Dice que ella está “presa de ciertos fetiches lingüísticos como gratuidad y derechos sociales”
Peña pone en duda la distancia de Bachelet con los partidos y recuerda que en su administración terminó gobernando con “profesionales de la política”
"La sonrisa en silencio de una líder carismática equivale a una hoja en blanco, en la que cada uno escribe sus sueños. Su silencio o la vaguedad favorece lo que un analista llamaría transferencia: que las personas proyecten su figura, sin mayor conciencia crítica, libérrimamente, lo que anhelan o desean. Pero ocurre que su proyecto (corregir la modernización capitalista) está muy lejos de las expectativas que muchos, los jóvenes en especial abrigan", explica el académico.
En ese sentido, explica que en una sociedad contributiva “(como la que construyó la dictadura), cada uno recibe en proporción a su aporte. El que aportó más (en imposiciones previsionales, cotizaciones de salud, aranceles), recibe más (en jubilación, atención médica o educación), y el que aporta menos (en imposiciones, cotizaciones o aranceles), recibe también menos (en jubilación, atención médica o educación)”.
Sin embargo, sostiene que el proyecto de Bachelet es “un proyecto reformista a todas luces (un capitalismo con rostro humano); pero aparece envuelto en una rada aura de radicalismo”.
En base a lo anterior, Peña se hace tres preguntas que son necesarias de responder porque “el peor peligro de un político que tiene al alcance de su mano el poder del Estado, es que la gente crea más en sus silencios que en sus palabras”.
Una de las interrogantes se refiere al papel de los partidos políticos y la distancia que tenido hacia ellos desde su llegada al país en marzo pasado.
“Entre los partidos y la gente, insinuó a su llegada a Chile, hay que escoger a la gente. Un gesto semejante –es fácil recordarlo- tuvo a inicios de su anterior gobierno y ocurrió que la gente, estimulada por la idea de gobierno ciudadano, amenazó con anegar las calles. El resultado fue que terminó gobernando con profesionales de la política, como Pérez Yoma, Viera-Gallo, Bitar”.
Otra pregunta es relativa al tono de la campaña, afirmando que la actitud de la ex directora de ONU Mujeres puede “ser descrita como la de un analista frente al paciente. Ella quiere escuchar, simplemente oír lo que la gente prefiere o quiere”.
Peña sostiene que esa actitud mueve a un engaño, ya que “la sonrisa en silencio de una líder carismática equivale a una hoja en blanco, en la que cada uno escribe sus sueños. Su silencio o la vaguedad favorece lo que un analista llamaría transferencia: que las personas proyecten su figura, sin mayor conciencia crítica, libérrimamente, lo que anhelan o desean. Pero ocurre que su proyecto (corregir la modernización capitalista) está muy lejos de las expectativas que muchos, los jóvenes en especial abrigan”.
La segunda interrogante que hace Peña se refiere a la trampa de los conceptos y señala que “ella parece estar presa de ciertos fetiches lingüísticos (gratuidad, derechos sociales, nueva Constitución) a los que recurre con frecuencia; pero que a poco andar, se revelan como tigres de papel”.
Y explica con la reforma tributaria para financiar la educación que ha dado a conocer su comando, afirmando que “se ha dicho en todos los tonos que la gratuidad universal en educación no será regresiva, porque se financiará con impuestos a los más ricos. Pero ocurre –según anuncios de esta semana- que 20.000 contribuyentes que gana más de seis millones de pesos mensuales verán disminuidos sus impuestos y además tendrán educación gratis para sus hijos”.
“Al cabo del cuarto año, el tramo más alto de impuesto personal habrá disminuido de 40 a 35%, y la educación será del todo gratis. El resultado es obvio: el contribuyente rico de hoy será más rico todavía al final de su gobierno”.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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