jueves, 27 de octubre de 2011

Un nuevo comienzo para la igualdad de género

MARÍA DE LOS ÁNGELES FERNÁNDEZ.- Las ONG´s feministas no han escapado a la situación de precariedad general del llamado “tercer sector”, impactado por la supresión de la ayuda internacional y por la ausencia de políticas efectivas que promuevan la participación ciudadana.

Jueves 27 de octubre de 2011| por María de los Ángeles Fernández
Se viven tiempos revueltos. La crisis financiera internacional y los recortes fiscales,  especialmente en países de emblemático desarrollo del Estado de Bienestar y referenciales para nosotros como es España, arriesgan logros obtenidos, especialmente en ámbitos como el del cuidado, con la llamada “ley de dependencia”.
En Chile, la crisis se ve a la distancia aunque se nos advierte que no estamos totalmente inmunizados. Es el nuestro un contexto peculiar: haber tenido una de las primeras Presidentas electas por voto popular en el continente, junto con la ausencia de políticas efectivas que recojan demandas tales como los derechos reproductivos y la baja presencia de mujeres en cargos públicos, por colocar dos ejemplos.
El gobierno de Sebastián Piñera no solamente ha roto la tradición de incremento de la presencia femenina en el gabinete, particularmente ascendente con Lagos y luego con Bachelet,  para reducirlo a 18% de ministras. Además, ha introducido regresiones sintomáticas en la agenda de género, dejando de lado el discurso de derechos de las mujeres. Si bien se han instalado demandas puntuales como el postnatal, éstas se colocan en un marco donde las condiciones de subordinación que vivimos las mujeres se derivan de situaciones individuales, se pone énfasis en la complementariedad entre los sexos y se impulsan políticas de incorporación de la mujer en ciertos ámbitos, como el laboral, con lógica de satisfacción de necesidades prácticas más que de intereses estratégicos. Se suma a ello que el modelo de mujer instalado en el debate público, lejano de la diversidad que logró mostrar Bachelet desde su gabinete, parece responder más a aquella que se autofelicita porque piensa que ha llegado por sus propios méritos, que no está dispuesta a ahorrarle a sus congéneres ningún sinsabor y que se burla del feminismo, amnésica o ignorante de lo que éste ha hecho por ella para llegar donde está.
Ambos contextos, internacional y nacional, plantean a las organizaciones feministas importantes retos. Éstas no pasan por su mejor momento ya que el cambio de gobierno ha puesto en jaque su tradicional orientación hacia el Estado, donde se colaboraba muy estrechamente con el Sernam. Ya Susan Franceschet advirtió los problemas que podrían enfrentar las “femócratas” si tenía lugar un triunfo de la derecha por cuanto se alteraría la estructura de oportunidades políticas. Por ello, la académica señalaba la necesidad de revisar esta estrategia.
Adicionalmente, las ONG´s feministas no han escapado a la situación de precariedad general del llamado “tercer sector”, impactado por la supresión de la ayuda internacional y por la ausencia de políticas efectivas que promuevan la participación ciudadana en la gestión pública, más allá de fondos concursables que con montos más bien simbólicos.
Los dilemas que enfrenta el movimiento feminista en Chile son muchos. Por lo pronto, las interrogantes que se abren con la configuración de listas para las próximas elecciones municipales y donde los partidos, en especial los de la Concertación, no han formulado un declarado compromiso con la inclusión femenina, amparándose en las incertidumbres que podrían introducir la inscripción automática y la eventualidad de primarias. Pero, para ello, el movimiento debe volver a reconocerse, constatar sus debilidades y fortalezas conversando internamente, identificar sus posibles aliados, tanto en el ámbito político como social, y definir nuevas estrategias que permitan entender que, si se atienden las demandas femeninas, gana la sociedad en su conjunto. 
María de los Ángeles Fernández, Directora Fundación Chile 21. Integrante Observatorio Género y Equidad.

FUENTE: LA NACION

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