miércoles, 3 de agosto de 2011

El fenómeno de la ultraderecha en América Latina

Su alcance e influencia política son bastante limitados. Y tienen en internet su mayor plataforma para difundir sus mensajes radicales. 


La ultraderecha no preocupa a América Latina. Se lo considera un fenómeno tan marginal que no existe profusión de investigaciones al respecto.
Su alcance e influencia política son bastante limitados. Y tienen en internet su mayor plataforma para difundir sus mensajes.
Sin embargo, existen organizaciones con un ideario radical. Desde promover la superioridad del hombre blanco hasta atacar a los homosexuales.
Pero también hay espacio para que el extremismo no pase de la anécdota.
Como cuando en Colombia la organización Tercera Fuerza se reúne para conmemorar el aniversario del nacimiento de Adolfo Hitler.

Del neonazismo al ultraconservadurismo

En México, por ejemplo, existen grupos de 300 seguidores en Facebook que dicen reivindicar la “raíz europea” del país frente a la cultura indígena.
Pero no hay grandes agrupaciones que se reconozcan abiertamente como nacional socialistas o fascistas.
Investigaciones académicas y periodísticas hablan más bien de grupúsculos sin capacidad operativa real, limitada a participación en foros de internet y reuniones clandestinas.
Donde sí se ha expresado tradicionalmente la ultraderecha mexicana ha sido a través del ultracatolicismo.
Son organizaciones que abogan por mayor colaboración entre Iglesia y Estado y una ideología social ultraconservadora en materias como el aborto o el matrimonio homosexual.
Entre ellas, la Organización Nacional de El Yunque, que a menudo se cita como la más poderosa agrupación secreta de la derecha radical en el país, y tendría como objetivo “instaurar el Reino de Dios” en México.
En el cono sur, en tanto, existe al menos una organización política considerada neonazi, como Patria Nueva Sociedad en Chile, el Partido Nacionalsocialista Brasileño, la Unión Radical Nacional Socialista en Bolivia y Paraguay Nacional Socialista.
El profesor chileno Isaac Caro, autor de “Movimientos neonazis en el cono sur americano y sus ramificaciones”, destaca también los casos de agrupaciones como Perú Criollo, Nueva Sociedad Boliviana, Frente Skinhead (Colombia) y Orgullo Criollo (Venezuela).
Se trata de organizaciones que, según el académico, “formaban parte, por lo menos hasta el último año, de una ‘internacional’ que agrupaba a los distintos movimientos ultranacionalistas”.
“Lo que los une es fundamentalmente la defensa de una concepción que de alguna manera sustenta, por ejemplo, en la importancia del hombre blanco, la importancia de la raza aria, etc.”, explica el catedrático de la universidad chilena Alberto Hurtado.
Una concepción que, en opinión del profesor Felipe Botero, de la Universidad de los Andes en Colombia, no deja de ser paradójica, si se considera que tanto en Colombia como en la región no existen arios.
Según Botero, en el caso colombiano -donde también se destacan agrupaciones como Tercera Fuerza- por lo general se trata de movimientos de jóvenes, no muy articulados, que tienen una influencia bastante marginal sobre el discurso político.
Y lo mismo puede decirse del resto de la región andina, donde constantemente aparecen y desaparecen agrupaciones que reivindican la ideología nacionalsocialista.
Por lo pronto, sin embargo, en la región andina actualmente no parece haber ningún movimiento neonazi que esté intentando constituirse en partido político.

Bajo perfil

Pero, ¿por qué estos grupos no cobran notoriedad?gays
Una de las posibles explicaciones pasa por la legislación antidiscriminatoria vigente en América Latina.
Esas normativas los disuaden, al penar más fuertemente los crímenes motivados por el odio racial o religioso, le dice a BBC Mundo Alberto Binder del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (Ilsed).
Sin embargo, existen casos aislados de agresiones incitadas por la xenofobia, la homofobia o el antisemitismo.
En Argentina, por ejemplo, es más marcada la incidencia de actos antijudíos.
Se debe no sólo al gran tamaño de esa comunidad en el país, sino también al legado que dejó el ingreso de varios refugiados nazis tras la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, el sociólogo Luis García Fanlo le asegura a BBC Mundo que los grupos de extrema derecha “no tienen entidad” en el país y representan a una porción minúscula de la sociedad.
En Brasil, no se tienen registros de grupos de extrema derecha que operen a nivel nacional, aunque sí se tiene constancia de organizaciones que actúan en el escenario local, especialmente en regiones del centro y sur del país.
“No hay un vínculo administrativo ni operacional entre los grupos, pero hay un vínculo ideológico basado en una doctrina. Ellos creen en la segregación racial. Los principales objetivos son negros, judíos y homosexuales”, le explica a la BBC Paulo César Jardim, a cargo del Grupo de Combate al Movimiento Neonazi de la Policía Civil de Porto Alegre.
Dos años atrás un miembro de un grupo skinhead fue condenado por colocar una bomba en el Desfile del Orgullo Gay de Sao Paulo y en 2010 la policía desarticuló una banda que planeaba atacar el desfile homosexual de Porto Alegre y atacar una sinagoga.
También el año pasado los movimientos de extrema derecha cobraron notoriedad al atacar a un homosexual en las calles de Sao Paulo.
Para el profesor Sergio Adorno, del Núcleo de Estudio de la Violencia de la Universidad de Sao Paulo, el país “vive una coyuntura que sensibiliza la polarización, con debates sobre el aborto, la unión homosexual o la adopción gay”.
“Eso es percibido como una amenaza por esos grupos”, agrega.

A través de la red

Los grupos ultraderechistas latinoamericanos comparten algunas características.
Entre ellas se destacan el uso bastante agresivo de internet, que les permite mantenerse interconectados y darle voz muchos activistas de ultraderecha que aprovecharon el anonimato para difundir sus mensajes de odio, señala la experta chilena en seguridad Lucía Dammert.
Internet también les permite conseguir “una penetración importante en el caso de la música, fundamentalmente a través de ciertas bandas musicales”.
En ambos casos su relevancia política es bastante marginal.
Según Dammert se trata de grupos muy pequeños, sin organización, que no representan una amenaza real.
Pero en ambos casos -tanto en el sur del continente, como en la zona andina-, los lazos de estas agrupaciones con los partidos más tradicionales de derecha por lo general están limitados.
Se circunscriben, según el catedrático chileno, a compartir un discurso basado en “valores” que “claramente va en contra del reconocimiento de los derechos homosexuales, de oposición al aborto, de oposición a una serie de medidas de ese carácter”, sin que esto signifique que tengan lazos directos.

FUENTE: EL MOSTRADOR

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