viernes, 20 de febrero de 2015

Luego de polémica fotografía tomada a bordo de un avión

Errázuriz responde a “leyenda difamatoria” de Pablo Larraín acusando “ignorancia” y “maldad” del cineasta

"Puede ser comprensible que un artista no esté bien informado sobre estas materias, pero si decide filmar una película que trata de ellas, difamando a la Iglesia, debe informarse", dijo el cardenal, quien aseguró no haber autorizado que se grabara la conversación y desmintió haber encubierto los abusos de Fernando Karadima, recordando que "en la Iglesia no hay cabida para quienes abusan de niños".
En el avión de regreso desde Berlín, donde obtuvo el Oso de Plata por su película El Club, el cineasta Pablo Larraín se encontró con el cardenal Francisco Javier Errázuriz y le tomó una foto con la estatuilla, con una leyenda que decía: “Con orgullo, el líder e inspirador de El Club, abraza su premio”. Esto, en referencia a la película que trata sobre sacerdotes pederastas que han sido relegados.
Apenas se difundió la imagen, Larraín fue cuestionado por supuestamente no haber informado al sacerdote del contexto en que sería publicada la imagen. Controversia que Larraín aclaró, al igual que su hermano productor de la historia, diciendo que el ex arzobispo de Santiago estaba perfectamente informado, incluso en cuanto a que la conversación fue grabada con una cámara.
Sin embargo, este viernes, Errázuriz respondió una solicitud de entrevista con un texto en que desmiente estas versiones. Parte refiriéndose a la “leyenda difamatoria” que contenía, según él, la foto. Añade que “es cierto que se me pidió autorización para sacar una fotografía como lo hacen muchas personas que se acercan cordialmente como ellos, porque quieren guardar un recuerdo. Pero también es cierto que en ningún momento me pidieron permiso para filmar la conversación, que de modo alguno fue una entrevista. Cuando percibí que uno de ellos no sacaba fotografías con su celular, sino que filmaba, le manifesté que debía suspender la filmación y que no cabía publicar lo filmado, porque la conversación no era pública”, señala el texto.
Por otro lado, el cardenal explica que “la leyenda añadida a la fotografía refleja la acusación, tan superficial como grave, que le hizo Pablo Larraín a la Iglesia Católica, tanto en su discurso en Berlín al recibir el Oso de Plata por su película, como en la entrevista que le concedió a EFE en esa ocasión”. Errázuriz se queja de que “el club de pederastas que presenta en la película es una extensión del gran club que es la Iglesia. (..) una organización que no cree en la justicia civil ni en la justicia laica, pero sí en que sus miembros deben rendirle cuentas sólo a Dios, ya que la Iglesia lava sus atrocidades en el sacramento de la confesión, con lo cual los pederastas y sus cómplices quedan impunes”.
En este contexto, manifiesta que “puede ser comprensible que un artista no esté bien informado sobre estas materias, pero si decide filmar una película que trata de ellas, difamando a la Iglesia, debe informarse”. Por eso, el cardenal enfatizó que “es totalmente falso afirmar que la Iglesia no respeta ni acata el legítimo poder del Estado. Los miembros y sacerdotes de la Iglesia son ciudadanos como todos los chilenos y deben responder por los delitos de los cuales se les acuse. (…) prueba de ello son las penas de cárcel que han debido asumir varios de los acusados”, recordó.
Sobre el caso Karadima, aclaró que “es cierto que tuvo lugar una demora inicial en el tratamiento de las dos primeras denuncias, que parecían no ser creíbles debido a la gran fama que rodeaba al acusado, y al hecho de nunca antes haber recibido a él de abuso sexual” y en esa línea negó haber hecho algo para encubrir el caso. “En cuanto se aclaró la credibilidad, abrí e impulsé del proceso canónico. Recibí las acusaciones de quienes no querían denunciar ante los tribunales, envié todas las actas y la acusación a Roma. Y un punto muy importante: pedí que se levantara la prescripción de los hechos. Sólo de la Iglesia recibió una pena sumamente dura”, afirmó.
Errázuriz por último recordó que “la norma de la Iglesia como la publicó el Papa san Juan Pablo II, es ésta: en el sacerdocio de la Iglesia no hay cabida para quienes abusan de niños” y concluyó afirmando que “tan sólo por ignorancia o también por maldad se puede decir que la Iglesia propicia la impunidad, o que protege a clubes de pederastas”.

FUENTE: EL MOSTRADOR

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