sábado, 8 de septiembre de 2012

Los Observadores de Derechos Humanos: Los testigos "privilegiados" de la violencia policial en las marchas estudiantiles

Por María Cristina Prudant
Estos voluntarios recogen evidencias en las movilizaciones estudiantiles y sociales sobre el actuar de las Fuerzas Especiales de Carabineros. En medio del “fuego cruzado”, reciben los gases, las piedras y los palos. Algunos han sido golpeados gratuitamente por los uniformados, pero no abandonan su labor, porque es más importante proteger, de alguna forma, a los estudiantes que son agredidos brutalmente, sometidos a abusos y detenidos
La imagen de los observadores de derechos humanos, con sus cascos azules y blancos, se ha vuelto habitual en las movilizaciones estudiantiles y de orden social. Su labor consiste en fiscalizar que el Estado cumpla con los tratados internacionales sobre la materia que ha firmado y ratificado en la mayoría de los casos. Estos chilenos y chilenas son testigo de las arbitrariedades, violencia y abusos que cometen los integrantes de las Fuerzas Especiales de Carabineros.

Marta Cisternas es observadora de derechos humanos de la Casa Memoria José Domingo Cañas. Parte por aclarar que ellos no presentan querellas en tribunales, sino que "apoyamos las querellas de chicos con nuestros testimonios. Lo que hicimos fue una presentación, el año pasado, frente a la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Y lo que hemos hecho es denunciar para visibilizar lo que está pasando".

La voluntaria lamenta no contar con una infraestructura tal que les permita tener algún tipo de financiamiento, como lo tuvo en otros tiempos la Vicaría de la Solidaridad, que contaba con abogados que defendían a las personas.

Según relató a Cambio21 "en este minuto lo que nosotros hacemos es derivaciones a las redes de abogados que existen, que son la Rade, para los secundarios, y para los demás la Defensoría Popular. Cuando constatamos tortura presionamos al Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) para que se haga parte, porque ellos están facultados para actuar como litigantes cuando se constata tortura".

Por lo tanto, comenta Cisternas, "estamos usando las redes y, por ejemplo, en salud mental hemos recurrido a Cintras (Centro de Salud Mental y Derechos Humanos) y ahora estamos empezando a armar un trabajo con el equipo de salud mental del Codepu (Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo). Son cosas que uno va haciendo en la medida de lo posible. A veces es muy frustrante no tener un abogado; por eso recurrimos a las redes. Nosotros aportamos con nuestro testimonio y decimos: aquí está el informe. En el fondo, lo que nosotros andamos haciendo en la calle es buscar evidencia".

Este grupo de quince personas que colaboran como observadores y pertenecen a la Casa Memoria aún no registran malos tratos policiales, más allá de algún empujón y respirar gases lacrimógenos. "Nosotros cuando llegamos a la manifestación nos presentamos frente al oficial a cargo y le decimos cuántos observadores van a estar y cada vez que vemos un procedimiento nos acercamos y preguntamos quién está a cargo de lo que se está haciendo. No andamos como los manifestantes ni andamos corriendo, no arrancamos con el manifestante si los pacos están reprimiendo, vamos hacia Carabineros, a menos que estemos muy gaseados y no podamos respirar".

Cómo nacieron los defensores de DD.HH.

Marta Cisternas estuvo en la génesis de esta iniciativa en agosto de 2011 y, según comenta, "esto "lo inventamos desde los sitios de memoria, entre comillas, porque lo copiamos de Argentina a raíz de que las organizaciones de derechos humanos de allá lo usaban. Viajé a Alemania con ellos a una pasantía en Educación en Derechos Humanos, porque trabajo en Casa Memoria, y ellos me comentaron que tenían grupos de gente que de repente se dejaban caer en las cárceles y en las comisarías. Llegamos a Chile con esto que nos llamó la atención y nos hizo mucho sentido pensando en cómo nosotros generamos, desde los sitios de memoria, medidas de no repetición, en el fondo".

Puntualiza que "en esta idea de la no repetición inventémonos una credencial. Dijimos: veamos qué pasa y así empezamos a salir a la calle. Después nos pusimos un casco blanco, porque nos dimos cuenta de que estábamos en fuego cruzado con piedras palos y todo eso".

La violencia desatada por parte de las Fuerzas Especiales de Carabineros ha provocado a otros grupos a operar como observadores. En este sentido, Marta Cisternas considera importante que éstos proliferen: "Nosotros lo vemos bastante bien, porque eso habla de un empoderamiento a nivel ciudadano en materia de observación de los procedimientos que está teniendo el Estado con la civilidad. Claro, ahora hay muchos cascos en la calle".

Además de las quince personas que actúan como observadores de la Casa de Memoria, también trabajan con un equipo de salud, que son alrededor de diez estudiantes de medicina que efectúan primeros auxilios en las manifestaciones. Para la voluntaria, "eso es bastante interesante, porque a ellos sí que les da carabineros".

Sostiene que "cuando los ven donde están el chorro de agua del guanaco se va para allá, las bombas lacrimógenas se van hacia ellos como una forma de impedir la labor que están realizando y eso nos hace harto sentido, porque tuvimos una reunión con Marcelo Palaviccino, director del Departamento de DD.HH. de Carabineros, y cuando le comentamos que andábamos con el equipo de salud el tipo se preocupó, porque dijo que esto podría significar que los equipos de salud estuvieran trabajando para los manifestantes y los encapuchados como para reanimarlos y puedan seguir haciendo desórdenes en la protesta".

"Aquí la mirada es atender al que está herido, ese es el tema", puntualiza Cisternas, "porque cuando tú estás ahí puedes contribuir. El otro día tuvimos una niña con una fractura expuesta ahí en la calle y los cabros entablillaron la pierna mientras llegaba una ambulancia, porque sabemos también que Carabineros obstruye ese tipo de maniobras y no permite que ingresen o no llaman cuando hay un herido. A ellos tenemos que protegerlos, porque les dan duro".

El equipo de apoyo médico tiene una identificación muy clara y precisa. Pero, lamentablemente, dice la observadora, "es una labor peligrosa, porque la mirada desde el Estado no es proteger al manifestante, sino que se calle".

Denuncias de abuso sexual

La voluntaria conoce bien las denuncias de abusos sexuales por parte de Carabineros y dice que éstas se han tapado, porque existen desde hace tiempo. Por ejemplo, relata un caso ocurrido el año pasado en Puente Alto con alumnos del colegio Cardenal Raúl Silva Henríquez de la Fundación Belén Educa, "en el contexto de las tomas de los chicos. Hay un grupo que fue desnudado en la comisaría Alto y los carabineros, mientras los tenía desnudos, a todos juntos, es decir, hombres y mujeres, los hacía ver un video con imágenes de gente en manifestaciones. Nosotros tipificamos eso como tortura, porque hay una intencionalidad".

Añade que "se presentó la denuncia en Tribunales y quedó en nada, porque no habían pruebas y los cabros quedaron muy mal parados. Nosotros ofrecimos apoyo sicológico; hemos estado acompañando. Ahora, me llamó la madre de uno de los niños porque quieren reabrir la causa. Porque si tomaron en cuenta a los de Rancagua algo van a tener que hacer con estos chicos. Esto viene pasando hace rato".

La voluntaria atribuye la falta de conocimiento de este tema a la poca importancia que le han dado los medios de comunicación. Pero "ahora salió en el New York Time, y todo el mundo dijo: aquí está pasando algo. Pero nosotros lo estamos denunciando desde el año pasado y la prensa oficial lo ha ignorado absolutamente".

La preocupación, dice Cisternas, es que "Carabineros está golpeando mucho en la cabeza a los estudiantes y nos preocupa qué va a pasar a futuro con esto. ¿Van a tener alguna epilepsia? No nos cabe duda que alguna consecuencia van a tener, porque ellos saben dónde golpear. Rara vez Carabineros agarra a encapuchados, sino al que está mirando al lado, al que va bailando en la manifestación, a ese lo toman y le sacan la mugre. Ellos están generando una escalada de violencia".

Otro aspecto que preocupa a los observadores de derechos humanos dice relación con la falta de estadísticas claras respecto de los detenidos, que generalmente resulta que son heridos. También es extraña la constatación de lesiones, porque siempre son leves y, según explica Marta Cisternas, "nosotros nos entrevistamos con el director de la Posta Central el año pasado y nos dijo que siempre van a ser lesiones leves, porque para de lo contrario tiene que haber una fractura expuesta o estar en coma. Y ellos tampoco se quedan con el registro que constata el médico en la comisaria, que eso también es irregular. Nosotros no podemos llevar estadísticas. Es frustrante".

Golpes reiterados

Pablo Cruz es un joven voluntario que pertenece a la Asociación de Observadores y Defensores de Derechos Humanos de Chile. Trabaja de las 8:00 a las 18:00 horas y luego se dedica a los derechos humanos. En su opinión, "Fuerzas Especiales se está excediendo demasiado, incluso con los observadores de derechos humanos. Tengo una compañera, Fanny, que ha sido golpeada reiteradas veces por ellos. Hemos visto como tiran los escudos encima de los niños, reparten lumazos como condenados. Sinceramente, es mucha la violencia que se está ejerciendo en contra de los estudiantes".

A su juicio, los organismos internacionales no se han pronunciado como deberían."Unicef, con respecto a los niños mapuches, recién ahora está tomando carta en el asunto. La ONU se ha pronunciado, pero muy poco, salvo un par de declaraciones. Los videos están y también las fotografías, testimonios de los abusos que se están cometiendo contra los estudiantes. Además, los policías, en la gran mayoría de los casos, toman a las personas equivocadas, a cualquier estudiante que este caminando, que vaya tranquilo, que no esté tirando piedra. Llegan, los toman, los golpean y se los llevan a los furgones".

En su caso y el de sus compañeros, que andan con cascos azules, el trato de Carabineros "es casi el mismo que tienen con los estudiantes. Nosotros nos hemos acercado a carabineros y con ellos no ha habido problemas, incluso se ha podido dialogar, pero con Fuerzas Especiales es imposible. La agresión hacia cascos azules o cualquier organización de derechos humanos es la misma".

Pablo Cruz no tiene considerado renunciar a su función como observador, "todo lo contrario, porque yo lo veo de esta forma: un amigo hace hartos años atrás dio la vida por defender a los que no se podían defender. Sinceramente, miedo no me da, me da más ánimo todavía".

Violencia habitual

Marino del Canto también pertenece a la Asociación de Obervadores y Defensores de los DD.HH. de Chile. Trata de no excederse en sus comentarios y comenta que "la violencia es habitual para algunos carabineros, casi como una forma de ser en cuanto a que no les importa a quién le están pegando, saliéndose de los protocolos. Tenemos al teniente Sanzana, que ha actuado en forma muy violenta. Tenemos fotos de él disparando balines de pintura, pero a diestra y siniestra".

Del Canto dice que están preparando un informe completo con testimonios de las personas afectadas por la acción de la fuerza pública y que darán a conocer próximamente. Entre estos figurará el caso de un trabajador que salió a su hora de colación y se encontró con que un carabinero le lanzó una bomba lacrimógena en la cara. Le tuvieron que poner 30 puntos y lo más seguro es que quede con secuelas.

¿Cuántos son?

La directora del INDH, Lorena Fries, explica que "los observadores de Derechos Humanos son organizaciones civiles con completa autonomía en lo que hacen, no dependen de nosotros. No se puede partir de la base que ellos están de lado de los manifestantes. Lo que ellos están haciendo es tratar de mediar frente a posibles violaciones a los derechos humanos, independientemente del lado que se produzcan".

Agrega que la policía tiene la obligación legal de cautelar el orden público y lograr el pleno respeto a los derechos de las personas. "Si Carabineros no hace ese trabajo, ¿quién defiende a quienes se manifiestan pacíficamente?", pregunta Fríes.
Fries aclara que no hay un registro que determine cuántos observadores hay en Chile, pero admite que el instituto al menos conoce ocho organizaciones distintas en Santiago. A ellas se suman otras presentes en al menos siete regiones, que "no necesariamente son un brazo de las organizaciones de la capital".

La directora del instituto cuenta que los observadores constantemente les entregan información que nutre la base de datos del organismo, tras lo cual elaboran los informes que hacen llegar a las autoridades. Pero "toda la información que entra acá es cotejada. Y, además, solicitamos a Carabineros antecedentes sobre los mismos hechos. En función de las respuestas, elaboramos los informes".

FUENTE:CAMBIO21

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