lunes, 19 de mayo de 2014

Verdades que matan
Publicado el 19 Mayo 2014
Escrito por Rafael Luis Gumucio Rivas    
 
En dos meses el gobierno de Michelle Bachelet ha logrado desatar la ira de los privilegiados, que involucra un frente amplio que va desde Aninat y Brunner hasta los fascistas de la UDI: todos muy juntos, defiendo los mismos intereses. ¿Qué está pasando? Que a pesar de los actores políticos, se empieza a gestar un cambio de paradigma, que merece no sólo un artículo, sino también varias columnas y ensayos.
 
Los llamados “exabruptos” del ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, en vez de ser tales, corresponden a verdades evidentes – casi a lugares comunes -, pero lo importante, en este caso, es que golpean directamente a nuestras repugnantes castas en el poder y, por extensión, a todos los que cotidianamente engañan a los ingenios para enriquecerse a manos llenas – como lo han venido haciendo desde hace cuarenta años -.
 
Decir que los alumnos del Verbo Divino se reparten las gerencias de las empresas, bancos y sillones parlamentarios, es como descubrir que “el agua moja”, y que hasta el más atrasado, intelectualmente, de los alumnos de esos colegios tiene asegurado un rol importante en la sociedad, no es ninguna imprudencia, sino una verdad del porte de una catedral.
 
El decir de ministro que las “familias son seducidas por la oferta de colegios ingleses que sólo tienen el nombre en inglés y que por $17.000 ofrecen al niño que posiblemente el color del promedio del pelo va a ser un poquito más claro (…). Una cantidad enorme de supercherías que nada tienen que ver con la calidad de la educación (…) Familias que se dejan timar cegada por el anhelo de ascender. En vez de escoger la calidad intelectual de las familias más pobres, se dejarían engañar obnubilar por nombres en inglés y promesas de pelo claro”.
 
Estas aseveraciones de Eyzaguirre levantaron el coro de fariseos que, al unísono, lanzaban improperios contra el pobre ministro: “que es un paternalista”, dice uno; “que es un aristócrata” espetan otros, un tanto resentidos – como si Bakunin, Kropotkin, Lenín, el Che Guevara, Fidel Castro y tantos otros más revolucionarios no hubieran sido aristócratas – y hasta el siútico de Andrés Allamand, que le haría bien volver “al desierto” y no siguiera diciendo tonterías, como que la reforma de la educación fuera otro “Maracanazo” – ¡qué futbolístico está este prohombre!.
 
El solo hecho de que, por primera vez, un gobierno de la “transacción permanente”, al menos intente en un corto período cumplir algunas de las 52 medidas que prometió, pasa a ser muy extraño si se le compara con la traición, inmovilismo, miedo e incapacidad de los gobiernos que le precedieron; gobernar se había convertido en sinónimo de defraudar y, con mucha razón, la mayoría de los ciudadanos se abstiene en las elecciones, pues saben que estos personajes fatuos no van a proponer ningún cambio favorable a las mayorías.
 
Es muy posible que si Eyzaguirre sigue lanzando verdades - como las que le hemos escuchado o leído durante este corto período – es muy posible que termine lapidado o crucificado, y todo indica que va por ese camino. El ministro se quiere convertir en un Savonarola, aquel profeta desarmado de Maquiavelo, o bien, esta vez sí, al contar con el apoyo incondicional de su “Gordi” – como alguna vez osó decir – podrá cumplir su tarea de los proyectos de reforma educacional, que hoy ingresarían al Congreso.
 
El dictador Diego Portales pintó muy bien a la clase “pacata”, que domina este pobre país hasta hoy: son “beatos y malos”, y yo agregaría corruptos, vendidos al dinero y, sobre todo, arribistas, de ahí se colige que la guerra contra los poderosos de siempre no va a ser un paseo dominical.
 
Rafael Luis Gumucio Rivas
19/05/2014  
 
FUENTE: EL CLARIN

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