martes, 3 de julio de 2012

Estrategia comunicacional viene implementándose hace tres meses

Piñera usa crisis económica internacional y apela al temor para repuntar en las encuestas

Adhesión y aprobación de manejo económico van de la mano. Por eso La Moneda considera que fue un error el discurso exitista que destacaba las buenas cifras macroeconómicas y aprovecha en este momento las nubes negras que vienen desde Europa para generar disciplinamiento tras la autoridad presidencial. Los llamados ahora son a la cautela y la austeridad, copiando la estrategia que fue exitosa para Bachelet.
Con la llegada del mes de Julio, también se conocerá hoy una nueva encuesta Adimark. Con el antecedente de la medición anterior en la que el mandatario logró subir desde el 26% al 33% su respaldo, en La Moneda esperan que esa tendencia se consolide y que en el próximo sondeo se vean reflejados los frutos de la estrategia de instalar la figura presidencial por sobre el bien y mal, concentrando sus apariciones públicas casi exclusivamente en el tema económico y apelando siempre a la unidad nacional, a la luz del escenario de crisis económica internacional.
“Es cierto, dada la crisis económica internacional se está recurriendo a la unidad, a la cautela, creemos que ha funcionado”, confiesan desde Palacio, donde impera la premisa estos días que los escenarios complejos ayudan a que la opinión pública se aglutine tras la autoridad. La “victimización” no es una estrategia nueva, la ex Presidenta Michelle Bachelet recurrió a ella cuando habló de “femicidio político” en su contra, en la época en que las encuestas le fueron esquivas y promediaba sólo un 39% de apoyo, entre el 2007 y el 2008.
La carta que se está jugando la administración piñerista —que tiene los índices de rechazo ciudadano más altos desde el retorno a la democracia en 1990— no está muy alejada de apuntar en el sentido correcto. Estadísticas del Centro de Estudios Públicos (CEP) demuestran la estrecha relación entre el apoyo al Presidente y la aprobación a su manejo económico. Así, cuando Bachelet estaba en 39%, el apoyo a su conducción de la economía era del 31%, pero a medida que éste fue subiendo, también lo hizo el respaldo a su gobierno: en junio del 2009 llegó al 66% de apoyo y el de su gestión económica al 59%, tendencia que siguió al alza hasta el final de su mandato, el que terminó con un histórico 78% y un 69% de aprobación al manejo económico, con crisis económica incluida.
En el caso de Piñera, la relación entre ambos temas ha estado igualmente ligada. En junio del 2010, tenía un 45% de adhesión y un 39% de aprobación a su manejo económico, pero a fines del 2011 cayó al 23%, junto con su gestión de la economía (22%). En la CEP de abril, tanto el apoyo a Piñera como a su conducción económica estaban en un magro 24%.
No es casual entonces que con un escenario internacional complejo a nivel económico, se afine la puntería en este ámbito. “Nos gustaría no tener crisis, pero ya que estamos en esta situación…”, añaden en el gobierno.

Agenda a la medida  

El jueves 31 de mayo, se reanudaron las reuniones del “comité de crisis”, instancia que encabeza Piñera y en la que participan los ministros de Hacienda, Felipe Larraín, de Economía, Pablo Longueira, del Trabajo, Evelyn Matthei, de Desarrollo Social, Joaquín Lavín, de Vivienda, Rodrigo Pérez Mackenna, y los del comité político, Rodrigo Hinzpeter (Interior), Cristián Larroulet (Segpres) y Andrés Chadwick (Segegob). La cita ese día se prolongó por varias horas y ahí se analizó el escenario internacional, se habló de plan de contingencia, de fortalecer el empleo, protección del crédito y se definió —en privado— el mes de Junio como clave.
En la alianza oficialista comentan que Piñera ha optado por “ponerse el parche antes de la herida”, con lo que aprovecha —critican— de dar un portazo anticipado a una serie de demandas de mayores recursos y dejar fuera de la agenda los temas polémicos, como las reformas políticas. De hecho, sacan a colación que en el mundo empresarial son varias las voces que han contradicho públicamente el discurso presidencial asegurando que los efectos de la crisis no serán mayores ni relevantes en Chile.
De ahí, las apariciones y declaraciones públicas de Piñera se han centrado casi exclusivamente en la crisis económica y la unidad nacional, con una agenda a la medida. La primera semana de junio el Presidente tuvo un almuerzo en La Moneda con una veintena de altos ejecutivos de las empresas eléctricas, una semana después de la polémica por Hidroaysén y la pataleta del Grupo Matte.
De ahí, entre el 10 y el 15 de junio vinieron las inéditas visitas que hizo a las sedes de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) y la Conapyme, para analizar precisamente los impactos de la crisis internacional.
En esas semanas, los flancos de ataque al gobierno de Piñera pasaban por la rebelión ciudadana por la Planta Agrosuper en Freirina y el polémico perdonazo de multas e intereses que el Servicio de Impuestos Internos dio a la multitienda Johnson’s.
Piñera viajó a Los Cabos, en México, como invitado a la Cumbre del G20, que convoca a las veinte economías más desarrolladas e inmediatamente de regreso en Santiago, el viernes 22, encabezó un desayuno con casi todo el gabinete para exponer, precisamente, lo que se conversó en ese debate de la situación internacional. “En estos tiempos difíciles es cuando más se requiere actuar con unidad y responsabilidad (…) Por eso quiero pedirles a todos mis compatriotas, pero muy especialmente a los parlamentarios y a los que tienen liderazgo político, que actúen pensando en Chile y en los chilenos”, dijo.
Desde esas semanas y hasta ahora, está en pleno desarrollo el debate parlamentario por el sueldo mínimo y en su apogeo las tensiones en el oficialismo, debido a que un sector de RN —el de la mesa directiva encabezada por Carlos Larraín— insiste en pedir un salario de 200 mil pesos, en circunstancias que La Moneda no va a ceder más allá de los 193 mil pesos, un gallito que ya perdió el Ejecutivo en la Cámara de Diputados y cuyo destino en el Senado estos días es incierto. “Mientras más populismo y más irresponsabilidad uno perciba en el ambiente, con mayor responsabilidad y seriedad va a actuar nuestro gobierno”, advirtió Piñera ese viernes 22 en clara alusión a la rebeldía de su partido.
“La crisis económica ya está acá y se va a quedar con nosotros durante un buen tiempo”, aseguró después el martes 26 en la cena anual de Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile (CNC).

Mea Culpa 

Solo a principios de este año, el discurso oficial era otro, dado que los niveles de crecimiento y el empleo eran el caballito de batalla del gobierno como logros que exhibir. El Presidente en Enero aseguraba que el país estaba preparado para enfrentar la crisis internacional, que nuestra economía era “firme” y que nos acercábamos a una situación de pleno empleo. “Tenemos la convicción de que la economía está bien preparada, tiene sus equilibrios macro económicos sólidos y por tanto tiene una fuerte capacidad de enfrentar la crisis del año 2012”, precisó entonces.
Aludiendo a frases como estas, en el entorno político más cercano del Mandatario precisan que fue un error generar tantas expectativas en la ciudadanía en el ámbito económico y poner el acento en el éxito del país, dado el convulsionado escenario internacional y la inflación de los alimentos y otros productos que afectan el poder adquisitivo de los segmentos más bajos.
Se reaccionó tarde la verdad —recalcan en el piñerismo— y ahora es inevitable tener que encender las alarmas y llamar a la precaución con tanta insistencia.
Tarde o no, en La Moneda explican que la reunión del G20 fue clave, ya que el debate en dicha cumbre fue más pesimista de lo que se declaró públicamente. En ese contexto, precisan que esta “victimización” efectivamente puede traer un efecto político colateral positivo, cual es aglutinar a la opinión pública y reducir los niveles de rechazo al gobierno que bordean el 58%. Explican en Palacio que efectivamente se ha hecho hincapié en el discurso económico, en evitar que el Presidente comente de todo y se involucre en todo, que llame a la unidad y se mantenga al margen de las polémicas. Agregan que este diseño viene de hace unos tres meses y que ahora se ha logrado afinar y cuajar mejor.
Eso sí, con honrosas excepciones, como el episodio de la entrevista a la BBC en la que una asesora cortó la entrevista a Piñera cuando se le preguntó por el homenaje a Augusto Pinochet, lo que levantó un sinfín de críticas.
En la alianza oficialista comentan que Piñera ha optado por “ponerse el parche antes de la herida”, con lo que aprovecha —critican— de dar un portazo anticipado a una serie de demandas de mayores recursos y dejar fuera de la agenda los temas polémicos, como las reformas políticas. De hecho, sacan a colación que en el mundo empresarial son varias las voces que han contradicho públicamente el discurso presidencial asegurando que los efectos de la crisis no serán mayores ni relevantes en Chile.
En la Alianza no están seguros de que apelar a la crisis económica dé buenos resultado, porque si bien en la derecha siempre han puesto como ejemplo y norte el repunte que vivió Bachelet en la segunda parte de su mandato, también saben que hay otros factores —confianza, empatía, credibilidad y ser querido por la gente— que pesan en el esquivo apoyo ciudadano.

FUENTE:EL MOSTRADOR

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