lunes, 8 de abril de 2013

Maratón de Santiago: Laurence Golborne o la gran mentira

Por Oscar Reyes P.
Este domingo, cerca de 35 mil chilenos, peruanos, argentinos, brasileños, alemanes y otras personas de distintas nacionalidades dejaron su alma y físico en las calles de nuestra capital. Fue una fiesta deportiva. Se corrió el maratón. Es la prueba clásica de los atletas: 42 kilómetros 195 metros. También hubo carreras de 21 y diez kilómetros. Pero hubo UNO que corrió "sólo 250 metros". Dos cuadras. Todo por unos míseros segundos de la tele o una foto en la prensa adicta...Imagen: Golborne en la meta sacándose fotos. La bicicleta ya no está...
El fair play es parte fundamental del deporte. Es "jugar limpio", cumplir normas. Muchas de esas normas, ni siquiera están establecidas. Son reglas no escritas, pero que todos los que practican y practicamos deportes, las entendemos, las respetamos y las apreciamos.

En el fútbol, es lanzar el balón fuera de la cancha cuando un jugador se lesiona. O detener el juego cuando un rival no está en condiciones de seguir.

Y este domingo conocimos como una persona rompió todas las normas del fair play en una especialidad atlética tan dura como el Maratón.

Todo por unos pocos aplausos, todo por aparentar, todo por "cartelearse", todo por una mísera toma fotográfica, todo por hacer creer a un incauto periodista o camárografo que "yo también corrí el maratón", todo por la desesperación de una campaña presidencial que en vez de crecer va a la baja.

Ese que rompió las normas del fair play se llama Laurence Golborne.

Lo más probable, si un Juan González, o un Juan Soto (con el perdón de los González y los Soto´s) hicieran lo mismo que hizo Golborne, -me imagino- nos daría lo mismo. Pero Golborne, intenta llegar a la máxima magistratura del país. Es candidato a ser Presidente de todos los chilenos y chilenas. Para él tenemos un fair play mayor. El debe ser ejemplo para todos y todas.

Los hechos:

Parto diciendo que he corrido o trotado una veintena de maratones (42 kilómetros 195 metros) y cerca de una treintena de corridas (de 10 y 21 kiómetros).
El año pasado, encontré a Golborne (ministro, en ese entonces) mientras venía trotando en la Alameda cerca de la Biblioteca Nacional.

Yo venía llegando a la meta y él venía en bicicleta, estorbando nuestro agotado paso. Por fortuna, los organizadores no lo dejaron pasar en su bicicleta en Alameda con Estado.

Pero este año, su actuación rompió todas las normas del fair play, del juego limpio. De cumplir esas normas no escritas, pero que son más importantes que las escritas en un papel o digitalmente.

Encontré nuevamente a Golborne a bordo de su misma bicicleta azul. Lo encontré en Providencia con el Puente del Arzobispo o Eleodoro Yáñez. Con una polera entre azul y negra muy ajustada, pantalón de lycra corto de color negro, casco y una mochila pequeña a sus espaldas. Nuevamente estorbando a los corredores de 42 o a los de 21 kiómetros, que a esas alturas, lo único que desean es llegar a la meta. Iba "apoyando" a una joven que trotaba cerca de él. Le hablaba. La joven no le respondía. Obvio.

Cuando quedan tres o cuatro kilómetros, para llegar a la meta luego de 42, los haces sólo "con la cabeza", "con el vuelo" del espiritú, con el alma, con las ganas.

Me entero que es su hija, Daniela Golborne de 23 años. Corre el maratón. La veo entera. No flaquea. Cabeza gacha, sabe que le quedan "sólo" tres mil metros. Es una fiera en el pavimento de Providencia y la Alameda, la Daniela. La admiro. Es una gladiadora. No es profesional del maratón y para llegar a hacer un tiempo de 4 horas treinta minutos, requirió mínimo unos tres o cuatro meses de entrenamiento.

Pero su padre deja mucho que desear:

En la Alameda con Mac Iver, a sólo 250 metros de la meta, súbitamente a Golborne le dan ganas de ser un maratonista más. Maratonista de "250 metros". Así es como usted lo lee. Deja botada su bicicleta. Se la pasa a unas personas que lo esperaban. Se saca el casco, su mochila y...se incorpora al maratón junto a su hija...Le sigue hablando. Su hija no le responde. Obvio. Entre la verguenza ajena y el cansancio, es difícil responder...

Daniela Golborne sigue cabeza gacha a su objetivo. Es de admirar, esta Daniela.

El candidato le sigue hablando con unas zapatillas que nunca han sido de trote, running ni menos de maratón. Su polera ajustadisíma es parecida a los que usan los jóvenes de los programas juveniles "Yingo" o "Calle 7" o de un fisico culturista.

Entran a la zona caliente de la meta. Hay cerca de cinco mil personas en las graderías y en la calle. La tele transmite en directo y graba para sus noticieros. Quedan 100 metros. El candidato le sigue hablando a Daniela. Ella no le escucha. Los parlantes atronadores, la música y el agotamiento extremo, no permiten escuchar nada. Los periodistas, fotográfos, camarografos le disparan flashes, le hacen tomas al "espectacular" trote del candidato. Más de algún imberbe periodista, cree que Golborne corrió el maratón o los 21 kilómetros. Llegó a la meta, donde sólo llegan los elegidos.

Pero el candidato llega con su polera de lycra ajustadisíma como si hubiera ganado. Tiene la deferencia de no levantar las manos o hacer gestos al cielo, como lo hacen los que corren de verdad. Por lo menos tiene esa deferencia, digo yo.

Las cámaras se acercan, lo revolotean. Le sacan fotos con su polera ajustadisíma. Daniela está cerca de él. Cabeza en alto. Ella es grande. Una heroína. Hacer 42 kilómetros 195 metros es una hazaña. No cualquiera los hace. Su padre hace declaraciones. Es lo que buscó. Lo que organizó por unos míseros segundos de la tele. De la foto fácil en la prensa adicta.

Me da verguenza ajena. No quiero escucharlo. No sé lo que dijo ni me interesa. Los que llegan exhaustos y que corren con polera amarilla tampoco lo escuchan. Están en otra. No entienden que uno de polera oscura de lycra ajustadisíma y sin número para participar, esté dando declaraciones como campeón. Me imagino lo que dice o dirá. Es como un libreto preparado: que acompañó a su hija, que le dió ánimo que trotó o corrió con ella.

Y es lo más probable que no dirá que lo hizo sólo 250 metros. Que venía en bicicleta y la dejó botada a dos cuadras de la meta, para tener unos míseros segundos en la tele o una foto en la prensa adicta.

Yo sigo pensando en el fair play. Sigo pensando en el juego limpio. Recuerdo a Andrés Allamand, el otro candidato de la derecha, al que conocí en la universidad jugando fútbol, él que no haría nunca esta jugarreta tan torpe, mediocre, de malas artes.

En la política, también hay fair play. El de la amistad civíca que le llaman.

Este candidato no las entiende ni creo que las comprenda.
Si este es el ánimo de Golborne, lo más probable que terminemos con los de la campaña del Sí a Pinochet (que están muy cerca de él) armando operaciones o maniobras políticas contra el otro candidato de su sector. Y de paso, orquestando oscuras operaciones en contra de la más probable próxima Presidenta de Chile.

Todo por unos míseros segundos en la tele y unas fotografías en la prensa adicta.

FUENTE: CAMBIO 21

1 comentario:

  1. Ibamos excelente en la columna, diria que llego mas lejos y mucho más que el payaso de golborne... hasta que llegamos a la mediocridad actual... "la futura presidenta" que todos dan por asumida... hasta ahi murio la columna, un final de esos como las telenovelas "que acabe rapido y no se acuerde nadie, pero es todo lo contrario. hasta uno dice "

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