Los americanos suelen decir “Is the pope Catholic”, para referirse a algo que es obvio. Esa debiera ser la respuesta ante la visita de Camila Vallejo a Cuba y su reunión con Fidel Castro.
Sin embargo, causó revuelo. Los medios en Chile construyeron un gran caso con su visita y en especial sus frases sobre el ex presidente cubano, que se convirtieron en hit en Twitter, en especial aquella respecto a la luz para Chile y el camino.
Entre los más destacados, sin duda está la portada de Reportajes de La Tercera, haciendo el contrapunto con la twittera cubana y disidente Yoani Sánchez, quien se refería a Camila Vallejo con un lenguaje propio de la Guerra Fría.
También hubo un extraño punto de prensa del vocero de gobierno para referirse a Camila Vallejo y su visita a Cuba, calificándola de “vieja y retrograda” y recordándole el Muro de Berlín. El columnista Max Colodro en La Segunda, ocupando el mismo ejemplo histórico que el vocero de Gobierno, comparó a Camila Vallejo con Margot Honecker y de cierta manera la hizo responsable de las violaciones a los derechos humanos en Cuba. Su pasión fue tal, que saltó por alto la evidente aberración histórica de esa comparación, y su texto recuerda mucho las frases de los años 60, donde al bloque soviético y sus simpatizantes se le atribuía todo tipo de costumbres alimenticias aberrantes.
Pueden parecernos algo estrambóticas las cuñas de Camila Vallejo referidas a Fidel Castro, considerando que es más un personaje de la historia que del futuro, pero no hubo tal revuelo cuando el actual Presidente de la República y los Ministros Lavín y Allamand emitieron frases de similar calibre alabando a Fidel Castro, con posterioridad a mediáticas visitas. Más aún, se les reconoció a los tres la capacidad de cruzar la frontera y entenderse con líderes del otro lado del banderín político.
Una larga lista de tradicionales propagandistas del gobierno se sumó al coro contra Camila por sus expresiones en Cuba que tuvieron una amplia difusión en los medios. Pueden parecernos algo estrambóticas las cuñas de Camila Vallejo referidas a Fidel Castro, considerando que es más un personaje de la historia que del futuro, pero no hubo tal revuelo cuando el actual Presidente de la República y los Ministros Lavín y Allamand emitieron frases de similar calibre alabando a Fidel Castro, con posterioridad a mediáticas visitas. Más aún, se les reconoció a los tres la capacidad de cruzar la frontera y entenderse con líderes del otro lado del banderín político. ¿Por qué el columnista mencionado y otros similares no consideraron que Piñera, Lavín y Allamand son también, por transitividad, comparables a Margot Honecker?
Si la razón es la violación a los Derechos Humanos, es efectivo que Amnistía Internacional se refiere en duros términos a la situación cubana, pero también a la brutalidad policial en Chile en el año 2011, y tiene que ver más con las funciones del Ministro Chadwick lo segundo que lo primero.
La verdadera razón es un error de fondo de cometen el gobierno y la derecha: creer que Camila es el movimiento estudiantil, que no existe una crisis profunda, y por tanto su caída política es también la caída del movimiento. La triste expresión de una funcionaria del Ministerio de Cultura contra la Vicepresidenta de la FECH es lo que muchos cercanos al movimiento comentan. Quienes viven haciendo maniobras comunicacionales, suelen ver muchas alrededor, cuando en realidad lo que hay son problemas de fondo.
Esta semana el Ministro Beyer en su primera presentación sobre su plan de trabajo, hecha en ICARE, algo de esto hizo traslucir al plantear que la crisis de la educación no era al nivel que la presentaba “la calle”. Que un análisis de los datos mostraba que si bien hay problemas, hay evidentes avances en el tema de la educación y que no se explica, salvo por el movimiento estudiantil, la baja tan repentina de la valoración de las políticas públicas en educación.
Pero las afirmaciones del gobierno son incorrectas: existe la crisis, que está dada por la simple razón que cualquier estudio serio muestra el nivel de desigualdades que tiene la educación chilena. Los mismos datos del gobierno validan esta información. La reciente prueba SIMCE muestra resultados muy superiores de los colegios particulares pagados en relación a los subvencionados y municipales.
El Ministerio de Educación no ha querido mostrar resultados globales en su página web y más bien ha hecho un esfuerzo comunicacional por la casuística mostrando un solo colegio de una comuna popular con buenos resultados, pero un análisis de los datos, colegio por colegio, muestra que en la SIMCE de 8 Básico las diferencias de colegios particulares pagados v/s municipales es de un 20 a un 25% y en relación a subvencionados es de un 13% a un 17%.
Más aún, mientras más caro es el colegio, mejores son los resultados SIMCE.
Como esta prueba tiene una alta correlación con los resultados en la PSU, y éstos con la posibilidad de acceder a una universidad de más calidad, sigue funcionando la maldita ecuación que las familias de más recursos tienen más posibilidades que sus hijos les vaya mejor en la PSU y en la vida, independiente de los talentos naturales de cada uno.
Si no te va bien en la PSU, tienes más posibilidades de ir a una universidad privada que a una tradicional, y si te endeudas, será a una tasa tres veces más alta que si hubieses ido a la U. de Chile o a la U. Católica, haciendo más dura la desigualdad. La injusticia del asunto hace sin duda indignar a muchos. Si creemos como dogma que la educación es un nivelador social, la propia injusticia del asunto mantendrá la indignación y por tanto la crisis respirando.
Por otro lado, la desconfianza en la clase política y en el propio gobierno, la existencia de una generación que, como señaló el The Economist, no tiene los miedos de sus padres durante la transición, es otro ingrediente para que no sea el fin del movimiento, más allá de sus errores tácticos de dejarse atrapar en la agenda de los halcones.
Y la crisis no tiene que ver con Camila Vallejo, sino con las causas profundas del descontento por la educación. Tampoco tiene que ver con, como varias veces el Presidente ha querido manifestar, con un grupos de personas “malos de alma” que buscan complicarle las cosas al primer gobierno de derecha en 50 años. Nadie de la clase política, ni siquiera el Partido Comunista, tiene hoy en día el poder de manejar los movimientos sociales, salvo el propio gobierno si eligiera, en vez de más maniobras comunicacionales propias de la ineptitud política, reformas profundas al modelo.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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