lunes, 23 de septiembre de 2013

Miedo, inseguridad, obediencia irreflexiva: Las razones del pinochetismo duro

22/09/2013 |
Por Claudio Pereda Madrid
Si bien las encuestas revelan que el apoyo a Pinochet desciende inexorablemente en la última década, su imagen se resiste a morir. Importantes empresarios financian el mantenimiento de su legado a través de una fundación que lleva su nombre, pero también hay personas comunes y corrientes que, sin superar traumas propios y sociales, aún se sienten ligados a la figura del dictador.
Para algunos la existencia de un pinochetismo duro, ese que rasguña el 10% en diversos estudios, no debiera ser sorprendente. Si bien el hecho inquieta en la que medida que se piensa que su figura resurge cada septiembre más desfavorecido que el año anterior o que cada vez se conocen más tropelías inhumanas cometidas en su régimen, para quienes la respuesta no es tan compleja, es sólo cosa de mirar el entorno: se vive en un orden pinochetista.
 
Más intelectualizado, Manuel Antonio Garretón subraya en su libro “Del postpinochetismo a la sociedad democrática” (Debate, 2007) que “ni el régimen ni la sociedad se han sacudido de la presencia de Pinochet, en su institucionalidad y en rasgos fundamentales de su vida social”. Y aunque tanto dinámicas como actores que se identificaron con el dictador han roto con su figura, lo cierto es que “como país no hemos dado el salto hacia otra época”, insiste el sociólogo.
 
Una reciente encuesta hecha por el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (Cerc), bajo el nombre de “Barómetro Cerc a 40 años del Golpe Militar”, indica que la imagen de Pinochet manifiesta una fuerte caída en la última década: si antes el 63% lo consideraba dictador, el último estudio de comienzos de septiembre señala que el 76% de los consultados lo considera como tal. Si en 2003 el 27% lo consideró entre los mejores gobernantes del país, dicho porcentaje bajó al 9% en la última versión del estudio. Pero a pesar de las cifras claras, el pinochetismo no desparece y se sigue defendiendo como gato de espaldas.
 
Para Rodrigo Pinochet, nieto del militar que lo acompañaba el día del atentado, la situación es clara. “Lo reales herederos de Pinochet somos todos los chilenos, su herencia se ve reflejada en un país próspero y democrático, estable y con una de las economías más sanas y abiertas del mundo. La herencia de Pinochet está presente a pesar de haberle sustituido su firma de la Constitución, haber cambiado nombres  de calles y obras públicas o de estar ad portas de prohibir por ley cualquier homenaje o monumento en su nombre”, señala a Cambio21.
 
Y rubrica: “Los herederos de Pinochet lo son las Camila y Camilo, los Boris, los Iván, los Pablo, los Sebastián, las Michelle, los Andrés, los Nicanor, los Laurence, las Evelyne, los Carlos, etc.  Algunos no lo admitirán, otros lo rechazarán, unos celosamente lo aceptan y otros lo admiten única y exclusivamente en privado”.
 
Los ricos bien cuidados
 
La cita del modelo económico como la gran herencia del pinochetismo no resulta gratuita. Evidentemente, el paso hacia un orden neoliberal implicó un fuerte espaldarazo al mundo privado que se benefició de una libertad –hasta ese momento- ausente en otras partes del mundo. Ni en Estados Unidos la cosa era tan fácil. En ese sentido, entonces, se entiende que tras el homenaje al pinochetismo existan familias acomodadas.
 
Una de las beneficiadas de ese nexo empresarial es la Fundación Presidente Pinochet, formada en su mayoría por ex uniformados y ex personeros de su gobierno el año 1996. El mayor objetivo de la entidad es preservar la memoria del militar a través de un museo, charlas y la entrega anual de importantes becas destinadas a familias de escasos recursos, gracias a las cuales éstas pueden financiar la educación de sus hijos, ya se básica, media o superior. Un reciente informe señala que la entidad ha manejado entre 1996 y 2004 fondos cercanos a los $900 millones, casi unos US$2 millones.
 
Entre el llamado “Consejo protector” de la entidad se encuentran nombres como el ex ministro del Interior Carlos Cáceres, el ex ministro de Agricultura Jorge Prado Aránguiz  y los empresarios Alberto Kassis y Hernán Guiloff. Mientras que en su directorio están presentes el general ( r ) Guillermo Garín, el ex ministro Secretario General de Gobierno Alfonso Márquez de la Plata, el polémico historiador Gonzalo Rojas y el hijo del fallecido militar, Marco Antonio Pinochet, entre otros.
 
Gracias a las investigaciones del ministro Carlos Cerda en torno a los dineros del Banco Riggs, funcionarios de la Policía de Investigaciones pudieron indagar en las diversas fuentes de dinero de la familia Pinochet. De acuerdo a esos datos, más de cien prominentes empresarios entregan importantes sumas de dinero a la citada fundación, a pesar de que no les implica beneficios tributarios.
 
Entre los nombres que se destacan en la investigación judicial es posible citar al grupo Von Appen, controlador de la mayoría de los puertos de Chile a través de Ultramar, y cuyo líder -Sven von Appen- dijo en mayo pasado que a los chilenos “les ha crecido tanto el apetito, que no pueden parar”, por lo que –a su juicio- se merecen “una crisis” para que las personas “lleguen al nivel que les corresponde y no se vuelen".
 
Otros aportes económicos importantes registrados en la investigación del ministro Cerda corresponden a Mauricio Larraín (presidente del Banco Santander y de Universia), Sergio de Castro (ministro de Hacienda y de Economía durante la dictadura y uno de los cerebros en la implantación del modelo "Chicago boys" en Chile), Hernán Büchi (ex ministro de Hacienda de Pinochet y ex candidato presidencial en 1989), Jovino Novoa (senador UDI), Hernán Felipe Errázuriz (ex canciller) y Roberto de Andraca (presidente de la CAP), entre otros.
 
Un par de cosas que llama la atención en los nexos de la fundación: el arriendo de la propiedad en donde está ubicada se hizo con la Inmobiliaria del Norte, cuya propiedad pertenece al grupo Quiñenco, encabezado por la familia Luksic; la única entidad pública que aparece como permanente donante es la municipalidad de Vitacura, que entre 2004 y 2013 ha traspasado fondos por $32 millones. Se ve que la frase que Pinochet dijera en pleno ejercicio del poder "Hay que cuidar a los ricos para que den más" ha dado plenos frutos a lo largo de los años.
 
Imaginarios que inmovilizan
 
Si bien se entiende al apoyo que el pinochetismo encuentra entre los sectores acomodados de la sociedad, principales beneficiados con el sistema económico, la duda surge del por qué existen personas no acomodadas, más bien con pocos recursos económicos, con un profundo sentimiento de aprecio hacia el dictador.
 
Manuel Antonio Garretón apuntaba en su libro (citado al comienzo) que la muerte de Pinochet “abre la posibilidad de una refundación de la derecha chilena, es decir, de la ruptura de su clase política con la lealtad que ha mantenido hasta ahora con esa herencia, como sí lo hicieran las Fuerzas Armadas, y que le han impedido actuar como una derecha democrática”. Los hechos demuestran que se trata de un proceso lento.
 
La psicóloga de la Universidad Bolivariana, Carolina Pérez, explica que para entender lo que se podría llamar la “personalidad pinochetista” (o del fanático incondicional del dictador), se conjugan elementos que van de la mano de  una socialización primaria asociada a la imposición de normas o pautas  rígidas e inflexibles por parte de padres o adultos importantes,  subrayando la obediencia irreflexiva a la autoridad.
 
“La psicología social identifica estas características como propias de sociedades inmaduras e infantiles, que se traducen en que el incumplimiento a la norma, a lo tradicional, es seguido por el castigo y no por la autorregulación”, señala la experta.
 
Dicho de otro modo, el seguimiento a figuras como Pinochet implica la profunda necesidad de contar permanentemente con una figura policial que vigile su “conducta”. Esa obediencia se basa en el temor a todo lo que trasgreda el orden establecido. Y si la cosa se desordena, es esta figura fuerte la que solucionará todos los problemas.
 
“Se trata de un elemento presente en el imaginario social tanto en el gobierno de la UP como en los días previos al Golpe Militar. Es uno de los factores, que en parte, llevaron a un porcentaje de la población a apoyar la acción de los militares, bajo el común denominador de que éstos iban a ser los únicos capaces de frenar la escalada marxista leninista que se venía”, explica la psicóloga.
 
Así, la defensa de la “obra” de la dictadura implica la negación de las violaciones a los Derechos Humanos. Y si surge evidencia de este tipo de hechos –como lo ocurrido, por ejemplo, con el descubrimiento de los cuerpos en Pisagua- es rápidamente justificado con ideas básicas como “algo habrán hecho” o “son los causantes del caos”.
 
La experta destaca que, bajo las premisas expuestas, “no necesariamente el incondicional pinochetista es una persona de un acervo socio cultural bajo, sino que se mueve por una irreflexiva reacción al miedo. Es posible pensar, por ejemplo, en los vecinos de las casas de tortura, posiblemente deben haber habido muchos que no eran adeptos a Pinochet, pero movidos por el miedo o el peligro de la vuelta al caos, optaron por aceptar este tipo de actos. No hay que olvidar que el miedo es una de las emociones más primitivas del ser humano, alojado en nuestro inconsciente y que opera como arquetipo”, enfatiza.
 
¿Y qué pasará con la proyección del pinochetismo, entonces, desde este punto de la psicología social?. Carolina Pérez es clara: “Me parece que la expresión del pinochetismo seguirá vivo mientras los espacios de poder sigan en manos de quienes tuvieron o son herederos de la dictadura. El ideario pinochetista seguirá presente: baste ver la propiedad de los grandes medios de comunicación y la editorialización de determinadas temáticas como delincuencia desatada, encapuchados que crean caos, mapuches que son sinónimos de terrorismo, entre otras”.
 
La psicóloga subraya que ese tipo de imaginarios inmoviliza: “Su raíz nuevamente apela al miedo: no se puede salir de la casa, los jóvenes son todos delincuentes, hay que armarse para defenderse…En el fondo, se apela a un sujeto individualista, temeroso de todo, viviendo en la paranoia, obediente de la institucionalidad en forma irrestricta, constantemente demandante de la mano dura”.
 
FUENTE: CAMBIO 21

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