sábado, 27 de octubre de 2012

Libia y el doble rasero de los derechos Humanos

Durante algún tiempo Libia permanecerá como símbolo de la hipocresía occidental y de hecho también de la doble interpretación de la cuestión de los derechos humanos. Mientras que Occidente, y especialmente EE.UU., justifican el bombardeo aéreo de Libia del año pasado con el pretexto de salvar a los civiles de un posible ataque futuro (algo hipotético, no real aún) por parte de las fuerzas de Gadafi, Occidente permanece en silencio sobre el ataque real y actual que lleva a cabo el nuevo régimen libio sobre el pueblo de Bani Walid. De hecho, hay que escarbar mucho en la prensa aunque solo sea para enterarse de que este ataque se está produciendo.
El 5 de octubre de 2012 Amnistía Internacional (AI) informó sobre el asedio a Bani Walid por parte de las fuerzas gubernamentales. Tal como explicó AI entonces, “miembros del ejército libio, fuerzas del Escudo Libio y milicias armadas procedentes de diversos lugares del país, incluida Misatra, rodearon Bani Walid”, bajo el supuesto pretexto de intentar dar caza y arrestar a los sospechosos de la muerte de Omran Shaaban, “conocido como la persona que había capturado al coronel Muammar al Gadafi el 20 de octubre de 2011”.
En el informe se citaban las siguientes palabras textuales del portavoz de AI, Hassiba Hadj Sharaoui: “Es preocupante que lo que es encialmente debería ser una operación de arresto de sospechosos para hacer cumplir la ley, se convierta en el asedio de una ciudad y en una operación militar.” Efectivamente, tal como se explica en el informe, grupos de hombres armados no han permitido la entrada de medicamentos, oxígeno, personal sanitario, combustible ni alimentos en el pueblo. En el mismo informe, el señor Sharaoui expresa su preocupación por “la situación de miles de personas detenidas en toda Libia sin cargos ni juicio”, los “secuestros de personas por parte de las milicias armadas sin ningún tipo de garantías” y “los centros de detención clandestinos se proliferan por todo el país”.
El 12 de octubre AI dio a conocer un informe actualizado, expresando de nuevo su preocupación por el estado de sitio de Bani Walid y la muerte de tres civiles, entre ellos un niño de 9 años de nombre Mohamed Mustafa Mohamed Datallah, en un enfrentamiento armado a las afueras de la ciudad. AI detalló otros crímenes cometidos por el Estado y las fuerzas alineadas con el estado. AI explica:
Bani Walid fue una de las últimas ciudades que cayeron bajo el control de las fuerzas contrarias a Gadafi durante el conflicto interno del año pasado. Las milicias armadas ha detenido a cientos de residentes de Bani Walid. Se sigue deteniendo a muchas personas sin cargos ni juicios y encarcelándolas en todas las prisiones y centros de detención a lo largo y ancho de toda Libia, incluida Misatrah. Muchas personas han sido torturadas o maltratadas de diversas formas. La entrada de las fuerzas contrarias a Gadafi en Bani Walid en octubre de 2011 fue acompañada de saqueos generalizados y otros abusos.
Miles de personas sospechosas de haber luchado o apoyado el gobierno de Muammar al-Gadafi continúan siendo detenidas por toda la extensa geografía del país. La gran mayoría de ellas todavía no ha sido acusada oficialmente o llevada a juicio. Desde la caída de Trípoli y la mayor parte del país bajo el control de las fuerzas contrarias a Gadafi en agosto de 2011 las violaciones de derechos humanos como arrestos y encarcelamientos arbitrarios por parte de las milicias armadas, la tortura u otros maltratos, además de los asesinatos, ejecuciones extrajudiciales y desplazamientos forzosos siguen teniendo lugar en un clima de impunidad. Actualmente las milicias armadas detienen a las personas al margen de la ley y las mantienen incomunicadas en centros secretos de detención, donde impunemente pueden ser torturadas o sometidas a cualquier tipo de malos tratos.
Debo detenerme un momento aquí para manifestar que, aunque aplaudo sinceramente a AI por su franqueza al narrar la terrible situación de la población civil en Libia después de la caída del gobierno libio en agosto de 2011, la afirmación de AI de que esta caída fue resultado de un “conflicto interno” resulta sin duda una monstruosa tergiversación de la realidad. La realidad, como todos sabemos, es que el cambio de régimen que tuvo lugar hace más de un año se produjo como resultado directo e intencionado del bombardeo de Libia por parte de la OTAN, lo que la propia AI alentó con su profesado celo en la protección de los derechos humanos. Aunque AI pudiese haber sido honesta en sus intenciones y se hubiese creído que la acción militar de la OTAN iba a traer el florecimiento de los derechos humanos en Libia, resulta cuando menos ingenuo.
Mientras tanto, The New York Times se decidió a informar este domingo, 21 de octubre, en un artículo titulado “El pueblo libio en estado de sitio es un centro de resistencia al nuevo gobierno”.
El Times maneja la historia con sordina, afirmando que “(una) ciudad en estado de sitio, un creciente número de víctimas y los hospitales llenos de hombres heridos por armas de fuego indicaban sin lugar a dudas que la guerra había vuelto al pueblo libio de Bani Walid, poniendo en peligro la frágil transición política.” Continuaba el Times: “(al) menos 22 personas han muerto en la última semana y un centenar más han sido resultado alrededor del pueblo, en su día bastión del apoyo al coronel Muammar el-Gadafi, algo a lo que miembros del nuevo gobierno han restado importancia”.
Como han venido informando durante días un buen número de páginas web, el Times cita informaciones de “residentes en la ciudad (que) dicen que se ha cortado el suministro eléctrico y el gas, y que las milicias que sitian el pueblo, incluidas muchas de la ciudad costera de Misurata, los están bombardeando indiscriminadamente”. El Times reconoce que “en Trípoli, la capital de Libia, cientos de personas procedentes de Bani Walid invadieron el domingo el edificio del parlamento pidiendo que acabara la violencia….”
Lo que por descontado no van a reconocer ni el Times ni AI y lo que nunca se atreverá ni a tocar el candidato presidencial es que fueron los EE.UU. y la OTAN los que desataron esta plaga de violencia sobre el pueblo de Libia.
Después del asesinato del embajador norteamericano en Libia y de otros funcionarios de la embajada el pasado mes de septiembre, Hillary Clinton preguntó: “¿Cómo puede pasar esto en un país al que hemos ayudado a liberarse y en una ciudad (Bengasi) a la que salvamos de la destrucción?” Naturalmente, la pregunta de Hillary se responde a sí misma: muchos libios no consideran que han liberados o salvados de la destrucción. Por el contrario, consideran que los han arrojado a un abismo de caos y violencia. Y, objetivamente, esta es la verdad.
Y, sin embargo, en contra de la información sincera de AI sobre la situación posterior al cambio de régimen en Libia, con miles de detenciones ilegales, torturas, ejecuciones extrajudiciales, desplazamientos forzosos y ahora el estado de sitio y el bombardeo continuo de una ciudad, ¿dónde están los gritos pidiendo una intervención humanitaria, militar o de otro tipo, para parar esto? Fuera de la propia Libia, uno se extraña de no oír tales voces. Y por supuesto, esto se debe a que, para empezar, el ataque de la OTAN contra Libia nunca tuvo nada que ver con los derechos humanos.
En realidad, la situación de pesadilla en la que se encuentran los derechos humanos en Libia indica que l a misión de la OTAN se ha cumplido con creces. Se ha derrocado a un gobierno nacionalista que controlaba el petróleo libio en gran medida para el beneficio del pueblo libio. Este caos que ahora reina, además de los crímenes contra la población, no tienen importancia para Occidente mientras continúe manteniendo un férreo control sobre el petróleo de Libia, el gran premio de su guerra humanitaria.
Y como ocurre con tanta frecuencia, es lo que no se no se dice lo que más revela los sentimientos de uno. En este caso, es la negativa de Amnistía Internacional a reconocer las causas externas de la fuente de los problemas de la Libia actual (esto es, el bombardeo de la OTAN) lo que revela su propia conciencia, y posiblemente incluso su culpa, por su fomento de una solución militar para solucionar problemas de los derechos humanos, una solución muy peligrosa y poco fiable en el mejor de los supuestos.
Ahora estamos siendo testigos de los frutos de esta solución en Libia y no es nada bonita.
Daniel Kodvalik*
*Docente de Derechos Humanos Internacionales en la Facultad de Derecho de la universidad de Pittsburgh 

FUENTE: EL CIUDADANO

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