Encuesta Adimark muestra caída de apoyo al Presidente tras polémica por la Casen
La falta de credibilidad de Piñera se irradia hacia el conjunto del Estado y la institucionalidad
La medición de ayer refleja un
complejo clima de cuestionamiento que va más allá de las rencillas
habituales entre gobierno y oposición. En los últimos meses ha caído
—como efecto no buscado del legítimo juego político— un manto de dudas
sobre actos del Estado que hasta hace poco nadie cuestionaba. Para los
analistas esto tiene que ver, entre otros factores, con que el
Presidente se mueve en el aparato de poder como un elefante en la
cristalería.
Hace justo una semana el
encargado electoral del PS, Francisco Aleuy, puso el dedo en la yaga al
cuestionar al gobierno poniendo en entredicho la entrega de los
resultados electorales que le corresponde realizar para los comicios
municipales del próximo 28 de octubre. Más allá de las reyertas propias
de tiempos de campaña, la crítica es síntoma del fuerte debilitamiento
de la credibilidad pública hacia las instituciones, que fielmente
reflejan todas las encuestas, atizadas estos dos años y medio por la
seguidilla de desaciertos cometidos por la administración de Sebastián
Piñera, y que han trizado herramientas básicas del poder del Estado.
En una entrevista con CNN Chile, Aleuy dijo con todas sus letras que
existía el temor de que La Moneda, ante resultados adversos en las
municipales, retuviera los cómputos oficiales, reviviendo con ello el
fantasma del hoy diputado RN, Alberto Cardemíl, cuando en su calidad de
subsecretario del Interior de Pinochet demoró por horas los resultados
del plebiscito de 1988. “Sí, estoy comparando con la dictadura”, precisó
y explicó que avalaba su cuestionamiento por episodios como lo sucedido
con la encuesta Casen. La Moneda evitó levantar el tema y nadie salió a
responder cuestionamientos que hasta hace poco parecían desterrados
para siempre de la política chilena.
Poco y nada de sentido tiene a estas alturas la mítica frase del
entonces Presidente Ricardo Lagos: “las instituciones funcionan”, porque
una serie de episodios han puesto en tela de juicio la credibilidad
pública de las herramientas del Estado. Más de dos meses estuvo La
Moneda dando explicaciones semanales por las críticas del mundo político
y académico debido al manejo que se hizo de las cifras de la Encuesta
Casen, todo para poder anunciar que en el gobierno de Piñera se había
logrado bajar la pobreza en un 0,7 %. Una baja que resultó no ser
significativa, porque no era mayor al margen de error. Además se habló
de presiones a la Cepal, organismo internacional que no seguirá
colaborando en la elaboración de dicho instrumento, y de la
incorporación a último minuto de una pregunta que varió los resultados.
También están las críticas a las modificaciones al Censo, los
reiterados y públicos cuestionamientos de los ministros a los fallos de
la Corte Suprema que no se alienan con la agenda de La Moneda, que en el
caso del fallo por Castilla motivó que el Pleno del máximo tribunal
golpeara la mesa el 11 de septiembre reclamando “intromisión indebida”
de un poder del Estado en otro. No hay que olvidar fallidos
nombramientos de autoridades que quedan sin efecto por conflictos de
interés o el más reciente de todos, la polémica licitación del litio a
Soquimich que fue anulada.
“Ha habido un uso abusivo del poder político sin el resguardo
necesario por las instituciones, afectando con ello la manera cómo
funcionan los Poderes del Estado”, sentencia la analista Marta Lagos al
hacer un balance de este escenario. Agrega que “el gobierno no sopesa su
poder político, el efecto de sus decisiones, son como niños con un
juguete nuevo que no saben que se puede quebrar”.
El director del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales
(ICSO) de la UDP, Claudio Fuentes, si bien precisa que cada episodio es
diferente, en conjunto “han instalado un manto de duda y cuestionamiento
a todo el ámbito público (…) hay desconfianza en las instituciones, no
solo por lo que se hace de fondo, sino que por las formas”.
El director del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (ICSO) de la UDP, Claudio Fuentes, si bien precisa que cada episodio es diferente, en conjunto “han instalado un manto de duda y cuestionamiento a todo el ámbito público (…) hay desconfianza en las instituciones, no solo por lo que se hace de fondo, sino que por las formas”.
Piñera llegó a La Moneda el 2010 prometiendo un gobierno de
excelencia, de los mejores, eslogan que a estas alturas se ha
transformado en un boomerang, una factura que ante cada error de
envergadura la opinión pública se lo cobra. Y caro.
“Ese es uno de los problemas, este gobierno sembró expectativas muy
altas sobre una supuesta excelencia que al final no se cumplió, como lo
demuestran los casos de la licitación del litio o la Casen”, dice
Fuentes.
En esa misma línea, Lagos añadió que “en estos dos años y medio todos
los ámbitos, el técnico, el administrativo y el político han sido
debilitados. Todos los gobiernos cometen errores políticos graves, basta
recordar a Michelle Bachelet con la puesta en marcha del Transantiago,
pero los errores de este gobierno afectan la base misma del país (…) se
ha evidenciado una debilidad en la astucia política, en el manejo”.
De vuelta a la realidad
La encuesta Adimark que ayer se dio a conocer con la evaluación de septiembre, vino a terminar con el veranito de San Juan
de cuatro meses que tuvo La Moneda, al lograr detener la tendencia a la
baja en la aprobación al mandatario. Ayer, el apoyo al Presidente
Piñera nuevamente bajó, cuatro puntos, llegando a un 32 % y su gobierno
en general tiene una desaprobación del 60 %.
Este traspié, complejo por romper la tendencia, deja para La Moneda
varios aspectos sobre la mesa que considerar. Si septiembre fue un mes
marcado por la polémica de la Casen, no es casual entonces que el
ministro de Desarrollo Social, Joaquín Lavín, bajara cinco puntos en su
aprobación.
En todo caso, un antecedente no menor y en el que coinciden los
analistas es que unido a los errores cometidos, la gente simplemente no
le cree a Piñera. Esa falta de credibilidad unida a los reiterados
equívocos en que la línea de la institucionalidad ha sido corrida a
conveniencia, se conjugan en el clima actual.
Según Adimark, la mayoría de los atributos presidenciales
retrocedieron en su valoración. Solamente a un 39 % Piñera les genera
confianza, un 38 % cree que es respetado por los chilenos y para un 36 %
es “creíble”.
Las coaliciones políticas tienen baja aprobación (27 % la Alianza y
19 % la Concertación), y aunque mejoraron en esta última Adimark, la
valoración de la Cámara de Diputados y el Senado sólo promedia el 20 %
El riesgo en un escenario institucional así no es fácil de predecir, aunque Lagos y Fuentes ya hacen algunas advertencias.
“El problema es que la gente comienza a creer en los mesías, en que
una persona por si sola es la que solucionará los problemas, es lo que
sucede con Bachelet, la gente confía en ella, en su capacidad de llegar a
acuerdos, pero no en su coalición ni en el Congreso ni en el Poder
Judicial”, sentencia el experto de la UDP. Dicho síndrome de mesianismo,
añadió Fuentes, no excluye para nada a Golborne, con quién sucede
exactamente lo mismo que con la ex mandataria.
Para Marta Lagos, el escenario actual derivará “en una demanda
tremenda por una reforma estructural y el camino puede ser tortuoso.
Aquí alguien toma el toro por las astas y asume un liderazgo serio para
llevar adelante esas reformas o arrastraremos esto crisis por dos o tres
períodos de gobierno más”.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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