Rector de la UDP dice que acusación es una revancha contra elite tecnocrática
Carlos Peña: “Los medios escritos más que informar se dedicaron a compilar defensas en favor de Beyer”
"Existe una especie de
oposición entre una cultura de expertos, que hasta ahora ha hegemonizado
la política y el diseño del Estado, y los intereses más espontáneos y
generales de la ciudadanía: la calle", sostuvo el abogado y columnista
de El Mercurio, quien apunta que en la esfera pública necesita mayor
deliberación y diálogo.
“Hay una especie de oposición
entre una cultura de expertos, una elite técnica que hasta ahora ha
hegemonizado la política y el diseño del Estado por una parte, y los
intereses más espontáneos y generales de la ciudadanía”. Esa es la tesis
del rector de la Universidad Diego Portales (UDP), Carlos Peña, que
explica en parte la tensión social que se expresa en “la calle” y da
pautas de cómo entender la acusación constitucional en contra del
ministro de Educación, Harald Beyer.
En entrevista con la revista Qué Pasa,
el abogado comienza señalando: “Lo pondría de la siguiente manera. Hay
ciertos procesos subyacentes que se están manifestando y frente a los
cuales, tanto las elites políticas como los intelectuales, no han sido
capaces de reaccionar adecuadamente. Por lo tanto, hay una especie de
disonancia y de falta de correspondencia entre la índole de esos
procesos por una parte y la manera en que los intelectuales que están en
la esfera pública se refieren a ellos”.
El primero, agrega, “me parece que estamos asistiendo a un proceso
que se comenzó a mostrar hace algún tiempo, pero que ahora último se ha
intensificado y que es una especie de oposición entre una cultura de
expertos, una elite técnica que hasta ahora ha hegemonizado la política y
el diseño del Estado por una parte, y los intereses más espontáneos y
generales de la ciudadanía: la calle”.
“Creo que eso se manifiesta como una especie de toma de revancha de
la ciudadanía frente a esa elite tecnocrática. Hay sectores de la
ciudadanía, entre ellos el movimiento estudiantil, que sienten que esa
elite tecnocrática, esa cultura de expertos ha usurpado o desplazado a
la voluntad popular, decidiendo los destinos de la vida en común y
suplantando y evitando que la ciudadanía sea la que lo haga. Ahora,
este conflicto está animado además por algunos intelectuales y personas
que tienen conciencia de elite, pero que se han sentido desplazados
todos estos años o al margen de este proceso”, acota.
En ese sentido, Peña explica que hay una cierta predominancia de una
cultura inspirada en la economía neoclásica frente a la cual otro tipo
de culturas intelectuales han sido desplazadas: “En este proceso no sólo
hay una inconsistencia entre la cultura de expertos que ha hegemonizado
el ámbito público y la ciudadanía, sino que también hay una lucha entre
culturas intelectuales por el campo intelectual. Éste es un segundo
proceso subyacente en nuestra sociedad”.
Respecto de la acusación constitucional en contra de Harald Beyer,
asegura que es ingenuo pensarla como una “simple cuestión jurídica”, por
cuanto en esa instancia “se jugaron” muchas cosas: “Un rechazo a la
hegemonía que una cultura de expertos ha ejercido en la esfera pública;
una revancha de los políticos que se han sentido desplazados por ella; y
finalmente un juicio contra las políticas educativas de estos años de
las que, inevitablemente, el ministro de Educación, cualquiera sea, es
la figura transferencial, vicaria y representativa. En este debate ni la
clase política ni los medios han estado a la altura”.
Ahonda en que “ambos lados han tomado posición sin agregar razones ni
deliberar en modo alguno”. Entonces, Peña hace una crítica al rol
jugado por la prensa escrita: “Los medios escritos más que informar o
dar lugar a puntos de vista contrapuestos en este tema, se dedicaron a
compilar defensas en favor de Beyer. Eso no es razonable. La esfera
pública necesita mayor deliberación y diálogo: puntos de vista firmes,
sin duda, pero apoyados en razones contrastadas con las del adversario”.
Según el rector de la UDP, los chilenos habíamos naturalizado el
orden social. “Habíamos llegado a la convicción de que el tipo de
modernización que teníamos y sus definiciones fundamentales estaban
impuestas por la naturaleza de las cosas. Y que había un grupo de
personas —los expertos— que eran capaces de inteligir esa naturaleza de
las cosas y ajustar ese proceso. Uno de los grandes aportes o
consecuencias que trajo el movimiento estudiantil es que rompió ese
hechizo”.
Consultado la estrategia de la candidata presidencial del PS-PPD,
Michelle Bachelet, de ir tomando las banderas de la calle, Peña
advierte: “La verdad es que Bachelet, si atendemos a sus declaraciones y
ponemos atención a quienes integran sus equipos, no es portadora de
ningún proyecto ideológico o programático de cambio radical. Las
posibilidades objetivas que tienen la ex Presidenta y sus equipos
programáticos para elaborar un proyecto ideológico de cambio radical,
están muy por debajo de las expectativas que, sin embargo, sus palabras
alientan. Lo más probable es que Bachelet continúe el proyecto de
modernización capitalista que Chile ha venido empujando en las últimas
décadas, sólo que con un marcado tinte socialdemócrata. Pero así son las
cosas hoy día: la izquierda —es imprescindible subrayarlo— tiene quejas
morales frente a la modernización y algunos de sus intelectuales
parecen profetas bíblicos, pero no ha sido capaz de elaborar un proyecto
alternativo frente a ella. Es para creerle a Zizek: hoy día es más
fácil imaginar la destrucción del mundo, que imaginar una alternativa
real al capitalismo”.
Concluye recalcando que “los movimientos sociales no son movimientos
radicales, anticapitalistas. Si uno atiende a sus demandas, lo que ellos
piden es que la promesa que subyace a la modernización capitalista que
el país ha emprendido, se cumpla. Es decir, que cada uno tenga la
posibilidad de construir su vida al compás de su esfuerzo y de su
mérito, sin que su destino vital esté marcado a fuego por la cuna.
Cuando los jóvenes ponen a la educación en el centro de la escena
(¿acaso hay algo más atado al ideal meritocrático que la
educación?) están reclamando que el proyecto de modernización se ponga a
la altura de los ideales que esgrime para legitimarse”.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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