Rector analiza mensaje de la Mandataria, quien se vistió de blanco igual que en 2006
Peña dice que Bachelet volvió al “tranquilo reformismo capitalista” y se lo refriega en la cara a la izquierda de la Nueva Mayoría
"En vez de la alameda de las grandes transformaciones que inflamaban el entusiasmo de algunos sectores gubernamentales y reverdecían los sueños que se habían enterrado, la Presidenta prefirió volver a la modesta, pero segura, senda de las prestaciones que en vez de entusiasmos históricos producen gratificación inmediata en la ciudadanía", escribió el columnista en el análisis que hizo sobre la reciente Cuenta Pública presidencial.
El rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, publicó de manera excepcional este viernes la columna en El Mercurio que se lee habitualmente el día domingo, para referirse al discurso de Cuenta Pública que la Presidenta Michelle Bachelet pronunció ayer ante el Congreso Pleno.
Carlos Peña cree que en el texto que la Mandataria leyó ayer está el fin del espíritu de reformas radicales sobre el que se fundó la Nueva Mayoría en reemplazo de la desgastada Concertación. “La reforma tributaria introduciría, por fin, justicia en la distribución del ingreso; la educacional, por fin, suprimiría la desigualdad de clases; la constitucional permitiría, por fin, que el pueblo tomara en sus manos su destino”, describe.
Pero, según Peña, todo eso cambió a partir de lo que el país pudo escuchar ayer. “La reforma tributaria comenzó ahora a ser desplazada por la preocupación por el crecimiento; las promesas de la reforma educacional se morigeraron por el inevitable gradualismo; la nueva Constitución dependerá ahora de un ‘acuerdo político amplio’”, dice,
El columnista infiere en parte su análisis a partir de las ocasiones en que la Presidenta mencionó ciertas palabras clave. “La palabra lucro, que hasta hace poco aliñaba todas las intervenciones, ahora se pronunció con razonable pudor y apenas tres veces (y no para designar un problema, sino nombrar una ley); la palabra mercado solo en ocho ocasiones y ya no en tono de reproche (en vez de ella la palabra crecimiento se ocupó 18 veces); y de la nueva Constitución se habló siete veces y luego de invocar al inofensivo ¡Fray Camilo Henríquez! (y sintomáticamente después de recordar que en el año 2017 se elegirá un nuevo Congreso, al que se le asignarán, por lo visto, características constituyentes)”, precisó.
A partir de aquí, el abogado da cuenta de lo que a su juicio es una renuncia al espíritu inicial con el que se formó la coalición, prometiendo reformas estructurales, que –a su juicio– a partir de ahora sólo serán una serie de gratificaciones inmediatas
“En vez de la alameda de las grandes transformaciones que inflamaban el entusiasmo de algunos sectores gubernamentales y reverdecían los sueños que se habían enterrado, la Presidenta prefirió volver a la modesta, pero segura, senda de las prestaciones que en vez de entusiasmos históricos producen gratificación inmediata en la ciudadanía: mejora de las pensiones más bajas, suprimiendo el 5% que las gravaba; disminución del costo de la energía, especialmente para las localidades que soportan el costo social de producirla; gratuidad vía ley de presupuesto para quienes asistan a determinadas instituciones educacionales, etcétera”, escribió.
“Y en vez de los diagnósticos de espesa sociología que se estaban haciendo frecuentes (pérdida del sentido de comunidad, malestar con el consumo, etcétera), el discurso reveló el profundo catolicismo del redactor (que a falta de algo mejor elevó a dos curas a guías del desarrollo histórico de Chile)”, agregó.
Una señal de este cambio o renuncia a las aspiraciones originales en el segundo mandato de Bachelet, en opinión de Peña se expresó también en el vestuario. “La Presidenta que volvió a Chile para asumir lo que se llamó la deuda pendiente de la Concertación (acabar con la desigualdad, desmontar la herencia de la dictadura, etcétera) fue ahora, vestida de blanco, igual que al asumir el año 2006, la que simplemente continuará su obra a punta de gratificaciones inmediatas: un tranquilo reformismo capitalista, aliñado con las exageraciones que reclama la indispensable retórica”, concluyó.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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