sábado, 28 de septiembre de 2013

Autora del libro "La muerte lenta de los desaparecidos en Chile".

Socióloga Antonia García Castro: “En Chile todo ha sido hecho para que no se juzgue”

"A cambio de no condenar se han brindado cuotas de verdad y se ha desplegado todo un espectro de reparaciones, algunas de ellas simbólicas, como ciertas iniciativas memoriales", subraya la autora del texto que indaga la decisión de hacer desaparecer personas y su objetivo durante la dictadura de Pinochet.
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La impunidad de los crímenes cometidos en Chile por la dictadura de Augusto Pinochet es consecuencia de la voluntad del Estado, asegura la socióloga Antonia García Castro, autora de un libro que escudriña en las razones que movieron a cometer la desaparición forzada de personas.
En Chile, la petición de justicia “ha chocado y sigue chocando con las opciones políticas de nuestros gobernantes”, dijo a Efe García Castro, una doctora en Sociología que en el marco del cuadragésimo aniversario del golpe militar de 1973 presentó en Santiago “La muerte lenta de los desaparecidos en Chile”.
El libro, publicado por la editorial Cuarto Propio, indaga a través de once capítulos en la decisión de hacer desaparecer personas y su objetivo durante la dictadura, una investigación basada en documentos de archivo, relatos de familiares, abogados y políticos.
El trabajo busca establecer diversas variables sobre la práctica de la desaparición, su lógica y los efectos a corto, medio y largo plazo.
También revisa la manera en que, ya en democracia, surgió públicamente “el problema de los desaparecidos” y busca dar respuesta a preguntas como cuándo mueren los desaparecidos y qué es lo que implica -no ya para los militares, sino para los civiles- certificar o no su muerte.
Esencialmente, explica la autora, el libro trata de comprender cuánto abarca el significado de la palabra “desaparecidos”.
“En Chile todo ha sido hecho para que no se juzgue”. Los avances alcanzados en los últimos años en la búsqueda de la verdad, el establecimiento de la justicia y reparación más bien “han sido arrancados a una institucionalidad que ampara la impunidad” de los crímenes, precisa.
“A cambio de no condenar se han brindado cuotas de verdad y se ha desplegado todo un espectro de reparaciones, algunas de ellas simbólicas, como ciertas iniciativas memoriales”, subraya a Efe García Castro.
“Pedir justicia es un derecho que le ha sido negado a muchos familiares” de las víctimas. “No habrá cambios significativos hasta que las más altas autoridades no definan la voluntad de hacer justicia, pero no parece que eso sea una prioridad”, argumentó.
En su libro, que nació como tesis de su doctorado en el Instituto de Estudios Políticos de París, García Castro trata la desaparición como una política del Estado que buscaba generar miedo en la población e intimidar a las organizaciones de resistencia a la dictadura.
“La desaparición (forzada) fue una política de combate a grupos que tenían capacidad de acción para enfrentarse al poder”, señala la autora.
Pero la dictadura (1973-1990) no tuvo en cuenta un elemento clave y es que “en el grupo familiar de las víctimas había dolor porque había amor” y eso generó “un modo de resistencia inédito en Chile”.
Un ejemplo de ello es la denominada “cueca sola”, una versión del baile típico chileno que desarrollaron las madres, esposas e hijas de desaparecidos y que inspiró al cantante británico Sting su canción “They dance alone” (Ellas bailan solas).
Con la cueca sola, las mujeres se apropiaron y cambiaron el sentido de algunos símbolos nacionales, que al principio eran patrimonio exclusivo de la dictadura. “La Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos dio la pelea diciendo ‘la patria también somos nosotros’”, señala García Castro.
A juicio de esta socióloga, la revisión de lo ocurrido durante la dictadura no ha profundizado en la figura de las víctimas, “que eran militantes, personas políticamente activas, comprometidas con un proyecto de país”.
Hay que pensar “en cuáles fueron sus opciones, cuál era el país que defendían, qué pasó con ese proyecto, con la causa que defendieron y en la que radica la razón de su muerte”.
“Si sacamos ese elemento, nuestra historia no es comprensible y a los chilenos nos va a costar muchísimo pensar algo diferente para nuestro destino común”, asegura.
A su juicio, en el contexto político y social de Chile en la actualidad la demanda de justicia “es el último eslabón de la resistencia a una orden muda del poder que dice ‘déjalos caer (a los desaparecidos), no te metas’”.
En su conclusión, el libro llama la atención sobre la situación marginal en que están los familiares respecto de quienes dictan las normas, incluso respecto de lo que se debe hacer o no en relación con sus seres queridos.
Desde esa perspectiva, García Castro considera que las públicas peticiones de perdón que abundaron en el marco del cuadragésimo aniversario del golpe carecen de contenido porque, según dijo a Efe, “buscan sustituir a la Justicia y dejar en manos de las víctimas la responsabilidad de la reconciliación”.
 
FUENTE: EL MOSTRADOR

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