miércoles, 24 de octubre de 2012

Las razones de expertos y académicos para no sufragar el domingo

Yo no voto… ¡y qué!

La campaña “Yo no presto el voto”, que ha llevado adelante la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, ha sumado varias voces en contra. Sin embargo, no son solamente Eloísa González y algunos jóvenes los que defienden que no votar es una opción política. También hay mayores de 18 entre los que creen que sufragar es seguir el juego a un sistema que no permite modificaciones desde su interior. Aquí conocemos sus argumentos.
El fin de semana, el presidente de la Juventud de la Democracia Cristiana, Jorge Cash, llamó a la vocera de la ACES, Eloísa González, a dejar su cargo por la defensa que ha hecho de la opción de “no prestar el voto”; una opinión que no es solamente de ella, sino que es respaldada por la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios de la que es voz reconocida.
“La única forma que tienen para cambiar el sistema de desigualdad en que viven, es votando a favor de los que hacen la pega y sacando a quienes no hacen su trabajo”, sumó frases Cash. En la misma línea se pronunciaron 45 líderes estudiantiles, que firmaron una carta llamando a votar.
Aunque la ACES ha sido frontal en su llamado de no sufragar este domingo, hay expertos y académicos que entienden y hasta comparten la decisión de no optar por ningún candidato, marginarse del sistema o simplemente no creen en las ideas que defiende Cash.
El sociólogo y académico de la Universidad de Chile, Alberto Mayol, sostiene que cada conducta política tiene un correlato de significado y en ese sentido si se desconoce la institucionalidad de la representación, lo más lógico es no votar. “Sin embargo, la elite política ha sido astuta en fetichizar el voto como símbolo de democracia. Si no votas, te acusan de las peores cosas. Cuesta hacer entender que hay formas de no votar fuertemente políticas”, enfatiza Mayol y entrega sus razones para no votar el domingo: “Yo no voy a votar por razones estructurales y de estricto aspecto político. No veo viabilidad de votar en un sistema voluntario, que sobrerrepresenta ricos; con ilegalidades aceptadas como campañas fuera de fechas y lavado de dinero; con excesivo financiamiento privado y cuyo sistema de pactos se articula en el binominal, generando un duopolio. Hoy la palabra representatividad no existe, es una máscara para un sistema de elitización. Las elecciones, si son democráticas, distribuyen poder. Y en Chile lo concentran. Por cierto, si se lograra una articulación desde la participación, recorriendo el camino electoral, en un futuro cercano; estaría dispuesto a votar. Lo que importa es la eficacia del acto. Y hoy es ineficaz, de hecho es contraproducente”.
Mario Sobarzo es profesor de Filosofía. Trabaja como encargado de publicaciones en el Observatorio Chileno de Políticas Educativas (Opech), también en el Departamento de Educación de la Usach y tampoco irá a votar el domingo. Sus razones son varias y da un ejemplo: “La desconexión es tanta que, aunque la mayoría deje muy claro que quiere educación gratuita, igual que argentinos, uruguayos, brasileños, cubanos, finlandeses y una infinidad de países de distintos sistemas económicos, aquí nos dicen: no. Y es no. La razón es obvia: los intereses de algunos que este sistema de partidos representa muy bien. Ello debido a que como todos los estudios muestran existe una relación casi exacta entre votación e inversión en las campañas, como quedará en claro este domingo. La danza de millones gobierna nuestra democracia”, critica Sobarzo, apuntando —con su rechazo a participar de estas elecciones— a evidenciar “una crisis del sistema constitucional de Pinochet-Lagos que se expresa en falta de legitimidad, representatividad e incapacidad de cambio”. Según argumenta, los grados de movilización muestran “que no sólo hay molestia, sino propuestas que no son oídas” y de esta forma la aspiración es llegar a generar un debate sobre los “modos de solución a los problemas reales de nuestra democracia”.
El escenario que abrió el voto voluntario es incierto. Según una encuesta del Centro de Estudios Cuantitativos de la Universidad Andrés Bello, los jóvenes entre 18 y 25 años se interesan por la política,  pero desconfían de las instituciones, no se sienten representados por los partidos y se muestran disconformes con el funcionamiento de la democracia en el país. El sondeo determina que solamente el 49 % de los jóvenes participarán en las próximas elecciones municipales.

Un espacio para la elite

Claudio Fuentes, analista político de la Universidad Diego Portales, cree que es muy probable que la participación en las municipales “esté en la media de lo que han sido este tipo de elecciones, es decir, entre un 55 y 58 % de participación. Muy probablemente observaremos baja participación de los jóvenes y de sectores sociales bajos”, señala.
“La desconexión es tanta que, aunque la mayoría deje muy claro que quiere educación gratuita, igual que argentinos, uruguayos, brasileños, cubanos, finlandeses y una infinidad de países de distintos sistemas económicos, aquí nos dicen: no. Y es no. La razón es obvia: los intereses de algunos que este sistema de partidos representa muy bien. Ello debido a que como todos los estudios muestran existe una relación casi exacta entre votación e inversión en las campañas, como quedará en claro este domingo. La danza de millones gobierna nuestra democracia”, dice Mario Sobarzo.
Una de las críticas de quienes defienden el voto, es justamente ésta: además de que los sectores sociales bajos se abstienen —por diversas razones— de sufragar, sumar abstenciones hacen que el proceso eleccionario sea únicamente un espacio para la elite. De hecho, Fuentes dice que los estudios muestran que quienes manifiestan mayor predisposición a votar son los niveles socioeconómicos medios y medio-altos y adultos mayores de edad. “La convocatoria a no votar perjudica entonces a los propios sectores que hacen la convocatoria. Pero además, creo que sería mucho más estratégico que el movimiento social demande un voto ‘programático’; es decir llamar a votar por aquellos candidatos que se comprometan con ciertos aspectos específicos de las demandas del movimiento. Esto permitiría forzar a ciertos compromisos que hoy no existen”.
Sin embargo, Mayol no piensa lo mismo, sino más bien que todo sistema electoral beneficia a los ricos. “No votar los beneficia, votar también. Eso lo vio Aristóteles porque los pobres votaban menos. Y hoy es más grave, porque al constituirse lo electoral como un mercado, la clave está en la publicidad y en los recursos. Por tanto, votar en general da más poder a los ricos. El punto es que no votar no sirve de nada si no es masivo. Pero meter candidatos desde el mundo social sin capacidad de triunfo es peor. Admiro a los que hacen esfuerzos denodados por lograr un avance importante con sus proyectos políticos, pero en Chile no puedes hacer nada significativo en las condiciones actuales, a nivel nacional, con menos de US$ 20 millones. Es decir, en lo electoral la competencia es falsa”.
Sobarzo responde que la acusación de que el no votar deja un espacio a la elite no es un tema que le importe. “La verdad es que no vemos tantas diferencias. La Ley de Seguridad Interior o la Ley Antiterrorista fueron aplicadas por gobiernos de centroizquierda, según todos los analistas políticos de la región. La gente sabe, la gente no es tonta. Las campañas del miedo son recursos que muestran descomposición. Es cosa de recordar lo que decía la Concertación sobre la campaña del terror de Pinochet el año 88 para sentir que hay un poco de mala fe en esa acusación”, enfatiza. Además asegura que la campaña Yo no presto el voto —de la que es parte— donde “más prende, es en los sectores populares, si es que seguimos el argumento de aquellos que plantean eso”.
Fernando Atria, abogado y profesor en las universidades de Chile y Adolfo Ibáñez, entiende y comparte la razón que motiva a quienes se niegan a votar. “La idea es protestar ante un sistema institucional que hace en los hechos imposible la modificación del statu quo, de modo que, por ejemplo, la pretensión de los estudiantes en la calle durante el 2011 puede tener un apoyo muy extendido y sostenido en el tiempo, pero es irrelevante”. Sin embargo, cree que para decir lo mismo, es mejor el voto blanco. “Dejar de votar puede ser entendido no sólo como protesta política, sino también como indiferencia. Una cantidad considerable de ciudadanos que no voten puede ser intepretado de muchas maneras, y en el mejor de los casos será interpretado como una consecuencia de la nueva voluntariedad del voto. Un voto en blanco sólo tiene una lectura, y es precisamente la que quienes llaman a no votar quieren hacer: el que vota blanco manifiesta que está dispuesto a participar, pero que el sistema político no toma en cuenta su opinión, y por eso ningún candidato merece su voto”.
Mayol concluye que “cuando la derecha gane esta elección y el lunes 29 nos digan ‘qué paradoja, Chile se moviliza por ideas de izquierda y vota por la derecha’ y deduzcan de ello que ‘era todo una fantasía’, recién ahí los que votaron y rechazan el sistema entenderán que se equivocaron. Lo dijo Luis Larraín en su columna del domingo, preparando el argumento: ‘el duopolio funciona’. Si usted está de acuerdo, entonces vote”.

FUENTE: EL MOSTRADOR

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