Hernán Larraín y su visión a 40 años del Golpe Militar
Senador UDI admite que gobierno militar fue una dictadura y dice que es necesario que sectores pidan perdón y otros perdonen
El legislador gemialista precisa que en el país ha habido una buena convivencia, aunque existen sectores donde la reconciliación no se da con plenitud y “cualquier hecho reflota un dolor profundo, como si hubiese ocurrido ayer. Uno se pregunta si ha transcurrido el tiempo suficiente, o si se requieren otros elementos, como los procesos de verdad y justicia en tribunales y las comisiones Rettig y Valech. Probablemente, no están todas las heridas cerradas”.
El senador de la UDI, Hernán Larraín, admite que el gobierno militar fue una dictadura, ya que “no fue una democracia, y del punto de vista de la ciencia política, lo que no es democracia es un gobierno de facto”, añadiendo que en el país existe una buena convivencia entre los chilenos, pero que existen sectores donde la reconciliación no se da en plenitud, por lo que es necesario que algunos pidan perdón y otros perdonen.
En declaraciones a La Tercera, el legislador gremialista explica que la discusión existente entre si hay que llamar régimen militar, gobierno militar o dictadura se debería resolver con facilidad, ya que a su juicio “fue un gobierno militar, pero, sin lugar a dudas, fue una dictadura, no fue una democracia, y del punto de vista de la ciencia política, lo que no es democracia es un gobierno de facto. Quizás al final, cuando hubo Constitución y un mayor ordenamiento jurídico, se atenuó ese hecho. Pero fue técnicamente una dictadura. Creo que no debiéramos quedarnos en análisis pequeños. Por ejemplo, si fue pronunciamiento. No. Fue un golpe de Estado, hecho y derecho”.
Y agregó que los chilenos tienen muy claro lo que pasó durante ese periodo, pero que “el grueso de los chilenos está preocupado de la vida cotidiana y no quedan presos del pasado. La gente continúa viviendo y Chile sigue hacia el futuro. Por eso es importante hacer esfuerzos para entender que hubo responsabilidades que obligan al esclarecimiento y a actos de la justicia. Pero que también en lo humano se dé origen a señales de reconciliación. Quizás no hemos sido suficientemente enfáticos y parte de eso tiene que hacerse con pedir perdón, lo que requiere mucha humildad, pero también en perdonar, lo que también requiere una dosis de generosidad”.
En ese sentido, Larraín precisa que en el país ha habido una buena convivencia, aunque existen sectores donde la reconciliación no se da con plenitud y “cualquier hecho reflota un dolor profundo, como si hubiese ocurrido ayer. Uno se pregunta si ha transcurrido el tiempo suficiente, o si se requieren otros elementos, como los procesos de verdad y justicia en tribunales y las comisiones Rettig y Valech. Probablemente, no están todas las heridas cerradas”.
Respecto a lo ocurrido con el general (R) Cheyre y que sectores de la izquierda no lo ven como el militar que hizo gestos en derechos humanos y que ahora se hacen cuestionamientos éticos a su actuar en 1973, el senador oficialista explica que esos hechos cambian la situación. Sin embargo, estima que de acuerdo a lo acreditado por la justicia, “no tuvo responsabilidad alguna en situaciones que fueran reñidas con la ley o la moral. Además, sin lugar a dudas, hizo esfuerzos muy significativos para comprometer al Ejército con la verdad, colaborar con la justicia, en admitir los hechos y hacer un esfuerzo para recuperar el lugar del Ejército”.
Además, explica que no le parece que se pueda hacer un cuestionamiento ético al actuar de Cheyre en el caso Lejderman, afirmando que el hecho de llevar a un niño a un convento es un “acto de humanidad. Si hubiera participado en la muerte de sus padres, por cierto habría sido una acto hipócrita, pero no habiendo tenido esa participación, no me parece un dilema moral”.
Ante las afirmaciones de Michelle Bachetel respecto a que falta un cara a cara con la verdad de otros sectores políticos, Larraín expone que “no es el minuto de estar sustanciando responsabilidades de esa forma. Prefiero pensar que todos debemos hacer un esfuerzo. Pero se han hecho gestos. La UDI hizo un importante trabajo y emitió un documento, La paz ahora (2003), para colaborar en este proceso de reconciliación. Si seguimos en esa línea de buscar responsabilidades, no faltarán quienes dirán que ustedes que legitimaron la violencia como socialistas en el Congreso de Chillán del 67. Pero no creo que eso ayude. Prefiero decir que todos tuvimos responsabilidades, unos más y algunos gravísimas”.
FUENTE_ EL MOSTRADOR
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