lunes, 24 de diciembre de 2012

Iglesia y Estado: ¿Una separación real? La práctica religiosa en Chile es privada. No corresponde hacerlo en oficinas del Estado, dice destacado historiador

Por Javier Insulza
La entrega de rosarios y de la Novena del Trabajo de Escrivá de Balaguer al momento de ser despedidos, o la presión social para que la gente utilice su hora de almuerzo para rezar en el mes de María, especialmente si se hace al interior de las oficinas públicas, ponen en duda que se practique la constitucional separación de ambas instituciones.
Hace pocos días finalizó la celebración del mes de María, en que durante un mes, entre el 8 de noviembre y el 8 de diciembre, los católicos se reunieron a rezar y celebrar a la madre de Jesucristo. Por cierto, el mes no es accidental, concluye el día de la Concepción, es decir, cuando la virgen habría concebido al hijo de Dios.

Quizás usted se acaba de enterar de esto, no por ser inculto, sino por no ser católico o no interesarle el tema de la religión. Sin embargo, no todos han tenido esa oportunidad en nuestro país; más específicamente en el sector público y con mayor detalle aún, en el ministerio de Agricultura.

Resulta que en esa repartición pública se habilitó una sala en el cuarto piso para quienes "quisieran ir a rezar a la hora de almuerzo". Entre los asiduos a la cita se encontraban el ministro Luis Mayol y todos los altos directivos de este ministerio.

Según lo reconocen ellos mismos, algunos de los asistentes fueron más por la "presión social" que por convicciones. Y no es de extrañar, más aún cuando el Presidente Piñera suele incluir a Dios en prácticamente todas sus intervenciones públicas e incluso su señora envía una señal pública al inaugurar, junto al ministro Larroulet, las celebraciones del mes de María.

En este contexto es que parece válido preguntarse: ¿Están separados en la práctica la Iglesia y el Estado?

200 años de historia

"Que exista la separación entre Estado e Iglesia no significa que haya desconocimiento, ni mucho menos enemistad, entre ambos. Es fundamental distinguir entre la sana laicidad del Estado, por la que éste se mantiene neutral en las cuestiones religiosas, facilitando que sean los ciudadanos quienes expresen libremente su sentir religioso en la vida social, y el laicismo de Estado, por el que éste se arrogaría la facultad de coartar la expresión social de la vida religiosa, inmiscuyéndose por tanto en ésta", señaló en un discurso en el salón de honor de la Pontificia Universidad Católica de Chile el Cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, con ocasión del bicentenario de la República de Chile en 2010.

Es decir, el segundo hombre del Vaticano admite lo obvio, la separación legal, pero, al mismo tiempo, pide que no se coarten los sentimientos religiosos de la gente. Hasta ahí no habría problema, de no ser porque una cosa es libertad religiosa y otra que ésta se desarrolle en los lugares públicos.

Pero Bertone tiene razón. En Chile la separación de la Iglesia y el Estado ocurrió oficialmente en 1925 y la carta magna de 1980 mantuvo dicha división al consignar textualmente en número 6to del artículo 19:

"La libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público. Las confesiones religiosas podrán erigir y conservar templos y sus dependencias bajo las condiciones de seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas".

Y agrega: "Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes actualmente en vigor. Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un culto, estarán exentos de toda clase de contribuciones".

Sin embargo, hasta 2011 las sesiones del Congreso se iniciaban "en nombre de Dios". Recién desde 2012 se abren "en nombre de Dios y la Patria".

Pese a ello, el diputado democratacristiano Jorge Burgos es de la opinión que esta división es un tema superado: "Lentamente, pero sí se ha hecho y hay hitos que fueron estableciendo con mayor fuerza dicha separación, incluso en la década de los ‘90 y antes, que cerraron el tema".

Postura similar tiene el ex embajador de Chile ante el Vaticano, Javier Luis Egaña. "Antes, cuando el Estado estaba unido a la Iglesia, había una actividad mucho más proactiva en materias en las que hoy no se meten".

Tipos de laicismo

Hasta aquí hemos resaltado la claridad que establece legalmente la separación del credo y el Estado. Sin embargo, persiste la duda sobre la praxis.

El abogado, ministro del Tribunal Constitucional y ex ministro secretario General de la Presidencia en el gobierno de Michelle Bachelet, José Antonio Viera-Gallo, cree que en la práctica el tema ha sido más difícil de lo esperado. "Ha costado que se incorporen pastores evangélicos a las fuerzas armadas, pero se logró", dice.

El también ex presidente de la Cámara de Diputados recuerda que recién en los gobiernos de Lagos y Bachelet se incorporó un capellán evangélico a La Moneda, quien acompañó al representante de la Iglesia Católica. A ellos se les debe agregar un nuevo paso dado por el actual ejecutivo, que también incorporó a los judíos.

Lo cierto es que, según cuenta Viera-Gallo, hay dos tipos de laicismo. El tipo norteamericano, que es como el que se practica en Chile, donde cada uno puede profesar su religión como quiera y, al ser la mayoritaria, el catolicismo se nota más. La otra es la visión francesa, que es más radical y consiste en prohibir todo tipo de mensaje religioso en temas del Estado.

"Lo que se impuso en la ley de organizaciones religiosas chilena es más bien la visión norteamericana, que es asumir la creencia de todo el mundo", explica Viera-Gallo, quien agrega que "en el Congreso Nacional hay una capilla que en la práctica es católica, pero más en estricto rigor es ecuménica".

Podemos ver distintas posiciones sobre cómo enfrentar esta separación. Viera-Gallo recuerda que "en navidad se hace un pesebre en La Moneda y se realiza un rito ecuménico. Para compensar ese hecho, durante el gobierno de Bachelet se logró hacer también la celebración del Janucá de los judíos, como se hace en Estados Unidos".

El ex parlamentario agrega que "esto sería impensable en Francia, donde no se hace nada. Desde la revolución francesa vino la idea de que las religiones no son un fenómeno público, sino más bien privado y, por tanto, el Estado no debe hacer nada de ninguna religión.

Un país latinoamericano que ha adoptado el sistema francés es México. Desde la Constitución de 1857 que el país azteca se proclamó como un estado laico, lo que fue ratificado en la actual Carta Magna, que data de 1917.

En ese país es obligatorio que todas las iglesias, asociaciones y grupos religiosos estén registrados y se limita la participación de sacerdotes o ministros religiosos en asuntos políticos. Incluso se les prohíbe ocupar puestos de elección popular.

La división entre la Iglesia y el Estado en México fue tan marcada, que las relaciones diplomáticas con el Vaticano recién se retomaron en 1992.

JUNJI en Puerto Montt

El historiador Gabriel Salazar recalca que la separación legal de la Iglesia y el Estado fue proclamada hace tiempo y quedó establecida en la Constitución de 1925. "Pero no hay duda que una buena cantidad de funcionarios cristianos y católicos tienden a mantener prácticas de su religión y en este gobierno ha sido evidente y se ha acentuado", dice.

La preocupación, entonces, se instala en los procedimientos actuales que muestran actividades poco cautas en relación a llevar la religión al lugar de trabajo e incluso intentar sostener alguna suerte de penetración ideológica sobre el resto de los compañeros de labores.

Salazar contó a Cambio21 que recientemente en Puerto Montt conoció casos vivos de esta suerte de intromisión. "En la Junji local despidieron a 19 personas, a quienes, al momento de notificarlas les entregaron un sobre que incluía un rosario y un texto de Escrivá de Balaguer, lo que generó mucha molestia en la Asociación de Funcionarios de dicho servicio, Aprojunji".

Salazar insiste en que formalmente existe la separación de la Iglesia y el Estado, pero resalta que eso no se condice en la práctica. "Pese a la división el Estado entrega apoyo económico a iglesias católicas y a la Universidad Católica en proporción desusada en un Estado laico y habría que preguntarse si hace lo mismo con las otras religiones", plantea.

La resurrección del franquismo

Más allá de la historia y los modelos para llevar adelante la división entre el Estado y el clero, lo cierto es que casos como el planteado por el historiador Gabriel Salazar o lo ocurrido en Agricultura a nadie dejan indiferente y no hay dos opiniones: es un exceso.

"Me parece, respecto de estas últimas prácticas del Gobierno, que es un abuso. La práctica religiosa en Chile es privada, aunque se haga en público, pero no corresponde hacerlo en espacios u oficinas del Estado", recalca Gabriel Salazar, quien concluye ironizando que "es como la resurrección del franquismo".

Similar postura tiene el diputado Jorge Burgos, quien piensa que "todos los ciudadanos de este país tienen derecho a hacer en su hora de almuerzo lo que quieran. Y si durante el mes de María las personas de fe católica quieren ir a rezar no veo ningún inconveniente". Agrega, sin embargo, que "lo que no me parece normal que se haga dentro del establecimiento público, salvo que haya en éste una capilla que pueda ser ocupada para estos fines".

El parlamentario es drástico al abordar el tema de la tolerancia: "Lo que no se puede es pretender que los funcionarios hagan lo mismo. En eso hay un límite y hay que ser cuidadosos. Nada que parezca que uno está obligando a la gente es aceptable".

Para el ministro del Tribunal Constitucional José Antonio Viera-Gallo, "esto de realizar presión social para que todos recen es más una torpeza y un descriterio. Si alguien opta por perseguir a quien no lo siga en rezar sería discriminación y ahí vienen otros problemas".

"Por cierto, también habría un problema al revés, si es que alguien no religioso persiguiera a los que lo son por ese motivo. En suma, no debiese ser tema", concluye el abogado.

El Cuco y la Iglesia

Cambio21 contactó al actual edil de Independencia, Gonzalo Durán, para hablar sobre la conocida religiosidad de su antecesor, el ex boxeador Antonio Garrido (RN), el mismo que se enfrentó con la periodista Carolina Urrejola en directo en el noticiero de la tarde de canal 13 y le dijo que se le iba a aparecer el Cuco.

Durán contó que el auto en el que se movilizaba Garrido estaba lleno de pancartas alusivas a Dios, con frases como: "Dios Te Ama".

Un tema grave con el que se ha encontrado el alcalde Durán es el uso de dineros de la municipalidad para mensajes religiosos.

El nuevo edil relata que gran parte de los monumentales espacios de publicidad de 12 x 4 de la comuna han sido llenados con frases del mismo tenor o con mensajes como: "Dios es más grande que tu problema" y "Jesucristo es el único jefe de esta comuna", los que serán retiradas en el corto plazo, según comentó Durán.

Otro ejemplo que comenta es el relacionado con el programa de alarmas comunitarias, el que se realiza con dineros del fisco y que consiste en tener botones de pánico en las casas y que todos se ayuden cuando exista algún problema. "Al instalar alarmas comunitarias se debe poner un letrero que diga: Casa protegida por programa alarma comunitaria y la instrucción del anterior alcalde de Independencia fue que la frase dijera: Programa de Alarma comunitaria. Sonríe, Dios te ama.

Y los ejemplos continúan. En un terreno municipal se construyó un conjunto de viviendas sociales que, por instrucción expresa de Garrido, se pasó a llamar "Villa de Jesús", lo que podría ser entendible, salvo porque al lado del espacio en construcción se instalaba una de las palomas blancas alusivas al credo del entonces edil.

Consultado sobre las modificaciones que hará, Durán es cauto: "He sido bastante ponderado, pero bastante claro con estas cosas. No cambiaremos los letreros de alarma comunitaria ya puestos, pero se irán modificando las decisiones de futuro".

El edil cuenta que Garrido solía comenzar los concejos diciendo: "En el nombre de Dios y nuestro señor Jesucristo se abre la sesión". Él ha optado por sólo decir: "Se abre la sesión".

"Desde el punto de vista de la relación con los ciudadanos, ellos han mostrado ser muy criteriosos y, al parecer, hemos logrado instalar la idea de no hacer abuso ni imponer una opción religiosa y percibo que lo encuentran razonable", concluye Durán.

FUENTE: CAMBIO 21

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