lunes, 26 de agosto de 2013

“Vi el odio desatado por el señor Cheyre y sus acompañantes”: La Responsabilidad de Cheyre, Parte II (“Entrevista a Eliana de Jesús Rodríguez” & “Misión Cumplida”).

“Vi el odio desatado por el señor Cheyre y sus acompañantes”: La Responsabilidad de Cheyre, Parte II (“Entrevista a Eliana de Jesús Rodríguez” & “Misión Cumplida”).

Presentamos la segunda del especial “La Responsabilidad de Cheyre” (ver parte 1), elaborado por nuestro amigo Arnaldo Pérez Guerra (Liberación) sobre las vinculaciones del militar con violaciones a los D.D.H.H. al momento de asumir la comandancia en jefe del ejército¹. Acá nos encontramos de frente al horror, cuando el testimonio de Eliana Rodríguez lo ubica en un contexto violentas detenciones, violación y tortura.
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«Cheyre destruyó nuestras vidas»
El testimonio de Eliana de Jesús Rodríguez Dubó acusa a Juan Emilio Cheyre, el flamante comandante en Jefe del Ejército. Eliana, detenida el 6 de octubre de 1973, señala al entonces teniente Cheyre, junto a otros dos oficiales, como parte del piquete de soldados que allanó su casa, la tomó prisionera y, luego, en el Regimiento Nº 2 Arica de La Serena la torturó y violó por más de un mes.
-¿Por qué la detuvieron? ¿Qué le decían?
“Cheyre me decía que me había ‘buscando en muchos lugares y, por fin, había logrado ubicarme’. Me acusaba de ser comunista. Le hice ver que no lo era. Se enfureció y me golpeó, delante de mis hijos. Los militares entraron a mi casa como en un asalto. Todos eran del Regimiento Nº 2 Arica de La Serena. Por orden de Cheyre, destruyeron la puerta, vidrios de las ventanas, muebles, etcétera. Rodearon la población y la manzana. Juan Emilio Cheyre, en ese entonces teniente, era el jefe del grupo”.
-¿Qué ocurrió durante el allanamiento de su casa?
“En la casa estaba mi familia: mi esposo, mis 5 hijos -sus edades fluctuaban entre 1 y 12 años-, mi madre enferma. Mis hijos lloraban y gritaban, mientras los militares me insultaban tratándome de ‘maraca’, ‘puta’, ‘concha de su madre’. Destrozaban enseres y la loza la tiraban al piso. Con sus metralletas y yataganes rompían ventanas y muebles. Los libros de una pequeña biblioteca junto al comedor, fueron quemados en el patio. No conformes con lo destrozado, procedieron a cavar hoyos en el patio ‘buscando armas’.
Cheyre les dijo: ‘rompan el living porque ahí deben haber armas guardadas’. Les dio la orden para que en el patio quemaran los libros y buscaran armas. Mis hijos estaban totalmente aterrorizados… Vi el odio desatado por el señor Cheyre y sus acompañantes. Junto con los insultos me tiraron al suelo y comenzaron a patearme, me levantaban para volverme a tirar al suelo, mientras esto sucedía a mi esposo también lo golpeaban pero con la parte trasera de las metralletas. A mi madre y a mis hijos los tenían apuntados con sus metralletas, presenciando todo esto.
A mi esposo lo golpearon. Para ellos era ‘un imbecil’ y ‘un huevón’, porque no sabía ‘la puta que tenía por esposa’. A mí me trataron de la peor manera. Estaban furiosos. Él más furioso era Cheyre. Jaime Ojeda Torrent y Fernando Polanco Gallardo le dijeron al teniente que ‘no había nada en la casa’. Eso lo enfureció y arreció sus golpes e insultos en mi contra. La sangre de las narices me saltó y mojó el pecho producto de los golpes. A mi madre no le hicieron nada.
Me llevaron amarrada con las manos en la espalda, la vista vendada. Habían rodeado todo pues pensaban que ‘podía huir hacia otras casas’. Se llevaron a mis dos hijas más pequeñas… Yo quedé detenida en el Regimiento de La Serena que comandaba Ariosto Lapostol Orrego”.
“Cheyre dio la orden de fusilarme”
-En el Regimiento Nº 2 Arica la torturaron…
“Sí. Ahí empezó lo más horrible. Padecí el mismo ‘tratamiento’ que se le dio a miles de personas. Fui violada para que confesara mi militancia y los nombres de la dirección del Partido Comunista en la región. Me aplicaron electricidad en los senos, debajo de las uñas de pies y manos, en la vagina… Fui arrojada a una celda de castigo de donde era sacada para ser llevada a las sesiones de tortura. Permanecía sin alimentos ni agua. Bebía la que se acumulaba en los rincones con orina y restos de fecas. Juan Emilio Cheyre Espinosa dio orden para que se me fusilara ‘en vista que no delataba a nadie’. El falso fusilamiento se efectuó. Dijo ‘saquen a esta maraca afuera y mátenla’. Yo había vivido el infierno y ¿sabes qué pensé? Que la muerte era un alivio. Estaba en medio de toda esa mugre, en un calabozo sucio, húmedo y oscuro, sin ver luz. Salía sólo para ser torturada, golpeada y violada”.
-¿Vio a otros prisioneros políticos? ¿Supo del paso de la Caravana de la Muerte?
“Yo no era la única prisionera en el regimiento. No pude ver a los demás, porque todos estábamos con la vista vendada. Pero escuché a otros, sobre todo hombres. Luego me llevaron a la cárcel de mujeres en El Buen Pastor, de calle Balmaceda a cargo de religiosas. Le pregunté a una de las monjas, qué fecha era. Una monja me miró extrañada. Dijo: ‘¿pero, cómo no sabe el día en que estamos?’. ‘Es noviembre de 1973′, me dijo. Allí me di cuenta que estuve prácticamente un mes siendo torturada. Mientras permanecí en las celdas de castigo ocurrió la Caravana de la Muerte, al mando del general Sergio Arellano Stark. Fue horrible. Escuché que ‘habían ido a buscar a los prisioneros a la cárcel’. Los torturadores hablaban, decían: ‘¿trajeron a los tales por cuales de allá, de la cárcel?’. ‘Sí’, decía uno. ‘¿Y los van a dar de baja?’, decía otro. ‘¡Claro que sí, eso hay que hacer. Hay que matar a todos estos que envenenaron la mente de la gente!’.
-¿Los torturadores eran las mismas personas que la habían detenido?
Sí. Polanco, Ojeda, Osvaldo Pincetti Gac. Cheyre, también, por supuesto. Él estaba ahí… Después me trasladaron a la cárcel de La Serena. Estuve allí incomunicada. Me sacaban amarrada y con la vista vendada para ir otra vez a la tortura en el regimiento”.
-¿Un militar que la custodiaba le entregó un papel con los nombres de los torturadores?
“Me trasladaron a la cárcel en calidad de castigada y aislamiento, sin embargo, siempre era llevada al regimiento para proseguir con los interrogatorios. A la tercera semana de diciembre de 1973, me levantaron la incomunicación. Un militar que me acompañaba me entregó en un papel escrito los nombres de aquellos que me habían torturado. Dijo: ‘alto, alto… Ustedes, córtenle las amarras’. Uno de los custodios le manifestó: ‘No tengo cuchillo’. Me imagino que fue él quien me cortó las amarras. Me puso por escrito el nombre de los torturadores y me dijo: ‘señora, yo no he participado en esto… No olvide nunca esos nombres’”.
-¿Ud. no sabe quién es él?
“Después, con el tiempo, supe quién era. Pero no quiero nombrarlo. No quiero causarle algún problema a él y su familia”.
-Ud. señala que fue violada y le aplicaron electricidad al interior del Regimiento Nº 2 Arica de La Serena…
“Sí. Ese fue el ‘tratamiento’ que me dieron. Me violaron y aplicaron corriente en partes de mi cuerpo por casi un mes. Esas vejaciones las sufrieron muchas mujeres. Lo que sucede es que aún existe el miedo a confesarlo, sobre todo el acto de la violación. Miedo y vergüenza por nuestras familias. Muchas mujeres no quieren que sus esposos sepan algo tan atroz.
Las personas que me torturaron eran las mismas que ‘asaltaron y rompieron’ mi casa y me detuvieron. Ellos integraban el grupo de tortura: Cheyre, Polanco, Ojeda y Pincetti Gac, conocido como el Profesor o doctor Destino. Él hipnotizaba a los prisioneros y participaba de las sesiones de tortura. Pincetti tenía un programa en la radio. En su programa ‘veía el destino y futuro’ de los auditores. La gente lo llamaba para saber cómo les iba a ir ese día o cómo solucionar sus problemas afectivos. Esa era ‘su área’. Por eso se lo conoce como Profesor, Destino o doctor Tormento…”.
Dinamitado en su casa
-Sus dos hijas más pequeñas también fueron detenidas…
Sí. Natacha, de un año y 9 meses, y Yelena, de 3 años y 6 meses. Luego, permanecí con ellas en la cárcel. Mi familia me buscó durante dos meses, el mes que estuve en el regimiento y, después, el mes de incomunicación. Mi madre, que estaba muy enferma, se agravó y falleció, mientras yo estaba en la cárcel”.
-¿Qué sucedió con su esposo, también lo detuvieron?
“No, a él no. Sólo lo golpearon e insultaron. Le dieron de patadas y culatazos y lo dejaron libre. El propio Cheyre dijo ‘que era un tal por cual, que no sabía nada’”.
-A Ud. la acusaron de pertenecer al Partido Comunista.
“Sí, entre otras cosas. Yo pertenecía a otro partido, el Partido Socialista. Pero nunca, tampoco, se los dije. ¿Sabe por qué?, si les decía mi militancia me habrían torturado más y más. Si les hubiera dicho que pertenecía a un grupo de la dirigencia del Partido Socialista, me habían preguntado muchas más cosas. Nunca les dije a qué pertenecía. Siempre negué la militancia comunista, porque en realidad no la tenía, a pesar de que conocía a muchos compañeros, ninguno de ellos fue por mí a la cárcel. Ninguno fue golpeado por mi culpa”.
-¿Cómo llegaron a su casa?
“No lo sé. Lo único que pienso es que alguien de mi población me delató. Los militares buscaban comunistas. Esa era su ‘tarea’, eliminarlos, destrozarlos”.
-Ud. denuncia que el dirigente socialista Daniel Acuña Sepúlveda fue dinamitado por militares en 1979.
“Sí. Cuando salí de la cárcel. Tres o cuatro años después, fui a la casa de Daniel Acuña, dirigente socialista de 69 años. Vivía en una parcela que estaba a la subida de Tierras Blancas. Fui a saludarlo y proponerle que nos fuéramos al exilio. Él me dijo que no podía hacerlo ‘porque se había casado con la hermana de un capitán del Regimiento’. Le dije a Daniel que eso no lo iba a eximir de que un día vinieran a su casa y lo llevaran detenido. Le hablé de las torturas. Me dijo que ‘nada de eso le iba a suceder’.
Un día de agosto de 1979, de madrugada, el empleado que tenía, un viejito que trabajaba con su hijo la parcela, apareció en mi casa gritando y llorando. Ellos vivían en un rincón bien alejado de la casa principal. Vino a buscarme y me golpeó la puerta desesperado. Me decía ‘señora Eliana, levántese. Asaltaron la casa de don Daniel. Y no sé si está vivo o muerto’. Hay muchas cosas extrañas en la muerte de Daniel Acuña. Su esposa no estaba en la casa, y su hijo huyó herido, aunque después fue detenido al llegar al Hospital. Tenía heridas de bala”.
-Ud. entró a la casa de Acuña. ¿Qué pudo ver?
“Sí, entré a su casa. Estaba todo completamente destrozado. Todo hecho pedazos. Sangre en todas partes. Tuve que pasar por sobre la puerta. La habían sacado a la fuerza. Estaba hecha pedazos, los vidrios, y todo lo que había sido su sueño. Todas sus pertenencias. Los muebles despedazados. Fui al dormitorio y no quedaba nada. Sus restos estaban repartidos en las murallas y piso. Al viejo -tenía 69 años- lo amarraron a su cama y lo dinamitaron”.
- Ud. acusa a Juan Emilio Cheyre en las detenciones de José Rodríguez Torres (1º noviembre 1973), José Rodríguez Acosta, (padre del anterior, 8 noviembre 1973), Bernardo Lejderman Konoyoica y María Ávalos Castañeda (matrimonio argentino-mexicano, 8 diciembre 1973). Ellos fueron asesinados por militares del Regimiento Nº 2 Arica de La Serena. El entonces teniente Cheyre era el “ayudante” del comandante del regimiento Ariosto Lapostol. También Ud. menciona al estudiante de la Universidad de Chile, Bernardo Cortez y a Santoni. Ambos no figuran en el Informe Rettig… y a Jorge Vásquez Matamala (16 septiembre 1973), que sí figura, pero asesinado por carabineros.
“Todos ellos son personas que detuvo el grupo formado por Cheyre, Ojeda, Polanco, Pincetti y otros. Los militares actuaban muchas veces en conjunto con Carabineros de la zona. Ellos detuvieron a estas personas. Santoni y Bernardo Cortez, me imagino que fueron ejecutados. Ellos no figuran en el Informe Rettig, es cierto. Lo único que sé de ellos dos es que fueron detenidos por ese grupo comandando por Cheyre.
Santoni era un profesional. No recuerdo su nombre. De Bernardo sí me recuerdo. Era estudiante de la Universidad de Chile, y un joven muy participativo. Fue detenido por este mismo grupo.
Pienso que Cheyre y sus dos ayudantes, Polanco y Ojeda, se dedicaron a eliminar las cabezas de los partidos de la izquierda, para que nunca más se volvieran a reestructurar, para sembrar el miedo. Sin duda existen muchos más casos que no conocemos aún”.
-¿Qué opina que Juan Emilio Cheyre sea hoy el nuevo comandante en Jefe del Ejército? Su denuncia pública, Ud. la realizó hace varios años.
“A mí me parece realmente horroroso que un ser tan siniestro como él sea capaz de dirigir el Ejército de Chile. Es cierto que Augusto Pinochet ya lo hizo, por lo que no es extraño. Es asqueroso. No sé cuándo el Ejército va a lograr sacar a todos esos criminales. El dictador lo premió con una estadía en Sudáfrica y Europa, porque Cheyre hizo su trabajo a cabalidad. Él destruyó nuestras vidas”.
«Misión cumplida»
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El cuestionado comandante en Jefe del ejército, Juan Emilio Cheyre Espinosa, proviene de una familia militar. Su padre, Emilio Cheyre Toutin, se desempeñó como director de la Escuela Militar, de Inteligencia y, como civil, en Investigaciones, siendo, además, embajador de Chile en Portugal, durante la Unidad Popular.
La familia militar mantiene su tradición. Cheyre está casado con María Isabel Forestier Ebensperger, hija del general (r), ex vice comandante en jefe y ministro de Defensa de Pinochet, Carlos Forestier Haensgen, quien fuera comandante de la VI División del Ejército en 1973. Forestier está acusado de graves violaciones a los derechos humanos, siendo responsable de fusilamientos, desapariciones, y actos represivos en la I Región. Procesado por Caravana de la Muerte y Pisagua; el suegro de Cheyre sigue siendo “socio” del ex director de la DINA, Manuel Contreras Sepúlveda, en una empresa de seguridad.
Cheyre Espinosa ha seguido una meteórica carrera militar y académica. Es licenciado en Ciencias Militares y magister en Ciencias Políticas, con mención en Relaciones Internacionales, además posee un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Augusto Pinochet le destinó en la Escuela de Infantería, en la Militar, y fue comisionado a Sudáfrica y en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos. Durante la dictadura ejerció el mando en los regimientos de Infantería Nº 4 Rancagua y Nº 23 Copiapó, y en la Academia de Guerra del Ejército.
En 1987, al mando del Regimiento Copiapó, Cheyre fue nombrado por Pinochet, Intendente de la III Región, cargo que desempeñó hasta el fin de la dictadura. Fue allí donde estrechó vínculos con el círculo político del dictador. En 1996, también por instrucciones de Pinochet, coordinó el “encuentro académico” realizado en El Escorial, España, donde se reunió una delegación militar, representantes del PS y asesores del ex dictador -en ese momento comandante en Jefe del ejército-, próximo a asumir como Senador Vitalicio. Esa reunión de “diplomacia secreta y garantías”, sin duda selló el destino de Pinochet y de las violaciones a los derechos humanos, la institucionalidad y la presidencia de Lagos. Allí terminó el veto del ejército a los políticos socialistas.
Durante la detención del ex dictador Augusto Pinochet Ugarte en Londres, el comandante en Jefe, Ricardo Izurieta Caffarena lo destinó a cumplir la misión de “enlace” entre Pinochet y el ejército. Juan Emilio mantuvo un aplicado contacto con Pinochet durante el proceso. Pocos recuerdan que fue mencionado como uno de los redactores de al menos una de las cartas que el ex dictador envió a los chilenos mientras se encontraba detenido.
Cheyre es Profesor Militar de Escuela, en las asignaturas de “Técnica y Táctica de Infantería”, y Profesor Militar de Academia, en las asignaturas de “Historia Militar y Estrategia” y “Táctica y Operaciones”. Como oficial subalterno se le destinó a diversas Unidades militares entre ellas: el regimiento de Infantería de Montaña Nº 11 Caupolicán, la Escuela de Infantería, la Escuela Militar y el Regimiento de Artillería Nº 2 Arica. Es en este último, que se le nombra como uno de los oficiales que remató a los ejecutados de la Caravana de la Muerte, al mando del general (r) Sergio Arellano Stark.
En 1981, Cheyre fue destinado a Sudáfrica, donde se graduó como Oficial de Estado Mayor del Staff College del Ejército Sudafricano. Regresando a Chile se desempeñó como Profesor de la Academia de Guerra del Ejército, donde permaneció hasta 1986. Al año siguiente, ejerció el mando del regimiento de Infantería Nº 4 Rancagua en Arica, y hasta 1990, comandó el regimiento de Infantería Nº 23 Copiapó. Se desempeñó como Director de la Academia de Guerra del Ejército durante el gobierno de Patricio Aylwin.
Durante 1995 y 1996, Cheyre asumió como Jefe de la Misión Militar de Chile en España y Agregado Militar y de Defensa en ese país, bajo el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
El año 2001 asume la Jefatura del Estado Mayor General del Ejército. Es miembro de la Academia de Historia Militar y del Instituto Geopolítico de Chile. Entre sus publicaciones se menciona: “Interpretación Político-Estratégica” y “Medidas de Confianza Mutua, Casos de América Latina y el Mediterráneo”. Como docente ha dictado las asignaturas de “Estrategia”, “Teoría del Conflicto” y temas vinculados a Seguridad y Defensa en las Academias de Guerra del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos, además de clases en la Universidad Católica y Gabriela Mistral. Se le considera un “intelectual” y un “modernizador” en el Ejército.
Entre sus “condecoraciones y medallas” destaca la del Presidente de la República de Chile en los grados de “Oficial” y “Caballero”, Estrella Militar de las Fuerzas Armadas en el grado de “Gran Estrella al Mérito Militar” y la soberbia “Misión Cumplida”, otorgada de manos del propio Pinochet. ¿Misión cumplida de qué?
(¹) Los artículos son del año 2002 y fueron publicados en El Siglo.
 
FUENTE: FUGA DE TINTA

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