19 de diciembre de 2012
Trasfondo de la renuncia a la presidencia de RN que no fue
El sombrío diagnóstico de Carlos Larraín sobre el futuro de la derecha
Detrás de la esgrimida
irritación con el gobierno, existe un frío diagnóstico estratégico que
el timonel avizora para su sector. Estudioso de la historia, su temor es
que a la derecha le ocurra lo mismo que pasó terminado el periodo de
Jorge Alessandri en 1964, el que también partió como el gobierno de los
gerentes. En esa ocasión no solamente se perdió la presidencial, sino
que además fueron barridos del Congreso y perdieron su influencia
cultural y mediática. Un proceso que culminó con la UP y los peores
temores hechos realidad.
Si bien la salida del ex
ministro de Justicia, Teodoro Ribera, desencadenó la renuncia, ya
revertida, de Carlos Larraín Peña a la presidencia de Renovación
Nacional, en el partido coinciden en confirmar que ello sólo fue la gota
que rebasó el vaso. Porque la molestia manifestada por el renunciado
timonel en contra de la forma como el Presidente de la República,
Sebastián Piñera y su equipo, han administrado el Estado ha sido
permanente. Su preocupación va más allá de la contingencia, explican en
el entorno del dirigente, por lo que desde hace un tiempo ha planteado
un duro diagnóstico acerca del difícil panorama que amenaza a su sector.
Algo en lo que el actual gobierno es actor privilegiado, pero sin la
fuerza o conciencia para revertir el escenario a su favor.
Aunque no lo ha hecho en grandes asambleas ni mucho menos por la
prensa, en la tienda aseguran que en encuentros o reuniones más acotadas
y en confianza, Larraín ha formulado su drástica hipótesis. Todo parte,
confidencia uno de sus contertulios en algunas de esas ocasiones, con
el resultado municipal. Tras los comicios, el dirigente se habría
lamentado de que “ya se vio un escenario desastroso y el gobierno no
mejora el rumbo”. Lo que también tiene que ver con algunas de las
advertencias, se dice, que ha hecho uno de los vicepresidentes más
polémicos de RN y candidato a senador por Santiago Oriente, Manuel José
Ossandón. En la colectividad insisten en que varias de las críticas que
fueron muy mal recogidas en La Moneda apuntaban justamente a intentar
cambiar el rumbo que ha tomado la actual administración.
Es así que, tal como están las cosas, todo parece indicar que la
primera intención de Larraín con su renuncia es “hacer reaccionar al
gobierno de una vez por todas”, aun cuando las lecturas que se hacen en
su propio partido son, en su mayoría, antojadizas. La preocupación del
senador por el futuro de su sector es conocida. Quienes lo han
compartido sostienen que “de seguir las cosas tal como están, él piensa
que el próximo año va a ser un verdadero desastre para nosotros como
sector”. El hecho de que el 2013 sea un año eminentemente electoral se
está convirtiendo en una desventaja para la derecha, porque dado el mal
resultado municipal y la forma como se está manejando el gobierno, nada
garantiza —habría dicho— un buen resultado parlamentario.
Y la preocupación porque la derecha pudiera perder senadores y
diputados no es banal. De hecho, tiene que ver con algo más profundo
para Larraín: la defensa del modelo y la Constitución de la República.
Si bien a simple vista se ha podido comprobar que el dirigente ha hecho
insignes esfuerzos por evitar cambios profundos y radicales a la Carta
Magna, teme que de cambiar la conformación de las bancadas en el
Congreso, se le podría facilitar a la Concertación la consecución de
algunos de esos anhelos emblemáticos que, desde que encabeza RN, ha
logrado contener.
En un escenario como ese y sumada la ineficiencia del gobierno en generar un trabajo armónico con sus partidos, el timonel de Renovación Nacional presagia que la presidencial también podría estar perdida. En la tienda aclaran que, en todo caso, “don Carlos va a trabajar con todas sus fuerzas para que el gobierno de Piñera se prolongue con Andrés”.
Un espectador de una de las ocasiones en que Larraín hizo alusión a
sus temores, recuerda que respecto de la Constitución, advirtió que si
todo sigue como hasta ahora, la oposición podría ganarle ampliamente a
la derecha en las parlamentarias y que si ello ocurre, “el cerrojo de la
Constitución se nos va a caer y el país se va a ir a la
conchinflina”. Mientras que un cercano al senador admite que,
efectivamente, esa es la razón principal por la que le preocupa un mal
resultado parlamentario en el sector. Suavizando un poco el tema,
sostiene que Larraín visualiza “un escenario complejo si se perdieran
algunos escaños en el Congreso”, porque “eso afectaría negativamente los
quórum”. La misma fuente explica que el polémico dirigente ha hecho una
serie de cálculos que avalan su diagnóstico, “detallado distrito por
distrito”. Sin embargo, hay quienes obviamente discrepan con tan
catastrófica visión. Pues estiman que ya que sus socios de pacto
arriesgan más senadores, seis en la próxima elección, y más disputados;
es obvio que RN que sólo debe reelegir a dos representantes de la Cámara
Alta y casi 20 diputados menos que la UDI, tenga todas las de ganar.
El fantasma de Bachelet
Pero el escenario que bosqueja Larraín no es mucho más optimista para
la presidencial. Quienes lo han escuchado aseguran que le molesta
particularmente que la ex mandataria Michelle Bachelet retarde un
pronunciamiento oficial acerca de si va a ser candidata o no. Él, dicen
en el partido, está convencido de que será la representante de la
oposición y que dentro de unos meses “bajará de una nube y será
beatificada por la Concertación, porque es la única opción que tienen de
volver al gobierno”.
Algo que Larraín ha dejado entrever públicamente, pues sin ir más
lejos ayer hablaba de los desafíos que su sector debe enfrentar a futuro
y en relación a los comicios presidenciales señaló que en un tiempo
más, los chilenos “vamos a tener que asistir, con mucho despliegue, a la
novela de ficción: el retorno”, aludiendo a Bachelet.
En un escenario como ese y sumada la ineficiencia del gobierno en
generar un trabajo armónico con sus partidos, el timonel de Renovación
Nacional presagia que la presidencial también podría estar perdida. En
la tienda aclaran que, en todo caso, “don Carlos va a trabajar con todas
sus fuerzas para que el gobierno de Piñera se prolongue con Andrés”.
Por otra parte, tan nefasto es el escenario que vislumbra el máximo
dirigente de Renovación que lo compara con lo sucedido en el año 1964.
Aficionado a la historia, comentan en RN, Larraín recuerda que el
gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez, entre 1958 y 1964, por
desavenencias al interior de la derecha no logró continuidad y fue
reemplazado por la emergente Democracia Cristiana, que intentó una serie
de reformas que incomodaron por decir lo menos a la derecha. Y de ahí
vino la UP. Su temor, comentan algunos, es que con el gobierno de Piñera
sucediera lo mismo; otros, en cambio, afirman que eso lo usa “sólo como
una exageración para explicar la idea”. Coincidentemente, ese gobierno
pasó a la historia como la “gerencia para Chile”, pues pretendía
administrar el país al más puro estilo del sector privado.
FUENTE:EL MOSTRADOR
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