miércoles, 27 de mayo de 2015

Por si no lo sabía estamos en época de precampañas electorales

27/05/2015 |
Por Guillermo Arellano
Dicho en fácil, el derroche de dinero para una precampaña -con o sin primarias- suma varios ceros de gastos. ¿Quién la financia? Si ya hay cuestionamientos para los millones que se gastan en el mes de campaña legal, ¿qué pasa con los meses previos y con los meses que anteceden a los previos? Algunos indicadores en el siguiente informe.
Por mucho que a usted le desagrade la idea, los políticos tienen razón cuando dicen que la actividad políticanecesita de financiamiento, porque la política sin políticos da lugar a las dictaduras o regímenes populistas.

Lo llamativo del caso es que la molestia ciudadana ya está bastante arriba luego de conocerse las formas irregulares e ilegales que han utilizado los parlamentarios y candidatos presidenciales para juntar el dinero para hacer sus campañas (léase casos Penta y Soquimich).

También es digno de rechazo que sea el propio Estado, es decir todos los chilenos, el que financie los gastos operacionales de los partidos a contar de la nueva ley que está tramitándose en el Congreso (servicios básicos, arriendos, sueldos, talleres de formación, etc.).

Y por si fuera poco, resulta que existe un capítulo nuevo de financiamiento que también es línea de investigación a causa de las cantidades comprometidas: la precampaña.

En rigor conceptual (y a prueba de idiotas), la precampaña es la fase previa a la campaña en sí, aunque en la práctica también es parte de la campaña.

Según los expertos y los propios postulantes a cargos de elección popular, la precampaña consta de los tres o cuatro meses que preceden al mes que otorga la ley para entregar propaganda en terreno, pegar letreros, instalar palomas en las veredas, colgar carteles y lienzos y hacer todo lo que sea necesario para captar la atención del elector bajo la fórmula del "vote por...".

Lo curioso es que en esos tres o cuatro meses se hace lo mismo que en el mes legal que viene antes de la elección, o sea, recorrer ferias, clubes deportivos y del adulto mayor, tener reuniones políticos en juntas de vecinos y organizaciones sociales, asistir a foros incluso televisivos y aparecer en la portada de LUN y en realidad en lo que venga.

¿En realidad son cuatro meses o esto comienza antes? El senador del PPD Ricardo Lagos Weber, antes de ser candidato a senador por Valparaíso Costa, se mudó a la quinta región y desde ahí "socializó" su nueva vida porteña y su precampaña.

Lo mismo hizo Patricio Walker, actual presidente del Senado en Aysén, Lily Pérez en Valparaíso Cordillera y el hoy timonel de RN Cristián Monckeberg en su breve aventura como precandidato a Senador en el Biobío. Y en eso está el diputado de la UDI Gustavo Hasbún, que ya se instaló en la región de La Araucanía para presentarse por un cupo al Senado en 2017.

Para que lo entienda bien: en este preciso momento se están oficializando en los distintos partidos políticos las primeras nóminas de precandidatos a alcaldes y concejales en las 345 comunas del país, cuando para la elección municipal falta un año y cinco meses.

Para dirimir las diferencias en las partes donde sobren competidores se realizarán primarias internas, lo que conlleva un anticipado trabajo de reuniones, acciones públicas, onces, almuerzos, bingos y jornadas temáticas en los que se gasta plata en gasolina y múltiples insumos. Después viene la primaria sectorial (Nueva Mayoría, Alianza u otro pacto si es necesario), para finalmente enfrentar la campaña en contra de los rivales en serio.

En fácil, el derroche de dinero para una precampaña -con o sin primarias- suma varios ceros. ¿Quién la financia? Si ya hay cuestionamientos para los millones que se gastan en el mes de campaña legal, ¿qué pasa con los meses previos y con los meses que anteceden a los previos?

Muchas veces, la mayoría en verdad, depende del bolsillo del candidato. Pero no siempre es así, lo cual explica la polémica respecto a la precampaña de la Presidenta Michelle Bachelet, la que, de acuerdo a la información entregada por los ministros Jorge Burgos (Interior) y Marcelo Díaz (Vocero), no contó con la autorización de la entonces encargada de ONU Mujeres en cuanto a la recaudación de recursos.

Como sea, para los parlamentarios, ediles y consejeros regionales en ejercicio es menos complejo, toda vez que con su gestión ya están haciendo campaña apenas inician sus respectivos períodos. Y para mejor, con recursos que provienen de asignaciones, fondos especiales y el apoyo constante del Gobierno central.

Por ende, para los que vienen desde afuera se hace el doble de pesado intentar sacarlos de sus cargos, lo que fundamenta la regulación de las reelecciones y el tope máximo de permanencia en los puestos que se explicitará en la nueva ley de financiamiento y funcionamiento de la política.

Dicha legislación traerá sanciones para los que obtengan fondos de manera irregular, como por ejemplo, la pérdida del escaño, pero está dejando como vacío el financiamiento de la precampaña, que es donde se separa la paja del trigo y en el que los enemigos pasan a ser amigos en torno a los precandidatos ganadores en primarias e inclusive preprimarias.

Para variar, habrá mucho dinero circulando y poca fiscalización. No vaya ser cosa que más adelante se invente la pre-precampaña y la campaña de la pre-precampaña... Fe de erratas: ya existe.



FUENTE: CAMBIO 21

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