1 DE FEBRERO DE 2015
Explica que habrá una modernización conservadora pero menos ortodoxaCarlos Peña: “La pequeña oligarquía que dominó la UDI será reemplazada poco a poco”
El rector de la UDP menciona que la derecha tendrá un nuevo ciclo que no serán “ni su obrar moral ni su comportamiento político los culpables de desatarlo: será el dinero, el mismo que, se sabe ahora luego del caso Penta, había sido todos estos años su casa y era también su prisión”.
El académico y rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, afirma que en los próximos meses habrá importantes acontecimientos para este año, siendo uno de ellos el nuevo ciclo político que marcará a la derecha, especialmente a la UDI en donde, sostiene, no habrá un cambio de ideas, sino que de personas.
En su habitual columna en El Mercurio, Peña precisa que “si hasta hace poco pudo discutirse si existía o no un nuevo ciclo político, durante este año no cabrá duda de que él ha llegado para la derecha”.
Menciona que este nuevo ciclo no serán “ni su obrar moral ni su comportamiento político los culpables de desatarlo: será el dinero, el mismo que, se sabe ahora luego del caso Penta, había sido todos estos años su casa y era también su prisión”.
“El inicio de ese nuevo ciclo para la derecha (para la derecha, puesto que lo que le ocurra a la UDI ocurrirá también a RN) no estará marcado por un cambio de ideas, sino de personas. La pequeña oligarquía que dominó a la UDI -a la que se llamaba por nombres militares, coroneles, y cosas así- será reemplazada poco a poco por nombres distintos de los que, hasta ahora, coparon la escena (y las finanzas del partido)”.
Y se pregunta su el gremialismo será distinto después de lo anterior, argumentando que es difícil saberlo con certeza, pero “es probable que sí. Es probable que su apego al tipo de modernización que se instaló en los ochenta ceda el paso, poco a poco, al compás de los cambios en la sensibilidad pública, a un tipo de modernización conservadora pero menos ortodoxa que la que hasta ahora, al compás de mails del grupo Penta, había mantenido. El dinero, que de ser su casa pasó a ser en estos años su prisión, podría volver a ser simplemente su casa”.
En cuanto a la Nueva Mayoría, Peña sostiene que dos acontecimientos se desenvolverán en 2015, siendo el primero el papel de la DC al interior del gobierno, “que está animada por propósitos distributivos, es cierto, y de ahí la importancia que ha concedido a la reforma tributaria y a la educacional; pero también está alimentada por anhelos de cambio cultural. Socialistas y pepedés anhelan que lo que es normal al nivel de la calle -v.gr. el aborto, el consumo personal de ciertas drogas- se transforme en normal a nivel de la ley”.
“La Democracia Cristiana, a la que la modernidad en todas las esferas de la vida no siempre le sienta bien, deberá tomar posición frente a esos anhelos. Los integrantes de la Nueva Mayoría deberán, pues, decidir, o comenzar a decidir -puesto que en política nada, o casi nada, es de un día para otro-, si los anhelos de cambio cultural forman o no parte de su identidad y si esa coalición era o no un simple arreglo electoral, con fecha de término, o si, en cambio, era un pacto estratégico, decidido a acompañar, para corregirlas, las transformaciones que la Concertación impulsó durante veinte años”, explica.
En cuanto al PS y al PPD, el académico expone que estos partidos tendrán que elaborar un relato para intentar sobrevivir a su propio pasado, puesto que “todos, los seres humanos y los grupos, deben hacer el intento, casi siempre imposible, de sobrevivir a lo que fueron, pero en el caso de socialistas y pepedés, el intento es todavía más urgente. ¿Cómo elaborar un proyecto político cuya justificación se funda en la crítica, la repugnancia casi, del tipo de modernización que ellos mismos, con tanto éxito, impulsaron?”
El segundo punto, señala, se refiere al Gobierno y específicamente a la composición del gabinete que “no esperará o no esperará mucho tiempo más. Un gobierno puede ser bueno o malo, torpe o sagaz, eficiente o despilfarrador; pero lo que no puede ser, y este está en riesgo de serlo como si el tiempo que pasa en vez de ayudarlo lo perjudicara, es anónimo y desconocido. Este simple motivo -por eso de Wilde, que habría que repetir una y otra vez al gabinete de que no hay nada peor que hablen mal de uno, salvo, claro, que no hablen de uno- desatará, más allá de toda resistencia y de toda lealtad, el cambio de gabinete”.
El rector de la UDP también se cuestiona si habrá cambios de fondo en la sociedad chilena, manifestando que “una de las cosas en que Marx tuvo indudablemente la razón fue cuando subrayó el carácter casi siempre episódico, superestructural, de las luchas legislativas. Las palabras que se vierten en los debates legislativos, los entusiasmos que se expresan en la polémica del día a día, aliñan la vida política (y la vida de la prensa y el entusiasmo fugaz de sus partícipes), pero casi nunca expresan cambios genuinos en el subsuelo de lo social”.
“Un ejemplo de ello -en mucho tiempo no ha habido otro mejor- lo constituye la reciente reforma educacional. Correcta en lo fundamental de sus líneas, estará muy por debajo de las expectativas de cambio que se han cifrado en ella. Ni mejorará en lo inmediato la educación pública, ni perjudicará a la educación privada subvencionada. A la primera, ceteris paribus , la reforma la dejará igual, y a la segunda la dejará mejor. La gran incógnita entonces -pero no hay que abrigar esperanzas de que se dilucide este año- es por qué los curas se quejan, cuando esta reforma acabará fortaleciendo su propiedad y su posición en el sistema escolar”, sostiene.
Y añade que otra de las cosas en las que Marx acertó “fue en eso de que las sociedades solo se planteaban problemas que podían resolver. Uno de ellos será el del aborto. El problema del aborto no es una cuestión médica o biológica, sino moral. Se trata de decidir, mediante la deliberación colectiva, y luego de ponderar todos los bienes en los que cree una sociedad democrática, de qué depende la condición de persona. Al debatir sobre el aborto se experimentarán los límites de la vida social. ¿Se trata de una condición meramente descriptiva que la biología puede determinar, o de una condición moral que debe ser adscrita?”.
Peña concluye su columna, señalando que “en 1993, Raúl Zurita usó una excavadora para escribir en el desierto: Ni pena ni miedo. Exorcizaba así los fantasmas de la dictadura; pero es una frase que debiera aplicarse a cualquier momento de cualquier vida. Así, entonces, respecto de 2015, no hay motivos ni para tener pena por lo que se principia a dejar atrás (una modernización estrictamente neoliberal) ni miedo por lo que previsiblemente vendrá (una modernización apenas socialdemócrata)”.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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