sábado, 20 de octubre de 2012

Jorge Pizarro jefe de senadores DC y la acusación de corrupción en el Gobierno: "Estas irregularidades son permanentes con malas prácticas, bochornos e impericia"

Por Óscar Reyes P.
El parlamentario, ex presidente del Senado ha sido uno de los más duros y ácidos críticos del accionar del Ejecutivo frente a la supuesta corrupción detectada en el ministerio del Interior en la compra de equipos con sobreprecios.
"La nueva forma de gobernar ha defraudado a los chilenos y los eslogans se le volvieron en contra", señala en entrevista con Cambio21
Nadie podría negar que las últimas semanas han sido negras para el gobierno. Si la anulación de la licitación del litio, los cuestionamientos a la encuesta Casen, la pérdida de droga decomisada y la baja sostenida en las encuestas, por nombrar algunos episodios, fueran poco, la guinda de la torta la puso la revelación de corrupción en el ministerio del Interior con el pago de 400% de sobreprecio en unos equipos para detectar drogas.

Uno de los más críticos de esta situación ha sido el senador Jorge Pizarro, jefe de la bancada DC. En entrevista con Cambio21, el senador por la Región de Coquimbo enfatiza que los que "tienen que asumir la responsabilidad política son el ministro del Interior y el subsecretario. Ahora, no hay que pedirles nunca la renuncia a esas autoridades, porque significa reafirmarlos en los cargos, pero son ellos los que tienen la responsabilidad, sin lugar a dudas".

-¿Usted cree que la corrupción ya se instaló y no hay vuelta atrás?

-Este gobierno partió con el pecado original de los conflictos de interés, de los cuales lamentablemente se pasa con mucha facilidad a corrupción, coimas, tráfico de influencias. Y como además las cosas se hacen mal, se ha generado una desconfianza generalizada en todo lo que tiene que ver con contratos, licitaciones, decisiones; ya llevamos varias de este tipo y es muy lamentable para la imagen de Chile y para la tranquilidad de los chilenos, porque se agudiza la falta de credibilidad en la institucionalidad pública.

-¿Usted cree que no se ha tomado verdaderamente el peso de lo grave de la situación? Usted habla de corrupción.

-La impresión que da es que buscan evadir el problema. Y no es sólo en el ministerio del Interior; es una práctica generalizada del gobierno, en que o se le echa la culpa al gobierno anterior o se trata de empatar las situaciones y decir que en otras ocasiones fue igual, con lo cual creen que salvan la responsabilidad. Pero el tema no es ese, sino que ellos tienen la autoridad hoy, son ellos los que toman las decisiones, los que permiten este tipo de situaciones y los que, en definitiva, no desenmascaran inmediatamente este tipo de abusos o de coimas o de tráfico de influencias. Son muchos los casos ya, y no solamente en un ministerio o en una institución. Además, no hay que olvidar que la primera información oficial que se entregó en el ministerio es que no era efectiva la denuncia de Ciper (medio que reveló el caso), y esto lo estamos conociendo sólo porque se hizo en un medio de comunicación. Si no, no habría pasado nada.

-Este no es el único tema que ha complicado al ministerio del Interior en estos días. Por ejemplo, se cerró el caso bombas y todo demuestra que el gobierno se equivocó en la forma de intentar reponerlo en la justicia. ¿Cuál cree usted que es el problema que tienen ahí?

-Pareciera que el problema mayor está en que este gobierno primero comunica y después trata de que se concreten los hechos que se comunican. Y es ahí donde tiene la mayor falta de coherencia y de consistencia. Eso es lo que le juega en contra. Por lejos le juega en contra en el caso bombas, en la encuesta Casen, en la licitación del litio, en todos los aspectos. Las chambonadas siguen, porque el propio ministerio del Interior contrata un abogado externo carísimo y ni siquiera presenta los escritos de la manera como corresponde, reflejando una falta de seriedad y de prolijidad que es increíble, en circunstancias que el ministerio tiene gente especializada para desarrollar ese tipo de tareas. Siempre es igual: se dice algo de manera muy rimbombante, con muchos adjetivos, con mucha parafernalia, pero después se concreta poco.

-A su juicio, ¿qué pasó con la anunciada excelencia en el gobierno? ¿Fue sólo una frase más de marketing político?

-La nueva forma de gobernar ha defraudado mucho a los chilenos y los eslogans se le volvieron en contra: el 24/7, que se trabaja siempre y nunca hay vacaciones, que no se abuse de los recursos del Estado, que no hay corrupción, que todo es lo más grande, que todo es lo más nuevo, que todo es lo más novedoso, que en un día hacemos lo que no hicieron en 20 años, y las cosas han resultado al revés. El ejemplo más patético de esto es que el Presidente y el ministro de Planificación, en una conferencia de prensa, abusando comunicacionalmente de lo que fue la encuesta Casen en el tema de la pobreza, liquidaron el esfuerzo de Chile de credibilidad en el ámbito internacional de más de 20 años. La Cepal hoy está total y absolutamente, no sólo indignada, sino que está afuera definitivamente de ser la encargada de implementar ese instrumento que debe obedecer a una política de país para efectos de ir avanzando en la lucha contra la pobreza. Con ese tipo de cosas no se puede jugar, porque en definitiva el que pagar los costos es el país entero.

-¿Y usted cree que actos como esos son pasajeros?

-Yo creo que hay un privilegio por los proyectos personales de cada uno de los ministros que, más que pertenecer a un equipo, a un programa común, velan por lo que son sus propios objetivos políticos y cada uno juega su propio partido: los presidenciables, por sus candidaturas presidenciales; lo mismo con los que quieren transformarse en senadores o parlamentarios, los que quieren ejercer liderazgos partidarios; no hay una convicción ni un sentido de pertenencia a un equipo de gobierno y eso es lo que hace que cada cual tenga su propia agenda y que, en definitiva, el trabajo colectivo del gobierno sea tan inconsistente.

-¿Es este el peor momento de este gobierno?

-Es un mal momento, pero yo creo que esto ya se transformó en la norma, en la regla general. Es de todos los días. Uno ya no se extraña de nada. Lamentablemente, han pasado a ser permanentes este tipo de errores, irregularidades, de malas prácticas, de bochornos, de impericia para tomar las decisiones.

-¿Qué debería hacer Piñera para revertir su baja popularidad? Porque a esta alturas, con 17 meses que le quedan, parece bien poco lo que pueden hacer.

-Es difícil, en realidad, dar una opinión. Yo me imagino que el presidente Piñera debe tener claro que, si quiere dejar algún impronta de lo que fue su gobierno, tendría que hacer un esfuerzo muy grande por producir algunos cambios y asumir algunos desafíos importantes para el país, como las reformas políticas que hoy son más necesaria que nunca por la falta de credibilidad y confianza que hay en el funcionamiento de la actividad pública y de nuestras instituciones políticas. O de verdad asumir el compromiso con la reforma de la educación, priorizando y privilegiando la educación pública y reconociendo que su visión de que la educación es un bien de consumo es totalmente errada o no va en beneficio de todos los chilenos. Creo que con acciones de ese tipo podría el presidente podría retomar un cierto liderazgo y, por otra parte, entender que él es quien tiene que dirigir y disciplinar a sus equipos de gobierno y a sus ministros. Si no es difícil, porque se lo va a comer la campaña presidencial de cada uno de ellos o las aspiraciones de los partidos o el veto permanente a que lo tiene acostumbrado la UDI en materias legislativas o materias de reformas.

"No basta con ganar las elecciones"

-Usted y otros políticos han insinuado que los candidatos presidenciales de la oposición deberían bajar su candidatura. ¿Usted opina que deberían apoyar sin rodeos a Michelle Bachelet debido a su popularidad en las encuestas?

-Yo no he hablado nunca de bajar candidatos. Yo creo que lo fundamental y prioritario para la oposición es ser capaces de trabajar y definir una propuesta programática que represente ojalá a toda la oposición, para constituir una nueva gran mayoría de chilenos, que sea capaz de darle gobernabilidad a Chile y sea una alternativa en serio. Eso pasa por una propuesta programática donde todos nos sintamos comprometidos y tengamos sentido de unidad y generosidad para definir ese proyecto de programa de gobierno, que además sea viable y posible de realizar en los próximos cinco años. Eso pasa por definir después un liderazgo único de la oposición para asumir la presidencia y yo sostengo que ese debe elegirse en primarias, porque cada partido, cada movimiento, cada liderazgo tiene algo que aportar a ese programa en común y debe sentirse comprometido con él. Por eso la última patita de esta mesa es una mesa parlamentaria conjunta, unida, unificada, comprometida con ese programa de gobierno y con ese futuro presidente o presidenta. Eso es fundamental, porque si no vamos a caer en el mismo problema que ha tenido Piñera, donde el principal partido de gobierno, la UDI, lo veta permanentemente y le condiciona la implementación de sus propuestas programáticas.

-¿Y qué pasa si no hay lista común de parlamentarios?

-Si no hay lista común quiere decir que no hay capacidad de propuesta programática común ni capacidad de candidatura única de la oposición y, por lo tanto, no va a haber condiciones para que la oposición se transforme en alternativa real de gobierno. Aquí no basta con ganar la presidencia. A lo mejor alguien la podría ganar. La presidenta Bachelet la podría hacerlo, pero no podría gobernar y eso no es lo que nosotros esperamos como compromiso ético y político para darle gobernabilidad de Chile y poder enfrentar los desafíos de avanzar en igualdad, que es la demanda ciudadana de hoy.

-La derecha lo único que quiere es que Bachelet hable y que no siga en silencio. En cambio ella sigue fuerte, sin meterse en la política interna. ¿Le daría algún consejo?

- Lo de la derecha es desesperación: vino Bachelet y se volvieron locos. Pero yo no me siento en condiciones de darle ningún consejo a nadie, y menos a la presidenta, hasta que desde la oposición no seamos capaces de tener una propuesta unitaria, trabajar sobre la base de un proyecto común y dejar de lado los proyectos personales.

-Marco Enríquez Ominami ya hizo su proclamación como candidato presidencial. ¿Cómo debe enfrentarse desde la óptica de la oposición una nueva candidatura de MEO?

-Enríquez tiene un proyecto político personal que todo Chile conoce. Sabemos desde el principio que va a ir de candidato sí o sí, no tiene ningún interés por armar una propuesta colectiva y serán los chilenos los que decidirán qué les parece más razonable para el Chile del futuro.

-En la anterior elección se le ninguneó e igual obtuvo 20%. ¿Usted cree que ahora debería usarse otra estrategia?

-No, él tendrá que decirle al país cuál es la propuesta que tiene y si es capaz de interpretar a los chilenos. Nosotros tenemos que hacer nuestro esfuerzo, porque cuando hemos llamado a la unidad él claramente ha dicho que no está en esa visión. A lo mejor él tiene razón o a lo mejor la tenemos nosotros. Eso lo van a decir los chilenos. Por eso sostengo que el primer esfuerzo nuestro es ser capaces de trabajar con todos los actores y movimientos, con el mundo social, intelectual, académico, con los grupos de emprendimiento y con los trabajadores, en un programa de gobierno que sea capaz de unificar a la oposición.

FUENTE: CAMBIO21

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