucher), como forma de gobierno, una política neoliberal?
- Teniendo siempre como objetivo
proporcionar bienestar, satisfacción y felicidad en la población, la
política de entrega de cheque, bonos o vouchers se ubica al centro de la
modalidad de gobierno neoliberal. Constituyéndose así en una de las
medidas que plasma aquella concepción según la cual se reclama la no
intervención de ningún agente que pudiese distorsionar el libre
desenvolvimiento de las fuerzas del mercado. Será así que el aparato
estatal, en su rol subsidiario, solamente podrá intervenir cuando las
personas se encuentren por debajo del umbral que les permita el acceso
al consumo.
Además de su efecto en los procesos eleccionarios.
Junto con proporcionar evidentes réditos
electorales a los promotores de este tipo de iniciativas, la entrega
de bonos se ha establecido como uno de los mecanismos más utilizados
desde la política pública neoliberal chilena. Sin embargo, no resolverá
en ningún caso las causas estructurales que explican la situación de
pobreza en que se encuentra un segmento importante de la población. Es
por esto que, aunque representa una práctica de gobierno con un marcado
sello de responsabilidad social, no obstante, la entrega de bonos
responderá sobre todo al sustrato doctrinario más profundo del proyecto
neoliberal.
¿Qué relación podemos establecer entre los bonos entregados por el Estado y un mercado desregulado?
- La entrega de cheques o de bonos es
una medida de carácter global, en estos términos se buscará, a través
del traspaso de fondos pertenecientes al presupuesto de la nación,
fomentar la capacidad adquisitiva y el consumo de las personas,
permitiendo así que el sistema económico en su conjunto pueda continuar
funcionando. Es indudable el alivio que significa para cualquier familia
de escasos recursos el otorgamiento de este tipo de beneficios: dinero
en efectivo para el exiguo presupuesto familiar. Del mismo modo,
también es cierto que, visto en su totalidad, una parte de estos
recursos beneficiarán a otro importante sector de la población: aquel de
pequeños y medianos empresarios, igualmente perjudicados por los
continuos ciclos de crisis que vienen afectando al país, la región y al
mundo en general. No obstante lo anterior, en un escenario nacional
caracterizado por unas relaciones de mercado fuertemente monopolizadas
por grupos económicos que mantienen el control privado en diversas áreas
tales como salud, educación, medios de comunicación, cadenas de
supermercados y farmacias, la entrega de cheques y bonos participa de
aquellas prácticas gubernamentales que permiten el trasvasije de
recursos públicos al sector privado.
DE LAS POLÍTICAS DE LA CONDUCTA A CONSTITUIR NUEVAS SUBJETIVIDADES
¿Qué características tiene la política de la conducta a principios del siglo XXI?
- Al momento de caracterizar las
modalidades a través de las cuales operan las actuales prácticas de
gobierno debemos advertir que, junto a las acciones de carácter
estructural, que dicen relación con medidas que apuntan a intervenir a
nivel de las instituciones sociales, los procesos subjetivos de las
personas también se conformarán en un campo de intervención
gubernamental. De esta manera, entonces, más allá de un sujeto racional,
podemos concluir que será en torno al reconocimiento de un sujeto
emotivo que se conformarán los vigentes programas de gobierno.
¿Teniendo en cuenta que será
sobre el plano subjetivo que se despliegan las actuales prácticas de
dominación, cuales crees que son las nuevas formas de lucha que surgen a
partir de esta experiencia?
- El objetivo último de toda práctica de
gobierno es proporcionar las condiciones que permitan asegurar la
reproducción del sistema social. Para el caso chileno las contemporáneas
prácticas gubernamentales buscarán asegurar la reproducción del
sistema neoliberal. A estos efectos, tendiente a garantizar la adhesión
ciudadana al proyecto de sociedad neoliberal, la gestión de los procesos
subjetivos y emotivos se convertirá en un tema de atención
permanente por parte de las actuales modalidades de gobierno. Acá se
juegan las posibilidades de establecer su hegemonía. Es por este motivo
que en el neoliberalismo se tiene el imperativo, antes que producir
cosas, de producir sujetos. Que logre o no producirlos a la exacta
medida de sus requerimientos es, justamente, lo que configura las luchas
sociales contemporáneas.
Es por esto que una vez que constatamos
que será el modelamiento de la subjetividad uno de los objetivos
primordiales de la gestión neoliberal de gobierno, ya sea, seduciendo
desde la promesa de felicidad o disciplinando desde los discursos del
miedo a la delincuencia, de inmediato podemos constatar que será a
partir de la posibilidad de constituir nuevas subjetividades que se
abren las posibilidades de transformación del modelo neoliberal.
¿Qué espacio cabe a lo subjetivo en este proceso?
- Ciertamente es en el espacio
estructural, de la constitución política, del sistema electoral, del
modelo educacional, del sistema de salud pública, por citar algunos
ejemplos, que deben concretarse los cambios propuestos por los sectores
críticos al neoliberalismo. Sin embargo, dichos procesos de
transformación encuentran su espacio de sostenimiento en las nuevas
subjetividades que puedan venir emergiendo. Por este motivo las
organizaciones sociales críticas al programa neoliberal no pueden dejar
de considerar la relevancia de los procesos subjetivos. Es desde este
lugar que las personas se explican y relacionan con el mundo. Son desde
procesos subjetivos que surge la opinión individual que luego,
transformada en opinión pública, va generando los espacios de
sociabilidad necesarios para sostener los cambios estructurales que en
el Chile de hoy se están demandando.
Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano
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