En marzo de 2011, el argentino-japonés Norberto Morita y el chileno Raúl Sotomayor, con suculentas ganancias provenientes –entre otras cosas- de los negocios efectuados en La Polar, jugaron otra carta: adquirieron para el Fondo de Inversiones Southern Cross la populosa Universidad del Mar que reparte sus débiles sedes universitarias a través de todo el país. Los cerca de 20 mil alumnos a los que se les imparte educación profesional y técnica constituyeron un especial atractivo, más aún cuando tras años de ser rechazada, obtuvo en diciembre de 2010 su acreditación por dos años ante la Comisión Nacional de Acreditación. Se trata de un logro mínimo, y sólo en docencia y gestión educacional, pero aunque precaria, esta acreditación implica el pase para obtener el Crédito Fiscal con Aval del Estado.
Un ilustrativo cruce de intereses entre el escándalo de La Polar y el polémico lucro de las universidades privadas concebidas a partir de los años ‘80 muestra que ambas situaciones pueden ser caras de una misma moneda.
Al revisar lo ocurrido, aparece que quienes han estado detrás de las fraudulentas operaciones de La Polar, hoy ampliamente cuestionadas, pero que hasta hace un mes ocurrían a vista y paciencia de directorios y superintendencias eran reputados personajes de ese ambiente.
La justicia tiene a su cargo determinar las responsabilidades civiles y criminales de directores y ejecutivos y establecer quiénes eran los engañados y quiénes los estafadores. Entretanto, de lo mucho que se pudiera extraer del caso La Polar saltan al menos dos dimensiones en las que vale la pena detenerse: la estrecha vinculación con el gobierno y con los grupos económicos que manifiestan quienes desde los directorios tenían bajo su responsabilidad el negocio de La Polar, para seguir incorporando al mercado –como suele decirse- vía deudas con altos intereses a los sectores que apenas tienen para comer.
Meses antes de que estallara el escándalo los mismos que hace unos años trajeron el modelo de negocios para atraer a los sectores “C3 y D” – como se dice en términos de marketing para referirse a los sectores de clase media para abajo- habían protagonizado una nueva compra rodeada de expectantes augurios de bonanza. Esta vez era en el sector de la educación superior.
La acreditación institucional fue, no obstante, un arduo proceso. Y su historia se ha visto complicada por severos conflictos como el de 2008 con la Facultad de Medicina de la sede Viña del Mar, cuando los alumnos denunciaban que no contaban con los elementos básicos para la docencia ni con campos clínicos donde practicar.
El Fondo de Inversiones Southern Cross, que en 1999 tomó el control de La Polar cuando la tienda estaba al borde de la quiebra y que colocó al economista Pablo Alcalde Saavedra como gerente general, vendió sus acciones de La Polar en 2006. Pero los fundadores del Fondo de Inversiones, el argentino-japonés Norberto Morita y el chileno Raúl Sotomayor, continuaron como presidente y vicepresidente de La Polar hasta junio de 2009.
En marzo de 2011, Morita y Sotomayor, con suculentas ganancias provenientes –entre otras cosas- de los negocios efectuados en La Polar, jugaron otra carta: adquirieron para el Fondo de Inversiones Southern Cross la populosa Universidad del Mar que reparte sus débiles sedes universitarias a través de todo el país. Los cerca de 20 mil alumnos a los que se les imparte educación profesional y técnica constituyeron un especial atractivo, más aún cuando tras años de ser rechazada, obtuvo en diciembre de 2010 su acreditación por dos años ante la Comisión Nacional de Acreditación. Se trata de un logro mínimo, y sólo en docencia y gestión educacional, pero aunque precaria, esta acreditación implica el pase para obtener el Crédito Fiscal con Aval del Estado, lo que posibilita la llegada de más estudiantes ávidos del cartón universitario.
Hasta ahora no se manifiestan cambios en la junta directiva de la Universidad del Mar fundada en 1990 por Raúl Baeza Aspée, Mauricio Villaseñor Castro y Sergio Vera Muñoz, sus “propietarios” desde esa época. Pero al iniciar el año académico en marzo las autoridades hicieron el formal anuncio a través de una videoconferencia transmitida hacia sus sedes regionales.
Simbólica coincidencia
Justo cuando debía cumplirse el proceso de adquisición de la Universidad del Mar por parte de Southen Cross –en junio de 2011- estallaba la situación de La Polar. La multitienda que tenía más de un millón de endeudados con su tarjeta plástica abría sus secretos y se empezaron a encontrar extrañas figuras de negocios inflados para evitar reconocer cuantiosas pérdidas y “sincerar” las deudas impagas de miles de consumidores. Para que esas carteras impagas no fueran reconocidas en los balances recurrieron a la insólita fórmula de la “repactación unilateral” con intereses usurarios.
Las víctimas que llegaron hasta el Servicio Nacional del Consumidor, Sernac, espantadas por sus deudas “repactadas” por la casa comercial denunciaron lo que les ocurrió y provocaron el estallido: por haber “sacado” un televisor que les costaba a lo más 200 mil pesos hoy deben tres o cuatro millones, sin que ellos siquiera hubieran firmado un papel. Según se ha ido conociendo después, esta especial fórmula hacía aparecer en la columna de las utilidades los miles y millones de pesos “renegociados” de tal modo que las utilidades –ficticias por cierto- de la empresa aumentaban a pasos agigantados.
Pero de esto se beneficiaron ejecutivos que recibían premio por utilidades, mientras los miembros de directorio –a sabiendas o no- obtuvieron suculentas dietas, y accionistas que vieron subir los precios de acciones y supieron vender a tiempo. Los rezagados se quedaron, en cambio, con la desilusión de ver rodar por los suelos los castillos de papel a los que habían apostado.
Las comparaciones con la crisis de 1982 en Chile o con la subprime de Estados Unidos de 2009 saltaban a la memoria, mientras rápidamente los miembros del directorio renunciaban, tratando de explicar lo inexplicable, de afirmar que nada supieron.
El nombramiento del economista César Barros, el negociador tras la crisis de los salmones, llegó como respuesta desesperada de los bancos y las Administradoras de Fondos Previsionales para tratar de infundir calma y evitar una quiebra que arrastrara al sistema financiero. La apuesta de Álvaro Saieh, dueño entre sus numerosas pertenencias del banco y la Compañía de Seguros Corpbanca, que anunció la semana pasada que había logrado ya el diez por ciento del deteriorado capital de la tienda para ampliar su imperio económico, financiero y comunicacional puede ser una señal en el mismo sentido. Además, que si le resulta efectiva, habrá engrosado su línea del retail donde ya tiene puestas numerosas fichas: además de la cadena Unimarc, controla parte de centros comerciales.
Renuncias a granel
El gobierno, entretanto, ha buscado con energía separar aguas de quienes han sido tan cercanos y que tras las investigaciones no podrán ocultar algún grado de responsabilidad. Y no debe haber sido algo fácil porque esta historia que recién se está escribiendo abarca a lo más granado de la “elite” empresarial chilena, entroncada con el actual gobierno. La presteza para pedir la renuncia a cinco prominentes directores de empresas públicas vinculados con La Polar -cuatro de ellos directores de la tienda al momento de estallar el escándalo- que eran a la vez miembros de directorios de empresas del Estado fue un síntoma de ese afán: había que alejar lo más posible de La Moneda las réplicas de este escándalo mayúsculo que afecta la confianza pública y los cimientos del modelo económico en aplicación.
Heriberto Urzúa Sánchez, quien alcanzó a estar diez días de presidente de La Polar, llevaba cinco años como miembro del directorio –desde 2007- y era vicepresidente desde 2009. Ingeniero comercial de la Universidad Católica, Urzúa es un antiguo conocido de Piñera: pertenece al grupo de economistas que fue incubado por el actual presidente en el semillero del Citibank a comienzos de los años 80, apodados los goldens boys. Tuvo que renunciar a la presidencia de la Empresa Portuaria Talcahuano-San Vicente, donde había sido nombrado por el gobierno. Urzúa es socio de Alfonso Swett Saavedra en la empresa Forum, el que a su vez es primo hermano de Pablo Alcalde, quien aparece como el probable principal implicado en el escándalo.
El ingeniero industrial Manuel Francisco Gana Eguiguren estaba en el directorio de La Polar desde 2010 y había sido designado por el gobierno en dos empresas estatales: era director de Trenes Metropolitanos, donde se desempeñaba como vicepresidente y de la Empresa Nacional del Petróleo, ENAP; a la vez, en el sector privado es director de Viña Santa Rita del grupo Claro.
Martín Costabal Llona, ex ministro de Economía y último titular de Hacienda de Augusto Pinochet, militante de la UDI y activo director de empresas, recién había entrado a La Polar en abril de 2011 en reemplazo de María Gracia Cariola. Costabal también debió dejar el cargo de director de la Empresa Concesionaria de Servicios Sanitarios (Econssa), en la que había sido designado por el gobierno en 2010.
La abogada de la Universidad Católica María Gracia Cariola Cubillos, hija del ex senador de la UDI Marcos Cariola, estuvo en el directorio de La Polar entre noviembre de 2010 y abril de este año. Ella reemplazó en el directorio al ingeniero comercial René Cortázar, actual presidente de Canal 13 de televisión, quien pasó por el directorio de La Polar entre abril y noviembre de 2010, cuando renunció para asumir su cargo en la televisión, tras la compra del grupo Luksic.
María Gracia Cariola, quien durante el año pasado presidió la comisión de gobierno para el estudio del postnatal, debió dejar el directorio de la empresa sanitaria Esval, donde estaba desde mediados de 2010. En medio del vendaval, María Gracia permanece en los directorios de las empresas de su familia: Inversiones Pathfinder –el núcleo del grupo del ex senador- y sus filiales Agrofruta y Vidrios Lirquén. Asimismo, desde 2005, María Gracia Cariola es dirigente de la Sociedad Nacional de Agricultura, la agrupación empresarial que reúne a los representantes del agro en Chile.
Más connivencias
También debió dejar su cargo como consejero del Sistema de Empresas Públicas (SEP) y director de la Empresa Nacional de Minería (Enami) el ingeniero civil de la Universidad Católica Luis Hernán Paul Fresno, casado con Ximena Ossandón, la ex vicepresidenta de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, Junji, que se hizo famosa por su sueldo “reguleque”. Paul quien fue uno de los últimos en llegar al directorio de La Polar –en abril de este año- es cercano al ministro de Defensa, Andrés Allamand, a quien desde enero asesora en su gabinete, en particular en lo que se refiere a las empresas ligadas al sector: Famae, Enaer y Asmar.
Además, este ingeniero con master en administración en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), era socio hasta marzo de 2010 del ministro de Economía Juan Andrés Fontaine en la oficina Fontaine y Paul Consultores Asociados S.A. Quizá la proximidad con Paul fue la que hizo decir a Fontaine en el primer momento que lo ocurrido en La Polar era solo un “accidente”.
Paul era director del Centro de Gobierno Corporativo UC, y profesor de la Escuela de Administración de la Universidad Católica de Chile, cuando reventó el escándalo. Además, es investigador Asociado del Centro de Estudios Públicos (CEP), el conocido think tank de la derecha liberal.
Uno de los directores de más larga trayectoria en La Polar está también muy vinculado a la Universidad Católica: el director de la Escuela de Administración, Andrés Ibáñez Tardel. Ingeniero comercial de la UC con postgrado en Kellog y en Harvard, Ibáñez estaba en el directorio de La Polar desde el año 2004, poco después de que la empresa debutara en La Bolsa. Ante la grave situación que lo afecta, tuvo que “pedir permiso especial” en la UC para concentrarse en su defensa ante los tribunales.
Otro de los antiguos es Fernando Franke García, ingeniero comercial y master en finanzas de la Universidad Adolfo Ibáñez. Fue gerente general de Duncan Fox, empresa matriz del grupo Izquierdo Menéndez y actualmente es director de Colbún. Era miembro del directorio de La Polar desde 2004 y según ha publicado El Diario Financiero habría sido el que encendió la luz de alerta dentro del directorio.
El mismo tiempo llevaba en La Polar Baltazar Sánchez, el brazo derecho del fallecido empresario Ricardo Claro y actualmente presidente del canal de televisión Megavisión, de Ediciones Financieras –que publica la revista Capital y el Diario Financiero- y vicepresidente de Elecmetal, entre otras responsabilidades en el grupo Claro. Sánchez integra el directorio de La Polar desde que esta se transformó en sociedad abierta y empezó a transar sus acciones en la Bolsa en 2004.
Entre los “recién llegados” a La Polar está Fernando Tisné Maritano, uno de los socios del Fondo Moneda Asset Management que se autodefine como el fondo de inversiones mayor de América Latina. Tisné, quien fue elegido director en abril último, es ingeniero comercial de la Universidad Católica y es socio de Moneda Asset desde 2006. Además, es presidente de Acafi, Chile, Asociación de Fondos de Inversión y miembro del directorio de otras empresas como David del Curto S.A. y Chiletec S.A; Energía Latina S.A. y Termocandelaria Power. Antes, durante siete años había sido miembro de la junta de la sociedad de inversiones Pampa Calichera, matriz de Soquimich.
El vínculo “espiritual” de Alcalde
Capítulo aparte merecerá en las investigaciones Pablo Alcalde Saavedra, el ingeniero que fue llevado en 1999 como gerente general por Norberto Morita y Raúl Sotomayor a hacerse cargo del negocio de La Polar. Durante años en el ambiente económico local se le calificaba de ejecutivo estrella. Su elocuencia quedó registrada en grabaciones, cuando mostraba las maravillas de La Polar: “Este núcleo familiar” –decía refiriéndose a los clientes de la tienda– “mucho más que como una multitienda, la ve como una opción de vida. Uno lo que tiene en síntesis es esto: confianza, que es lo más difícil de lograr en la vida. Cuando uno logra que la gente tenga confianza, pasó la barrera del sonido: yo creo en La Polar y como creo en La Polar voy a comprar, voy a pagar, tomo mi seguro etc. etc. etc., y ahí se produce un vínculo casi espiritual con el cliente”, señala en un video que ha circulado profusamente en Youtoube y redes sociales.
Después de una década en la gerencia general de la tienda, Pablo Alcalde asumió como presidente en 2009, cuando dejó el cargo el anterior presidente Norberto Morita, después del alejamiento de Southern Cross.
Las “repactaciones” unilaterales y la inflación de créditos y utilidades falsas, por lo menos se remonta hasta 2003, de acuerdo a lo que se ha establecido hasta ahora. En esa época el gerente de la multitienda era Pablo Alcalde, quien en 2009 ganó el título del más destacado gerente del año otorgado por el diario La Tercera.
Alcalde mantenía su oficina en un edificio en El Golf que compartía con Hans Eben, el ex presidente del Banco Central Vittorio Corbo y el ex consejero de esa entidad, Jorge Desormeaux, marido de la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei.
Southern, Morita y Sotomayor
Se ha repetido que La Polar “no tenía dueño”, es decir, que no tenía un grupo de control conocido. De acuerdo a las informaciones de la Superintendencia de Valores y Seguros, en marzo de 2011, los principales accionistas eran fondos de inversiones del Banco de Chile, del Banco Santander, del BCI, del Itaú, los fondos de pensiones de las AFP Provida, Habitat y Cuprum; las corredoras Larraín Vial y Celfin Capital y el fondo Moneda Asset. Eso en cierto modo hacía que sus ejecutivos, encabezados por Pablo Alcalde fueran los reales dueños y señores, aunque el lo negó en una entrevista a El Mercurio el domingo 26 de junio en la que insiste en que nada sabía, aunque fue el gerente general durante una década y era presidente desde junio de 2009.
En 2006 Norberto Morita y Raúl Sotomayor vendieron la parte de Southern Cross pero siguieron hasta 2009 como presidente y vicepresidente del directorio respectivamente.
Heriberto Morita –dirigente nacional de la Agrupación de Empresarios argentinos- apareció en la escena económica chilena envuelto en pergaminos académicos de prestigio internacional y tras haber echado a andar otras versiones de su fondo en países latinoamericanos. En Argentina ha incursionado en la industria de jabones, en la farmacéutica, en la energía y en la cerveza.
Raúl Sotomayor Valenzuela, ingeniero comercial de la Universidad Católica, presidente de Gas Atacama y de Supermercados del Sur, fue nombrado presidente del Club Monetario de la Universidad Finis Terrae, donde efectúan análisis económicos y financieros.
Ellos junto a otros dos socios –el argentino Horacio Reyser y el cubano estadounidense Ricardo Rodríguez- crearon el fondo de inversiones Southern Cross en 1998. Al año siguiente instauraron un nuevo “modelo de negocios” de La Polar que permitió sacarla de la quiebra en que se encontraba.
Un artículo publicado en el diario argentino elcronista.com hace justo un año –el 29 de junio de 2010- señala que una característica de los fondos de Southern Cross es “comprar, gestionar, crear valor y vender, con alta rentabilidad, posiciones mayoritarias en empresas de diferentes sectores de países de la región como Argentina, México, Chile, Brasil y a partir de ahora también en los Estados Unidos”. Y agrega que Southern Cross controla empresas que operan en mercados tan disímiles como los de retail, energía, farmacéutico y construcción.
En Chile, Southern Cross está presente en la energía en la planta termoeléctrica Campanario Generación, en la región del Bío-Bío, y a través del 50 por ciento de Gas Atacama que adquirió en 2007 a Endesa. Southern Cross ha intentado, asimismo, ampliar su participación en ese sector con la construcción de una nueva central termoeléctrica en la zona de Puchuncaví-Ventanas. Pero en mayo último el proyecto Río Corrientes, fue rechazado por el consejo regional de Valparaíso.
Mejor suerte ha tenido con los Supermercados del Sur, la empresa que preside Raúl Sotomayor y que en los dos últimos años ha tenido un crecimiento espectacular. Orientada, igual que La Polar, a los estratos C3 y D pretende abrir sus acciones a la Bolsa de Comercio en 2012. A las numerosas compras de locales en ciudades como Chillán, Concepción, Temuco, Valdivia y Puerto Montt, se agregó una avanzada sobre Santiago, y ciudades del centro y norte del país. Todos van sumándose a la cadena bajo la marca Bigger.
La Universidad del Mar
Sus casi 20 mil alumnos provenientes de los sectores a los que están orientados los negocios detallistas de Southern Cross constituyen la apetecida “cartera” que adquirió el grupo en marzo de 2011 a sus fundadores.
Cuando se anunció la adquisición, Raúl Sotomayor señaló: “Nos integramos a un proyecto educacional que ha cumplido históricamente un rol social y, por lo mismo, vamos a apoyar y reforzar ese rol”. Destacó que los objetivos de la “alianza estratégica” con los antiguos dueños son “potenciar el proyecto educativo y convertir la Universidad del Mar en una institución superior líder a nivel nacional”.
En número de estudiantes es la tercera mayor universidad privada, después de las dos del grupo Laureate –Las Américas y Andrés Bello- y cerca de la mitad de los alumnos proviene de colegios municipales, y del resto la mayor parte de colegios subvencionados.
La Universidad del Mar tiene su casa central en Reñaca y más de una docena de sedes de norte a sur del país en las que imparte carreras profesionales en horarios diurnos y vespertinos y también algunas de índole técnico. Y en su sitio web se anuncia con orgullo la acreditación obtenida por dos años y una lista doce carreras acreditadas.
La acreditación institucional fue, no obstante, un arduo proceso. Y su historia se ha visto complicada por severos conflictos como el de 2008 con la Facultad de Medicina de la sede Viña del Mar, cuando los alumnos denunciaban que no contaban con los elementos básicos para la docencia ni con campos clínicos donde practicar.
El último Examen Nacional de Medicina –cuyos resultados se conocieron en marzo de 2011- mostró que sus egresados estuvieron entre los peor evaluados de todo el país: de los 50 que se presentaron 24 salieron mal. No fue mejor el resultado para los profesores titulados en la U. del Mar que rindieron la prueba Inicia. De acuerdo a los resultados entregados en marzo de 2011, sólo alcanzaron 41 puntos en escala de uno a cien y ocuparon el penúltimo lugar entre todas las universidades que rindieron ese test.
¿Qué objetivo puede tener un fondo de inversiones tan versátil como Southern Cross en una universidad? Sus propios directivos han reconocido más de una vez que a ellos les interesa quedarse cinco o seis años en una empresa. La incursión de Southern Cross en este negocio es sin duda un reflejo del interés por obtener utilidades. Un claro ejemplo de la búsqueda del lucro. Difícilmente otro podría ser el objetivo de un fondo de inversión que busca tener rentabilidad en plazos relativamente cortos. Para eso está el pago de los aranceles de los estudiantes y los créditos que ellos estén dispuestos a contraer. Como en La Polar. O si se quiere en alguna otra tienda del retail. Difícilmente en este juego la educación puede ser concebida como bien público. El problema es que justamente la “oferta” de esta empresa que se llama universidad apunta específicamente a los sectores que debieran ser atención preferente del Estado.
Por ahora, la Universidad del Mar ofrece a quienes quieran matricularse, el Crédito con Aval del Estado y para eso cuenta con un “gerente” especializado. Y es nada menos que Rodrigo Lasen, el ex jefe de gabinete de la Dirección de Educación Superior del Ministerio de Educación, que incluso llegó a ser jefe interino en los primeros días del gobierno de Sebastián Piñera hasta que fue destituido por el escándalo de las becas Valech.
Pero lo mismo que la Universidad Las Américas, que se orienta a un público similar, ofrece también otra posibilidad: un crédito directo que lo anuncia en su sitio web a 0,48 por ciento mensual. Los alumnos podrán elegir la forma de endeudarse que más le acomode.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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