viernes, 24 de julio de 2015

Julio Castañer: la crueldad detrás del hombre que “vendió su alma al Diablo”

24/07/2015 |
Por Equipo Cambio21
El fin del pacto de silencio le costó caro. A la luz salió su rol protagonico en el crimen de Rodrigo Rojas de Negri en el Caso Quemados. Golpeado y funado llegó a Santiago, fue detenido... la justicia tarda, pero llega y quien fuera coronel de Ejército, hoy comienza a pagar sus pecados.
La crueldad tiene nombre y apellido: Julio Castañer. El coronel en retiro del Ejército quedó al descubierto luego que un exconscripto lo delatara en el Caso Quemados como el autor del crimen de Rodrigo Rojas de Negri y las quemaduras en el 65% del cuerpo de Carmen Gloria Quintana.

El militar vivía en la impunidad en Punta Arenas, sin aparentes remordimientos por el asesinato, que le significó ser promovido consecutivamente del grado de teniente a coronel. Sin preocupaciones se desempeñó como mayor de Ejército en la comuna de Paredones y luego viajó a Italia a estudiar relaciones internacionales. Gozó.

Fernando Guzmán (conscripto parte de la patrulla militar que atacó a Rojas y Quintana) agrietó el pacto de silencio revelando escabrosos detalles. Lo principal: el entonces teniente Castañer fue la persona que ordenó rociarlos con bencina y quemó a los dos, siempre con la amenaza: "¿Querís que te queme, conchetumadre?". No contento con eso, dijo que había que matarlos para ahorrarse problemas.

"Se quemaron vivos por la negligencia de un carnicero, porque él gozaba viendo eso, haciendo sufrir al prójimo, a un niño que fue a protestar porque no estaba de acuerdo con el Gobierno... Matarlo... El verdadero culpable tiene nombre y apellido: Julio Castañer; ése es el nombre del asesino", señaló Fernando Guzmán en su declaración ante el juez Mario Carroza.

Cuando los cuerpos fueron apagados con frazadas, según el testimonio de Guzmán, "Castañer se acerca al (teniente Pedro) Fernández Dittus y les dice: 'Matémoslos, es la única solución que tenemos, porque esto nos va a traer consecuencias'... Fernández Dittus le dice: 'No, yo soy católico, no los puedo matar', y ordenó que los subiéramos al camión"

Julio Castañer terminó golpeado y en el suelo, rodeado de manifestantes. Los bidones le recuerdan su crimen.

Un antes y un después

Castañer dejó en el pasado su vida en el anonimato y tranquilidad. El coronel (r) fue funado y golpeado en el aeropuerto de Punta Arenas, cuando se preparaba para viajar a Santiago, respondiendo a la orden detención en su contra cursada por el juez Carroza.

El pacto de silencio se cae a pedazos. Así lo califica el abogado en causas de derechos humanos, Eduardo Contreras, quien también hace un hincapié en que el testimonio de Guzmán y la detención de los siete oficiales y suboficiales involucrados "marca un antes y un después".

Para Contreras Castañer es el "autor principal. No hay duda y el episodio que protagoniza Fernando Guzmán es "muy interesante, marca un hito". Lleva a recordar lo que ocurrió cuando murió Pinochet, y el conscripto "El Mocito" reveló la existencia del cuartel Simón Bolívar, donde probaron el gas Sarín, con Michael Townley.

"Abre una luz que permite transformar el caso de cuasidelito de homicidio en delito de homicidio. Ahora queda claro que no es que no le prestaron auxilio, sino que fue una orden de la dictadura rociarlo con bencina y todo lo que hoy conocemos. Marca un antes y un después muy importante, porque se empieza a romper el pacto de silencio que dura hasta hoy", advirtió el  abogado.

Es el mismo profesional quien insistió en que "hay que recordarle a la sociedad la crueldad enorme de la dictadura, el daño insano que hicieron, la perversidad con la persiguieron a los opositores de la dictadura, cosa que no hemos visto en casos tenebrosos de otras dictaduras latinoamericanas, como insertar ratones en las vaginas de las mujeres, entrenar perros para violar hombres y mujeres... son cosas muy perversas e insanas mentalmente

Vendieron su alma al Diablo

Contreras hace una diferencia entre Castañer y los conscriptos que hacían su servicio militar y recibían órdenes. Estos hombres estaban asustados y pensaban que serían los siguientes. Aún viven con miedo. Sin embargo, a la vista de Héctor Salazar, abogado querellante en la causa, hay algunos militares que fueron adoctrinados y no hablaron ante la comodidad que les entregan las Fuerzas Armadas.

"Más que hablar de pacto de silencio, lo hago de encubrimiento institucionalizado. Un pacto supone acuerdo de voluntades de personas que conscientes acuerdan no entregar información de algo que desean ocultar. Con los conscriptos se les dejó institucionalizarlo, contratarlos, para tenerlos bajo control y que no se escaparan de funciones distintas a las que fraguó el Ejército".

"Lo central es que se les mantuvo dentro de la esfera de control de la institución y eso se proyectó en el tiempo y se le ofrecieron beneficios previsionales, poder jubilar y cualquier ayuda que ofrece el Ejército. Ahí algunos vendieron su alma al Diablo. Mantuvieron el silencio", dijo Salazar.

El abogado también se refirió a lo sanguinario de Castañer, aunque dijo que es sólo un ejemplo de la crueldad de esos días. "Él era parte de la operación de represión y la forma fue con una política institucional de la época, sobre la lógica de una guerra interna en que había que acabar con el enemigo. Respondió a una manera de cómo se concientizó al Ejército para realizar estas acciones".

"Algunos tienen remordimientos, otros fueron adoctrinados y se les lavó el cerebro", concluyó el abogado especializado en casos de cr{imenes de lesa humanidad.



FUENTE: CAMBIO 21

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