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Lo de siempre: otra semana donde los políticos dieron la hora, sobre todo en el Congreso Nacional
Por Guillermo Arellano
En un contexto de sobre-información y redes sociales, la ciudadanía está captando la verdadera naturaleza del político, esa que habla del discurso público versus el privado, lo cual aparte de crear electores molestos y dispuestos a insultar, agredir, funar, etc., en cualquier lugar, generará un ambiente de desapego tan grande que más adelante dará lo mismo tener políticos. La vida será normal sin ellos. Y bien sabe Chile lo que pasa cuando no hay políticos...
En un contexto de sobre-información y redes sociales, la ciudadanía está captando la verdadera naturaleza del político, esa que habla del discurso público versus el privado, lo cual aparte de crear electores molestos y dispuestos a insultar, agredir, funar, etc., en cualquier lugar, generará un ambiente de desapego tan grande que más adelante dará lo mismo tener políticos. La vida será normal sin ellos. Y bien sabe Chile lo que pasa cuando no hay políticos...
Parece una obviedad, casi una noticia repetida y un análisis ya dicho hasta el cansancio: los políticos siguien a la baja y continúan dándole la razón a la ciudadanía que los sigue rechazando en las encuestas y foros de opinión.
Y esta semana que terminó tuvo mucho de eso.
El debate y posterior tramitación del sueldo mínimo duró 29 días. Renovación Nacional, el partido del presidente Piñera, lanzó como proclama que el guarismo iba a llegar a los 200 mil pesos. Su timonel Carlos Larraín discutió con varios de sus correligionarios, con La Moneda, abandonó un desayuno con el mandatario, se mandó recados con la UDI, y ¿qué pasó? Terminó votando y aprobando los 193 mil pesos que ofreció el gobierno tras aumentar 11 mil pesos producto de los alegatos de la CUT y de la oposición. Dice que RN no perió y que nunca se tuvo que poner de rodillas...
Casi un mes perdido para quedar donde mismo. Hasta un diputado, el RN Gaspar Rivas, mostró un cartel exigiendo los 200 mil pesos, pero sólo fue para la galería, porque al final votó por los 193 mil.
El mismo Rivas se abstuvo en la votación del informe sobre el lucro en la educación, pero al salir de la sala antes de terminar la sesión, transformó su postura en rechazo. Hubo varios de sus colegas de la oposición, que debían haber votado, pero que no estuvieron. Otros se parearon con los legisladores de la Alianza. E incluso hubo algunos que dicen que se parearon, pero que en realidad intentaron "pasar piola" para no votar, pero que a la hora de los grandes discursos hablan pestes del lucro.
Què pasó en la ley de pesca. Independiente de la votación final, dio vergüenza que antes de iniciar el procedimiento los mismos parlamentarios no sabían como se debía votar. Por Dios, es su trabajo. Sólo gracias al pedido de receso para coordinar con los jefes de comité se evitó un bochorno mayor, quizás, sólo comparable al de la ley del tabaco, donde algunos diputados, por votar en contra de la derecha, rechazaron un acápite fundamental para los fumadores y sus regulaciones.
En tiempos pasados, cuando se cuestionaba la labor de los sacerdotes, y más aún ahora con la crisis derivada de las acusaciones de abusos sexuales, se les decía a los feligreses: "hagan lo que dicen, no lo que hacen". Al parecer, con los señores políticos se va a tener que razonar de la misma manera. "Hagan lo que dicen, no lo que hacen", porque su práctica más recurrente de los últimos tiempos es postular una cosa y hacer otra completamente distinta. Decir A y votar B. Luchar por el argumento X y votar Z.
En un contexto de sobre-información y redes sociales, la ciudadanía está captando la verdadera naturaleza del político, esa que habla del discurso público versus el privado, lo cual aparte de crear electores molestos y dispuestos a insultar, agredir, funar, etc., en cualquier lugar, generará un ambiente de desapego tan grande que más adelante dará lo mismo tener políticos. La vida será normal sin ellos. Y bien sabe Chile lo que pasa cuando no hay políticos...
Señores del Congreso, llegó la hora. No de trabajar por trabajar y sumar horas de asistencia. Si no que trabajar de forma consecuente y hacer algo tan simple como lo es hacer adento lo que se prometió afuera. La paciencia se está agotando y es en serio.
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