Revelan los “Insaciables” excesos de la familia Pinochet
La tesis de la novela de las investigadoras Mónica Echeverría y Patricia Lutz indaga en el rol de "bruja" de la esposa del general y su madre, quienes habrían moldeado lo que el dictador sería para la historia universal.
Miércoles 26 de septiembre de 2012| por
Carlos Salazar
Detrás de la obra del general Augusto Pinochet se aprecia también la mano de una mujer insoportable, es la tesis de la novela "Insaciables" (Plaza y Janés) de Mónica Echeverría y Patricia Lutz.
Ficción a veces y un absorbente recuento de hechos históricos, por otro
lado, las autoras explican que fuentes clave participaron en esta
recreación de la vida y entorno del militar que en virtud del relato es
presentado con el nombre de Aurelio Petochet y su mujer como Lucy Didier.
Muy propio de la formación castrense, el rol de la madre y la esposa dibujaron la personalidad de quien dirigiría el país con una moral draconiana. Pero la presión conyugal y las aspiraciones sociales por el poder catapultaron gran parte de los hechos que desencadenaron el Golpe Militar. Ya desde un presente final, el ex dictador repasa momentos de su infancia, juventud y madurez militar mientras es visitado por fantasmas de sus crímenes y contesta interrogatorios por el caso Riggs.
Cuando era niña, Patricia Lutz vivía en Antofagasta al igual que los Pinochet e incluso recuerda que le tocó hacer de niñera de la pequeña Jacqueline y asistir a peleas familiares, pelambres y otros momentos íntimos del grupo y las señoras del círculo militar. "Lucía era apodada 'La Generala' por su carácter mandón y arribista. Era un poco obsesiva y muy ambiciosa, con ambiciones bastante mezquinas, de hecho originalmente el libro iba a llamarse así: 'La Trepadora'", explica sobre la gravitante presencia de Hiriart.
"Pinochet era malo para las relaciones sociales con esa forma arisca y campechana de hablar, tampoco era un buen militar, así que Lucía una vez que se casaron, lo vinculó con la masonería y los radicales a través de su padre el senador Osvaldo Hiriart Corvalán, ministro del Interior de la época. Ella amplió ese mundo para Augusto. De otra manera no tenía por donde llegar a general", dice Lutz, hija del general de Ejército Augusto Lutz, quien falleciera bajo extrañas circunstancias como opositor a la obra del presidente de la Junta Militar. Su madre y luego su mujer, van empujando, formando y dirigiendo a Pinochet. "Si lo piensas era una familia de clase media bastante chata en sus ambiciones, bastante común y corriente, pero que obtuvo el poder total. Entonces, cuando lo quieres todo porque no has tenido nada, las consecuencias son muy graves", reflexiona Patricia.
la lección del águila y el rastrero
Lutz agrega que a los "Petochet" el poder les llegó de rebote.
"Querían mucho para sí, a pesar de que siempre hablaran del amor a la
patria. Él no se la jugó antes para el golpe, se sumó poco antes de los
hechos ocurrieran porque era eso o quedarse fuera. Ese
hecho es conocido, pero es más revelador y evidente con las pequeñas
anécdotas y antecedentes que cuentan la historia", explica sobre la
estrategia de Pinochet para, por ejemplo, guarecer a su familia ese 11
de Septiembre o las jugadas políticas que realizó para ganarse la
confianza de Salvador Allende.
"También fue lo suficientemente astuto como para hacer leso al general Prats, Allende y a todos los que creyeron ver en él una persona que no era. Como su gran misión se convirtió en conservar el poder, siguió usando después a Manuel Contreras, a intelectuales superiores como Jaime Guzmán y otros economistas", sostiene Mónica Echeverría.
Algunas de las amantes del dictador, ex compañeros de Escuela Militar, participantes de la Caravana de la Muerte, sirvientes y personal de su guardia entregaron información a las autoras que se regodean con sabrosas anécdotas y momentos que los historiadores y la academia pasan por alto. Apodado el burro en la escuela, Pinochet no fue un alumno brillante, tampoco uno que se destacara por su ambición y carácter.
"Hay dos formas de hacer carrera en la milicia, le decía a Pinochet su madre. Uno es el del águila que remonta la excelencia y otro es como el del animal rastrero que a través de la obediencia y la zalamería se gana las medallas. Él decidió seguir un camino propio, uno en el que iba escalando porque no contaba con notas sobresalientes", explica Echeverría.
Así es como pasa de ser un chico apodado "el burro" (por las formas en que su boca trataba de amoldarse a las clases de francés) a convertirse en "el zorro", según sus cercanos. Dada su facilidad para esconder sus verdaderas intenciones y saber acatar toda orden hasta poder acceder al poder.
"En la vida militar, para hacer carrera es muy importante hacer vida social. Por eso las esposas de los militares son fundamentales porque ellas son las anfitrionas, las que están o no dispuestas para ir a estos eventos y ahí es donde se dan mucho consejos del tipo: "saca a bailar la señora del general" o hacerles la pata, también. Todos son peldaños para llegar a una meta", explica Echeverría. En ese hábitat es el hombre el que grita, pero en apariencia, porque es la mujer la que está detrás, ella es la que maquina, aconseja y mueve los hilos, reiteran las autoras.
Las mujeres del general
En el caso de Lucía Hiriart el libro recrea, por ejemplo, sus afanes
por viajar al extranjero pero en calidad de Primera Dama y ser aceptada
políticamente. "Ella viajaba mucho pero con nombres falsos, sin embargo
añoraba esa aceptación de la que creía sus pares, pero todo salía
espantosamente mal", recuerda Lutz sobre episodios internacionales como
un bochornoso viaje a Filipinas o la invitación al funeral de Francisco Franco en España, del que tuvieron que regresar anticipadamente por la poca simpatía que la pareja despertaba en el resto del mundo.
Los líos de faldas del general resultan los más sabrosos momentos del relato. También un "Insaciable" seducido por su poder, el arrastre de Petochet entre artistas, prostitutas y la mujer del prójimo le costaba el desprecio de su mujer que era presa también de su necesidad de influencia y otros prejuicios. Incluso para soportar una relación extramarital del General con Piedad Noé, una mujer ecuatoriana a la que las autoras describen como "el gran amor" de su vida. Con la que mantuvo una relación furtiva a lo largo de 40 años.
"Algunas de estas amantes recibían sueldos por años, otras quedaban resentidas pero de ninguna manera quieren ser conocidas como una ex amante del Pinochet", dice Echeverría sobre algunas de las mujeres que aportaron sus memorias para crear este relato.
"Yo no esperaba meterme mucho en ese tema de las amantes de Pinochet, pense que era más rumor, cosas en que la gente le pone, pero cuando conocimos a esta prostituta que viajaba a encontrarse con él en Punta Arenas a escondidas de Lucía y que era esposa de un dirigente deportivo, dimos con una arista que retrata muy bien al personaje", dice Lutz.
"Es una crónica de cómo el poder es una droga que te termina aniquilando. Y no solo a quien lo detenta, sino a quienes lo detentan. En ese sentido el desenlace del libro es importantísimo. También el de esta familia que tuvo todo, la gloria el poder, todo lo imaginable, pero que termina tan bochornosamente mal, con un hijo en un estado lamentable. Es algo atroz, como un castigo divino, algo lamentable", sintetiza Echeverría.
Sobre el valor del texto, Lutz cree que el principal aporte de "Insaciables" es la desacralización de los amigos y enemigos de la familia Pinochet. "Nadie desearía ser víctima de un enemigo tan simplón, queremos que nuestros enemigos sean maquiávelicos, todopoderosos, talentosos en su maldad. Lo desconcertante de esto es que finalmente hablamos de una persona ambiciosa y torpe, apodada de chico como "El burro", dice. Su comparsa cree que el foco alcanza también a la derecha política y empresarial que se aprovechó del poder de este hombre también. "Lo manipularon como a un monigote y se llenaron de gloria y poder, poder que aún tienen. Ojalá quede memoria de estos errores y de quienes son tan culpables como él, pero que ahora quieren lavarse las manos", cree.
FUENTE: LA NACION
Muy propio de la formación castrense, el rol de la madre y la esposa dibujaron la personalidad de quien dirigiría el país con una moral draconiana. Pero la presión conyugal y las aspiraciones sociales por el poder catapultaron gran parte de los hechos que desencadenaron el Golpe Militar. Ya desde un presente final, el ex dictador repasa momentos de su infancia, juventud y madurez militar mientras es visitado por fantasmas de sus crímenes y contesta interrogatorios por el caso Riggs.
Cuando era niña, Patricia Lutz vivía en Antofagasta al igual que los Pinochet e incluso recuerda que le tocó hacer de niñera de la pequeña Jacqueline y asistir a peleas familiares, pelambres y otros momentos íntimos del grupo y las señoras del círculo militar. "Lucía era apodada 'La Generala' por su carácter mandón y arribista. Era un poco obsesiva y muy ambiciosa, con ambiciones bastante mezquinas, de hecho originalmente el libro iba a llamarse así: 'La Trepadora'", explica sobre la gravitante presencia de Hiriart.
"Pinochet era malo para las relaciones sociales con esa forma arisca y campechana de hablar, tampoco era un buen militar, así que Lucía una vez que se casaron, lo vinculó con la masonería y los radicales a través de su padre el senador Osvaldo Hiriart Corvalán, ministro del Interior de la época. Ella amplió ese mundo para Augusto. De otra manera no tenía por donde llegar a general", dice Lutz, hija del general de Ejército Augusto Lutz, quien falleciera bajo extrañas circunstancias como opositor a la obra del presidente de la Junta Militar. Su madre y luego su mujer, van empujando, formando y dirigiendo a Pinochet. "Si lo piensas era una familia de clase media bastante chata en sus ambiciones, bastante común y corriente, pero que obtuvo el poder total. Entonces, cuando lo quieres todo porque no has tenido nada, las consecuencias son muy graves", reflexiona Patricia.
la lección del águila y el rastrero
Lutz agrega que a los "Petochet" el poder les llegó de rebote.
"Querían mucho para sí, a pesar de que siempre hablaran del amor a la
patria. Él no se la jugó antes para el golpe, se sumó poco antes de los
hechos ocurrieran porque era eso o quedarse fuera. Ese
hecho es conocido, pero es más revelador y evidente con las pequeñas
anécdotas y antecedentes que cuentan la historia", explica sobre la
estrategia de Pinochet para, por ejemplo, guarecer a su familia ese 11
de Septiembre o las jugadas políticas que realizó para ganarse la
confianza de Salvador Allende."También fue lo suficientemente astuto como para hacer leso al general Prats, Allende y a todos los que creyeron ver en él una persona que no era. Como su gran misión se convirtió en conservar el poder, siguió usando después a Manuel Contreras, a intelectuales superiores como Jaime Guzmán y otros economistas", sostiene Mónica Echeverría.
Algunas de las amantes del dictador, ex compañeros de Escuela Militar, participantes de la Caravana de la Muerte, sirvientes y personal de su guardia entregaron información a las autoras que se regodean con sabrosas anécdotas y momentos que los historiadores y la academia pasan por alto. Apodado el burro en la escuela, Pinochet no fue un alumno brillante, tampoco uno que se destacara por su ambición y carácter.
"Hay dos formas de hacer carrera en la milicia, le decía a Pinochet su madre. Uno es el del águila que remonta la excelencia y otro es como el del animal rastrero que a través de la obediencia y la zalamería se gana las medallas. Él decidió seguir un camino propio, uno en el que iba escalando porque no contaba con notas sobresalientes", explica Echeverría.
Así es como pasa de ser un chico apodado "el burro" (por las formas en que su boca trataba de amoldarse a las clases de francés) a convertirse en "el zorro", según sus cercanos. Dada su facilidad para esconder sus verdaderas intenciones y saber acatar toda orden hasta poder acceder al poder.
"En la vida militar, para hacer carrera es muy importante hacer vida social. Por eso las esposas de los militares son fundamentales porque ellas son las anfitrionas, las que están o no dispuestas para ir a estos eventos y ahí es donde se dan mucho consejos del tipo: "saca a bailar la señora del general" o hacerles la pata, también. Todos son peldaños para llegar a una meta", explica Echeverría. En ese hábitat es el hombre el que grita, pero en apariencia, porque es la mujer la que está detrás, ella es la que maquina, aconseja y mueve los hilos, reiteran las autoras.
Las mujeres del general
En el caso de Lucía Hiriart el libro recrea, por ejemplo, sus afanes
por viajar al extranjero pero en calidad de Primera Dama y ser aceptada
políticamente. "Ella viajaba mucho pero con nombres falsos, sin embargo
añoraba esa aceptación de la que creía sus pares, pero todo salía
espantosamente mal", recuerda Lutz sobre episodios internacionales como
un bochornoso viaje a Filipinas o la invitación al funeral de Francisco Franco en España, del que tuvieron que regresar anticipadamente por la poca simpatía que la pareja despertaba en el resto del mundo.Los líos de faldas del general resultan los más sabrosos momentos del relato. También un "Insaciable" seducido por su poder, el arrastre de Petochet entre artistas, prostitutas y la mujer del prójimo le costaba el desprecio de su mujer que era presa también de su necesidad de influencia y otros prejuicios. Incluso para soportar una relación extramarital del General con Piedad Noé, una mujer ecuatoriana a la que las autoras describen como "el gran amor" de su vida. Con la que mantuvo una relación furtiva a lo largo de 40 años.
"Algunas de estas amantes recibían sueldos por años, otras quedaban resentidas pero de ninguna manera quieren ser conocidas como una ex amante del Pinochet", dice Echeverría sobre algunas de las mujeres que aportaron sus memorias para crear este relato.
"Yo no esperaba meterme mucho en ese tema de las amantes de Pinochet, pense que era más rumor, cosas en que la gente le pone, pero cuando conocimos a esta prostituta que viajaba a encontrarse con él en Punta Arenas a escondidas de Lucía y que era esposa de un dirigente deportivo, dimos con una arista que retrata muy bien al personaje", dice Lutz.
"Es una crónica de cómo el poder es una droga que te termina aniquilando. Y no solo a quien lo detenta, sino a quienes lo detentan. En ese sentido el desenlace del libro es importantísimo. También el de esta familia que tuvo todo, la gloria el poder, todo lo imaginable, pero que termina tan bochornosamente mal, con un hijo en un estado lamentable. Es algo atroz, como un castigo divino, algo lamentable", sintetiza Echeverría.
Sobre el valor del texto, Lutz cree que el principal aporte de "Insaciables" es la desacralización de los amigos y enemigos de la familia Pinochet. "Nadie desearía ser víctima de un enemigo tan simplón, queremos que nuestros enemigos sean maquiávelicos, todopoderosos, talentosos en su maldad. Lo desconcertante de esto es que finalmente hablamos de una persona ambiciosa y torpe, apodada de chico como "El burro", dice. Su comparsa cree que el foco alcanza también a la derecha política y empresarial que se aprovechó del poder de este hombre también. "Lo manipularon como a un monigote y se llenaron de gloria y poder, poder que aún tienen. Ojalá quede memoria de estos errores y de quienes son tan culpables como él, pero que ahora quieren lavarse las manos", cree.
FUENTE: LA NACION
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