lunes, 18 de junio de 2012

Escalona y el “aterrizaje suave” de Bachelet. Crónica de una estrategia que tiene sus detractores en la propia oposición

Por Guillermo Arellano
La tarea de Escalona será mantener a pie firme las buenas relaciones con Piñera y los suyos e intentar armonizar un conglomerado en el que tiene claros detractores, los cuales no le harán fácil que asuma el liderazgo y que aplica esta suerte de “soft landing” (aterrizaje suave) de Bachelet en el Chile pre-presidencial de 2013.
El episodio que puso frente a frente al presidente del Senado, Camilo Escalona (PS), con el recién asumido timonel del PPD, Jaime Quintana, por el tema del diálogo entre el gobierno y la oposición que se quiere reponer, luego de la arremetida que los parlamentarios de la Alianza emprendieron contra Michelle Bachelet por su rol en el terremoto 27F, ha desatado un sinfín de teorías al interior de la Concertación.

Una de ellas habla del papel que le compete a Escalona en el retorno al país de la ex mandataria cuando deje la ONU-Mujeres y se apreste a enfrentar su posible y, al parecer, inevitable repostulación presidencial.

El ex mandamás socialista, luego de recibir una carta que la propia Bachelet le mandó desde Nueva York, se abocó a la tarea de suavizar las relaciones entre La Moneda y la centro-izquierda.

La primera etapa vino antes del discurso del 21 de mayo, donde el parlamentario de la X Región le aseguró a sus pares de RN y la UDI y a los principales ministros políticos del gobierno que ninguno de los congresistas del sector realizaría protesta alguna, lo que aseguró una cuenta pública tranquila para el presidente Piñera.

Y lo segundo fue transformarse en el único interlocutor válido entre la derecha y la Concertación, tomando en cuenta la intensa agenda de proyectos de ley que tiene en carpeta el Ejecutivo, ítem que quedó congelado cuando la Alianza presentó los videos de Juan Fernández y de la Onemi registrados la madrugada del 27 de febrero de 2010 y acusaron a Bachelet de ocultar información sobre la fallida alerta de tsunami.

Todo iba bien hasta que Quintana, aduciendo falta de claridad en los tópicos que se tratarían con el gobierno, optó por no sumarse a la unanimidad, lo que ocasionó que Escalona renunciara al consenso, traspasándole toda la responsabilidad al sector "girardista" que lidera el PPD.

Quintana se afirmó en el respaldo que la ciudadanía la tiene que entregar a este diálogo con La Moneda, aunque después descomprimió el ambiente al darle luz verde a un nuevo entendimiento entre unos y otros.

Entre medio, el senador Girardi cuestionó los esfuerzos de Escalona, quien, a su vez, recalcó que debe ser él quien en calidad de segunda autoridad del país el que lidere las conversaciones. "No podemos seguir así como estamos", sentenció.
En ese contexto, se organizó una especie de cónclave concertacionista, la que no contará con la presencia del senador Alejandro Navarro (MAS), pero que intentará unificar discursos en pro del diálogo, pero que llega enturbiado debido al actual desorden que se observa en las huestes opositoras.

Dadas así las cosas, la tercera tarea de Escalona será mantener a pie firme las buenas relaciones con Piñera y los suyos e intentar armonizar un conglomerado en el que tiene claros detractores, los cuales no le harán fácil que asuma el liderazgo y que aplica esta suerte de "soft landing" (aterrizaje suave) de Bachelet en el Chile pre-presidencial de 2013, proceso que tuvo como inesperada escala la Junta Nacional de la DC, instancia en la que se leyó una carta escrita por la ex mandataria, en la que instaló las tres bases de lo que debiera ofrecer la centro-izquierda al país: reforma educacional, reforma tributaria y cambios al sistema político, léase el sistema binominal.

Atento a la jugada, el líder de RN Carlos Larraín llamó a sus pares a no ser "ingenuos" y a no dejarse llevar por esta "especie de paz y amor o flores a lo Woodstock" que ofrece don Camilo. "No es una paloma de la paz", ironizó.

Una derecha con buenas relaciones con la oposición, una Concertación ampliando su base de apoyo en la izquierda y en el centro, ojalá con la menor cantidad de roces entre los partidos, buenos resultados en la elección municipal y un piso lo suficientemente liso y sin baches para preparar las primarias en la coalición, aparecen como el escenario ideal para este piloto de batalla que es Escalona.

Por el contrario, si la interlocución se rompe cual vaso de cristal y se impone la estrategia del "hard landing" (aterrizaje forzoso), Bachelet tendrá que sortear más de un obstáculo en su camino de retorno a la banda tricolor. Y en ese río revuelto puede pasar cualquier cosa. Y eso lo saben los detractores de Escalona.

FUENTE: CAMBIO 21

No hay comentarios:

Publicar un comentario