Libia y el doble rasero de los derechos Humanos
Durante algún tiempo Libia
permanecerá como símbolo de la hipocresía occidental y de hecho también
de la doble interpretación de la cuestión de los derechos humanos.
Mientras que Occidente, y especialmente EE.UU., justifican el bombardeo
aéreo de Libia del año pasado con el pretexto de salvar a los civiles de
un posible ataque futuro (algo hipotético, no real aún) por parte de
las fuerzas de Gadafi, Occidente permanece en silencio sobre el ataque
real y actual que lleva a cabo el nuevo régimen libio sobre el pueblo de
Bani Walid. De hecho, hay que escarbar mucho en la prensa aunque solo
sea para enterarse de que este ataque se está produciendo.
El 5 de octubre de 2012
Amnistía Internacional (AI) informó sobre el asedio a Bani Walid por
parte de las fuerzas gubernamentales. Tal como explicó AI entonces,
“miembros del ejército libio, fuerzas del Escudo Libio y milicias
armadas procedentes de diversos lugares del país, incluida Misatra,
rodearon Bani Walid”, bajo el supuesto pretexto de intentar dar caza y
arrestar a los sospechosos de la muerte de Omran Shaaban, “conocido como
la persona que había capturado al coronel Muammar al Gadafi el 20 de
octubre de 2011”.
En el informe se citaban las
siguientes palabras textuales del portavoz de AI, Hassiba Hadj Sharaoui:
“Es preocupante que lo que es encialmente debería ser una operación de
arresto de sospechosos para hacer cumplir la ley, se convierta en el
asedio de una ciudad y en una operación militar.” Efectivamente, tal
como se explica en el informe, grupos de hombres armados no han
permitido la entrada de medicamentos, oxígeno, personal sanitario,
combustible ni alimentos en el pueblo. En el mismo informe, el señor
Sharaoui expresa su preocupación por “la situación de miles de personas
detenidas en toda Libia sin cargos ni juicio”, los “secuestros de
personas por parte de las milicias armadas sin ningún tipo de garantías”
y “los centros de detención clandestinos se proliferan por todo el
país”.
El 12 de octubre AI dio a
conocer un informe actualizado, expresando de nuevo su preocupación por
el estado de sitio de Bani Walid y la muerte de tres civiles, entre
ellos un niño de 9 años de nombre Mohamed Mustafa Mohamed Datallah, en
un enfrentamiento armado a las afueras de la ciudad. AI detalló otros
crímenes cometidos por el Estado y las fuerzas alineadas con el estado.
AI explica:
Bani Walid fue una de las últimas
ciudades que cayeron bajo el control de las fuerzas contrarias a Gadafi
durante el conflicto interno del año pasado. Las milicias armadas ha
detenido a cientos de residentes de Bani Walid. Se sigue deteniendo a
muchas personas sin cargos ni juicios y encarcelándolas en todas las
prisiones y centros de detención a lo largo y ancho de toda Libia,
incluida Misatrah. Muchas personas han sido torturadas o maltratadas de
diversas formas. La entrada de las fuerzas contrarias a Gadafi en Bani
Walid en octubre de 2011 fue acompañada de saqueos generalizados y otros
abusos.
Miles de personas sospechosas de haber
luchado o apoyado el gobierno de Muammar al-Gadafi continúan siendo
detenidas por toda la extensa geografía del país. La gran mayoría de
ellas todavía no ha sido acusada oficialmente o llevada a juicio. Desde
la caída de Trípoli y la mayor parte del país bajo el control de las
fuerzas contrarias a Gadafi en agosto de 2011 las violaciones de
derechos humanos como arrestos y encarcelamientos arbitrarios por parte
de las milicias armadas, la tortura u otros maltratos, además de los
asesinatos, ejecuciones extrajudiciales y desplazamientos forzosos
siguen teniendo lugar en un clima de impunidad. Actualmente las milicias
armadas detienen a las personas al margen de la ley y las mantienen
incomunicadas en centros secretos de detención, donde impunemente pueden
ser torturadas o sometidas a cualquier tipo de malos tratos.
Debo detenerme un momento aquí
para manifestar que, aunque aplaudo sinceramente a AI por su franqueza
al narrar la terrible situación de la población civil en Libia después
de la caída del gobierno libio en agosto de 2011, la afirmación de AI de
que esta caída fue resultado de un “conflicto interno” resulta sin duda
una monstruosa tergiversación de la realidad. La realidad, como todos
sabemos, es que el cambio de régimen que tuvo lugar hace más de un año
se produjo como resultado directo e intencionado del bombardeo de Libia
por parte de la OTAN, lo que la propia AI alentó con su profesado celo
en la protección de los derechos humanos. Aunque AI pudiese haber sido
honesta en sus intenciones y se hubiese creído que la acción militar de
la OTAN iba a traer el florecimiento de los derechos humanos en Libia,
resulta cuando menos ingenuo.
Mientras tanto, The New York
Times se decidió a informar este domingo, 21 de octubre, en un artículo
titulado “El pueblo libio en estado de sitio es un centro de resistencia
al nuevo gobierno”.
El Times maneja la historia
con sordina, afirmando que “(una) ciudad en estado de sitio, un
creciente número de víctimas y los hospitales llenos de hombres heridos
por armas de fuego indicaban sin lugar a dudas que la guerra había
vuelto al pueblo libio de Bani Walid, poniendo en peligro la frágil
transición política.” Continuaba el Times: “(al) menos 22 personas han
muerto en la última semana y un centenar más han sido resultado
alrededor del pueblo, en su día bastión del apoyo al coronel Muammar
el-Gadafi, algo a lo que miembros del nuevo gobierno han restado
importancia”.
Como han venido informando durante días un buen número de páginas web,
el Times cita informaciones de “residentes en la ciudad (que) dicen que
se ha cortado el suministro eléctrico y el gas, y que las milicias que
sitian el pueblo, incluidas muchas de la ciudad costera de Misurata, los
están bombardeando indiscriminadamente”. El Times reconoce que “en
Trípoli, la capital de Libia, cientos de personas procedentes de Bani
Walid invadieron el domingo el edificio del parlamento pidiendo que
acabara la violencia….”
Lo que por descontado no van a
reconocer ni el Times ni AI y lo que nunca se atreverá ni a tocar el
candidato presidencial es que fueron los EE.UU. y la OTAN los que
desataron esta plaga de violencia sobre el pueblo de Libia.
Después del asesinato del
embajador norteamericano en Libia y de otros funcionarios de la embajada
el pasado mes de septiembre, Hillary Clinton preguntó: “¿Cómo puede
pasar esto en un país al que hemos ayudado a liberarse y en una ciudad
(Bengasi) a la que salvamos de la destrucción?” Naturalmente, la
pregunta de Hillary se responde a sí misma: muchos libios no consideran
que han liberados o salvados de la destrucción. Por el contrario,
consideran que los han arrojado a un abismo de caos y violencia. Y,
objetivamente, esta es la verdad.
Y, sin embargo, en contra de
la información sincera de AI sobre la situación posterior al cambio de
régimen en Libia, con miles de detenciones ilegales, torturas,
ejecuciones extrajudiciales, desplazamientos forzosos y ahora el estado
de sitio y el bombardeo continuo de una ciudad, ¿dónde están los gritos
pidiendo una intervención humanitaria, militar o de otro tipo, para
parar esto? Fuera de la propia Libia, uno se extraña de no oír tales
voces. Y por supuesto, esto se debe a que, para empezar, el ataque de la
OTAN contra Libia nunca tuvo nada que ver con los derechos humanos.
En realidad, la situación de
pesadilla en la que se encuentran los derechos humanos en Libia indica
que l a misión de la OTAN se ha cumplido con creces. Se ha derrocado a
un gobierno nacionalista que controlaba el petróleo libio en gran medida
para el beneficio del pueblo libio. Este caos que ahora reina, además
de los crímenes contra la población, no tienen importancia para
Occidente mientras continúe manteniendo un férreo control sobre el
petróleo de Libia, el gran premio de su guerra humanitaria.
Y como ocurre con tanta
frecuencia, es lo que no se no se dice lo que más revela los
sentimientos de uno. En este caso, es la negativa de Amnistía
Internacional a reconocer las causas externas de la fuente de los
problemas de la Libia actual (esto es, el bombardeo de la OTAN) lo que
revela su propia conciencia, y posiblemente incluso su culpa, por su
fomento de una solución militar para solucionar problemas de los
derechos humanos, una solución muy peligrosa y poco fiable en el mejor
de los supuestos.
Ahora estamos siendo testigos de los frutos de esta solución en Libia y no es nada bonita.
Daniel Kodvalik*
Traducido para Rebelión por Enrique Prudencio
*Docente de Derechos Humanos Internacionales en la Facultad de Derecho de la universidad de Pittsburgh
FUENTE: EL CIUDADANO
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