Entrevista al filósofo francés especialista en la obra de Marx
Emmanuel Renault: “La política debe ser pensada a partir de las luchas sociales de los dominados”
Emmanuel Renault es un filósofo francés que ha centrado sus investigaciones en el análisis de la obra de Marx y en la crítica de la sociedad a través de los conocimientos ofrecidos por las ciencias humanas y sociales, posicionándose como el heredero de la “teoría crítica”. Actualmente dirige la revista de análisis "Actuel Marx" que tiene una edición argentina y chilena y que dio origen a un Congreso Marx Internacional que tiene lugar cada tres años.
Catedrático en Filosofía en 1991, Emmanuel Renault obtiene su doctorado en 1997, año en que presenta su tesis y empieza su enseñanza en calidad de “maître de conférences” (docente regular) en Bordeaux 3. Después, a partir del año 2000 ocupa el mismo cargo en la Escuela Normal Superior Letras y Ciencias Humanas de Lyon y hoy es profesor de las universidades en Paris 10-Nanterre. Desde 2004 hasta 2005, benefició de una beca Humboldt en el Institut für Sozialforschung (Instituto de Investigación Social) de la Goethe Universität en Fráncfort del Meno. Emmanuel Renault es director de la revista internacional Actuel Marx, publicada en las Prensas Universitarias de Francia (PUF) en asociación con Paris 10-Nanterre y el Consejo Nacional de la Investigación Científica (CNRS), que tiene una edición argentina y chilena y que dio origen a un Congreso Marx Internacional que tiene lugar cada tres años.
Especialista de Hegel cuya obra fue el tema de su tesis (“La filosofía de la naturaleza y la teoría de las ciencias en la obra de Hegel”), Emmanuel Renault se centró en el análisis de la obra de Marx y en la crítica de la sociedad a través de los conocimientos ofrecidos por las ciencias humanas y sociales, posicionándose como el heredero de la “teoría crítica” del Institut für Sozialforcshung. Al estudiar Marx en calidad de objeto histórico y de referencia para las ciencias sociales actuales, su discernimiento profundo de la obra del filósofo alemán además de la de Habermas y de Alex Honneth lo condujeron a interesarse en las teorías del reconocimiento y a continuación en el sufrimiento social (y particularmente las consecuencias psiquiátricas de las exigencias laborales), mediante el análisis de las percepciones interpersonales e institucionales de estos individuos que conforman las clases sociales más humildes de nuestras sociedades contemporáneas. Los conceptos de desprecio social, de injusticia, de alienación constituyen así en la obra de Emmanuel Renault herramientas filosóficas posibles para la crítica social y el análisis de los vínculos entre lo político y lo ético.
"Si Marx no ofrece todas las respuestas, permite al menos cuestionarse sobre algunas preguntas teóricas y políticas a las cuales tenemos que responder hoy"
¿Por qué todavía hay respuestas en las teorías de Marx? ¿Es que no ha sido derrotado?
Observamos desde algunos años una vuelta hacia las teorías de Marx que parece demostrar que la misma idea que sería definitivamente derrotado pertenece al pasado. Es autor de una teoría del capitalismo que conserva una pertinencia inigualada si uno se esfuerza en distinguir lo que relieve en “El Capital” de una teoría de estructuras y tendencias que definen el modo de producción capitalista, y de análisis del capitalismo competitivo de la época. Por otro lado, Marx ha pensado la política en una perspectiva de auto-emancipación de los dominados, mientras concebía la dominación en términos de relaciones sociales de dominación. Sin duda, es imposible dar cuenta de las especificidades del capitalismo contemporáneo sin modificar o completar ciertos puntos fundamentales de su teoría económica sobre, como lo hacen hoy Gérard Duménil y Dominique Lévy en su análisis de la crisis del neoliberalismo. Para enfrentar los desafíos contemporáneos de una política de auto-emancipación, hay que tomar en cuenta no solo las relaciones sociales de clase pero también de sexo y de “raza”. Desde este punto de vista, un autor como Fanon, al cual dedicamos el último número de la revista “Actuel Marx”, tiene una importancia decisiva. Si Marx no ofrece todas las respuestas, permite al menos cuestionarse sobre algunas preguntas teóricas y políticas a las cuales tenemos que responder hoy.
¿Qué cabida tienen las grandes lecturas sobre imperialismo y soberanía en relación a sus teorías del sufrimiento y la injusticia?
Mi trabajo sobre la experiencia de la injusticia y del sufrimiento social tiene como objeto las experiencias sociales que pueden constituir factores de resistencia y de movilización colectiva (experiencia de la injusticia) o obstáculos a la resistencia y a la movilización colectiva (sufrimiento social). Tiene también como objetivo sacar de la invisibilidad algunos efectos de la dominación y de la exclusión que son generalmente eufemisados o silenciados en el espacio público político tanto como en los paradigmas dominantes en ciencias sociales y filosofía. El hecho de proponer una teoría de la soberanía y del imperialismo, o un análisis de sus transformaciones contemporáneas, abarca otros objetivos. Sin embargo, es imposible entender la experiencia de la injusticia o del sufrimiento social sin estudiar el conjunto de sus factores. Uno de mis objetivos es dar cuenta de las formas que da el neoliberalismo a la experiencia de la injusticia y del sufrimiento social. No se trata de ignorar que el neoliberalismo se caracteriza por la aparición de nuevas formas de soberanía y que su crisis es contemporánea de las profundas transformaciones del sistema-mundo, sino de examinar las consecuencias del neoliberalismo y de su crisis sobre la experiencia social de los que tienen un interés en la transformación de esa figura contemporánea del capitalismo.
Pareciera que desde sus teorías sólo se puede despertar la conciencia del cambio social desde la injusticia y el sufrimiento ¿Qué tan así es? ¿Qué otras entradas existen para la toma de conciencia?
La experiencia de la injusticia es una fuente de movilización social pero no lleva necesariamente a movilizaciones. Además, estas no conducen necesariamente a transformaciones sociales radicales, y tampoco necesariamente a transformaciones sociales progresistas. No existe ningún vinculo mecánico entre consciencia de la injusticia de una situación, formas de movilización, desarrollo de un movimiento social y político, y objetivos políticos. Todas clases de factores pueden intervenir en la formación de un objetivo político conscientemente formulado. El análisis de motivaciones y el análisis de esos factores deben ser distinguidos. Del punto de vista de Marx, que comparto, la política debe ser pensada a partir de las luchas sociales de los dominados, y a partir de las motivaciones fundamentales que les animan. Pero las evoluciones sociales no se explican solo por sus luchas. Se explican por la acción de las clases dominantes para conservar sus privilegios, y también por las transformaciones de la base económica de la sociedad.
"(...) no hay ninguna razón para que una experiencia de injusticia conduzca necesariamente a una transformación social emancipadora"
Desde la teoría del reconocimiento, ¿por qué el movimiento de los “Indignados” o “Occupy Wall Stret” no lograron convertirse en una fuerza transformadora como las explosiones de Seattle? ¿En qué medida el reconocimiento social (como identidad) no es funcional a la capacidad de administración del capitalismo de las diferencias y no le “hace daño”? Y ¿qué faltó en el caso de Chile para una transformación real de lo que pedían los estudiantes?
Como fue desarrollada por Axel Honneth, en el marco de la escuela de Francfort, la teoría del reconocimiento aspira a describir ciertas experiencias sociales negativas (de denegación de reconocimiento) y a explicar cómo pueden dar lugar o procesos de rechazos (de lucha contra la injusticia) o bien a la constitución de identidad negativa, es decir a la identificación de poblaciones a prejuicios despreciativos de los cuales son las victimas (identificación del desempleado a un inútil, del excluido a un asistido o estafador etc.). Tiene como función identificar el núcleo común de distintas formas de la experiencia de la injusticia e identificar las motivaciones comunes a distintas formas de resistencia y de movilización, inclusivo a las que juzgamos demasiado rápidamente como “infra-políticas” porque no adoptan las formas legitimas de protestación. En esta teoría, el término de reconocimiento no se entiende en un sentido político, para designar reivindicaciones de reconocimiento de la identidad o de las diferencias (como cuando se habla de “política del reconocimiento” o “política de diferencia”), pero métapolítica, para designar las motivaciones comunes a reivindicaciones que parecen oponerse, reivindicaciones para el aumento del sueldo (cuando el sueldo no reconoce los esfuerzos consentidos y el valor social de los bienes y servicios productos) con reivindicaciones de tipo cultural.
Los desafíos políticos son muy reales: hay que adoptar una perspectiva sobre las resistencias y los movimientos sociales que pueda favorecer las alianzas y la construcción de una contra-hegemonía. Como lo dije hace poco, no hay ninguna razón para que una experiencia de injusticia conduzca necesariamente a una transformación social emancipadora. El estudio de las condiciones que conducen de la una a la otra no depende de un modelo filosófico, pero de un estudio histórico y sociológico. Asimismo, no hay ninguna razón para presuponer que una sociedad que pretende ofrecer un reconocimiento social a todos sus miembros, lo haga efectivamente. Existen ideologías del reconocimiento, tanto como existen ideologías de la igualdad, libertad o democracia. Una forma característica del uso ideológico del reconocimiento es el reconocimiento proclamado pero que no tiene ningún efecto práctico.
"El periodo de crisis del neoliberalismo obligó a preguntarse si será posible encontrar vías alternativas, a la escala regional, como intenta hacerlo América Latina, o si el conjunto de la economía-mundo está condenada a clavarse en formas de neoliberalismo agravado, como en Europa"
No conozco lo suficiente bien la situación chilena, pero es posible que el movimiento estudiante se haya enfrentado a este tipo de reconocimiento ideológico.
¿Qué le parecen las lecturas de Marx que se están haciendo en Bolivia, en alianza con las ideas indigenistas y de otras corrientes de izquierda?
El acceso de Evo Morales al poder ha permitido reactivar una discusión cuyo marco general ha sido planteado por el peruano Mariátegui. Antes, Gramsci y Mao ya habían buscado tener en cuenta el hecho de que es falso creer que el proletariado es siempre la única clase revolucionaria, o la clase más revolucionaria. Que sea a partir de Fanon, de Subaltern studies o de lejanos discípulos de Mariátegui, indica que existen diferentes maneras de combinar, a partir de Marx, un análisis en términos de relaciones sociales de clase y en términos de relaciones de dominación racial o étnica. La revista “Actuel Marx” está comprometida en la exploración de este tipo de combinación, como lo demuestra el número sobre Fanon, ya mencionado tanto como un próximo número sobre “Los Amerindios frente al neoliberalismo”. Tanto los debates y las experimentaciones bolivianas, como las del Chiapas, constituyen, desde este punto de vista, una referencia.
¿En general, cómo evalúa los procesos emancipatorios que han ocurrido en Latinoamérica en los últimos 15 años: Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia, Brasil, Uruguay?
La situación en Europa incita a seguir con mucho interés el cambio hacia la izquierda en América Latina. El periodo de crisis del neoliberalismo obligó a preguntarse si será posible encontrar vías alternativas, a la escala regional, como intenta hacerlo América Latina, o si el conjunto de la economía-mundo está condenada a clavarse en formas de neoliberalismo agravado, como en Europa. La elección de la izquierda en América Latina consistió en romper con políticas liberales y a emprender luchas eficientes contra el neoliberalismo. Sin embargo, el neoliberalismo no es solo una ideología y una política, es también un modo de gobernar y un régimen de acumulación. Los desafíos son inmensos. En cuanto a los procesos de emancipación, que pasan por políticas de educación y de democratización, son muy positivos y hay que esperar que puedan producir efectos a largo plazo.
Es sin duda muy temprano sacar conclusiones ahora de los años de Chávez, pero sí podemos desde ya preocuparnos de las consecuencias de su desaparición. Parece que nos podemos felicitar de las políticas redistributivas y de los progresos de la democracia participativa. Podemos también constatar que la redistribución fue fundada sobre la renta petrolera sin que se haya emprendido una reorientación durable de la producción. Además, las contradicciones de la democracia protagonista y participativa son numerosas y se puede lamentar que se haya desarrollada principalmente a una escala local, sin que la cuestión de la democratización del trabajo sea realmente tomada en cuenta. Ninguna emancipación digna es posible mientras una gran parte de la existencia se resuma en el aprendizaje de la dominación en el lugar de trabajo. La exigencia de democracia radical no debe limitarse, según mi opinión, al proyecto de una gran participación a las instituciones políticas y a la decisión de aplicación por el poder público; debe también extenderse a la democratización de las modalidades de participación a la vida social, desde las instituciones escolares hacia las instituciones del trabajo.
Entrevista realizada vía correo electrónico a raíz de su reciente visita a Argentina, para dictar la conferencia “La actualidad de Marx”.
Leonel Retamal Muñoz (@leoretamalm)
FUENTE: EL CIUDADANO
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