domingo, 15 de julio de 2012

La naturaleza de Ruiz Tagle

Compró el primer predio hace 16 años. Hoy el Parque Futangue, su parque privado, suma 13.700 hectáreas. El subsecretario de Deportes tiene aquí su propio mundo verde: bosques con especies protegidas, géiseres, aguas termales, una laguna esmeralda, un refugio donde recibe a sus visitas y a la comunidad interesada en la naturaleza. Aquí también da su pelea más desconocida: demandar hidroeléctricas que quieren usar sus aguas.
por Marisol Olivares

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Llueve torrencialmente. Andrés Martínez, administrador del Parque Futangue, dice que no va a parar. Que en un rato podría nevar. Pero que esa lluvia es la que permite salvar el bosque nativo y plantar lo que para su jefe Gabriel Ruiz Tagle -dueño del predio, ex presidente de Colo Colo y hoy subsecretario de Deportes- es su obsesión menos conocida: reforestar con alerces, ulmos, robles, lingues y cipreses un parque que comenzó a construir hace 16 años, sin saberlo.
En 1996, Ruiz Tagle veraneaba en su casa a orillas del Lago Ranco. Un día vio una oferta cerca de allí, en plena cordillera: 400 hectáreas de bosque virgen que compró sin siquiera recorrerlas. Hoy, con la adquisición de más terrenos, su propiedad suma 13.700 hectáreas, a menos de 10 kilómetros del volcán Caulle. Es su mundo más privado.
Ruiz Tagle, uno de los personajes con mayor patrimonio dentro del gabinete de Sebastián Piñera, no compró estas tierras pensando en hacer negocio, sino en su futuro arriba de una montaña. Cuando adquirió el primer terreno hace 16 años, le dijeron que adentro había una laguna, pero no estaba seguro. Así que un día se puso de acuerdo con Abelardo Huencho, quien trabaja para él en la zona hace 20 años, para que la encontraran. Tomaron sus mochilas y partieron. “Tuvimos que arrastrarnos entre medio del bosque como dos días”, recuerda Abelardo. Hasta que se toparon con una laguna inmensa, color esmeralda, rodeada de árboles y montañas, donde hoy hay a un quincho, mesas y botes. Se llama Laguna Pichi.
Al principio, Ruiz Tagle no pensaba hacer un parque. “Necesitaba hacer caminos para recorrer el fundo”, dice. Pero conoció a Andrés Martínez, ingeniero forestal que hacía clases en la Universidad Austral, que ha tomado como desafío personal rescatar los árboles prehistóricos del sur. Martínez habla de hojas o de la edad de los ulmos como si recitara un libro. Ruiz Tagle lo describe más sencillo: “Es el único ecologista facho que he conocido”. Y riéndose cuenta que así empezó la construcción del Parque Futangue, que cuenta con seis predios, 120 kilómetros de senderos hechos a mano, que comienzan a los 200 metros sobre el nivel del mar y terminan en la cima de los cerros, y cuatro kilómetros de puentes colgantes que llevan los nombres de los artesanos que los levantaron. Ruiz Tagle apuesta que es el lugar con más desarrollo de bosque nativo en Chile y que nadie ha plantado más árboles que ellos. Una inversión sin retorno. El único hoyo negro en sus negocios y que a él lo pone soberbio de orgullo.
***
La última semana de junio de Gabriel Ruiz Tagle se dividió en dos mundos. Los tres primeros días los pasó en su mundo oficial, de subsecretario de Deportes con traje y camisa, lleno de reuniones, entrevistas y viajes desde su oficina en Pedro de Valdivia a La Moneda, donde se reunió con los chilenos que irán a los Juegos Olímpicos. El jueves 29 cambió de switch. Se puso parca y gorro de chiporro, y comenzó a recorrer por cuatro días sus hectáreas en el sur.
Ese día llega manejando una camioneta roja. La estaciona en lo que un día fue una pista de aterrizaje. Ruiz Tagle no tiene avión, pero muchos de sus conocidos sí. En esa pista, por ejemplo, aterrizó Andrónico Luksic en su jet privado. Hoy Ruiz Tagle tiene cara de molesto. En el camino pasó por Cayo Ruca, donde el Instituto Nacional del Deporte dio recursos para levantar un gimnasio a través de la municipalidad, y aún no se pone la primera piedra. “Eso me mata”, dice Ruiz Tagle, que sólo en construcciones tiene como meta levantar 142 obras deportivas, siete estadios y 150 canchas amateur. Así que antes de que se le acabe la señal, llama por su iPhone para pedir explicaciones.
En el campo de Ruiz Tagle todo funciona a la hora: a las 9 se viste con buzo negro y polera blanca, y sale a correr sus sagrados 15 kilómetros diarios. Parece el uniforme de Colo Colo en versión maratón. Sigue una ruta que parte en el refugio que construyó aquí y llega hasta que termina la laguna Pichi, donde a veces le da por andar en bote y remar hasta cansarse. Esa misma ruta fue la que en 2006 recorrió con su mejor amigo, Raimundo Valenzuela, miembro del directorio de Parque Arauco, a quien aquí en Futangue todos conocen como El Paila. Un día, mientras ambos corrían, Valenzuela le hizo una propuesta: “El Colo-Colo no está muy armado, ¿por qué no nos metemos?”. Ruiz Tagle apenas sabía de fútbol. Las pichangas nunca fueron parte de su vida. “Estudié en el San Ignacio, y cada vez que había que formar equipo, era el último que elegían”. Pero esa vez no lo pensó mucho, y compró el 7% de las acciones -llegaría a tener el 24,5%- que le permitieron entrar a una reunión con el directorio de Blanco y Negro y ser elegido vicepresidente.
A las 10.30 en Futangue se toma desayuno. Pan amasado, mantequilla, queso de Ranco y miel de ulmo esperan a Ruiz Tagle cuando vuelve empapado del trote. La mañana sigue rápida, se almuerza a las dos de la tarde y se cena a las 20, siempre con dos botellas de tinto. El subsecretario viene al fundo cuatro veces al año. En el verano es paseo obligado con sus seis hijos -que siempre invitan amigos, y el grupo puede alcanzar las 30 personas-, y luego él regresa con su esposa o solo. Porque aquí es donde está tranquilo. Aquí, por ejemplo, se vino el 2010 a pensar luego que la Contraloría señaló que sus acciones en Colo Colo eran incompatibles con su cargo gubernamental: decidió venderlas y seguir como subsecretario. “Aquí el que mira el reloj se siente ridículo, nadie puede andar apurado”.
Este jueves no le funciona su equipo de música: un Kenwood antiguo donde Ruiz Tagle no logra conectar su iPod. Le traen unos cables y lo ensambla a la tele. Son 16 mil canciones donde Ruiz Tagle impone escuchar a The New Kids on The Block, Shakira, Paulina Rubio, Madonna, Michael Jackson, Jon Bon Jovi. Harto, demasiado pop.
Sentado al lado de la chimenea del refugio, comienza a decir que mañana hay que ir a las termas. Un viaje en subida de dos horas y media a la punta del cerro, donde sólo se puede llegar en moto de cuatro ruedas. Cuando lo dice, se acuerda que muchas veces se ha planteado dejar Santiago. “Viviendo acá lo pasaría bomba”. En eso, se le acerca Martínez, que tiene clavado en el chaleco un prendedor con una hoz y un martillo.
-¿ Qué significa esto, Martínez?
-Lo traje de Rusia… es de cuando Stalin tomó el poder.
-Voy a traer un lonko, pa’ que te saque la cresta.
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El ruido de la lluvia contra el techo casi no deja dormir. Afuera la escarcha blanquea el pasto, pero la calefacción por radiadores en el refugio hace que pase desapercibida. Aquí hay ocho piezas, con ocho camas y un baño en cada una. Andrés Martínez dice que aquí han estado Claudio Borghi, Sebastián Piñera, Andrónico Luksic, un alumno de la escuela rural de Ranco o un niño en rescate social de la Fundación Paternitas. El refugio de Ruiz Tagle hoy es una fundación que da vacaciones a los que no pueden pagar, y también recibe a sus visitas personales. Pero todo partió casi sin querer.
Un día del 2001 Martínez y Ruiz Tagle subían en esquí hasta la cima de la montaña, en medio de la nieve. Vieron desde arriba el bosque virgen, inmenso, con incontables tonos de verdes. Ruiz Tagle dice que vio los árboles abuelos, de más de 400 años, y se acordó del cuento El Gigante Egoísta. Miró al administrador: “¿No encuentras que nos vemos bien tontos siendo los únicos hueones acá arriba?”. Entonces pensó en hacer algo útil de ese lugar. Compartir la naturaleza y que todos pudieran disfrutar el bosque nativo, las aguas calientes con olor a azufre, los caminos y canales que permiten acercarse a la naturaleza sin dañarla.
Pensó primero en armar un hotel para gringos. Ya había reforestado y levantado el refugio, que además de las piezas tiene living con chimenea, varias mesas de comedor y una cocina inmensa donde trabaja Rosina, que ahora muele semillas de mostaza y jengibre antes de preparar un pollo al horno. Pero entonces Ruiz Tagle imaginó cientos de excursionistas dejando basura, turistas enojados porque el almuerzo no estaba a la hora y se dio cuenta de que la paz de esta tierra se iba a acabar con la invasión de un buen negocio. Y tuvo que optar. “En vez de hacer un hotel bien caro, decidimos hacer uno gratis. Sí, gratis. Donde diéramos vacaciones a niños que no pudieran salir de vacaciones, y a escuelas y ONG que quisieran aprender de la naturaleza”. Entonces el fundo comenzó a tomar forma de parque privado, y el refugio se convirtió en el Centro Educacional Futangue. En el libro de visitas hay agradecimientos de la Fundación Paternitas, Niños de Cristal, Centro Indígena Mapu Lahual y casi todas las escuelas rurales y centros técnicos de Ranco y Río Bueno.
Al refugio también ha llegado el equipo completo de Colo Colo y los juveniles. En varias visitas llegó el actual DT de la selección nacional. En esos tiempos Claudio Borghi dirigía al equipo albo, y Ruiz Tagle era presidente del club. Y fue así como una tarde en la Laguna Pichi, el Bichi improvisó en la pesca. Y como describe un fanático Ruiz Tagle: “Tiró la caña y recogió un pez inmenso”. En ese mismo viaje, un desafortunado Martínez le hizo una pregunta a Borghi:
-¿Cómo te llamas?
-Claudio…Y vos no sabés nada de fútbol.
***
Son las 10 de la mañana del sábado y la lluvia no deja ver a más de dos metros de distancia. Ruiz Tagle aparece entero vestido de North Face y un gorro con chiporro. Su administrador llega con un sombrero de cuero con orejeras, la versión rusa del gorro del Chavo del Ocho.
-¿Y ese gorro Martínez?
-Es el gorro de Lenin, Don Gabriel
-Martínez, a la próxima te saco la cresta.
Gabriel Ruiz Tagle se sube en una moto Yamaha cuatro ruedas y acelera. No se pone casco. Dice que conoce el camino. Un sendero estrecho, que sube desde los 200 metros sobre el nivel del mar a los 1.200. Un camino polvoriento que huele a tepa.
A los 10 minutos, la lluvia para. Casi parece que va a salir el sol. Ruiz Tagle lo había dicho antes. El es un hombre con suerte. La misma que tiene desde que empezó a vender pollitos a los 12 años en el campo de su padre en Polpaico. La misma que le permitió, luego de dejar a medias Ingeniería y Derecho en la UC, formar a los 19 años PISA, una papelera que vendió en más de US$ 100 millones. La misma suerte que lo acompañó en su presidencia de Colo Colo, en que de ocho torneos, el equipo ganó seis.
De pronto le suena el celular. Es el director de comunicaciones de La Moneda, que le dice que el martes debe juntarse con los gobiernos regionales y convencerlos de aprobar unas canchas. Ruiz Tagle corta y se ríe. Se ríe de la invasión de los teléfonos, y de la invasión de la política que lo alcanza en medio de un cerro.
-¿Y usted no es político?
-No, yo vengo del mundo privado. Trabajo a otro ritmo. A los 58 años tuve a mi primera jefa, la Ena.
-Pero milita en la UDI...
-Es que fui alumno de Jaime Guzmán. Nos hicimos muy amigos y él me pidió que militara. Cuando falleció, empecé a militar como un honor a él. Pero soy mal militante, nunca voy a nada. A veces me pasan el platito, y listo.
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Entonces empieza hablar lo que en este momento es su lucha desconocida. El subsecretario mira una cascada y habla de lo que se viene: cientos de derechos de agua que han comprado Endesa y pequeñas hidroeléctricas en sus predios, y que pueden explotar en cualquier minuto. Ruiz Tagle se imagina todo este parque lleno de cables sobre los alerces y camiones pasando por sus caminos. Y se pregunta: ¿en qué puede terminar todo? Piensa en HidroAysén y dice que el problema de las hidroeléctricas no son lo que inundan, sino los caminos que hacen para llegar con sus máquinas y lo destruyen todo. Por eso explica que sólo puede seguir demandando hidroeléctricas y que cuenta con un estudio de abogados en Las Condes que defiende sus aguas del sur.
Es inevitable preguntarle cuan limpia está su conciencia ecológica, cuando gran parte de su patrimonio viene del trabajo en una papelera, negocio en constante roce con el medioambiente. “Nunca he querido posar de ecológico. Lo que yo tengo es un cariño por la naturaleza, sin ropaje ecológico. Creo que lo que hemos hecho es la manera correcta de acercarse a la naturaleza, y que otros la conozcan, sin negársela, ni adjudicarla, porque es de todos. Y respecto a PISA, siempre hicimos papel reciclando papel… Es la forma más sustentable de hacerlo”.
Ruiz Tagle sigue manejando su moto. En un momento, el paisaje verde se va a negro. Cuatro kilómetros de camino fue pavimentado con lava de la erupción del Caulle en 1922. Para la última erupción, el año pasado, las tierras de Ruiz Tagle estuvieron seis meses bajo cenizas. Sobre el musgo que se forma en las rocas volcánicas, ha comenzado a crecer vegetación. Ruiz Tagle frena y apunta un coihue adulto, de unos 20 años, que no mide más de 50 centímetros. Dice que debería medir 10 metros, pero que la falta de tierra no lo ha dejado crecer… “Míralo, es un bonsái natural”.
Cuesta imaginarse a este hombre conmovido con un árbol desnutrido. Porque públicamente Ruiz Tagle puede ser un hombre conflictivo. Si no, basta recordar algunos enfrentamientos con el ex presidente de la ANFP, Harold Mayne-Nicholls. Discutieron por los derechos de transmisión de partidos en el CDF, hubo acusaciones -Mayne-Nicholls llegó a decir que Ruiz Tagle pasaba dinero a la Garra Blanca- y al final vino todo el episodio bélico de la elección en la Asociación de Fútbol Profesional, que terminaría con la salida de Mayne-Nicholls y la renuncia de Bielsa. Ahora, en medio del bosque, Ruiz Tagle lo explica con relajo:
-Mayne-Nicholls ha demostrado una disputa personal que para mí no existe. Siempre he procurado no tener disputas públicas. No me siento enemigo de Mayne-Nicholls, sólo hubo diferencias que creo pasaron a ser un tema político. Lo único que hice fue defender los intereses de Colo Colo en base a la repartición de las platas en la televisión. De ahí yo nunca tuve interés de profundizar mis problemas con él. Tengo este lado tranquilo, de escaparme a la naturaleza. Pero para mí es importante que coexistan dos cosas: la capacidad de enfrentar temas con determinación y los equilibrios personales de la gente que debe mantenerse. Eso hace la diferencia entre la pugna política, las ideas y el respeto de las personas. Siempre he tratado de marcar una línea entre una discusión y entrar en temas personales, creo que nunca he atacado personalmente a alguien.
***
Dos horas de viaje y Ruiz Tagle llega a su cabaña en la cordillera. Una construcción de madera y ventanales enormes. La madera viene del aserradero que tiene kilómetros más abajo -sólo llegan ahí árboles que se han caído-, y los vidrios los trajeron en moto.
Al almuerzo, Abelardo trae carne asada. Ruiz Tagle pregunta cuándo va a haber jabalí y nadie responde. Abajo, en el refugio, tiene de mascota a la Susy, una jabalí que se domesticó y cada vez que quieren conseguir uno, la sacan a pasear con correa, esperando que lleguen sus pretendientes que al rato se convierten en almuerzo.
Luego, Ruiz Tagle dice que hay que ponerse traje de baño. Que nadie puede perderse las termas. Aparece con un short celeste y sandalias. Afuera está a punto de nevar. Pero aquí hay ríos a 110 grados que bajan por las montañas, que se mezclan con el agua congelada de las vertientes. El resultado: innumerables pozas de agua caliente.
Ruiz Tagle se mete al agua. Martínez reparte latas de cerveza. Estas termas naturales fueron descubiertas hace cuatro años, cuando Martínez se puso a andar y tomó agua de un río con sabor a azufre. Siguió la ruta y llegó a lo que un día fue un cráter volcánico, que hoy explota géiseres a cada rato. Después vino Ruiz Tagle y no lo podía creer.
La luna se asoma entre las nubes. Son las 7 de la tarde. Ruiz Tagle, chapoteando en una poza de agua caliente, dice que cuando a él le toque irse al otro mundo quiere que sus cenizas se vayan al fondo de un géiser de dos metros que se levanta en medio de los árboles y derrite la escarcha del suelo. Hoy esa se está convirtiendo en su nueva batalla contra una planta geotérmica.
-¿Y qué piensa mientras está en el agua?
-Nada, que estoy en el agua. Para eso ayuda tener equilibrios personales que yo encuentro en la naturaleza. Se puede participar en temas controvertidos, pero tienes la obligación de no traspasar tu propia barrera. Si bañas los problemas en las termas, esa es la verdadera invasión. Más que las hidroeléctricas, los cables, cualquier cosa.
Cuatro horas más tarde, sale del agua con las mejillas rosadas. Cruza un puente colgante y se cambia de ropa. A los minutos, vuelve a buscar señal con un teléfono satelital. Habla, se restriega los ojos, mueve las manos. Cuando corta dice: “Colo Colo contrató a Labruna y la “U” perdió contra O´Higgins”. Ruiz Tagle entra a la cabaña, con la cara llena de risa.

FUENTE: LA TERCERA

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