Atilio Borón, sociólogo argentino:
“No hablemos de grandes medios sino de organizaciones empresariales”
Patricio López
Uno de los politólogos más leídos por la
izquierda en América Latina puso paños fríos a la profundidad de las
transformaciones de los gobiernos de izquierda y analizó el nuevo rol de
los consorcios mediáticos, en remplazo de la alicaída derecha política.
Es uno de los politólogos más leídos por la izquierda en
América Latina, merced a una vocación por la polémica contingente y por
la publicación de varios libros donde trata de visualizar las tendencias
de largo plazo en el continente. En su reciente paso por Chile,
invitado por la Universidad ARCIS, puso paños fríos a la profundidad de
las transformaciones de los gobiernos de izquierda y analizó el nuevo
rol de los consorcios mediáticos, en remplazo de la alicaída derecha
política.
- Con el nuevo triunfo de Hugo Chávez se consolida un
periodo histórico de gobiernos progresistas en la región ¿estas
administraciones están logrando construir lo que alguna vez se llamó el
socialismo del siglo XXI o, más bien, apenas han logrado atajar los
efectos del capitalismo en su fase neoliberal?
- Algunos gobiernos han podido avanzar. No quisiera de ninguna
manera subestimar los cambios que se hicieron, es una ruta muy larga,
pero me parece que algunos países van avanzando con un ritmo más
acelerado. Por ejemplo, las reformas de las constituciones en países
como Venezuela, Bolivia y Ecuador sientan las bases para formas más
participativas y de ejercicio más frecuente de democracia. Si esto es un
avance irreversible solamente la historia lo juzga, pero han dado unos
pasos hacia adelante muy importantes. Otros países como Argentina,
Brasil y Uruguay están avanzando en esa misma dirección aunque de una
manera más lenta y sin introducir las modificaciones que hicieron los
otros.
- Si pudiéramos establecer un patrón en los gobiernos que
sí han podido avanzar ¿cuales serían los sectores donde efectivamente se
están produciendo estas transformaciones estructurales?
- Transformaciones realmente estructurales hay pocas. Lo que hemos
visto, por ejemplo en el caso de Venezuela, es que se asume el control
del Estado de algunos sectores importantes de la economía como el
petróleo, que si bien no era del todo privado, había una pérdida del
control sobre la empresa estatal que fue recuperado, mientras, en el
caso de Bolivia, en una forma mucho más clara se apropia de los recursos
naturales. Uno puede decir que no son transformaciones estructurales y
yo estoy de acuerdo, pero son transferencias de propiedad, de dominio,
de control de la gestión que son pre requisitos para avanzar en
cuestiones más de fondo. En cambio, lo que creo que estos países han
hecho es desarrollar una política social mas activa, desconocida antes
en muchos de ellos, como Bolivia y Ecuador que no tenían una protección
de los sectores más vulnerables de la sociedad y ahora lo tienen,
sentando bases para un proceso futuro que puede ser muy promisorio. En
resumen, se está avanzando muy lentamente porque además el contexto
internacional no favorece para nada estos cambios.
- Efectivamente, estamos en un contexto de crisis europea
que coincide con la crisis política de la socialdemocracia en ese
continente. Por ello se ha dicho que el futuro de la izquierda mundial
está en América Latina. ¿Qué distinguiría a los proyectos de esta
tendencia que se están realizando en la región hoy?
- América Latina en cierto sentido se ha colocado en la vanguardia
de la resistencia al neoliberalismo, el cual ahora está afectando a
Europa de una manera muy fuerte. Se han hecho avances significativos a
pesar de que los legados de un periodo largo son muy fuertes y no
desaparecen de la noche a la mañana. Por ello, Europa está mirando
algunas experiencias de América Latina que en su momento fueron
consideradas desacertadas, herejes o equivocadas y que de repente, a la
luz de los acontecimientos, no eran tan malas. Esto ocurre cuando la
continuación de las políticas neoliberales ortodoxas implementadas en
países como Portugal, España o Grecia están produciendo resultados
desastrosos, de un nivel que habría que remontarse a la Gran Depresión
de los años 30 para hallar algo parecido. De tal forma, nuestro
continente puede servir de fuente de inspiración para pensar políticas
alternativas en Europa pero eso es todo, no es que el futuro de la
izquierda mundial esté aquí.
Los consorcios mediáticos, la nueva derecha
- Ante la debilidad circunstancial de la derecha en el
plano electoral, se ha hecho más visible el rol político de las grandes
cadenas de comunicación, que en el caso de las últimas elecciones en
Venezuela fue notorio y que será similar en la próxima elección en
Ecuador. ¿Cuál es su mirada sobre este fenómeno?
- Primero, hay que despejar un equivoco: no hablemos de grandes
medios de comunicación, que no lo son. Son organizaciones empresariales
que tienen intereses puestos en sectores industriales, en la banca, en
las finanzas, en la agricultura, y que además tienen radios, canales o
medios de prensa. Su misión no es informar ni servir al público sino
simplemente mejorar las perspectivas de negociación de los grupos
económicos. Tomo el caso en la Argentina del Diario Clarín, que es muy
poderoso, con intereses en diversos sectores de la economía, o del
grupo Globo en Brasil o de Televisa en México. Son enormes conglomerados
que tienen inversiones, juegan en la Bolsa, movilizan enormes activos
financieros y aparte tienen un área de Comunicaciones, que fue la que
originó el grupo económico pero ya no es su tarea más importante. Yo
tengo experiencias concretas de estar invitado a un programa de
televisión y que, de repente, nos saquen del aire porque había una
noticia más importante sobre una transacción económica que estaba
haciendo el conglomerado del canal. Lo más importante es el negocio y la
relación comercial con el Gobierno: si yo puedo manipular a la opinión
pública, enfrentándola con el Gobierno o favoreciendo su imagen, ese
multimedio va a tener mejor capacidad de negociar y de promover sus
intereses.
- En nuestro país, donde la gente sólo puede informarse a
través de diarios que pertenecen a la SIP (Sociedad Interamericana de la
Prensa) o coinciden con ella, el intento de gobiernos como los de
Argentina, Venezuela y Ecuador de regular la concentración de los medios
es presentada como un atentado contra la libertad de expresión ¿Cuál es
su análisis de estas políticas públicas?
- Son absolutamente fundamentales. No puede haber democracia
política si usted no tiene un espacio público democrático. Y no es
posible en la medida que haya concentraciones de duopolios u oligopolios
que impiden que una pluralidad de voces sea escuchada en la escena
pública. De hecho en Estados Unidos está muy regulado, diarios como el
New York Times no pueden tener cadenas de televisión abierta o de
cables, radios AM o FM. Eso está prohibido expresamente por la ley,
entonces que hagamos nosotros lo mismo no debería originar este
escándalo en la SIP. En el caso de Ecuador, el presidente Correa
presentó este punto a un referéndum popular y las preguntas eran si
creían que las empresas periodísticas debían tener restricciones o
podían tener intereses económicos en otras ramas de la economía o sea,
en otras palabras, si el periodismo tenía que dedicarse al periodismo o
podían conformar empresas que se dedicaran a otra cosa y además a
informar. La ciudadanía dijo no, las empresas periodísticas solo pueden
tener actividad en el rubro del periodismo y punto, se acabó la
discusión. Me gustaría que en Argentina se hiciera un referéndum así y
en Brasil también y estoy seguro que la gente diría lo mismo. Por
último: yo nunca he visto una libertad de prensa como la que hay en
Venezuela, en donde usted puede insultar al presidente a ocho columnas
un día domingo en el principal diario del país sin que ese periodista
sufra absolutamente ninguna clase de ataques, ni se le inicie un
proceso, cosa que no sé si se podría hacer en Estados Unidos.
La Argentina de Cristina y el Chile de los estudiantes
- Vamos a su país, Argentina ¿Cuál es el momento actual
del gobierno de la presidenta Cristina Fernández y cuál es el aporte
principal del ciclo político iniciado con el gobierno de Néstor Kirchner?
- En algunas materias el llamado Kirchnerismo ha representado una
vuelta de hoja en materias muy importantes en la historia de Argentina,
como por ejemplo los derechos humanos, donde se ha actuado con valentía,
anulando las leyes que impedían la continuación de los juicios, con lo
cual se abrió una nueva etapa. Hubo también una recuperación económica
significativa después de una crisis brutal producida por el desplome y
el Corralito. A partir de ahí la Argentina se encaminó en una senda de
crecimiento económico con niveles de ingreso muy altos sostenidos
durante casi una década. Respecto a la presidenta, ella fue relecta en
un marco en donde por primera vez hubo un acceso igualitario a los
medios de comunicación de masas, con la gran innovación de que la
propaganda se garantizaba a todas las fuerzas políticas, es decir, ya no
se podía financiar privadamente sino que el Estado le daba a todos los
candidatos una proporción de tiempo de televisión y de radio. A pesar de
que uno podría decir que esto podría perjudicar al Gobierno, Cristina
Fernández ganó con el 54% de los votos ¿Por qué luego la situación se le
complicó internamente? Porque se abre la carrera por la sucesión. Son
muchos los postulantes al trono, dentro del Peronismo hay gobernadores
que tienen intenciones de ser escogidos, entonces le están poniendo
palos en la rueda. Vemos, por lo tanto, un reacomodamiento de fuerzas
que hace prever un año político muy caldeado y muy interesante para
nosotros los politólogos.
- Por último, interesa su opinión de observador externo
sobre la realidad chilena. Este país fue presentado como un modelo
internacionalmente, pero de pronto el movimiento estudiantil mostró
todas sus fisuras y el malestar incubado ¿tendrán estas movilizaciones
sociales las condiciones para derrumbar el modelo neoliberal que ha
tenido en Chile desde la década del 80?
- Es muy difícil dar una opinión sobre un tema tan complejo,
aunque sigo lo que pasa en Chile, que es un país muy cercano a mis
afectos porque viví seis años aquí. Diría globalmente que en Chile hay
una deuda social, para usar una expresión que se usó mucho en la primera
fase de la transición, que todavía sigue sin saldarse. Es tiempo más
que suficiente, en Chile ha aumentado demasiado la desigualdad y la
polarización social, y bueno, después de casi 22 años es un poco abusar
de la paciencia de los sectores postergados. Se habla mucho de la
educación pero el tema de la salud pública en Chile es muy grave,
especialmente porque este país fue un pionero. En este aspecto, entre
los años 50 y 60 el país era elogiado como uno de los mejores por lejos
en América Latina, y luego se produjo un deterioro espectacular que
todavía no ha sido recuperado. La macroeconomía funciona muy bien, pero
en el tema de redistribución la deuda es muy grande y está teniendo un
efecto muy pernicioso sobre la legitimidad democrática. De hecho, lo que
me ha sorprendido en Chile es la desvalorización de la política y la
democracia, el desprestigio de una institución como el Congreso, que me
preocupó mucho porque antes no era así. Volviendo a los años 50, 60 e
incluso 70 el Parlamento era muy respetado. A la larga este trade-off
entre crecimiento económico y deterioro político puede ser muy
perjudicial y ojala que pronto comiencen a haber soluciones.
Destacado
“Yo nunca he visto una libertad de prensa como la que hay en
Venezuela, en donde usted puede insultar al Presidente a ocho columnas
un día domingo en el principal diario del país sin que ese periodista
sufra absolutamente ninguna clase de ataques, ni se le inicie un
proceso, cosa que no sé si se podría hacer en Estados Unidos”.
(*) Esta entrevista fue originalmente realizada en el
programa Semáforo de Radio Universidad de Chile. Lunes a viernes a las
9:00 en 102.5 y www.radio.uchile.cl
FUENTE:RADIO U DE CHILE
No hay comentarios:
Publicar un comentario