A dos años de la invasión de la OTAN las milicias siguen aterrorizando Libia
El futuro de
Libia parece funesto mientras el foco de atención de los medios se
dirige a otra parte. Una sesión del Parlamento que tuvo que arrancar
asolada por milicianos, ‘limpieza étnica’ en la ciudad de Tawergha y
asesinatos de población son el resultado de la intervención de la OTAN
en el que fuera el país más modernizado de África.
El segundo
aniversario de la intervención de la OTAN a favor de los rebeldes libios
y en contra de Muamar Gaddafi ha pasado casi desapercibido para los
gobiernos y medios extranjeros que tan preocupados estaban en 2011 por
la seguridad y los derechos humanos del pueblo libio. Esto no debería
sorprender ya que a todas luces Libias se está desmoronando como país y
los libios están a merced de las milicias que explotan a aquellos que
antes afirmaron proteger.
Una muestra de las
noticias que llegan de Libia en las últimas semanas nos ofrece una
visión de lo que está ocurriendo y vale la pena repetirlo porque lo
ignora totalmente la prensa extranjera que antes abarrotaba los hoteles
de Bengasi y Trípoli. Por ejemplo, el domingo pasado [31 de marzo de
2013] el jefe de personal del primer ministro Ali Zeidan desapareció en
la capital y parece que ha sido secuestrado. Es posible que haya sido en
represalia por la declaración de ministros del gobierno de que las
milicias actuaban impunemente. Ese mismo día, uno grupo de la milicia
irrumpió en el ministerio de Justicia exigiendo la dimisión de ministro
después de acusarle de dirigir una cárcel ilegal.
PARLAMENTO SECUESTRADO
Todo indica que la
situación está empeorando en vez de mejorar. El 5 de marzo el parlamento
libio se reunió para discutir si se deberían purgar e inhabilitar a los
libios que habían trabajado como funcionarios durante los 42 años que
Gadafi estuvo en el poder, lo que incluiría también a personas que
durante mucho tiempo fueron disidentes y que desempeñaron un papel
destacado durante el levantamiento contra Gadafi, pero que décadas atrás
había sido ministros bajo el régimen anterior.
Los manifestantes que
pedían esta purga obligaron a los parlamentarios a trasladarse por su
seguridad a las oficinas del servicio meteorológico a las afueras de
Trípoli donde fueron atacados por hombres armados que irrumpieron en el
edificio mientras desaparecían los policías que los custodiaban. Algunos
de los parlamentarios estuvieron 12 horas retenidos como rehenes
mientras que otros se enfrentaron a un tiroteo para escapar.
Fuera de Trípoli el
control de los hombres armados aún es más absoluto. Esto solo llama la
atención del resto del mundo cuando hay un acto de violencia
espectacular, como el asesinato en Bengasi el pasado mes de septiembre
del embajador estadounidense Chris Stevens por la milicia yihadista.
Este fue el único acto de violencia extrema en Libia que fue ampliamente
cubierto por los medios extranjeros, pero solo porque el Partido
Republicano lo convirtió en una cuestión política en Estados Unidos.
Pero el embajador y sus guardas no son los únicos extranjeros que han
muerto violentamente en Bengasi desde el derrocamiento de Gadafi. Un
grupo de derechos humanos egipcio informó el mes pasado que un copto
egipcio llamado Ezzat Hakim Attalah había sido torturado hasta morir en
la ciudad tras ser detenido con otros 48 comerciantes en el mercado
municipal de Bengasi.
ENSAÑAMIENTO CON POBLACIÓN NEGRA
Salvo honrosas
excepciones, las organizaciones de derechos humanos suelen informar
sobre la situación en Libia de manera más imparcial y rigurosa que los
medios de comunicación internacionales. Acorde con esto, la organización
Human Rights Watch (HRW), que tienen su base en Nueva York, elaboró un
informe detallado sobre la limpieza étnica en la ciudad de Tawergha
donde se obligó a 40.000 personas a abandonar sus casas, además de ser
objeto de “detenciones arbitrarias, tortura y asesinatos”.
Las milicias de
Misrata ha atacado a la población, en su mayoría negra, por su apoyo a
Gadafi. HRW utilizó imágenes satelitales para documentar la destrucción
de Tawergha, la mayor parte de la cual se produjo desde el final de la
guerra de 2011 cuando resultaron dañados y fueron destruidos 1.370
emplazamientos. Fred Abrahams, asesor especial de HRW, señaló que las
imágenes confirman que “el saqueo, los incendios y las demoliciones
estaban organizados y su objetivo era la destrucción sistemática para
impedir que volvieran los residentes”.
Hay un fuerte
contraste entre esta falta de interés y la exhaustiva cobertura sobre
Libia durante la guerra. En la primavera de 2011 yo estaba informando
sobre los combates en torno a la ciudad de Ajdabiya al sur de Bengasi.
Había una cierta atmósfera de guerra falsa que no aparecía en los
entusiastas reportajes. Recuerdo haber observado divertido en la entrada
sur de Ajdabiya cómo se colocaban los cámaras de televisión para no
revelar que había más periodistas que insurgentes.
Nunca vi una posición
defendida por los rebeldes ni siquiera controles de carretera entre
Ajdabiya y Benga si, dos lugares que siempre dependieron de la fuerza
aérea de la OTAN para su defensa. Por supuesto, había unidades rebeldes
valientes y entregadas, como había periodistas que escribían sobre
ellas, pero sin el apoyo de la OTAN se habría derrotado rápidamente a
los insurgentes.
EL VACÍO DE GADAFI
El hecho de que el
derrocamiento de Gadafi se lograra fundamentalmente gracias a la
intervención extranjera tiene graves consecuencias para los libios hoy.
Esto significa que aunque los insurgentes afirman y creen que su
victoria se debió únicamente a su propio trabajo, han demostrado ser
demasiado débiles para colmar el vacío dejado por la versión de Gadafi
del nacionalismo árabe. Sin este nacionalismo árabe hay poco para
contrarrestar el fundamentalismo o tribalismo islámico.
¿Tiene esto
importancia? Para muchos libios Gadafi y su familia desacreditaron el
nacionalismo libio. Muchos de los desastres que le ocurrieron a Irak
después de 2003 les están empezando a ocurrir a otros Estados árabes de
diferentes maneras. Como los iraquíes, se están dado cuenta de que las
formas externas de democracia no tienen excesiva importancia a menos que
haya un acuerdo entre las principales fuerzas políticas sobre las
reglas del juego que determina quién detenta el poder.
La autodeterminación
nacional debería ser la piedra angular de cualquier nuevo orden. Sin
embargo un problema de las revueltas de la Primavera Árabe es que han
sido excesivamente dependientes de la ayuda exterior. Pero como ocurrió
en Irak y demuestra Libia, la intervención extranjera siempre es
interesada. Los revolucionarios de todas las regiones buscan la ayuda de
potencias exteriores oportunistas, pero para lograr tener éxito a largo
plazo, deben poner fin en cuanto puedan a esta dependencia. Y deben
construir un Estado fuerte y que respete la ley porque si no lo hacen
una tanda fresca de dictadores está dispuesta a sustituirlos.
Patrick Cockburn
Traducido para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
FUENTE: EL CIUDADANO
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