Análisis Político
¿No pudieron o no quisieron?
Yasna Lewin
Lo que viene después del fracaso en las negociaciones
parlamentarias y la exigencia formulada por Bachelet de realizar
primarias será un lento tira y afloja entre los candidatos desafiantes y
las camarillas negociadoras, para ir aumentando el número de primarias
convencionales, es decir al margen de la institucionalidad, mientras se
aquilata el costo de haberle dado un portazo a la “nueva mayoría social y
política” que pudo haber germinado el 31 de Junio.
La modorra del triunfalismo y el acomodo a la certidumbre
política han impuesto un letargo entre los candidatos presidenciales de
la oposición, al punto de entrabar su debido liderazgo frente al peor
papelón que hayan perpetrado en años los dirigentes opositores, cuando
la semana que pasó no pudieron –o no quisieron- inscribir candidaturas
parlamentarias para las primarias del 31 de junio.
La candidata del PS y el PPD, Michelle Bachelet, tardó 4 días en
exigirle a sus partidos la realización de primarias, incluso después de
que hiciera lo propio su contendor DC, Claudio Orrego, y cuando se
habían pagado los irreversibles costos de haber llegado al Servel sin
acuerdo parlamentario.
Y aunque el enojo del tercer candidato en disputa, Andrés Velasco, se
hizo sentir más temprano, también llegó fuera de plazo para su
evidente intento de desmarcarse de la oposición y aprovechar el vacío en
el centro político que dejará un probable triunfo del abanderado UDI,
Pablo Longueira, en las primarias del oficialismo. El ex ministro de
Hacienda demoró demasiado en concluir que la bajada de Laurence Golborne
dejaría en la orfandad al electorado de centro, una vez que Bachelet se
impusiera en la oposición y Longueira lo hiciera en la Derecha. Cuando
se dio cuenta de su oportunidad, ya estaba inscrito y si ahora logra
salir de su coalición, no podrá volver a postular como independiente.
Lo que viene después del fracaso en las negociaciones parlamentarias y
la exigencia formulada por Bachelet de realizar primarias será un lento
tira y afloja entre los candidatos desafiantes y las camarillas
negociadoras, para ir aumentando el número de primarias convencionales,
es decir al margen de la institucionalidad, mientras se aquilata el
costo de haberle dado un portazo a la “nueva mayoría social y política”
que pudo haber germinado el 31 de Junio.
Resulta ingenuo darle crédito al supuesto agotamiento de las
conversaciones por parte de un grupo de negociadores profesionales, con
más de 30 años de experiencia en la articulación de acuerdos. ¿No
supieron o no quisieron hacer su trabajo? ¿Para qué delegar en la
ciudadanía aquellas prerrogativas que los han mantenido en el pináculo
del poder durante tantos años? Así se taponeó el diminuto agujero
abierto en el sistema binominal, a través de la Ley de Primarias.
Hace menos de un año, el mismo conglomerado fue capaz de realizar
decenas de primarias municipales que contribuyeron al exitoso
rendimiento electoral de los candidatos opositores y tal vez hasta
ayudaron a evitar que la abstención fuera aún peor de lo que resultó.
Pero no es esa involución lo que más sorprende, sino que Bachelet
abjurase de ejercer oportunamente su liderazgo, sin prestar atención al
proceso de negociaciones parlamentarias que determinará nada menos que
el parlamento para su Gobierno.
Es cierto que esta vez las cosas eran más difíciles para una DC y un
PRSD que en primarias tendrían que competir contra rivales respaldados
por el rostro más popular de la política chilena, Bachelet, y cargar con
la debida lealtad hacia unos presidenciables como Orrego y José Antonio
Gómez, que apenas se asoman en las encuestas de opinión. Se sumaba
además, la complejidad de abrir cupos no solo para el PC, sino también
para Revolución Democrática.
Pero ¿acaso Bachelet no podía impartir a sus partidos instrucciones
de compensación, en aras del bien superior de la nueva mayoría? ¿por qué
esperar hasta que el problema ya no tuviese solución? ¿están los
partidos en condiciones de desoír las exigencias de su candidata, único
patrimonio político que les va quedando?
Su plan de tomar distancia de los partidos, mostrarse prescindente y
no involucrarse en componendas, parece haber llevado a Bachelet al
extremo de abandonar sus deberes de líder. Después de ese pecado de
omisión, tendrá que tomar firme el timón y remolcar a los partidos hasta
llegar a puerto.
FUENTE: RADIO U. DE CHILE
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