jueves, 29 de marzo de 2012

¿QUÉ SECRETOS OCULTAN LOS LIBROS SAGRADOS EXCLUÍDOS DE LA BIBLIA?

29 marzo, 2012 – 20:00
Expertos desvirtúan argumentos judeo-cristianos para prohibir los Evangelios Apócrifos
Por Gabriela Núñez Galaz
Los Evangelios Apócrifos (prohibidos) datan desde los primeros siglos del cristianismo, permanecieron 1.600 años enterrados y fueron descubiertos entre los siglos XIX y XX, en Nag Hammadi, Egipto y cercanías del Mar Muerto. Sus contenidos narran la niñez de Jesús, su relación con María Magdalena e infinidad de temas no considerados en la Biblia.
¿Por qué se nos ha negado el conocimiento de los evangelios de Pedro, María Magdalena y Felipe, entre otros? Las razones que tiene la Iglesia: “hubo un desfase de tiempo entre la muerte de los apóstoles y la redacción de los apócrifos; la importancia que otorgan estos textos al liderazgo de la mujer y que a diferencia de los evangelios canónicos, los apócrifos no fueron redactados por inspiración divina”, resume Antonio Piñero, doctor en teología y docente de la Universidad de Complutense.
La tesis del desfase de tiempo que transcurre entre la redacción de los textos apócrifos y la muerte de los apóstoles, señala, Sebastián Vásquez, hermeneuta y editor del Evangelio Según San Felipe, no es un buen argumento, “es dudoso y cuestionable, debido a que los evangelios canónicos fueron escritos 30 y 60 años después de la muerte de Cristo y sus apóstoles. Es decir que los autores de los evangelios canónicos, Marcos, Mateo, Lucas y Juan, murieron mucho antes de que sus evangelios fueran redactados, por lo que no es posible afirmar que los escribieran directamente los apóstoles. De esta manera, es desvirtuada la hipótesis temporal, en la que se basa la Iglesia para excluir a los evangelios apócrifos de la Biblia”.
Piñeiro coincide con Vásquez y aporta que “el libro del Apocalipsis, en las iglesias orientales, no fue canónico hasta el siglo X D.C. Y muchos ignoran que la primera declaración de la Iglesia Católica sobre la lista oficial de textos sagrados, fue en el Concilio de Trento, a finales del siglo XVI. El misterio, temporal, entonces, es: ¿por qué la Iglesia Católica no dejó claro cómo formó esta lista de libros sagrados entre los años 180 y el 200? Tampoco dejó un solo documento que explique por qué se escogieron esos libros, siendo que, curiosamente, hay más evangelios apócrifos que canónicos”, concluye Piñeiro.
El segundo argumento de la Iglesia Católica, para desestimar los textos apócrifos, es la importancia que otorgó Jesús a la mujer, en cuanto a su liderazgo y específicamente, el rol que jugó María Magdalena entre los apóstoles. Sobre esta relación, Sebastián Vásquez, destaca: “la relación de Jesús con las mujeres era diferente a la que los antiguos judíos mantenían con ellas, relegándolas a un tercer plano. La mujer para Cristo, tenía un papel importante que fue constreñido y prohibido, aniquilado. Algunos evangelios apócrifos lo confirman, lo que resquebrajaría los pilares más sólidos sobre los que se ha erigido la Iglesia Católica hasta hoy”.
Tesis compartida por el teólogo Piñero: “la figura descrita en los Evangelios Apócrifos de María Magdalena, era tan importante y la Iglesia pudo haber querido apartarla, no solo a María Magdalena, sino que a todas las mujeres”.
Vásquez enfatiza que “el mundo judío no veía con buenos ojos la cercanía de Jesús con el mundo femenino y muy probablemente, de aceptarse los textos apócrifos, como un modelo, no sólo habría sacerdotes, sino también sacerdotisas, porque en los evangelios apócrifos se les iguala, al menos en lo que es su función y en cuanto a su relación con Jesús”
Y respecto del vínculo de Jesús con María de Magdala (ciudad desde donde provenía María Magdalena), agrega Vásquez, que “se ha especulado e incluso se ha sugerido que ambos habrían formado una familia dejando descendencia. ¿Qué hay de cierto en ello?, ¿fue, María Magdalena, la mujer de Jesús? La respuesta se halla en parte del evangelio de San Felipe (página 66):”El maestro amaba a María más que a todos sus discípulos y a menudo la besaba en….”. Eso es todo lo que se pudo rescatar al respecto, debido a que el resto del códice fue seriamente dañado”. Aún así, Piñeiro señala estar “convencido que sí fueron compañeros sentimentales, pero es imposible asegurarlo, no puede establecerse a ciencia cierta”.
El tercer argumento de la Iglesia Católica, se basa en la divina inspiración de los evangelios canónicos, mientras que los otros carecen de esa inspiración y fueron escritos por mortales comunes y corrientes, tal como lo enfatiza el sacerdote, José Carlos Martín de La Hoz, teólogo, historiador y director para la Causa de los Santos del Opus Dei, quien plantea que “existen 60 evangelios, de los cuales sólo 4 fueron escritos por inspiración divina y son aceptados por la Iglesia Católica y los demás, son rechazados. Esto se debe a que los primeros apóstoles transmitieron lo que oyeron a Jesús, con palabras muy exactas y escribieron con precisión los evangelios canónicos. En cambio, los textos apócrifos podrían ser un invento”.

La tesis es refutada por el sacerdote y profesor de teología de la Universidad de Navarra, Gonzalo Aranda, quien agrega que la divinidad, “es imposible de constatar”. Asimismo, discutir la calidad de divinos en los textos bíblicos, “forma parte de un dogma de fe” – creer por creer, sin cuestionar y sin pruebas científicas – y rescata que “los evangelios apócrifos han permitido articular y reconstruir años perdidos sobre la historia de la niñez de Jesús”.
LA NIÑEZ OCULTA DE JESÚS
Sólo un evangelio canónico u oficial, el de Lucas se refiere a la niñez de Jesús: “el niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría y, la gracia de Dios estaba en él”. Una frase que es muy pequeña para dar a conocer la historia de la infancia de Cristo, lo que hasta ahora es un misterio, según Piñeiro, “porque se nos ha tratado de inculcar a un Jesús divino que en muchos pasajes de los evangelios apócrifos no parece divino”. Respecto a ello, Vásquez cita “uno de los pasajes más controvertidos dentro de los evangelios apócrifos relativos a la infancia de Cristo”:
“Un niño hizo correr las aguas que Jesús había embalsado. Y Jesús, también niño, viendo lo que hacía, se encolerizó y le dijo: insensato, injusto e impío, ¿qué mal te han hecho estas balsas y estas aguas? Ahora tú te vas a quedar seco como un árbol sin raíces, no podrás llevar ni hojas ni frutos. Entonces el niño se secó entero.
Los padres del niño que se había secado, lo tomaron en sus brazos, desolados por la desgracia que le había ocurrido a tan tierna edad.
Llevaron el cadáver a José, increpándolo por tener un hijo que hacía tales cosas”.
El texto, corresponde al siglo II o III de nuestra era, la autoría es de Tomas el filósofo y lo que se narra es como Jesús da muerte a otro niño.
Esta divinidad, atribuida al Jesús niño, se contradice en evidencias halladas en los evangelios apócrifos. A mayores, Vásquez cita otro fragmento que nos da a pensar que el niño Jesús, sentía como los demás niños, salvo que poseía poderes sobrenaturales:
“Jesús iba atravesando la aldea y un muchacho que venía corriendo fue a chocar contra su espalda y Jesús irritado le gritó: no continuarás tu camino. Acto seguido, el muchacho cayó muerto”. (Libro de Tomas el israelita, filósofo: “Sobre las cosas que hizo en Señor siendo niño”).
“No cabe duda que los dos últimos relatos no coinciden con los cánones de divinidad que se han inculcado generación tras generación por la Iglesia Católica o los credos judeo-cristianos”, apunta Piñeiro.
“En cuanto al crédito que se puede otorgar a estos manuscritos, las pruebas científicas sitúan a los evangelios apócrifos en el siglo IV D.C.”, establece Vásquez. Y, manifiesta que existen teorías que apuntan a que estos evangelios fueron ocultos porque existían muchas corrientes del cristianismo, lo que conduce a discurrir que por cuestiones político-religiosas, se escogieran sólo aquellos textos que eran convenientes a una estructura de poder que se ha fortalecido a través de la historia. Agrega además, que los evangelios apócrifos fueron encontrados por pura casualidad.
HALLAZGO DE LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS
Algunos de los evangelios apócrifos vieron la luz, por primera vez, después de 1600 años de haber sido escondidos en el desierto. El primer hallazgo se registró en 1945, en Nag Hammadi, Egipto.
Dos hermanos campesinos cavaban a orillas del río Nilo en búsqueda de abono y se encontraron con una vasija. La rompieron para saber qué contenía y pudieron comprobar que se trataba de varios códices. Los guardaron para hacer fuego con parte de ellos y el resto fue vendido en el mercado negro de anticuarios egipcios.
De estos códices sólo 13 pudieron conservarse y 10 fueron seriamente dañados. Los textos llegaron a manos del gobierno de Egipto, que compró un códice y confiscó los demás para resguardarlos en el Museo del Cairo. Otra pequeña parte, permanece en Zúrich, Suiza. En total son 13 volúmenes, 52 textos, entre los que destacan: “El Evangelio de Felipe”, “El Evangelio de la Verdad”, “El Libro Secreto de Juan” y “El Apocalipsis de Pablo”.
Los demás evangelios apócrifos fueron hallados en 1947, en la localidad de Qumran, valle del desierto de Judea, ubicado en las costas occidentales del Mar Muerto. Tras arduas investigaciones científicas pudo verificarse que los textos pertenecieron los esenios, una antigua comunidad agnóstica. Las escrituras fueron hechas sobre cuero y papiro, permanecían en 11 cuevas diferentes y en 1955 sumaban 40.000 fragmentos. Narra el científico, Sebastián Vásquez.
NO HAY RAZÓN VÁLIDA PARA EXCLUÍR LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS DE LA BIBLIA
A juicio de Piñeiro, no existe ninguna razón que pueda satisfacer a ciencia cierta a la comunidad científica, debido a que el desfase temporal, también es una cuestión que ocurrió en el caso de los evangelios canónicos.
Asimismo, Vásquez opina que de aceptar la Iglesia Católica y otros credos judeo-cristianos, la importancia de la mujer en la protohistoria religiosa, habría que aceptar y reconocer la igualdad de la mujer y el hombre en cuanto a las potestades y ejercicio sacerdotal. Por ejemplo, la mujer también podría aspirar a un papado, algo que por cuestiones que sólo la Iglesia podría explicar, sería un fuerte quiebre en la estructura actual de la Iglesia.
En cuanto a la divinidad de las escrituras consideradas sagradas en la Biblia, tal y como ahora la conocemos, no hay ningún asidero que permita distinguir qué textos poseen inspiración divina y cuáles serían profanos. En este sentido la única razón plausible es que la Iglesia escogió aquello que era política y religiosamente conveniente para ejercer una supremacía y mantenerla intacta como ha sido hasta nuestros días, concluye Piñeiro.
  

FUENTE:PANORAMASNEWS

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