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CIPER le pidió al ministro de la Segpres detalles de su trayectoria laboral en empresas de comunicación estratégica y lobby. Remitió una lista de clientes, pero omitió aquellos para los que trabajó en Imaginacción, empresa de Enrique Correa. En esta entrevista explica sus razones y compromete independencia respecto de antiguos empleadores. Fija posición sobre el ex ministro Peñailillo y se desmarca de la “vía administrativa” para sortear la crisis por el financiamiento ilegal de la política, afirmando que no va a negociar la agenda de probidad “tomando cafecito en una casa del barrio alto”.
La entrevista se hizo en los momentos en que Giorgio Martelli, el protagonista clave de la investigación por el financiamiento ilegal que distintas empresas le habrían proporcionado a un grupo del oficialismo para la última precampaña presidencial, declaraba ante el fiscal nacional. Para actualizar La Puerta Giratoria de CIPER, le pedimos al nuevo ministro secretario general de la Presidencia que entregara la nómina de todas las asesorías que él prestó trabajando en la empresa de comunicación estratégica y de lobby Imaginacción, de propiedad de Enrique Correa, y también las que desarrolló en su propia empresa del mismo rubro (ver documento). Y quiso entregarlas personalmente, para explicar las omisiones que allí destacan y las decisiones que desde el comité político se han adoptado para impulsar la agenda de probidad y enfrentar la crisis.
-¿Por qué decide entregar a CIPER esta nómina de las asesorías que usted ha prestado a distintas empresas?
Porque es un acto de transparencia al que me obliga la función que ahora cumplo y también por un legítimo cuestionamiento que alguna gente puede tener respeto de mis labores privadas previas.

-Ese cuestionamiento está relacionado al trabajo que usted hizo en empresas de comunicación estratégica que hacen lobby.
Exactamente, y por eso quiero hacer claramente una distinción porque mi labor siempre allí estuvo más en el terreno del análisis político, la generación de estudios, de una asesoría más orientada a los contenidos y no a las gestiones.

-Pero usted no puede desconocer que el objetivo final de su trabajo era hacer lobby.
No, pero nuestra tarea no era esa. Comencé haciendo análisis político, una apreciación de la situación política y de la agenda pública para que actores privados y públicos pudieran tomar mejores decisiones mirando los hechos y tendencias tal cual eran.

-Es extraño, pero cuando uno le pregunta a quienes trabajan en lobby, no lo reconocen, salvo contadas excepciones. Es una tarea denostada y sindicada como nefasta. ¿Usted hizo lobby para empresas privadas?
No, porque no era  mi tarea y no era tampoco la forma en cómo concebía mi trabajo. Por eso hago la distinción entre lo que es la producción de contenidos y análisis de lo que eran las gestiones de las distintas empresas. Y la hago asumiendo también que la actividad del lobby puede desarrollarse legítimamente para buscar generar influencia. En la medida que eso se hace con transparencia, debiese ser legítimo.

-Eso sería posible si el lobby estuviera bien regulado en Chile. No es así, y usted lo sabe.
Tenemos una regulación, pero a mi juicio todavía es deficiente. A medida que vayamos abordando la agenda de probidad debiésemos tener espacio para volver a generar una discusión que permita profundizar y perfeccionar la regulación.

-¿Cuál es a su juicio el mayor vacío que exhibe esa ley que es muy reciente?
Precisamente en que hoy existe una regulación más orientada hacia los sujetos pasivos del lobby y una regulación más débil respecto de todos aquellos actores que generan lobby. La ley terminó haciendo una definición muy acotada respecto de aquellas empresas que se autodefinen como lobistas, porque creo que hay muchos otros actores que lo hacen.

-Y que no están bajo regulación. ¿Cómo cuáles?
Las oficinas de abogados, por ejemplo. Todos ellos hacen una representación de intereses, pero no solo en el campo judicial o procesal, sino que también en áreas más generales de las empresas que pueden representar. Lo más sano es que esa representación de intereses pueda ser bien trasparentada y se clarifiquen todas las gestiones que realizan frente a los gobiernos, parlamentarios, tribunales: frente a todos los poderes públicos.

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-Hay otro vacío que ha quedado en evidencia en la regulación del lobby al dejar fuera a centros de ideas y pensamiento, como Libertad y Desarrollo y otros que reciben dinero de empresas privadas y participan activamente en casi todas las comisiones donde se definen nuestras leyes en el Congreso.
Creo que esas instituciones debieran incluirse en la ley, al igual que las ONG, las que también representan intereses con total legitimidad. Es muy pertinente que clarifiquen su financiamiento. De hecho, yo lo planteé en un debate en la Comisión de Recursos Hídricos de la Cámara de Diputados, a propósito de muchos asesores que entraban a la comisión, incluso abogados. Pedí y se logró un acuerdo, que se indicara el listado de esas empresas e instituciones que ingresaban, además de su fuente de financiamiento y qué litigios tenían en ese momento. Esa información llegó a la comisión y es pública.

-Eso mismo pasó en la tramitación de la Ley de Pesca: entraban ejecutivos de las empresas del sector como asesores de los parlamentarios. ¿Qué va a pasar ahora con la legitimidad de esa ley severamente cuestionada?
Precisamente, la Presidenta tomó la iniciativa como tema de campaña y ya instruyó una revisión. Porque este es efectivamente uno de los casos mas graves que tenemos desde el punto de la legitimidad en nuestra democracia. A la luz de los nuevos antecedentes judiciales que han surgido, no solo merece una reacción del gobierno, sino también del Congreso. Cómo abordar este problema es lo que conversaremos con los parlamentarios.

-Hay quienes dicen que usted obtuvo un magíster en lobby trabajando en la empresa de Enrique Correa, Imaginacción.
(Se ríe) No, no lo tengo.

-Esa relación suya con Enrique Correa genera serias dudas de que usted pueda ponerle los dientes a una ley que regule de manera estricta y eficaz el lobby.
Lo que me importa es que nosotros podamos avanzar a los estándares más altos y que incluso eso pueda ser un punto de referencia en la región. Hoy la sociedad chilena exige estándares de transparencia más altos y nosotros no solo debemos ajustarnos a esas exigencias sino que colocar varas más altas de regulación.

-La exigencia es urgencia, porque el momento es crítico debido a la cooptación que han hecho de los dirigentes políticos de todo nivel, grandes empresas, como Soquimich, el Grupo Penta, Aguas Andinas, las empresas del Grupo Angelini, al punto que la Ley de Pesca está en cuestionamiento. En ese escenario, su relación laboral con Enrique Correa, uno de los más importantes lobistas del país, ¿no es un obstáculo para recuperar la credibilidad de los ciudadanos?
La verdad es que no lo creo así. Primero, porque con Enrique Correa he tenido siempre un vínculo más humano y político, después fue laboral. Humano, porque él compartió el exilio con mi papá (el ex senador y dirigente comunista Jorge Insunza) en la RDA. Ellos tienen una relación de afecto y respeto mutuo. Nosotros nos conocimos más en la actividad política.

-¿Le financió Enrique Correa sus campañas a diputado?
No, enfáticamente no.

-¿No le allegó aportes de empresas privadas?
Ni me hizo aportes ni me allegó aportes. Y lo puedo decir claramente. Yo he tenido tres campañas electorales. La primera en 2005, cuando no teníamos una relación muy cercana con Enrique Correa. Nuestra relación fue tardía, en la campaña de Eduardo Frei nos encontramos. Y nunca le hice una petición en ese terreno. Tampoco se la formulé en la campaña de 2009. Y después de que trabajé en Imaginacción entre 2011y 2013, yo renuncio como gerente de su empresa para asumir una candidatura a diputado que no busqué, no estaba en mis planes. Cuando hubo un cuestionamiento a que el candidato sea Víctor Manuel Rebolledo y el PPD toma la decisión de bajar esa candidatura, ahí me solicitan que yo sea el candidato. Teníamos la aprehensión de que podíamos perder el doblaje en el Distrito 9, y yo acepté. Era ya tarde, porque empecé mi campaña el 8 de agosto…

-Pero tuvo aportes reservados, ¿de qué empresas los recibió?
Los tuve, pero no los pedí. A ninguna empresa le pedí aportes reservados.

-Pero supo qué empresas le aportaron. Todos los candidatos finalmente saben quién les dona
No en todos los casos se sabe, porque muchas veces son gestiones de los partidos. Yo recibí dinero de personas que hicieron los certificados correspondientes, pero la verdad es que no tengo plena certeza de cuáles empresas me donaron. Y tampoco sé porque nadie se me acercó diciendo “oye, si te llegó tal cantidad, ese aporte fue de nosotros”. Yo creo que lo mejor es que se hubiera regulado que esos aportes fueran públicos. 

-En el informe de sus asesorías a empresas y organismos públicos que entregó a CIPER, solo están las de sus empresas personales. Nada dice de las asesorías que hizo siendo gerente de Imaginacción, la empresa de Enrique Correa. ¿Por qué esa omisión?
Porque en Imaginacción yo estaba contratado y esa empresa tiene una cláusula de confidencialidad con sus clientes y yo debo actuar acorde a eso. Uno celebra actos o contratos de buena fe y los cumple. Sigue siendo mi deber respetar esa confidencialidad. Lo que corresponde es que sea la propia Imaginacción, cuando así lo estime, la que abra su cartera de clientes. Esa decisión a mí no me compete, sería una interferencia y una violación a un compromiso firmado, porque si bien trabajé allí nunca fui socio.

-Su respuesta da pie para que uno se pregunte: ¿dónde está su lealtad, con la Presidenta o con Enrique Correa?
Mi primera lealtad por cierto está con la Presidenta Bachelet y con el país.  Yo empecé mi actividad política por la lucha para recuperar la democracia y recuperar derechos tan duramente perdidos. Esa ha sido la motivación de vida por la que estoy en política. No por otra.

-Cuando usted ingresó al Parlamento como diputado, se encontró con ejecutivos o incluso dueños de empresas importantes a los que conocía siendo gerente de la empresa Imaginacción, ayudándolos a hacer una comunicación estratégica para obtener determinados objetivos. Y cuando los encuentre ahora…
No me ha tocado eso muchas veces. Y ahora, cuando eso se produzca, van a ocurrir dos cosas: tengo un conocimiento personal y humano de algunos de ellos, pero también, y nunca me he perdido en este punto, tengo plena claridad de mi rol y de lo que represento. Mi deber está primero con los valores que me inspiran: como diputado, con el mandato popular que me entregó la gente; y ahora, con las tareas de gobierno. Mire, yo opté por participar en empresas privadas, trabajando inicialmente con  Francisco Javier Cuadra en Civitas y luego formando mi propia empresa, porque si bien la política me apasiona, también sé que uno necesita asegurar su autonomía y su independencia para que nadie ni nada te condicione en el ejercicio de la labor pública. Ese es mi eje rector. Lo cortés no quita lo valiente: puedo establecer con cualquier persona un diálogo, escucharlo, tratar de comprender sus puntos de vista, pero el juicio final respecto de mis acciones y decisiones siempre va a estar dominado por mi autonomía y libertad. Si no tuviera plena claridad de que mis valores están representados por la Presidenta Bachelet, no estaría aquí.

-A veces resulta difícil entender sus principios, porque, por ejemplo, ahora usted está sentado en un sillón de La Moneda donde también cumplió un rol muy importante Francisco Javier Cuadra pero al lado de Pinochet. Mirando su historia personal y familiar, uno se pregunta: ¿cómo pudo haber trabajado con el ministro del dictador?
Eso vale la pena relatarse. Él fue profesor mío en la Universidad Diego Portales y yo, inicialmente, le pedí al entonces director de la Escuela de Derecho, Jorge Correa Sutil, que por favor me cambiara de curso porque con este tipo no iba aprobar por ningún motivo. Correa me dijo: no, pierde cuidado, la universidad te asegura que aquí hay control académico por méritos. Y ahí nos conocimos con Cuadra. Fue el mismo año en que a él lo destituyeron como ministro, se fue al Vaticano como embajador y nos perdimos mucho tiempo. Hasta que un día vi en la revista Qué Pasa que Cuadra había formado su empresa de análisis. Me pareció muy interesante. Fue un momento de reflexión, porque yo lo fui a ver y le planteé que me interesaba el trabajo que estaba haciendo.

-Ha trabajado con Francisco Javier Cuadra y con Enrique Correa, ¿tiene debilidad por la inteligencia o por el poder?
Respeto la inteligencia, pero mi reflexión de fondo fue otra. Antes de trabajar con Cuadra hubo una conversación que me marcó mucho con mi tío Mario Insunza, quien fue siquiatra en la Vicaría de la Solidaridad. Un día nos relató que este apelativo recurrente del almirante José Toribio Merino de los “humanoides”, tenía  una carga mucho más profunda y que no podía ser motivo de risa. Y la ejemplificó con lo que él veía en la gente que atendía que relataban cómo se comportaban los torturadores. Mario explicaba que el torturador que aplica tormentos horrorosos después se va a su casa, juega con sus niños, come con su señora, ven una teleserie y hace una vida aparentemente normal. Y que eso ocurre por el fenómeno de deshumanización del “enemigo”, al considerar al otro como un enemigo. Y que eso era la fuente de la mayor crisis moral que provocaba la dictadura. Siempre tuve esa explicación muy presente y mi reflexión fue que en una parte a nosotros también nos ocurría a veces eso de mirar al otro como enemigo, porque era parte de la brutal dinámica que provocaba la dictadura.

-¿Y por eso va a buscar a Cuadra? ¿Para saber si usted lo consideraba su enemigo? ¿Para probarse?
No, mi reflexión fue: yo no quiero seguir en esta enemistad permanente. Y si eso es lo que quiero, hay que producir quiebres. Y eso condicionó que yo me abriera a esa posibilidad laboral. Distingo lo que son las responsabilidades políticas de las responsabilidades criminales que hubo en la dictadura. A veces, la línea es tenue…

-Y Francisco Javier Cuadra tiene responsabilidades criminales. Por eso salió de la rectoría de la Universidad Diego Portales.
Creo que no tuvo responsabilidades criminales. Y por las conversaciones que tuvimos esa idea se me reafirmó.

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-Si tomamos la frase del ex presidente Sebastián Piñera sobre los cómplices pasivos y activos de la dictadura…Basta recordar que cuando detienen a Ricardo Lagos y a otros dirigentes opositores, se producen en esos mismos días asesinatos, y él tiene allí una responsabilidad política y de mando operacional. ¿No le pesó ese hecho?
Es complejo lo que ocurrió con Cuadra… No así con otros personeros de la dictadura. Recuerdo una conversación que tuvimos cuando empezamos a trabajar. Nos cambiamos de oficina desde el centro a la calle Gertrudis Echeñique y Cuadra me dijo que quería invitar a Pinochet a un almuerzo. Mi respuesta fue: avísame, porque yo no vengo. Me pidió que lo conversáramos y yo le pedí que me entendiera, que no podía estar delante de Pinochet y dejar de decirle que era un asesino. Eso nos permitió hablar, él de su relación con Pinochet y yo de las vivencias de mi familia en dictadura. Se creó un espacio de respeto mutuo. Trabajamos tres años y medio juntos: desde fines del ’92 hasta marzo del ’96. Yo no escondo esa relación, la reivindico, porque es sano para el país poder generar esas rupturas.

“ESTA CRISIS NO SE SOLUCIONA CON UN RETORNO AL PESO DE LA NOCHE”

-La agenda de probidad se instaló a la fuerza, al igual como irrumpió la crisis del modelo de la educación con los pingüinos en el primer gobierno de Bachelet.
Hay hechos que son capaces de cambiar de manera fundamental la agenda del país. Eso es lo que ha ocurrido. También influye que estamos en un cambio de época en el país, algo que a veces se comprende poco o nos quedamos en el cliché de que Chile cambió y no lo aterrizamos en todas sus dimensiones. Lo que está quedando atrás es la noción del peso de la noche. La posibilidad de que las elites y los grupos de poder resuelvan muchas cosas en las sombras, como si aquello fuera fuente de orden. Ese estilo hoy es fuente de desorden, incluso de inestabilidad, porque la ciudadanía está activa y vive la transparencia. Ese telón de fondo es lo que condiciona que hoy tengamos espacio para aprobar una reforma distinta. Tan solo el año pasado, en la comisión de Constitución de la Cámara de Diputados empezamos a discutir la ley de financiamiento de las campañas electorales y hubo una defensa de los aportes de las empresas. Bueno, si usted revisa la última votación de abril de este año, se aprobó por unanimidad la eliminación de todo aporte de personas jurídicas.

-Lo que preocupa es que en el primer gobierno de Bachelet se envió al Congreso un proyecto de probidad y financiamiento de la política que contiene algunos puntos casi exactamente iguales a los que se proponen ahora. Y en el Congreso, subrepticiamente, lo fueron despojando de las indicaciones más estrictas. El Ejecutivo las retiró porque no hubo votos suficientes o se negoció, pero la ley salió castrada y mire lo que resultó. ¿Se compromete a que esta vez no se le va a sacar ningún colmillo a la ley en un cuarto oscuro?
Lo que ocurrió es que antes no había una ciudadanía tan vigilante y activa como ahora. Ese fue uno de los grandes dramas de la transición. Hoy hay mucha más conciencia de que tenemos que aprobar reformas que le duelan al poder: que sean desprendimientos reales de poder. Le aseguro que voy a poner en eso todo mi empeño por la convicción que tengo de la urgencia de esta agenda y por la instrucción que he recibido de la Presidenta Bachelet. Confío en que vamos a poder aprobar esta reforma porque la decisión del gobierno está y debemos imprimirle velocidad, porque hay un clima ciudadano que reclama urgencia.

-Lo que significa que en el gobierno están conscientes de la dimensión de la crisis.
Claro que hay una crisis de confianza y es evidente. Y por eso, para aprobar esta agenda y reforma, es necesario que la ciudadanía siga atenta y alerta.

-¿Puede garantizar que las reformas de probidad no van a terminar como la reforma tributaria, tomando tecito un domingo en la casa de Andrés Zaldívar?
En este caso no va a pasar. Se lo garantizo. En última instancia tendremos una cocina americana, abierta. Hay que construir acuerdos, un trabajo necesario, pero con transparencia, no en un cuarto cerrado. Eso sí le aseguro no va a pasar en esta tramitación. Y también le aseguro que habrá construcción de acuerdos con transparencia y en los espacios institucionales que corresponden. No voy a negociar ninguna de estas reformas tomando cafecito en una casa del barrio alto.

-El momento es muy delicado, acaba de asumir como miembro del comité político del gobierno que fue reemplazado en su totalidad, algo inédito desde la recuperación de la democracia, lo que da la dimensión de la crisis. ¿Está consciente de que al aceptar debió estar seguro de que no le van a encontrar boletas, facturas o pagos ilegales de empresas?
Así es. Y por eso también mi decisión de mostrar esta lista de mis asesorías con total libertad, porque parafraseando a nuestro gran Neruda, lo único que puedo decir es “confieso que he trabajado”.

-Pero que respeta su cláusula de confidencialidad para los contratos que tuvo en Imaginacción. Esta entrevista se hace en el momento en que Giorgio Martelli está declarando ante el fiscal nacional. Y depende de lo que él declare lo que va a ocurrir en el oficialismo y en el gobierno en adelante frente a hechos que indican que hubo financiamiento ilegal para una precampaña presidencial. ¿Qué va a hacer La Moneda frente a eso?
Lo que hemos estado haciendo: encarar los hechos tal cual son. Aquí no hay estrategia, porque eso supone un cierto control de las variables. Y hablo por el equipo político que integro: no partimos de ninguna pretensión de que podemos dirigir u orientar, sino que lo central es sujetarse a los hechos y a la necesidad de transparencia que la sociedad chilena hoy, con justa razón, exige. Es lo único que va a permitirnos recuperar esa confianza. Las instituciones tienen que funcionar…

-Una frase que de tanto usarla ya fue despojada de sentido.
Sí, ya no sirve, por eso que le digo que lo único que puede garantizar la recuperación de la confianza es que ese funcionamiento de las instituciones tenga suficiente nitidez. Y lo que vamos a hacer nosotros es atenernos estrictamente a los hechos.

-Y el hecho fundamental que afecta al oficialismo es que altos funcionarios de gobierno que acaban de salir, están siendo investigados por la justicia por boletas o facturas bajo sospecha de no corresponder a trabajos realizados sino a dineros para financiar una precampaña presidencial.
Y allí es donde nace la diferenta fundamental que hemos señalado y que corresponde a la verdad: la Presidenta Bachelet solo tomó la decisión de ser candidata en el verano del 2013, incluso a finales de febrero y principios de marzo.

-Hoy casi todos, incluyendo a los dirigentes del PPD, su partido y el de Rodrigo Peñailillo, le disparan y dejan solo al ex ministro del Interior. ¿Usted también lo hará?
No es un problema de dejarlo solo. Lo que tiene que sincerarse son los hechos producidos y, por lo tanto, cada cual, como corresponde en la vida adulta, tiene que asumir sus responsabilidades por los actos que hizo. Eso es lo justo. No es posible ni justo endosar responsabilidades a otros respecto de hechos en los que esos otros no han participado o no han tenido decisión. 

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-Su partido, el PPD, hasta hace 24 horas defendía con vehemencia a Rodrigo Peñailillo: hoy no lo defiende casi nadie. Cambiaron en 24 horas su discurso. ¿Mantiene la convicción de pertenecer a un partido que se comporta así con sus dirigentes destacados? Con usted podrían hacer lo mismo…
No, no lo creo, porque no tienen ningún fundamento para hacer lo mismo. Pero sí le digo que la valoración del PPD de Rodrigo Peñailillo siempre ha sido política. Obviamente que a partir de ciertos hechos, no es que el PPD le haya quitado el piso, sino que un principio básico entre gente adulta es que las responsabilidades personales tienen que ser asumidas y no se pueden endosar a un colectivo. Eso no establece ninguna presunción de nada, sino un principio: todos como ciudadanos respondemos a las investigaciones que desarrolla el Ministerio Público y la justicia.

-Se ha dicho mucho en estos días que la estrategia del ex senador Jovino Novoa (UDI), quien será formalizado en la investigación por el financiamiento ilegal de la política, es poner al Ejecutivo y a la Presidenta Bachelet en el punto extremo de su responsabilidad penal a partir de los dineros que empresas como Soquimich y el Grupo Angelini le pasaron a sectores del oficialismo, a través de la empresa de Giorgio Martelli. Un punto que agudizaría la crisis.
He escuchado esa hipótesis en los últimos días y no me extraña, porque creo que Jovino Novoa se mantiene fiel a su escuela. Él lo dijo muy explícitamente en una entrevista en El Mercurio hace algunas semanas. Lo que veo desde esas declaraciones es que su mayor interés es ampliar la crisis, involucrar a la mayor cantidad de actores posibles en el financiamiento ilegal de la política, porque a partir de que esa crisis sea muy extendida se podrá instalar el Fuenteovejuna…

-Una crisis extendida no es solo sinónimo de impunidad para todos sino también la generación de un vacío de poder.
Hay alguna gente que está empeñada en que la crisis se profundice porque ven allí la posibilidad de la impunidad.

-Los que quieren impunidad también están en su sector, ministro.
Y por eso, no habrá ningún acto del gobierno que contribuya a lo que sea siquiera un asomo de impunidad. Eso ha quedado medianamente claro.

-¿Ya nadie en el gobierno se va a jugar por que los problemas de las boletas o facturas que facilitaron el financiamiento ilegal de la política se resuelvan por la “vía administrativa”, es decir, no son delitos tributarios?
Es una ilusión pensar que esta crisis de confianza va a ser sorteada por esa vía. Lo que enfrentamos es el desafío de cuidar nuestra democracia e instituciones republicanas y la solución de la crisis está en profundizar esos valores y no en coartarlos. Esta crisis no se soluciona con un retorno al peso de la noche, sino con más transparencia.

-¿Mantuvo en su equipo al abogado Juan Marco Moreno, uno de los encargados de la agenda legislativa de este ministerio, ex presidente del Tribunal Supremo del PPD, quien es investigado por boletas sin respaldo en la contabilidad de Soquimich?
Le comunicamos ya su salida del equipo. No establecemos una condena previa, pero nos pareció que lo más razonable en virtud de esa investigación era que saliera.

-¿Y qué asesorías comunicacionales va a contratar?
No necesito contratar a empresas para esa tarea. Y si está pensando que voy a contratar a Imaginacción, le digo que no lo haré y que con Enrique Correa mantendré un dialogo político cuando corresponda. Solo he pensado en contratar en esa materia a José Grossi, quien me merece la mayor confianza por su capacidad y valores compartidos. He optado por mantener el equipo interno al que se agrega un solo asesor externo, por ahora.

-Para sacar adelante la agenda de probidad, ¿no va a nombrar a un encargado especial de su tramitación?
Conversé con parte de la Comisión Engel y quedamos en ir desarrollando un trabajo de colaboración que en su inicio sea parte de la fase prelegislativa de algunos de los proyectos, y una evaluación de la marcha de la reforma. No he tomado la decisión de institucionalizar un espacio como el que usted menciona, pero sí que con aquellos organismos de la sociedad civil que hoy cumplen ese papel podamos tener una relación permanente para ir evaluando la marcha de esta agenda.

INTENTO DE SECUESTRO EN 1984: UN EPISODIO QUE DEJÓ HUELLAS

-Usted se tituló de abogado en la Universidad Bolivariana y lo hizo recientemente, en 2013. ¿Por qué?
Es una larga historia. Empecé a estudiar en la Universidad Diego Portales en 1987 y 1989 fue un año bien difícil para mí, volvió mi padre de su clandestinidad, empezó su campaña senatorial y yo lo ayudé bastante. Ah, un ingrediente adicional fue muy determinante: pololeaba con una niña belga que después volvió a su país y yo me fui a verla para intentar rescatar ese amor, pero me fue mal, no tuve suerte. Se me acumuló una cantidad de ramos que había dejado botados y así fue cómo terminé fuera de la Diego Portales. Después trabajé y en 1994, ya contratado en Civitas, opté por estudiar de noche hasta que en 1996, cuando fundé mi propia empresa, volví a dejar la carrera. La retomé en 2003 y en 2004 volví a tomar ramos, pero luego me embarqué en la campaña a diputado y allí nuevamente la postergué. Hasta que en 2009 la terminé. Mi examen de grado lo iba a dar en agosto de 2013 y de nuevo lo tuve que postergar y finalmente me apliqué y lo di el 25 de noviembre del año pasado. Estudiar en la jornada vespertina fue una linda experiencia porque me encontraba con muchos compañeros que trabajaban en oficinas de abogados o en tribunales, teníamos conversaciones muy ricas, porque era gente con experiencia en distintos campos y que hacía grandes esfuerzos para sacar su título.

-¿Qué secuelas le quedaron del intento de secuestro que sufrió de manos de agentes de la CNI cuando era estudiante secundario y tenía 17 años?
Fue un momento muy amargo… (Se queda largos minutos en silencio). No en el momento mismo, porque ahí solo se piensa en cómo zafar. Nunca me han hecho esa pregunta… Probablemente una paranoia que ordena en gran medida los cuidados que yo tengo en la vida. Una de las cosas en que la dictadura marca es en tener la prevención siempre alerta, el cuidado… Fue un momento convulsionado. Estudié siempre en el Liceo Manuel de Salas y en agosto de 1984 me echaron, estaba en cuarto medio. Teníamos convulsionado el colegio con un  comité democrático de 80 miembros con los que organizábamos actividades para protestar contra la dictadura. Armaron un consejo de profesores y me echaron. Me fui al Colegio Francisco Miranda y dirigí la toma del Liceo Nº 7 de hombres en septiembre y luego el 4 de octubre la toma del Liceo Valentín Letelier. Salimos en una marcha por calle Buenos Aires que siguió por Recoleta hacia el Parque Forestal, y la CNI trató de secuestrarme. Yo quería irme caminando a la sede del Movimiento Democrático Popular (MDP), que funcionaba en una oficina en San Antonio. Por suerte iban unos amigos en una micro, me decían que me subiera y me fuera con ellos, cuando me agarraron. Esos mismos amigos se bajaron inmediatamente y se armó una batalla campal. Lograron rescatarme. De ahí me fui a esconder a la casa de un amigo y después a la casa de un viejo comunista que vivía por allá por Departamental, Sansón Berlagosky, donde estuve dos semanas y de ahí salí a la Argentina. Estuve en ese país seis meses: regresé el 22 de marzo de 1985, una semana antes de que degollaran a José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino el 29 de marzo… (vuelve a quedar en silencio).

-Al parecer esa experiencia lo marcó y mucho…
Así es no más. Es que al escuchar su pregunta a uno se le agolpan en la cabeza tantas imágenes… Si a mi papá lo hubieran logrado detener, lo habrían matado, como asesinaron después a mi tío, el doctor Iván Insunza, al que detuvieron cuando andaban buscando a mi papá.



FUENTE: CIPERCHILE