Carta abierta de Francisco Córdova: Ser candidato independiente y no morir en el intento
“Esto es más que una candidatura: es un estilo de vida que apela a un mundo diferente”.
16 de abril, 2012
*Por Francisco Córdova, cirujano dentista y actual candidato a la alcaldía de Concepción. Postula por el colectivo Por Una Nueva Concepción.
He sido privilegiado con una buena educación, con
una madre profesora y un padre ingeniero que lee más de lo que habla, y
esto, sumando a que me desarrollé como voluntario y gestor de
organizaciones, he logrado comprender algunas cosas sobre la política
nacional; el cómo funciona, quién las dirige y a quiénes benefician. No
me gusta como funciona, no son quienes deberían dirigirla y sus
beneficiarios son muy pocos. A pesar de lo que se me quiso enseñar
mediante la cultura dominante, entendí que la pobreza no se produce por
la flojera y la falta de esfuerzo de las personas, que la mala educación
no es causa de estudiantes poco inteligentes y que lo que llaman
democracia no es en lo absoluto el gobierno del pueblo.
En este mundo de la imagen y las apariencias, el dinero ha cobrado mayor valor que las cosas esenciales para la vida
y que el respeto de la misma. Es más valioso contaminar el agua de un
río mediante las industrias que tener agua limpia para cultivar
alimentos y dar de beber a los humanos y animales. Es un sinsentido que
hace sentido cuando aquello es parte del “desarrollo”. Vale más un “buen
barrio” y autos costosos que pasar tiempo con nuestros hijos e hijas,
los tiempos modernos demandan más horas en el trabajo que en el hogar y
el ego ha encontrado tierra fértil para ser el eje central avance
individualista. Salvarse sólo es la consigna, la competencia es el
motor. Considero que no somos una sociedad, sino una organización
jerárquica cuyo fin es sostener a una casta de privilegiados.
Este grupo de familias privilegiadas forman una oligarquía, una plutocracia.
Hay elecciones, sí, hay representantes populares, sí, hay partidos
políticos, sí… pero no hay democracia después de todo, porque quien
tiene el poder raya la cancha, pone las reglas y arbitra. El poder
radica en el dinero, pues quien tiene dinero manda y decide quién
gobierna mediante una democracia a la medida y diseñada para que este
orden de las cosas sea autopoiético (que se reproduzca a sí mismo).
La política nacional y los partidos políticos que la desarrollan han sido devorados por este modus operandis.
Las ideologías, principios y visiones de sociedad son controlados por
los recursos que se disponen. Quien garantice la conservación de la
jerarquía y los privilegios, tendrá más recursos y apoyo para ser
elegido como representante de la -voluntad del pueblo-. Además, y por lo
general, los que tienen los recursos propios para pagarse una campaña
política, desean ser parte de la casta de privilegiados, así que el
sistema no corre peligro.
La des-ciudadanización del pueblo ha sido efectiva hasta ahora, a pesar de que una gran masa de jóvenes y adultos comprende que nuestra política es un tongo,
un espectáculo mediático, una ilusión, ya que pocos participan o se
atreven a hacer frente a esta democracia de utilería. Se aíslan en sus
propios problemas y se niegan a participar, no votan, no militan en los
partidos, no debaten, no leen y los entiendo. Como lo he escrito en
muchos textos, el desmantelamiento de la capacidad de análisis crítico y
de cultura cívica es potente. Con la nula formación cívica en las
escuelas y colegios, la desmemorización de nuestra historia social, más
el control cognitivo mediante la inyección del deseo y hedonismo a
través de la televisión, se construye la apatía que alimenta el status quo.
Las movilizaciones sociales sin representatividad política son gritos
que luego de acabarse sus ecos en los medios (controlados por la casta
dominante), desaparecen en las manos que tienen el solvente necesario
para atomizar la demanda para luego dispersarla en una ley que suaviza
la aspereza del dominio pero que mantiene todo igual.
En esta lógica para ser un candidato efectivo, es decir, con
posibilidades de ganar, debes tener una fuente de recursos, muchos
recursos para la publicidad política, “la campaña”. Uno es un
producto y debemos vendernos bien para ser comprados mediante la moneda
de cambio electoral, el voto. Es por eso que no se necesitan personas
realmente competentes o con vocación de servicio público, pues lo que se
busca en el buen candidato es que alguien posea
características mediáticas y populares que hagan ganar una elección.
Esto es la causa que haya tanto incompetente en el parlamento, es las
municipalidades y en el Gobierno, muchos de ellos y ellas son simples
herramientas de los privilegiados dentro del Estado, títeres obedientes.
Las ideologías están en el último plano, el dinero, el control sobre
los medios y el cohecho dominan las elecciones. Es una máquina asentada,
funcional, si no eamos los gobiernos de la Concertación, de una
supuesta izquierda que hizo de todo menos profundizar la democracia y
generar equidad. Usó y profundizó el paradigma, de ello no cabe duda,
son toda una gran familia junto con la Alianza. Yo me siento
profundamente traicionado.
Así funcionan las cosas me dicen algunos viejos zorros de la política en Concepción,
“debes usar lo que hay, entrar en la lógica y una vez dentro podrás
hacer los cambios que quieres”. Pero yo no me creo eso, dudo que
entrando en la lógica pueda hacer cambios, seré absorbido o devorado,
aislado o desprestigiado por mis pares en la esfera del poder político.
No se permitirá que un joven idealista vaya a revolver el gallinero, hay
formas para destruir a ese tipo de gente, ya lo han hecho y lo harán de
nuevo si es necesario.
Entonces ¿para qué soy candidato? me he preguntado y
me han preguntado en decenas de ocasiones. Soy candidato por dignidad y
conciencia, porque he decidido luchar contra el dominio de la clase
hegemónica, por mi libertad, porque quiero un futuro diferente, porque
creo en mis principios y debo hacer lo posible para que sean una
realidad. Quizás esté fuera de la lógica ganadora, no seré efectivo,
apelo a lo electoralmente poco útil, a las conciencias, al valor, a la
dignidad, a la libertad.
Mi filosofía me obliga a comportarme con coherencia, a no prestarme a las prácticas habituales,
a la promesa fácil, a la compra del voto, a la demagogia, al populismo.
No pretendo negociar una candidatura con adinerados para luego devolver
su apoyo en favores políticos, como cargos a familiares, adquisición de
concesiones, información privilegiada entre otros.
Esto es más que una candidatura, es un estilo de vida de lucha contra lo que considero incorrecto e injusto.
Y por lo mismo esto no se acaba ganando o perdiendo una elección, pues
lo que importa es el tránsito hacia la sociedad que se sueña, lo que
haga en el camino es más importante que el objetivo mismo, es en esa
ruta donde tengo la fortuna de poder influir en muchas personas, de
compartir propuestas, es ahí donde existe la posibilidad de sumar a más
personas que de seguro tendrán más y mejores ideas, en definitiva, el verdadero cambio se vive en el proceso.
Nos vemos en el camino.
FUENTE:VITRINASUR
No hay comentarios:
Publicar un comentario