martes, 6 de noviembre de 2012

El mini-ajuste obligado del gobierno: entre la rectificación y la confusión. Analista: "Se retrasó mucho el que los presidenciables bajen a las bases"

Por Guillermo Arellano
Casi como un llamado de alerta, el senador DC Jorge Pizarro indicó que "necesitamos unidad opositora. Porque en un desorden, en una chimuchina, en una competencia desatada no hay visión unitaria ni de proyecto común. Qué mayoría se puede lograr. Lo más probable en que no se logre mayoría y gane la derecha de nuevo".
Intempestivo. A la rápida. Relámpago. Necesario.

Así se tramitó el ajuste de ministros en el gobierno de Sebastián Piñera el pasado lunes en el Palacio de La Moneda.

Por cierto, todo fue acelerado por las declaraciones del ahora ex titular de Obras Públicas, Laurence Golborne ("estoy dispuesto y disponible para enfrentar el desafío de competir y me siento preparado para vencer a la candidata de la Concertación", dijo en La Tercera), sumado a la fotografía que El Mercurio le tomó al ex ejecutivo de Jumbo en compañía de Andrés Allamand, entonces encargado de Defensa, en el frontis de La Moneda.

No hubo dudas, tal imagen, en opinión del mundo político, fue el preludio del inicio de la carrera presidencial en la derecha.

Lo que vino después no revistió mayores sorpresas: ambos personeros dejaron sus cargos para abocarse a preparar sus respectivas campañas de primarias de la Alianza. De paso, se aprovechó para retocar el gabinete. Andrés Chadwick asumió Interior y Rodrigo Hinzpeter fue trasladado a Defensa; la ex intendenta Cecilia Pérez fue nombrada vocera; Catalina Parot renunció a Bienes Nacionales (para ser candidata al Parlamento); Rodrigo Pérez (de Vivienda) se hizo de tal cartera y se transformó en biministro; y Loreto Silva pasó de subsecretaria a jefa del MOP.

Para la posterodad: las permanencias en Trabajo y Economía de los otros dos pesos pesados que pudieron sumarse a la lista de precandidatos: Evelyn Matthei y Pablo Longueira.

Reacciones

Ajeno a los nombres, en la oposición hubo dispares reacciones. Por ejemplo, los timoneles de la DC y el PS, Ignacio Walker y Osvaldo Andrade, coincidieron en las palabras "rectificación" y "colaboración", mientras que el presidenciable Marco Enríquez-Ominami habló de "rotación de rostros" y los diputados DC Gabriel Silber y Gabriel Ascencio tildaron el cambio de gabinete como "intercambio", "cuoteo", "sillas musicales" y la huida de Hinzpeter ante la interpelación" (a raíz del caso sobreprecios generado por la compra anómala -en el ministerio del Interior- de material tecnológico para detectar droga).

Casi como un llamado de alerta, el senador DC Jorge Pizarro indicó que "necesitamos unidad opositora. Porque en un desorden, en una chimuchina, en una competencia desatada no hay visión unitaria ni de proyecto común. Qué mayoría se puede lograr. Lo más probable en que no se logre mayoría y gane la derecha de nuevo".

Lógico, desde el bando aliancista sólo se escucharon parabienes. "La calle dice que Golborne es el único que le puede ganar a Bachelet", expresó el presidente de la UDI, Patricio Melero.

Palpando el terreno, Carlos Larraín, timonel de RN, advirtió que "si las primarias se desmadran, yo me voy a ir para la casa. Si (Golborne y Allamand) se empiezan a decir cosas torpes, hacer zancadillas, tratar de dejar mal al otro... buenas noches los pastores, me voy a una parte remota y bien oliente".

Tardío

A nivel de análisis político, el cientista de la Universidad de Chile, Ernesto Águila, fue enfático al señalar en diálogo con Cambio21 que "el liderazgo presidencial está absolutamente debilitado y devaluado".

El motivo salta a la vista para el académico: "A dos años antes de su término o más estalló el conflicto de la sucesión por la Primera Magistratura al interior del Ejecutivo, cuando un manejo más cuidadoso de la figura del jefe de Estado debía ser capaz de diferenciar entre gobierno y carrera presidencial".

Según el columnista, "es razonable que los presidenciables estén dentro del gabinete", pero "otra cosa es que sean mantenidos a raya, que es lo que entregó la experiencia de los gobiernos anteriores. No hacían campaña y cuando la situación era inevitable se les ponía en la calle".

"Por el contrario, en esta administración los ministerios se transformaron en verdaderos comandos de campaña y se retrasó mucho el que los presidenciables bajen a las bases", sentenció.

FUENTE: CAMBIO 21

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