miércoles, 21 de agosto de 2013

Rector cuestiona permanencia del presidente del Servel en su cargo

Peña vuelve a la carga y dice que a Cheyre le resulta incompatible su actuación en el caso Lejderman con ser el “garante del proceso democrático”

“El ex comandante en jefe del Ejército ha sostenido que nunca ha eludido su responsabilidad. Pero él sabe que una responsabilidad sin consecuencias —una responsabilidad que deja al responsable incólume, como es su caso— no es responsabilidad... ”, sostuvo el académico.
 
                                                                                                                                 
                     
El rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, arremetió nuevamente contra el ex comandante en jefe del Ejército y actual director del Consejo Directivo del Servel, Juan Emilio Cheyre.
En su habitual columna en El Mercurio, el académico planteó, los que a su juicio, son los asuntos eludidos por el ex uniformado sobre la materia: “El primero es el relativo a la distinción entre responsabilidad penal y responsabilidad moral; el segundo se refiere al silencio que hasta ahora había mantenido sobre el caso Lejderman; y el tercero alude a su posición actual en el aparato público”.
Peña prosiguió en su análisis: “Juan Emilio Cheyre no tuvo, según declaró la Corte Suprema, responsabilidad legal en el caso. ¿Acaba ahí el problema? Por supuesto que no. Los deberes públicos son más altos que los que fija la ley. En la esfera pública existe, desde antiguo, la responsabilidad moral que se verifica cuando se omite el comportamiento que se adeudan entre sí los seres humanos. Al leer la entrevista de Cheyre, sin embargo, esta distinción fundamental se omite y él no parece consciente de ella. Cheyre se ve a sí mismo como una simple “hoja movida por el viento” (la expresión es de Aristóteles), un muñeco de las circunstancias que puede entregar un niño huérfano, cuyos padres acaban de ser asesinados por colegas suyos, a unas monjas, sin advertir durante décadas (hasta 1998, cuando se inició el juicio, según declara) que había algo irregular en un hecho tan tremendo. Hasta ese momento (cuando fue citado a un tribunal) Cheyre ni siquiera se alarmó: debió pasar un cuarto de siglo para que su memoria fuera herida por el recuerdo de ese niño hecho expósito luego del asesinato de sus padres”.
“Cheyre ha dicho que no hizo más que cumplir órdenes y que nada supo, ni antes ni después. ¿No es esa la misma excusa que se ha oído infinidad de veces de parte de militares y civiles? ¿Es plausible que no advirtiera sino hasta 1998 —él, que era general desde 1994— la magnitud del hecho del que había sido parte? ¿Qué podemos exigir entonces de los ciudadanos comunes y corrientes?”, se preguntó Peña.
“La definición del caso Cheyre fijará —para bien o para mal— un estándar acerca del tipo de comportamiento que es exigible a los hombres públicos. ¿O enseñaremos a nuestros hijos que nada importa porque la calma del pasado todo lo remedia?”, agregó.
Para el rector de la UDP, “es evidente que Juan Emilio Cheyre omitió durante décadas el incidente (y ocultar mediante una acción o hacerlo mediante una cuidadosa omisión, como él lo ha hecho, es más o menos lo mismo): la primera vez que habla sin coacciones sobre este asunto es en la entrevista de ayer, exactamente cuarenta años después (las veces anteriores hizo declaraciones obligado como testigo, no porque se viera compelido por sus deberes cívicos a hacerlo. Recién la semana pasada se había negado a hablar del caso cuando fue explícitamente requerido por TVN)”.
En ese sentido, dijo que “es obvio que, además de las omisiones de Cheyre, hay en este caso una debilidad del escrutinio público en Chile. La actitud inquisitiva hacia quienes ejercen cargos públicos ha brillado en este caso por su ausencia. ¿Fue correcto que se le nombrara en los cargos que ejerció sin tomar en cuenta este caso? ¿Supieron de él las autoridades que lo nombraron pero, sabiéndolo, no les pareció relevante? ¿Les parece hoy día a las fuerzas políticas trivial, baladí, digno de olvido?”.
“En fin, está el problema de la actual posición de Cheyre en el aparato público. ¿Es razonable que en estos tiempos en los que se persigue la máxima legitimidad de las instituciones (es cosa de asistir al debate sobre la Constitución), un ex comandante en jefe que se vio envuelto en esos hechos y mantuvo luego esa actitud dirija el Servicio Electoral y se constituya en garante del proceso democrático? Es obvio que no. En la esfera pública hay incompatibilidades objetivas. Esta es una de ellas. Juan Emilio Cheyre ha sostenido que nunca ha eludido su responsabilidad. Pero él sabe que una responsabilidad sin consecuencias —una responsabilidad que deja al responsable incólume, como es su caso— no es responsabilidad. Así entonces, ¿qué consecuencia está dispuesto a asumir Juan Emilio Cheyre ahora que declara su voluntad de hacerse responsable?”, concluyó.
 
FUENTE: EL MOSTRADOR

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