lunes, 1 de agosto de 2011

Andrea Repetto, economista UC y académica de la UAI “Sin una reforma laboral vamos a seguir siendo un país a mitad de camino”

Con el sello de la UAI, Repetto, Ricardo Solari, Marcelo Albornoz y Francisco del Río, elaboraron una propuesta de reforma laboral que pretende hacer un cambio integral y que sería la base para que Chile alcance el verdadero desarrollo. Aquí, la investigadora realiza un crítico diagnóstico del estado de las cosas en materia laboral y explica por qué es tan importante un nuevo código del Trabajo, pues ya no son suficientes las soluciones parciales. 


El clima de malestar general con el estado de las cosas en el país, que ha dado pie a movimientos regionales, como el de Punta Arenas, a las masivas marchas contra HidroAysén y a la movilización estudiantil para una reforma del modelo de la educación, ha dejado en evidencia el gran problema de Chile: la desigualdad. Es decir, lo mal pelado que está el chancho, lo inequitativa que es la distribución del ingreso. Por eso, ya se comienza a hablar de los instrumentos para enfrentar este problema estructural. La reforma tributaria que estudia La Moneda sacará ronchas y levantará polvareda en los próximos días. Y ahora empieza a hacerse espacio también un tema que fue tabú para los gobiernos de la Concertación por 20 años: la reforma laboral.
Pero su necesidad es tan evidente, que hoy es la Universidad Adolfo Ibáñez –históricamente asociada a la centro derecha –  entrega una contundente propuesta en este sentido (ver documento adjunto). Luego de más de un año de trabajo, el equipo que también componen Ricardo Solari, ex ministro del Trabajo, Marcelo Albornoz, ex director del Trabajo y hoy consultor de empresas en esta área y Francisco del Río, asesor legislativo en áreas laborales -y que en un comienzo también integraba al actual Ministro de Defensa, Andrés Allamand-, comienza a socializar sus conclusiones. Andrea Repetto, cabeza del proyecto, nos explica por qué es necesario modificar sustancialmente el modelo ideado por José Piñera e impuesto durante la dictadura militar, cuestionando de pasada ese discurso que pone a Chile como un país modelo en el área económica.
Repetto es economista de la UC, doctorada del MIT, académica de la Escuela de Gobierno de la Adolfo Ibáñez, y también participó en la comisión Meller de la ex Presidenta Bachelet.
-¿De dónde surge la necesidad de una reforma laboral y a qué pretende apuntar?
-El diagnóstico es compartido. Tenemos un mercado laboral que funciona bastante mal y los síntomas son una rotación laboral altísima, salarios bajos y productividad baja, poca negociación colectiva, escasa sindicalización y que no hay pacto de salario asociado a las utilidades de la empresa. Hay una dificultad en la ley para adaptarse a los cambios, la ley supone que todas las empresas son iguales y esas se parecen a las empresas grandes de los años 50.
-¿Cómo se concilia ese diagnóstico con el que dice que el modelo chileno es una maravilla de exportación?
-Buena parte de nuestro crecimiento en el ingreso per cápita está asociado a la minería, que no es donde está el empleo. El empleo está en el sector servicios. Lo que confunde en estas cifras agregadas es el promedio con la distribución. En promedio nuestro ingreso per cápita es de 15 mil dólares. Pero ¿cuántas familias tienen 15 mil dólares de ingresos? No se condice con el resto de las cifras, porque justamente tenemos una distribución del ingreso que es totalmente desigual.
-Durante más de 20 años se nos ha dicho que el modelo chileno es exitoso ¿entonces no es tan así?
-En promedio tenemos tasas de crecimiento altas, ingresos altos. Pero tenemos un 1 o 2% con muy altos salarios y una gran masa de trabajadores que viven con 200 mil pesos mensuales. No creo que podamos decir que hemos llegado al desarrollo o que estemos en el umbral del desarrollo. En la cifra promedio se esconde la realidad de la distribución.
-¿Por qué esta verdad parcial? ¿la elite chilena se ha mentido un poco a sí misma?
-Lo que hemos estado observando en el último tiempo son personas movilizándose, exigiendo… hay una demanda justamente porque este modelo tan exitoso, en promedio, llegue a todos. Entonces si queremos crecer al 7%, que ese 7% a través de un mecanismo llegue a todos y uno de esos mecanismos es el mercado laboral. Eso genera una urgencia.
La negociación colectiva es otro mecanismo, donde las empresas y trabajadores pueden negociar sus condiciones laborales, generar más productividad y que esa productividad, su éxito, sea compartida. Aquí hay un reconocimiento frente al hecho de que el éxito de la empresa, es un trabajo conjunto del empleador con los trabajadores.
Sin una reforma laboral vamos a seguir con salarios bajos, con tasas de empleo y productividad baja. Se va a empezar a notar cuando el precio del Cobre no esté tan alto… En definitiva, no vamos a poder hablar de desarrollo y vamos a seguir siendo un país de ingreso medio.
-Cada vez que se planten reformas de este tipo se dice que va a afectar el crecimiento ¿qué tan verdadero es esto?
-Yo creo que hay mucho susto en la discusión laboral. Uno observa que las reformas laborales, si bien han existido algunas importantes en los últimos 20 años, son marginales. Vamos a cambiar una sola cosa, lo que se pueda cambiar, dicen.
-Pero hay quienes creen que la gradualidad con la que avanzó la Concertación determinó el éxito del modelo. Se vanaglorian de esa gradualidad, se dice que fue sabia.
-El código laboral representa un balance. Lo que se intenta es equilibrar la relación empleador/trabajador, y si uno sólo cambia un pedazo de eso, rompe ese balance. Los trabajadores y los empresarios, temen que cada reforma los pueda dejar un paso más atrás. Ven una amenaza en la reforma, entonces cada vez que uno plantea un tema, una de las partes la bloquea. Por eso la única manera, para que todos estén dispuestos a negociar un nuevo código laboral, es que ambos sientan que ganan algo. Algunas propuestas les van a gustar y otras no. Porque si se ponen los temas de a uno, que es lo que hemos estado haciendo los últimos 20 años, nunca se va a conseguir nada. Siempre va a haber alguien que no va a querer.
-¿Cómo logran superar los miedos que están intrínsicamente plasmados en la legislación laboral actual –hija de José Piñera– y que se basan en la lógica de que la empresa es el lugar del conflicto entre el capital y el trabajo?
-Lo que necesitamos es que las condiciones laborales se definan dentro de la empresa y no a través de una ley afuera. La realidad de las empresas es heterogénea, la realidad de los trabajadores y sus necesidades también. Cambian con las estaciones, con el terremoto, con el precio de la energía… y el lugar donde se tiene que resolver eso, es dentro de la empresa. Por eso se tiene que fortalecer a las partes, a los sindicatos y definir a la empresa.

Los cambios necesarios

Los principales cambios que el grupo académico plantea son indemnización a todo evento, modificar el sistema actual de gratificaciones, jornadas laborales flexibles, fortalecer la negociación colectiva y establecer la sindicalización automática provisoria. Medidas que históricamente han sido resistidas por unos u otros actores.
-¿Hay que fortalecer a los sindicatos y a la vez despolitizarlos?
-La tasa de sindicalización en Chile es bajísima y en parte tiene que ver con eso, porque como no se puede negociar al interior de la empresa, porque la ley no te lo permite y es muy rígida en ese sentido, entonces tenemos que ir a negociar a otro lado y las presiones suceden a nivel político, en el Congreso… No dentro de la empresa, que es donde se define la relación laboral. Entonces si se amplían los temas que se pueden negociar, si deja bien definido quiénes son las partes negociadoras, se mueve la discusión hacia la empresa.
-Entonces ¿el sistema actual incentiva a que el dirigente sindical sea a su vez un dirigente político?
-Claro, porque la presión se va a hacer al Congreso. Cuando en realidad la presión se debiera hacer dentro de la empresa.
-¿Cómo les va a presentar esto a los empresarios en la medida que en ciertos aspectos pierden poder? ¿Por dónde ganan ellos?
-Ellos ganan. Si ellos pueden negociar con sus trabajadores y generar un sistema de diálogo, en que la ley laboral les permita generar todas estas adaptabilidades, eso es algo que ellos valoran mucho y que va a generar mayor productividad y utilidad. Esto a cambio de mejores salarios, gratificaciones, más descansos y mejores turnos. La idea es que los dos ganen. Que sea una mesa equilibrada.
-Ustedes se han juntado con la ministra del trabajo, Evelyn Matthei ¿qué le pareció a ella su propuesta?
-Ella también cree en la necesidad de hacer cambios y que el trabajo que hay que hacer ahora, es tantear el terreno. Hay un consenso sobre cuáles son los problemas y al mismo tiempo, que es importante dejar instalada la idea de que el Código Laboral es un balance. Hay cierto consenso oculto sobre la necesidad de hacer la reforma. La idea de legislar yo creo que sería aprobada. Esto es algo político y hay que ver si se la juega el gobierno.
-¿Qué pasaría con Chile si no se hace una reforma laboral en los próximos años?
-Sin una reforma laboral vamos a seguir con salarios bajos, con tasas de empleo y productividad baja. Se va a empezar a notar cuando el precio del Cobre no esté tan alto… En definitiva, no vamos a poder hablar de desarrollo y vamos a seguir siendo un país de ingreso medio. Un país en la mitad del camino.
-¿Pasamos o no los estándares OCDE en materia laboral?
-No, la OCDE ha hecho varios comentarios al respecto. Ha hablado de nuestra alta rotación laboral, de los salarios bajos, la productividad baja y de la indemnización por los años de servicio.

FUENTE: EL MOSTRADOR

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