Pidió perdón y acusó a la prensa de publicar información falsa
Dávalos no resiste la presión política y renuncia tras escándalo de abuso de poder y privilegios
El hijo mayor de la Presidenta Michelle Bachelet decidió esta tarde dejar su cargo como Director Sociocultural de la Presidencia, luego de una semana marcada por la controversia a raíz el crédito que el Banco de Chile otorgó a su esposa, después de una reunión con el dueño de la entidad, Andrónico Luksic, en la que él participó, y en medio de las presiones desde la Nueva Mayoría para que diera un paso al costado. [Actualizada]
Una semana exacta duró la polémica por el cuestionado crédito de 6 mil 500 millones que el Banco de Chile otorgó a la empresa Caval, cuyo 50% pertenece a Natalia Compagnon, nuera de la Presidenta Michelle Bachelet. Esta tarde finalmente el hijo de la Mandataria, Sebastián Dávalos, renunció a su cargo de Director Sociocultural de la Presidencia por el abuso de poder y privilegios involucrados en este capítulo, como consecuencia de la pública e intensa presión a todo nivel que se impuso desde la Nueva Mayoría y el Gobierno para que diera un paso al costado.
“No me queda más que pedir humildemente perdón por este amargo momento. Entiendo además que esto para algunos pudiera no ser suficiente. Es debido a lo anterior que he decidido dar un paso al costado y renunciar a mi cargo de Director Sociocultural de la Presidencia”, dijo Dávalos, mientras leía en el Patio de los Cañones de La Moneda una declaración.
Carrraspeó al menos unas cuatro veces mientras habló. Estuvo en todo momento con la mirada baja, fija en el texto de la declaración que leía notoriamente nervioso. Eso sí, levantó la voz con evidente molestia cuando sentenció su rechazo categórico a lo que calificó como “la publicación de información falsa respecto a supuestos comentarios realizados por mí u otros miembros de mi familia, las cuales perjudican la honra de esta”.
Eso en alusión directa a la respuesta que Compagnon le habría dado a La Moneda el lunes, señalando que el crédito de 6 mil 500 millones “no era tanta plata tampoco” y los trascendidos sobre la forma despectiva en que el hijo de Bachelet se refiere en privado al ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, a quien calificaría de “galán rural”.
Así expresó su molestia con la prensa: “Deseo dejar en claro que ningún medio de comunicación hasta el momento se ha puesto en contacto directo conmigo o con cualquier otro miembro de mi familia”. Punto que no dejó de levantar suspicacias, porque durante toda la semana los distintos medios trataron de ubicarlo a través de su equipo de asesores directo, que bloqueó los esfuerzos.
En la mayor parte de la declaración, Dávalos hizo un resumen de su gestión en la Dirección Sociocultural y cuando entró de lleno a la materia de la polémica por el uso de privilegios, puso el acento en que “no he cometido ilícito alguno ni delito funcionario, como algunos medios han sugerido. Es menester señalar que la posición en que me encuentro es a lo menos incómoda, pues se me ha criticado abiertamente por trabajar en el sector público y además por trabajar en el sector privado”.
Fue en ese instante cuando dijo entender “el malestar” que esta situación ha provocado y que, por tanto, asumía que este episodio “ha dañado a la Presidenta de la República y al Gobierno, quienes cuentan con mi total y absoluta lealtad”.
PUENTES CORTADOS
La renuncia de Dávalos cerró una de las peores semanas del Gobierno, lo que además, a ojos de todo el oficialismo, fue absolutamente innecesario y se dilató en exceso. Es que ya el jueves era comentario generalizado que el hijo de la Mandataria debía renunciar, que la situación era insostenible, pero existía profunda preocupación, porque hasta ese momento no había dado señal alguna de haber dimensionado los efectos negativos del “nueragate” para la administración bacheletista.
La permanencia de Dávalos en el Gobierno era insostenible, no solo porque todo el capítulo golpeaba en el seno del discurso pro meritocracia e igualdad que impulsa La Moneda como eje de su gestión, sino, además, porque dejó en evidencia una fractura interna no menor, representada en la tensión que quedó al desnudo entre el hijo de Bachelet y Peñailillo.
Durante la semana fue público y evidente cómo el ministro Peñailillo, junto con el vocero (s) José Antonio Gómez, tomaron distancia de la polémica gatillada por los negocios del matrimonio Dávalos-Compagnon y lo amarraron públicamente a realizar a contrapelo la declaración de interés, de patrimonio y luego enfrentar a la prensa.
Con el correr de los días, no se encontraba a nadie en el Ejecutivo ni la Nueva Mayoría que defendiera a Dávalos, por el contrario, lo que imperó fue una molestia transversal a todo nivel de funcionarios de Gobierno, mientras veían cómo se dilataba innecesariamente el episodio.
Cabe consignar que el hijo de la Presidenta nunca ha sido una figura querida en la Nueva Mayoría. No generó redes en el Gobierno y menos en Palacio y, aunque milita en el PS, tampoco tiene un rol activo ni un núcleo de apoyo en el partido y desde siempre ha generado resquemores su inclinación por el lujo y la ostentación.
La mañana de este viernes la presión se hizo pública. Si el jueves había sido el senador Alejandro Guillier el que precisó que “un hijo que ama a su madre y ve que la complica, da un paso al costado”, ya hoy salieron distintos personeros –como Sergio Bitar y Camilo Escalona– a recalcar la necesidad de que Dávalos diera un paso al costado.
Si el lunes la comunicación entre La Moneda y el matrimonio Dávalos-Compagnon –que se encontraba en Caburgua con Bachelet– fue tensa y compleja, con el correr de la semana hubo un corte absoluto de relaciones y coordinación.
“Los puentes están absolutamente cortados”, reconocían en La Moneda pasado el mediodía, precisando algunos que desconocían los pasos que Dávalos iba a dar durante la jornada, porque no se comunicaba con nadie del Gobierno ni menos les informaba nada. Lo anterior, pese a que ya habían ingresado a Palacio algunos directores de las siete fundaciones que estaban bajo la tutela del hijo de Bachelet.
Con este escenario, todo indica que la declaración que leyó Dávalos no fue consultada ni visada por nadie en La Moneda, salvo su equipo más estrecho, a pesar de que se le sugirió que fuera vista por la SECOM.
Finalmente, pasadas las 14:30 horas, llegó Gómez directo a las oficinas del Ministerio del Interior y Dávalos ingresó una hora después, por el estacionamiento subterráneo de Palacio, sin dejarse ver públicamente hasta la puesta en escena de su renuncia, que se concretó con más de media hora de atraso respecto a la hora anunciada oficialmente.
Dávalos no aceptó preguntas y fue Gómez quien, media hora después, salió ante las cámaras a tratar de dar por cerrado este amargo capítulo estival para La Moneda. “No es un momento grato para nosotros”, dijo, y luego agregó que “valoramos su gesto”. El vocero (s) recalcó, asimismo, que el “nueragate” es un hecho que no tiene “ningún ribete de ilicitud, no existe información privilegiada, no existe ningún recurso público involucrado, ninguna acción fue realizada por funcionario público durante esta administración”.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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