miércoles, 28 de noviembre de 2012

El déjà vu de “gestos” de Pablo Longueira. Otra vez renunciará a Piñera y se pondrá al frente de la campaña electoral de la UDI. ¿Ganará esta vez?

Por Guillermo Arellano
Si hay alguien que está dispuesto a tomar decisiones drásticas en pro de su partido, ese es Longueira. No se debe olvidar que no tuvo empachos en dejar el comando de Piñera -en abril de 2009- para liderar la campaña parlamentaria de la UDI y la frustrada reelección del entonces diputado Rodrigo Álvarez.
Por mucho que se haya quedado en el gabinete y que la vocera de Gobierno, Cecilia Pérez (RN), señalara ante los medios que el ministro de Economía, Pablo Longueira (UDI), se mantendrá en el cargo y que, además, el propio secretario de Estado negara los rumores que hablan de su salida del Ejecutivo para ponerse al frente de la campaña presidencial de Laurence Golborne, es casi un hecho que el ex senador no comenzará el 2013 en La Moneda.

Lo comentan en privado altos personeros del gremialismo: "Longueira se irá antes de fin de año". Y los motivos están a la vista.

Primero: el único dirigente de la UDI que puede generar una mística en torno a la figura de Golborne en la competencia contra RN y su precandidato Andrés Allamand es precisamente Longueira, hasta minutos antes del ajuste ministerial el abanderado indiscutido de un sector que aún cree a pies juntillas que sólo alguien con el "ADN" del partido puede representarlos en las urnas. La daría el "sello popular" al trabajo territorial, dijo Patricio Melero, timonel de la agrupación.

Segundo: con un candidato decidido a mantener su independencia como sea, Longueira parece ser el único a quien Golborne estará dispuesto a escuchar durante la extensa campaña de primarias. Son cercanos, al punto de que el ex titular de Obras Públicas avaló con su silencio cuando el otrora legislador por Santiago Oriente dijo que hizo un "gesto" al no ser candidato y jugársela por el ex gerente de Cencosud.

Tercero: si hay alguien que está dispuesto a tomar decisiones drásticas en pro de su partido, como lo sería abandonar el gobierno y al presidente de la República, ese es Longueira. No se debe olvidar que el amigo de Jaime Guzmán no tuvo empachos en dejar el comando de Piñera -en abril de 2009- para liderar la campaña parlamentaria del gremialismo y la reelección del entonces diputado Rodrigo Álvarez en el distrito de Ñuñoa y Providencia.

Aunque volvió al comando en noviembre, a pocos días de la primera vuelta, Longueira nuevamente se afirmó en que su dimisión fue clave. "Bastaba una actitud mía para que en la UDI no se proclamara a Piñera como candidato. Un gesto mío y Piñera no es presidente", sentenció en esa ocasión.

Y cuarto: Junto a Carlos Larraín (timonel de RN), Pablo Longueira es el otro político de peso en la derecha que no tiene temor a la hora de encarar a Piñera. Lo hizo mientras el "caso Spiniak" tenía incendiada a la Alianza a inicios de 2000; después en la operación que bajó al hoy mandatario de la candidatura a senador por la Quinta Región Costa; y también cuando interrumpió sus vacaciones de verano de 2010 y se dirigió -con un look barbudo- a la capital a analizar los nombramientos gubernamentales del presidente electo. "Ustedes saben a lo que vengo", ironizó ese asoleado día de febrero.

¿Salvavida de plomo?

El gran problema que existe en este contexto de poder en el que se mueve Longueira al interior de la UDI, radica en los resultados que involucraría que un histórico de su tamaño se sume a la campaña de un fenómeno comunicacional como lo es Golborne.

Basta recordar que cuando apoyó a Álvarez, la joven e inexperta Marcela Sabat la derrotó en una campaña que incluyó violencia protagonizada por brigadistas y que terminó en tribunales.

Por otro lado, en materia de estrategia, el analista Patricio Navia fue enfático en señalar que Golborne, para vencer a Allamand, necesita alejarse de la UDI y ojalá no compartir su sonrisa con los clásicos rostros del gremialismo.

Es cierto, nadie puede discutir que Longueira le dio un matiz distinto a la cartera de Economía, que sus números de rechazo ciudadano bajaron en las encuestas Adimark y CEP y que incluso estuvo cerca de ser precandidato presidencial. Sin embargo, una cosa muy distinta es ponerse a la diestra de un candidato que requiere de forma urgente captar a un electorado de centro y desencantado de los políticos tradicionales, como precisamente lo es Longueira.

Las estructuras internas que la UDI tiene en varias comunas del país son su fuerte, no así el votante indeciso que lo vincula a más de lo mismo, al igual que los timoneles de los partidos de la Concertación y la Alianza y los propios rivales de Golborne, Allamand, MEO, Orrego, Rincón, Gómez y Velasco.

Dadas así las cosas, no sería descabellado pensar que un verdadero gesto de Longueira pasaría por quedarse en el gobierno y desde allí apoyar con su tonelaje político a una administración que apuesta a poner toda la carne a la parrilla con tal de transformarse en una opción competitiva frente al o la candidata que presente la oposición.

Tal como el título del presente artículo, sería un déjà vu, otro más, en la carrera del incombustible líder sectorial que tiene la derecha chilena. A ver si se atreve.

FUENTE: CAMBIO 21

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