El 1 de Mayo y las demandas de los “pobres con trabajo”
Loreto Soto
Pese a que las autoridades han destacado las cifras de “pleno
empleo”, dirigentes sindicales denunciaron la precaria realidad de los
puestos laborales en Chile. Por lo mismo, este año las demandas del Día
del Trabajador apuntaron a cambios en el modelo, teniendo como ejes una
reforma tributaria, fin al actual sistema de pensiones y un nuevo Código
Laboral. Requerimientos que están apoyados por otros movimientos
sociales que reconocen que un respaldo transversal es lo único que puede
desencadenar verdaderas reformas.
Este 1° de Mayo se realizó una de las marchas más masivas
convocadas por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en los últimos
años para conmemorar el Día del Trabajador. La contingencia política –
marcada por la contienda electoral – y una mayor articulación de los
movimientos sociales dieron forma a esta movilización que, más allá de
demandas gremiales, apuntó hacia cambios de fondo en las relaciones
laborales del país.
El diagnóstico es claro. Durante su alocución en el acto principal,
la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa, manifestó que “la verdad del
trabajo en Chile es que mientras más empleos se crean, éstos son cada
vez más precarios, sin protección, sin estabilidad y con salarios cada
vez menores”.
En ese sentido, la dirigente fustigó los datos entregados por el
Gobierno en relación al pleno empleo y aseguró que es “inmoral vender
esa imagen”. Esto porque, según precisó, ”en dos de cada tres hogares
en Chile hay pobres con trabajo y el 81 por ciento de ese trabajo es
asalariado sin protección. No basta tener empleo para salir de la
pobreza. Ese es el gran drama de nuestra nación, que pese a tener
trabajo no dejamos de ser pobres”.
Una precariedad que ha quedado de manifiesto también en informes
internacionales. A principios de abril un estudio de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), reveló que un 40 por ciento de los
trabajadores chilenos no recibe ningún beneficio para alimentarse y que
un 22 por ciento ni siquiera dispone de un lugar donde comer en sus
puestos laborales.
Por lo mismo, en entrevista con Radio Universidad de Chile el
presidente de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), Raúl
de la Puente, advirtió que “hoy la relación trabajo-capital es
asimétrica y está descompensada. Este es precisamente el origen la
desigualdad que existe en el país. Por eso, es necesario que
equilibremos esta relación y que los trabajadores tengamos garantías
para conversar de igual a igual con los dueños del capital”.
Un nuevo Código Laboral que consagre el derecho a la sindicalización y
la negociación colectiva, una “gran” reforma tributaria que garantice
el acceso a la salud y la educación y cambios profundos al sistema
previsional, fueron las banderas que alzaron los trabajadores. Demandas
que, al igual que las planteadas por los estudiantes, dirigen sus dardos
al corazón de un modelo que en los últimos 40 años sólo ha logrado
profundizar las brechas sociales y no ha sido capaz de garantizar una
vida digna a millones de familias, según los datos entregados por la
misma CUT.
Respecto de las jubilaciones, Bárbara Figueroa planteó un “sistema de
pensiones de carácter público compartido entre trabajador y empleador”,
desmarcándose de la posibilidad de una AFP estatal que funcione dentro
del mismo sistema. Por otro lado, indicó que se mantendrán firme en la
búsqueda de un salario mínimo de 250 mil pesos, que ha sido planteado
como un ingreso “ético”, no por sectores ligados al ámbito laboral sino
que por la misma Iglesia Católica.
Dentro de los pendientes, también se nombraron la ausencia de
capacitación laboral, la mantención del Multirut, la desigualdad en los
salarios entre hombres y mujeres y los nulos avances en materia de
sindicalización.
“Hoy es el momento de los trabajadores”, aseguró Bárbara Figueroa.
Sin embargo, la posibilidad de posicionar estas demandas en el centro de
la discusión nacional, no obedecerá sólo a la acción sindical – que ni
siquiera agrupa a la mayoría de la fuerza laboral – sino que a lo que se
logre hacer en coordinación con los demás movimientos sociales.
Un panorama que es claro para Pablo Toro, vocero de la Asamblea
Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), quien manifestó que “la
unión es imperativa. En 2011 vimos una inédita movilización estudiantil y
aún no se consiguen cambios estructurales. Acá las falencias en
educación son la punta del iceberg de un problema social mucho más
grande y, por eso, creemos que tiene que haber solidaridad en todos los
espacios”.
Esto también se ha visto en la transversalidad del apoyo a las
movilizaciones de las distintas industrias como sucedió con el paro
portuario o los trabajadores del cobre. Es decir, cuando algunos están
en huelga, otros salen a respaldarla en el reconocimiento de que la mala
calidad de los puestos de trabajo es un problema que cruza a la mayor
parte de la población.
Bárbara Figueroa graficó previamente las demandas sobre cambios
estructurales en la solicitud de un “nuevo trato” con los trabajadores.
Un nuevo trato que implique la garantía de una vida digna para todos los
empleados y sus familias, donde exista cumplimiento efectivo a los
derechos sociales básicos como salud, educación y previsión.
FUENTE: RADIO U. DE CHILE
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