Higiene Política
Chile: Higiene Política
Por Álvaro Cuadra*
Pareciera
que el opio también se fuma en las filas del Partido Socialista, por lo menos
eso se puede deducir de algunas declaraciones de senadores de esa tienda
política en torno a la eventualidad de una Asamblea Constituyente. Contra la
opinión de Camilo Escalona, el senador Juan Pablo Letelier ha afirmado que
nuestro país requiere “algún grado de ruptura institucional para que mande
la mayoría”. Esta declaración nos trae a la memoria aquella frase del
presidente Salvador Allende que muchos de sus correligionarios parecieran haber
olvidado en estos días: “La historia la hacen los pueblos”
Si bien se
trata de una postura enmarcada en una entrevista difundida por los medios y no
representa, necesariamente, una línea de partido, nos advierte que no todos los
socialistas comparten el punto de vista de Escalona. La cuestión no es menor,
pues lo que está en juego es, ni más ni menos, un principio ético y político en
torno a la “soberanía popular”. Para expresarlo claramente, la demanda por una
Asamblea Constituyente entraña el reclamo por restituir al pueblo de Chile la
potestad de darse un orden constitucional consensuado por todos y todas.
Hasta el
presente, para regocijo de los sectores de la derecha, vivimos sumidos en una
aberración que consiste en haber naturalizado una carta constitucional
concebida y sancionada por una dictadura militar. La consecuencia inmediata de
esta situación es la ilegitimidad de un orden jurídico constitucional y del
andamiaje institucional que se ha erigido a partir de ello. Por un
principio elemental de higiene política, es menester reconstruir la
institucionalidad del país, destapando las alcantarillas para espantar a las
ratas, moscas y parásitos que han convertido esos laberintos dictatoriales en
su ecosistema ideal.
Los únicos
habilitados para emprender tan magna labor higiénica política son los dueños de
casa, es decir, el pueblo de Chile. De poco sirven los alambicados ritos
republicanos y el fasto militar cuando todo eso es contrario a los más altos
intereses de la patria encarnado en los anhelos de justicia social de los
estudiantes, de los hombres y mujeres de trabajo que construyen este país día a
día. Concebir una nueva constitución para nuestro país es la impostergable
tarea histórica de esta generación para abolir toda herencia dictatorial. No es
posible enfrentar el presente siglo con una institucionalidad autoritaria y
oligárquica que funciona de espaldas al pueblo al que debiera servir.
FUENTE: REVISTA LIBRE PENSAMIENTO
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