martes, 3 de septiembre de 2013

Por qué hoy se puede decir y ver más que hace 10 años

El remezón y la catarsis de las imágenes por los 40 años del Golpe

“Chile, las imágenes prohibidas” de CHV suma más de 160 denuncias ante el CNTV. Reportajes, declaraciones y el propio cara a cara entre Cheyre y Ledjerman forman parte de una nueva forma de enfrentar la dictadura, sin eufemismos ni equilibrios políticos repartiendo minutos a unos y otros, y que genera más urticaria que hace 10 años. Algunos creen que es parte del proceso natural del paso del tiempo. Otros; un efecto más de las movilizaciones que comenzaron en 2011. Acá directores y realizadores audiovisuales cuentan por qué, a diferencia de cuando se conmemoraron 30 años del Golpe, Chile está llegando al corazón de la dictadura. Si no es en tribunales, al menos en imágenes.
      
                
En 2003, ofrecía escenas que parecían hasta heroicas, aunque fueran obvias después del dolor y la orfandad que legó la dictadura: Ricardo Lagos anunciaba la creación de la Comisión Valech para escudriñar en la prisión política y la tortura; un ámbito que no había tocado la Comisión Rettig. La mítica puerta de Morandé 80 era reabierta como un símbolo de la libertad, y la televisión abierta recontaba las crueles imágenes, aún sin llegar demasiado lejos. Aún sin meter la mano dentro de una época y sacarle el corazón.
¿Qué pasó en 10 años? Ahora salen a la luz imágenes prohibidas, como las que se muestran en el exitoso programa de Chilevisión. O, ¿por qué Canal 13 emite el programa “Los mil días”, que contiene material de archivo y que fue preparado por el equipo de Contacto para los 30 años del Golpe, pero nunca se usó?
La opinión de algunos directores y realizadores audiovisuales es que el escenario ha cambiado y las causas apuntan a la elaboración de la memoria que ha hecho la sociedad chilena en los últimos dos años.
Para el guionista y crítico de cine Gonzalo Maza, las movilizaciones estudiantiles y la “voz de la calle”, que cambió el espectro político de los últimos dos años, se van a hacer notar en el ambiente de conmemoraciones del Golpe de este año. “Este país se aburrió de pedir permiso y hablar con eufemismos, y eso se va a notar muy fuertemente en el juicio y la reflexión que se haga de lo ocurrido en los últimos 40 años, tanto los atropellos de la dictadura como las negociaciones que hicieron posible la transición. Creo que ambos espectros, la derecha como la Concertación, saldrán a defenderse, y en muchos casos, como gato de espaldas”.

LOS OJOS DE LA MEMORIA

Las respuestas al programa de Chilevisión, “Chile, las imágenes prohibidas”, no ha sido sólo el rating ni las felicitaciones que circulan por las redes sociales. También las quejas de quienes se han sorprendido porque algo así aparezca en televisión abierta. Hasta el viernes pasado, ante el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) había acumulado 161 denuncias contra el programa de CHV; un hecho que no sucedió con otras series relevantes, como “Los 80” o “Los archivos del Cardenal”.
Pedro Azócar, editor del espacio, cree que en los primeros años de la transición la institucionalidad era demasiado frágil como para abordar este tipo de temas. “La gente cedió en muchas cosas por temor a perder la democracia que tanto había costado ganar”, asegura. Azócar cree que la tutela de las Fuerzas Armadas se hacía sentir con fuerza, había enclaves autoritarios, senadores designados. “La dictadura fue una experiencia traumática, el Informe Rettig fue un primer paso pero luego la clase política adoptó la lógica de ‘dejar atrás al pasado que divide y mirar adelante al futuro que promete’”, comenta.
Gonzalo Maza cree que el año 2003 fue una catarsis colectiva, pero este aniversario del Golpe tiene el peso de la distancia y el revisionismo. “Creo que hoy el debate no va dirigido a si los criminales están encarcelados —muchos sí, pero decenas más de torturadores están circulando libremente— sino más bien a un debate moral que, hasta ahora, no había existido: ¿Quien fuera un colaborador de la dictadura tiene la altura moral para ejercer un cargo público?

Sin embargo, para el periodista, el escenario fue cambiando y viviendo distintos procesos, porque “la dictadura es como una herida que se infecta, hay que dejarla madurar para que sane”. Azócar comenta que a nivel mediático hubo series y películas que abordaron el tema, como Amnesia, Isla 10, Los archivos del Cardenal, Los 80, innumerables publicaciones periodísticas y resoluciones judiciales que condenaron a algunos de los implicados en los crímenes, muchos otros siguen sueltos todavía. “Han pasado 40 años, hay una generación adulta que nació en democracia y que detecta que hay algo en la historia de Chile que subyace en una especie de subconsciente colectivo que estalla cada 11 de septiembre, una mala memoria que se expresa en la calle, que quizás sirve para explicar muchas de las cosas que suceden hoy en día. Hay una inquietud por saber, por conocer el pasado reciente que todos saben de oídas, porque le tocó a tus padres o al papá de un amigo y las imágenes son un aporte a eso, a esa reconstrucción que rompe con el olvido”.
Gonzalo Maza cree que el año 2003 fue una catarsis colectiva, pero este aniversario del Golpe tiene el peso de la distancia y el revisionismo. “Creo que hoy el debate no va dirigido a si los criminales están encarcelados —muchos sí, pero decenas más de torturadores están circulando libremente— sino más bien a un debate moral que hasta ahora no había existido: ¿quien fuera un colaborador de la dictadura tiene la altura moral para ejercer un cargo público? Si aplicáramos ese simple cedazo —y que Cheyre, consciente o inconscientemente, ya hizo en lo personal— se nos caen la mitad de los ministros y 3/4 de los parlamentarios de derecha. Por eso el debate es tabú, pero ciertamente está empezando a aparecer. Hace 10 años un debate así era simplemente impensable. Es más, en el 2010 era impensable”.
El año 2007, Lorena Giachino estrenó el documental “Reinalda del Carmen, mi mamá y yo”, una historia que revolvía su propia memoria y la de una de las mujeres embarazadas y desaparecidas por la dictadura. Desde siempre Lorena, sobre todo cuando tuvo que levantar discurso a propósito de su documental, dijo que pertenecía a una generación que ya no hablaba de estos temas desde lo político partidista, si no desde lo valórico; una generación sin miedo. “Entiendo, por ejemplo, que Nacho (Ignacio) Agüero haya tenido que usar seudónimo para hacer la película ‘No olvidar’ cuando se supo de los hornos de Lonquén. Me pongo en sus zapatos y hubiese hecho lo mismo. Entiendo pequeños actos heroicos de los cineastas de la época por resguardar las latas con su material”. Sin embargo, Lorena cree que en el fondo no hay posibilidad de reconciliación —un tema que abordó alguna vez y que causó polémica— y que a pesar de que desconfía en los discursos que hablan del perdón, al menos esto ha significado alguna transformación. “Los discursos de los personajes públicos siempre hay que entenderlos con una lógica de filtros. No es coincidencia que Hernán Larraín haya elegido estos días para hablar. Sospecho de los cálculos. Pero eso de cualquier manera es señal de cambio. Por último, porque han debido acomodar esos filtros y esos cálculos”. Sin embargo, para Lorena hay ejemplos importantes de qué pasa en el fondo de ese cambio de discurso: “Otra mala señal que me hace dudar de los cambios de fondo, es que el ministro Carlos Cerda siga siendo cuestionado y vetado por el mundo político para integrar la Suprema”.

EL FIN DEL SILENCIO

Ignacio Agüero cree que no se trata de que ahora se pueda decir lo que antes no se podía. Para él, la llamada “transición” y para quienes la diseñaron —civiles y militares— no era conveniente que se supiera todo respecto a los crímenes en dictadura, porque finalmente “esos crímenes son responsabilidad no sólo de los militares, sino de quienes los instigaron. Y entre ellos está un sector de los que diseñaron la transición. Pues finalmente esta consistió en aminorar lo más posible la democracia y permitir que economía de la dictadura, con todos sus abusos pudiera seguir su curso. Por eso es que fue política de la Concertación impedir la circulación de nuevos medios. Según ellos estábamos bien con La Tercera y El Mercurio. ¿Para qué más? Y ahora los medios hacen aspavientos con las imágenes que muestran que pudieron mostrarse mucho antes”.
Si pensamos que en el momento de retomar la democracia es el mismo Pinochet el encargado de hacer ese traspaso —quien además continúa siendo Comandante en Jefe para luego ser senador vitalicio— en opinión de Boris Quercia, director de las primeras cinco temporadas de “Los 80”, se entiende que las personas asociadas a los graves crímenes ejecutados en total impunidad durante la dictadura se sentían seguras y amparadas. “40 años después ese poder se percibe muy disminuido, a la vez que el común del ciudadano siente que su voz tiene mayor valor. Por lo que la manera de enfrentar los hechos históricos ahora es más frontal y segura, con menos eufemismos. Da la impresión que el costo que hubo que pagar para tener una estabilidad democrática ‘en la medida de lo posible’ fue demasiado alto y ahora se siente la intención de ajustar las cuentas pendientes del pasado”, dice Quercia.
 
FUENTE: EL MOSTRADOR

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