miércoles, 24 de agosto de 2011

Carolina Tohá, Presidenta del PPD: “Al Presidente lo veo parapetado en la ideología y el miedo”

Dejando atrás la política de los acuerdos, Tohá cree que el camino que debe tomar la Concertación es asumir “reformas estructurales” y escuchar a “la mayoría” que hoy no se siente representada. Acusa a sectores de derecha de “populistas” y cree que la razón por la que el movimiento estudiantil está entrampado recae en los “amarres que tiene nuestra institucionalidad” y que algunos se esmeran en mantener. 


Una nueva era en la forma de hacer política es lo que plantea Carolina Tohá, Presidenta del PPD. Con una ciudadanía totalmente empoderada y exigente, el paro nacional organizado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), es sólo un reflejo de la profundidad de las demandas sociales y la necesidad de cambios estructurales en nuestro país a juicio de la dirigente.
Con altas demandas sociales y la aprobación a los partidos políticos por el suelo, la forma en que la Concertación intente ser parte de la transformación será clave y ya se están perfilando nuevos liderazgos, como asegura Tohá. Según la ex diputada y ministra, sí influyó que este sea un gobierno de derecha y que las buenas cifras económicas no llegan a todos los hogares. Pero según la presidenta del PPD, la ciudadanía se ha nutrido de 20 años de democracia y hoy ha alcanzado su madurez, exigiendo con fuerza ser escuchada.
-¿Qué papel quiere jugar la Concertación en el movimiento social que se ha tomado las calles? ¿Cuál es el plan de acción para ser parte de este movimiento que nació apolíticamente?
-Lamentablemente, este momento ha llegado en un instante en que el cuerpo político de lo que fue la Concertación está en su punto de mayor debilidad. Pero yo no creo que esté así por malas razones, creo que es inevitable cuando se cierra un ciclo y se abre otro. Hoy tenemos que rearmar el proyecto político, restablecer la lógica del modelo de coalición con el que funciona y renovar liderazgos… Hay algo que está muriendo para que otra cosa pueda nacer. Lo principal es reformular el proyecto político hacia delante, dar respuesta del tipo de transformaciones que le quieren dar al país y regenerar su modelo como fuerzas políticas.
-¿Cómo piensan instalar nuevos liderazgos?
-Con la competencia se van a ir decantando las cosas. En este momento de confusión no es el momento de las estrellas, pero se están jugando los liderazgos de manera muy sutil y subterránea. La gente está tomando posición, está declarando su mirada respecto de lo que hay al frente, está enfocando el tipo de propuesta que tiene. Nada de esto brilla, esto no es de la etapa lucida de la política, es la etapa de construcción de cimientos, cochina, de muchas manos en el barro.
-Los partidos de la Concertación ¿le suman o le restan al movimiento? Porque pasan a ser la noticia central, al ser el eje del conflicto con el gobierno.
-Esa fue una decisión del gobierno, porque le interesa hacer esa lectura. Quiere construir la idea de que esto lo planearon unos políticos en una pieza oscura porque están picados y salieron del poder. La verdad es que los partidos de la Concertación no tienen ningún protagonismo en este movimiento, lo han apoyado. Declararon que respaldaban las decisiones tomadas por los actores sociales. Más allá del momento complicado que vive la política en general y la Concertación en particular, no creo que haya sido irrelevante en todo este proceso el que esas fuerzas políticas hayan respaldado al movimiento, le hayan dado razón a sus demandas y legitimidad a sus liderazgos y convocatorias. Este cuadro no sería el mismo si nosotros nos opusiéramos al movimiento desde el Congreso o estuviéramos encerrados en La Moneda tratando de resolverlo.
Yo sinceramente creo que el factor de tensionamiento aquí, es que hay un sector que se parapeta en ciertos amarres que tiene nuestra institucionalidad para mantener características estructurales que la mayoría de la población no comparte.
-Este es un movimiento apolítico y ustedes están intentando ser parte de él. ¿Dónde encajan?
-Este es un movimiento que viene impulsado desde una ciudadanía que se ha gestado en estos 20 años de democracia, que tiene todo el poder, que le dio la libertad y la pérdida del temor de este tiempo. Yo creo que en ese sentido, esta sociedad que estamos viendo hoy no es ajena, pero es una ciudadanía y no un movimiento político, lo que estamos viendo. Sin embargo, sí es fruto de los cambios políticos que el país tuvo. Yo no creo que esta ciudadanía nació hoy, viene naciendo desde hace mucho tiempo. Por los cambios que ha tenido el país, dentro de los cuales es bien relevante el cambio de signo del gobierno, el ciclo económico en el que estamos y el momento global, donde hay muchas cosas que hace pocos años no estaban en discusión y hoy sí lo están. Existe el espacio para que esa ciudadanía se exprese con mucha más fuerza.
-¿Está de acuerdo con el diagnóstico que dice que esto no es conducido por ningún liderazgo político nítido?
-Creo que detrás, al lado y en el corazón de esta efervescencia social, sí hay una demanda política muy profunda, aunque no esté expresada en un liderazgo de un partido en particular. Por lo tanto, la política tiene mucho que decir  respecto a lo que se está expresando acá, esta no es una pura emotividad… Aquí se está expresando el agotamiento de un cierto tipo de orden, de arreglo que tuvo nuestra democracia, un cierto pacto político y social con el cual Chile funcionó por 20 años, y que hoy está en discusión. Hoy, crecientes sectores ven como posible otra manera de resolver nuestra convivencia hacia delante.
-La Concertación fue parte militante, y muy contenta, del partido del orden, que habla de las instituciones y los grandes acuerdos ¿eso quedó en el pasado?
-La Concertación fue no sólo parte, fue protagónica en la gestación de un tipo de orden con el cual Chile funcionó por 20 años. Ese orden se gestó en los momentos de transición desde la dictadura y parte importante de sus características que tenían que ver con no sobrepasar ciertos límites heredados de la dictadura y ocupar el método de los acuerdos transversales políticos, para la discusión de todas las cosas importantes, tuvieron una cierta lógica en el momento de la transición que se prolongó por el tiempo, a mi juicio, de una forma excesiva. Llegó un momento en que esa lógica de la política se traslapó, con un país que ni esperaba ni necesitaba esa forma de hacer las cosas. Ya no tenía temor, ni sentía que la democracia estuviera amenazada, no sentía que hubiera una interlocución tan representativa en el mundo político como para resolver todo en sus negociaciones.
-¿Comparte la tesis de Lagos, que dice que todo lo que no se pudo avanzar en estos temas, durante los gobiernos de la Concertación, tiene que ver con el rol de veto que cumplía la derecha?
-Hay una parte de la explicación, que es que la derecha bloqueaba las reformas. Pero hay otras partes también. Nosotros fuimos una coalición de gobierno, que por mucho tiempo aceptamos y no discutimos ese poder de veto. Esa pasividad ante ese poder de veto fue excesiva, se prolongó en el tiempo. Se naturalizó. Por otro lado, hoy tenemos un actor social demandante que antes no existía. Cuando en el gobierno de Lagos se discutió el aumento del Royalty y se rechazó, no pasó nada. Nadie salió a la calle. Si hoy pasara algo así, sería un gran debate nacional. Entonces hay tres elementos que cambian: una derecha que está en el gobierno y no puede dedicarse a puro vetar; una Concertación y oposición que no ve como algo natural el veto, sino algo que hay que desafiar; y una ciudadanía con poder.
-¿Cómo analizan la situación actual dentro de la Concertación? ¿qué rol quieren jugar en el esquema actual?
-No hay una sola opinión en la Concertación respecto a cómo leer este momento, pero sí hay algunas cosas compartidas. Lo principal es que existe un ánimo general de que en esta etapa se deben asumir reformas más estructurales, en determinados ámbitos, y que si no se enfrentan, nuestro sistema va a empezar a tener fenómenos de entropía graves. Hay una disposición a reformas estructurales en sectores que antes no la tenían dentro de la Concertación. Pero hay matices, hay algunos que piensan que lo que estamos viviendo hoy en el país es simplemente un momento que va a pasar y que después las cosas van a volver a ser como antes. También hay personas que ven con temor este momento, porque no es parte de la rutina política en que todo está bajo control. Hay otra parte, que ve muy esperanzador este momento, yo me siento en ese grupo. Hay una gran posibilidad para el país, de destrabar los nudos que impedían hacerse cargo de cambios en los cuales hay una mayoría persistente del país que los espera y sin embargo, esa mayoría por nuestra institucionalidad es impotente. En el transfondo de este malestar hay una mayoría frustrada, que se sabe mayoría y que ve que el sistema no le responde.
-En la derecha ¿qué posturas frente al movimiento social ves?
-Me consta que más de alguno piensa que esto va a pasar, que es una histeria colectiva que nadie sabe cómo empezó, pero que va a terminar. Segundo, hay una derecha que ve una oportunidad para el populismo acá y no me cabe duda de que está trabajando para eso. Que dice nuestro futuro está instalarnos en el populismo y el populismo puede ser, tanto el llamado al orden o tomar la demanda transformadora y llevarla a un código populista.
También hay una mirada desde la impotencia y la frustración, que creo es la que está dominando. De decir nosotros no somos capaces de resolver esto, o no estamos dispuestos a hacer las cosas que hay que hacer para resolverlo, y nos vamos a refugiar en nuestro público, le vamos a hablar de la seguridad, vamos a meterle miedo, vamos a descalificar y a tratar de ser los defensores del orden y crear un enemigo. La más clásica derecha.
-¿Ahí está el Presidente?
-Lamentablemente creo que el Presidente ha estado ahí los últimos días. El domingo lo vi parapetado en la ideología y en el miedo. No vi, y creo que es bien preocupante, un Presidente hablando desde la conducción, proponiendo soluciones. Vi un presidente recriminando a todo el mundo. La gente espera un Presidente que resuelva las cosas, no que culpe por acá y allá, no haciéndose cargo. La entrevista que dio el domingo fue un no a las reformas y un responsabilizar a todo el mundo de la situación que vive el país.  
Lo que es interesante, es analizar dónde está la rigidez o por qué este conflicto está tan entrampado. Hay todo un discurso que dice que está entrampado porque el movimiento es muy radical e intransigente. Yo sinceramente creo que el factor de tensionamiento aquí, es que hay un sector que se parapeta en ciertos amarres que tiene nuestra institucionalidad para mantener características estructurales que la mayoría de la población no comparte.

FUENTE: EL MOTRADOR

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